viernes, 8 de agosto de 2014

El poder de las emociones, parte 4


Enfermedades aprendidas

El vacío existencial está gritando dentro de ti que te atrevas a enfrentarte a lo que te exige, a tu propia búsqueda. Es relativamente sencillo aprender a sentirte bien, sin necesidad de nada externo a ti, sólo con tus propios pensamientos y emociones. Pero si te vas por la ruta “fácil” de evadirte y llenar artificialmente esos vacíos con excesos puedes destruirte. Por eso muchos buscan suplir estas carencias emocionales con comida, tabaco, bebida, fármacos, sexo o, incluso el juego. Éstas son conocidas como enfermedades aprendidas.
Veamos con más detenimiento cómo estas enfermedades sociales nos pueden afectar.

Depresión

La depresión aparece cuando no vemos realizadas nuestras expectativas en la forma en que pensamos. Implica un sentimiento de pérdida real o imaginario. Nos alejamos de nuestros sentimientos y nos sentimos afligidos o decaídos. Usualmente, la depresión ocurre cuando nos concentramos en la parte dolorosa de nuestro pasado o en un futuro sombrío.
Recuerda: la pérdida dura lo que tardes en aceptarla. Saldrás del duelo si diriges tu mente hacia las posibilidades que puedes construir en el presente.

Escúchate con paciencia, porque tu cuerpo y tu mente te están avisando que algo anda mal. Trata de comprender tus patrones emocionales y rompe con preguntas la conducta depresiva:¿Qué quieres?, ¿qué te detiene para tener la vida y las relaciones que quieres?, ¿para que la necesitas?
Genera alternativas de solución, busca ayuda. Prioriza lo que quieres cumplir y dale sentido de urgencia a las actividades que decidas hacer. Al principio, te puede parecer que eso demanda energía extra. Es más sencillo, sólo atrévete a un nuevo comportamiento. Conforme avances, notarás el progreso.

Estrés

Cuando nos sentimos agobiados, nos parece que “el mundo se nos viene encima” y solemos terminar agotados, frustrados, enojados y con una serie de malestares físicos, es el estrés el que nos agota.
El estrés es parte de la cotidianidad y existen el positivo y el negativo.
El positivo nos mantiene alerta y activos para realizar nuestros deberes diarios. Es una especie de tensión que va de la mano con las funciones físicas, mentales y emocionales. Si no existiera, probablemente no nos levantaríamos de la cama; no obstante, cuando la tensión es demasiada y nos alteramos de más, el estrés se vuelve negativo.

El estrés negativo (distress) nos quita la tranquilidad, nos lleva a sentirnos exhaustos. Parece que algún extraño nos haya quitado los deseos de disfrutar, pero fuimos nosotros quienes lo producimos.
Hay muchas fuentes de distress: saturarnos de actividades y detalles; decir “no” a nuestras propias exigencias o a las de los demás; la ilusión de hacer las cosas perfectas, en vez de hacerlas con el mayor esfuerzo, capacidad e inteligencia. O, hacer lo mismo esperando resultados diferentes.

Prioricemos: coloquemos primero las necesidades y después los deseos, aprendamos el arte de delegar. Programemos las actividades, que beneficios perseguimos y como deseamos sentirnos al concluir el día.

El estrés positivo (eustress) puede ser detonado desde ir a trabajar, o de vacaciones, comer tu platillo favorito, conocer amigos, ir de compras o a fiestas divertidas.
Por supuesto, también un reto puede generarnos eutress. Es lo que nos anima a hacer las cosas de buena gana. Los desafíos, aunque estresantes, son incentivos para ser mejores.
Al entender la realidad y asimilarla, elevamos el nivel de conciencia y nos anima una fuerza maravillosa que nos proyecta hacia donde queremos.

Soledad  

Soledad significa aislamiento, falta de contacto con otras personas. Es la carencia voluntaria o involuntaria de compañía. También es un sentimiento totalmente natural de pesar y melancolía por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo, de un sueño, o de una ilusión.
La soledad, si es durante periodos cortos, es sana. Muchas veces, para concentrarnos, pedimos que nos dejen solos y disfrutamos de esos ratos de silencio, paz y quietud. Es muy conveniente darse tiempo para estar con uno mismo. De hecho, es imprescindible para el avance espiritual.

Pero si la soledad dura periodos más largos, suele ser desagradable, porque  nos empezamos a aislar y, como resultado, hay una incapacidad para relacionarnos con los demás.
Sólo requieres crear oportunidades de una sobresaliente relación contigo mismo y con los demás.

Resumen:
Lo que controla tu vida no es la realidad en sí, sino tu percepción de la realidad.
Para transformar cualquier sentimiento negativo, modifica alguno de los tres factores, idealmente cambia los tres.
A). Percepción, varía tu respiración, endereza tu postura; dale movimiento a los ojos, sacude las manos y gesticula.
B).Asociación, transforma tu interpretación de los hechos y tus expectativas.
C). Enfoque, rectifica tu perspectiva, ¿qué piensas, como te comunicas y que acciones eliges?


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