martes, 30 de septiembre de 2014

El amor, el sexo y la salud del corazón, parte 8



El amor, el estrés y el corazón 

Hemos estudiado la naturaleza del amor y hemos examinado su relación directa con el corazón. Hemos visto que muchas personas, en nuestra cultura, sufren una pérdida de amor en la infancia que las deja con el corazón partido. En interés de la sobrevivencia, reprimen el dolor blindándose a sí mismas -en otras palabras, dando rigidez a los músculos del pecho-. Esta rigidez restringe y limita la respiración, el movimiento y los sentimientos, e impone una tensión continua al cuerpo y al corazón. La existencia de esta clase de tensión es, en mi opinión, lo que predispone a tantas personas a las dolencias cardíacas.

En la segunda mitad de este libro exploraremos la relación existente entre la angustia y las enfermedades del corazón.
Una enfermedad importante no es un hecho casual, sino que está relacionado con el estilo de vida y sugerimos como hay que hacerle frente a fin de crear una vida relativamente libre de estrés grave. La idea básica, como veremos, es ésta: sólo la persona que no tiene miedo de amar puede estar razonablemente segura de que su corazón permanecerá sano.

Hoy en día la mayoría de las personas aceptan la idea de que un estrés excesivo puede ser causa de enfermedad. ¿pero, por qué el estrés perjudica gravemente al corazón en una persona, mientras que en una segunda produce artritis y, en una tercera, cáncer. Por decirlo de otro modo, ¿cuál es la naturaleza del estrés que afecta negativamente al corazón, y qué clase de personas son particularmente vulnerables?

Personalidad de tipo A

En las primeras investigaciones, pudo observarse que casi todos los pacientes coronarios mostraban una semejanza en su expresión facial, sus gestos corporales y su manera de hablar. La mandíbula apretada y los músculos de la boca tensos, junto con una postura tensa del cuerpo, un rápido golpeteo con los dedos o movimiento de las rodillas, los puños apretados durante la conversación ordinaria, el rechinar de dientes, los movimientos rápidos del cuerpo, la manera rápida de hablar y la impaciencia con la manera de hablar lenta de los demás; también una mueca como de gruñido en la comisura de los labios.
Personas muy competitivas, con un intenso impulso de ganar; fácilmente irritables cuando otros no están de acuerdo con ellos; tenían opiniones fijas; se impacientaban cuando el tráfico las detenía o tenían que hacer cola; comían y andaban de prisa; y no podían tolerar la inactividad.  

Friedman y Rosenman calificaron a las personas que mostraban todos o algunos de estos rasgos como individuos del tipo A, y a los que estaban libres de ellos, individuos del tipo B. Describieron al individuo del tipo A como una persona extremadamente tensa, afectada de un sentimiento de urgencia temporal, que albergaba una hostilidad fluctuante de la que no era consciente y que luchaba contra una autoestima reducida, que compensaba con los éxitos. Estudios posteriores demostraron la existencia de una conexión directa entre las actitudes, la conducta y las dolencias cardíacas. Los sentimientos y pensamientos de una persona influyen realmente en la evolución de las dolencias cardíacas.

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