viernes, 29 de agosto de 2014

La entrega al cuerpo y el regreso a los sentimientos, parte 7

El enraizamiento

El trabajo debe comenzar con una actitud vibratoria de las piernas. Tarde o temprano esto se extenderá hacia arriba, hasta incluir a la pelvis. A continuación, es importante desarrollar el sentimiento de estar tomando tierra., esto da un sentimiento de independencia y madurez que hace de su expresión sexual una actividad responsable de su ser total. La respiración del individuo ha de ser abierta y profunda en el vientre, de modo que los movimientos pélvicos estén coordinados con las ondas respiratorias.

No basta con saber que uno tiene los pies en el suelo. Lo que se requiere es el proceso energético en el que la onda de excitación descienda por el cuerpo hasta las piernas y los pies.
La toma de tierra, de modo que la persona sienta sus pies sólidamente sobre el suelo, es un requisito previo para descargar las tensiones en cadera y pelvis.
La pelvis no se moverá de un modo natural, esto es, libre y espontáneamente, salvo que quede suspendida entre la cabeza y los pies. Este es el principio del arco.
Este principio se aplica al movimiento de la pelvis. Si los pies se hallan plenamente en contacto con el suelo, sólo es necesario empujar la pelvis hacia atrás, para crear la carga que la moverá espontáneamente hacia delante.
La energía para la carga es producida por los procesos metabólicos del cuerpo, en conexión con la respiración. Por consiguiente, cualquier tensión en el cuerpo que restrinja la respiración o impida la toma de tierra, limita la motilidad pélvica.
Las tensiones pélvicas se desarrollan para limitar la sensación sexual, por lo que no podremos liberar la pelvis si estamos inhibidos acerca de la sensación sexual.

La calidad de las sensaciones sexuales dependen de la cantidad de energía o excitación,  del grado de armonía y de lo conectado que el individuo esté el individuo con la tierra.
Los individuos desarraigados corren el riesgo de que las sensaciones fuertes los sobrecarguen y abrumen.
Cuando decimos que un individuo está enraizado, o que tiene los pies en la tierra, significa que sabe quien es y donde esta parado.
Nos sentimos enraizados cuando la onda de excitación llega al suelo, invierte su dirección y fluye hacia arriba, como si la tierra nos empujara para erguirnos.
La  calidad del enraizamiento de un individuo determina su sensación interna de seguridad.
No hay que tener miedo a los dolores del crecimiento, en especial cuando el objetivo es dejar que la vida fluya libremente por el cuerpo.
Es aconsejable hacer un viaje retrospectivo en el tiempo hasta nuestros primeros años. Es un viaje penoso, pues despierta recuerdos atemorizantes y evoca sentimientos dolorosos; pero al levantar la represión y anular la supresión del sentimiento, poco a poco cobrará vida plena el cuerpo que Dios creó.

Amigarse con la sombra

El infierno es el inconsciente reprimido; el submundo donde están enterrados los terrores del pasado: la desesperanza, el tormento, las manías.
El infierno solo existe en las tinieblas de la noche. Los sentimientos supuestamente vergonzantes, peligrosos e inaceptables, son reacciones naturales frente a situaciones anormales.
El inconsciente es la parte del cuerpo que uno no siente. Dichas zonas representan conflictos emocionales reprimidos.
Vivir en las honduras del propio ser puede ser penoso y aterrador al principio, pero también gratificante y gozoso si tenemos el coraje de atravesar el infierno que nos lleva al paraíso. “El paraíso se encuentra en el centro del infierno”.

Fuimos inocentes y libres y conocimos la alegría, hasta que nuestro espíritu fue quebrantado cuando se nos hizo avergonzar y sentir culpa por nuestros impulsos naturales.
Para hallar al niño sepultado, debemos entrar en esas zonas obscuras de nuestro ser, en las tinieblas de lo inconsciente. Debemos hacer frente a los temores y peligros que implica ese descenso.
Un viaje al submundo, donde yacen  enterrados nuestros más grandes temores, como el miedo a la demencia y a la muerte. Si uno tiene el coraje de enfrentar esos temores,  ingresará a un nuevo mundo de luz donde se han esfumado las nubes del pasado.
Todo lo que nosotros no queremos admitir en nuestro ser, conforma nuestra sombra.
La parte rechazada,(la sombra), por ley natural busca expresarse a través  del síntoma.
El camino del hombre es integrar aspectos de la sombra a la conciencia, y ser uno.
La única solución es amigarnos con la sombra
Quien cumpla con su destino, gozará de paz interior y plenitud.
La sanación nace desde dentro, es un despertar, un renacimiento interior.
Sanación es la toma de conciencia de que nuestro espíritu es, fue, y será siempre sano.

La salud emocional consiste en la capacidad para aceptar la realidad, no para huir de ella.

La única manera de lograr una liberación significativa que influya en el comportamiento es que la persona enfrente su temor y descubra que no guarda relación con su vida actual.

La civilización actual nos impide experimentar la alegría de entregarnos al cuerpo; pero si no podemos confiar en nuestros sentimientos, perdemos contacto con la vida interior del cuerpo, la única capaz de darle riqueza y sentido a la vida.

En esta cultura es imposible ir más despacio o calmarse. La hiperactividad se nutre de la misma frustración que impulsa al niño hiperactivo; es decir, de la incapacidad de permanecer en contacto con el núcleo profundo e interno del propio ser, el alma o espíritu.

La nuestra es una cultura dirigida hacia afuera, puesto que tratamos de encontrar el sentido de la vida en la sensación, y no en el sentimiento.; en el hacer, y no en el ser; en poseer cosa y no en el propio “self”. Es una locura, y nos vuelve locos, porque nos cercena de nuestras raíces, que se hallan en la naturaleza, el suelo que nos sostiene, la realidad.

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