miércoles, 14 de mayo de 2014

Las bases biológicas de la fe y la realidad, parte 10

El sentimiento de fe
 
La pulsación y relación entre los dos polos puede mostrarse con un esquema, en términos del cuerpo, o dialécticamente. En el cuerpo, estas dos direcciones de flujo se localizan en el movimiento de la sangre, que después de salir del corazón, fluye hacia arriba, a través de la aorta ascendente y hacia abajo por la aorta descendente. Sabemos que en un momento de enfado,  o excitación muy fuerte la sangre se agolpa en la cabeza y cuando hay una excitación genital se agolpa en esa zona. Se sabe que si no llega riego suficiente de sangre a la cabeza puede causar la pérdida de la conciencia. Las figuras 1 y 2 muestran algunas de estas relaciones:



Si nos imaginamos que el cuerpo está dividido en su sección central por un anillo de tensión en el área diafragmática, los dos polos se transformarían en campos opuestos, en vez de ser dos extremos opuestos de una sola pulsación que se mueve en ambas direcciones simultáneamente o como los puntos extremos de un balanceo pendular que se mueve entre ellos. Pues bien, es una realidad que la mayoría de la gente tiene cierto grado de tensión diafragmática. Ya lo señalé anteriormente al referirme a la pérdida de sensaciones en el vientre, hara, debido a tener restringida la respiración abdominal profunda. Y también es cierto que casi todos los occidentales tienen cierto grado de “escisión”. El efecto de esta división, es una pérdida de la percepción de la unidad. Las dos direcciones opuestas de flujo se transforman en dos fuerzas antagónicas. La sexualidad se experimenta como un peligro para la espiritualidad, igual que la espiritualidad se contemplaría como una negación del placer sexual.
Se ha introducido un bloque en las figuras 3 y 4 para simular  donde se interrumpe el flujo de excitación.



Cuando no hay bloqueos que perturben el flujo, las emociones tienen un signo o calidad positivo. Cuando el flujo es bloqueado por tensiones musculares crónicas, dentro de cada zona hay un estancamiento de la excitación, que produce sentimientos de flujo negativo.

El sentimiento de fe es el sentimiento de la vida fluyendo en el cuerpo de un extremo a otro, desde el centro a la periferia y vuelta de nuevo. El individuo se siente como una unidad, como un continuo. Los diferentes aspectos  de su personalidad están integrados. No es una persona espiritual en tanto que opuesta a una persona sexual; no es sexual el sábado por la noche y espiritual el domingo en la mañana. No tiene dos caras. Su sexualidad es una expresión de su espiritualidad, porque es un acto de amor. Su espiritualidad tiene un sabor terrenal; es el espíritu de la vida, que respeta tal y como se manifiesta en todas las criaturas de la tierra. No es una persona cuya mente domine a su cuerpo, ni un cuerpo sin mente.

Pero igual de importante es su sentido de continuidad. La persona viene del pasado, existe en el presente, pero pertenece al futuro. La vida es un proceso continuo, un constante desvelar posibilidades y potencialidades que están ocultas en el presente. Si no se tuviera alguna esperanza y compromiso hacia el futuro, la propia vida se paralizaría, que es lo que les ocurre a los deprimidos. Biológicamente cada organismo está comprometido con el futuro a través de las células germinales que lleva en su cuerpo.

El sentido de continuidad también es horizontal. Estamos metabólicamente conectados con todos los seres vivientes de la tierra, desde los gusanos que orean el suelo hasta los animales que nos proporcionan nuestra diaria alimentación. Sentir esta sensación de estar conectado y actuar de acuerdo de acuerdo con él es la característica del hombre de fe, de un hombre que tiene fe en la vida. La propia fe es tan fuerte como la propia vida, porque es una expresión de la fuerza vital dentro de cada persona.

La gente que tiene verdadera fe se distingue por una cualidad que cualquiera reconoce: la gracia. Una persona con fe está llena de gracia en sus movimientos, porque su fuerza vital fluye fácil y libremente a través de su cuerpo, con la vida y con el universo. Su espíritu está encendido y la llama de la vida brilla dentro de ella. Tiene un lugar en su corazón para cada niño, porque cada niño es su futuro, y tiene respeto por los “mayores” porque ellos son la fuente de su ser y el fundamento de su sabiduría.


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