viernes, 5 de septiembre de 2014

La entrega al cuerpo y el regreso a los sentimientos, parte 10



El sentimiento sexual

El amor es un estado de excitación placentera que varía de intensidad según la situación. Cuando nuestro espíritu interviene plenamente en cualquier acto, ese acto asume una cualidad espiritual, debido a la trascendencia del yo.

Desde luego, la excitación que sienten dos amantes contiene una dimensión adicional, que fluye hacia abajo y excita con fuerza los órganos genitales. Tras una fuerte descarga orgásmica, la persona siente una profunda calma.
Tanto en la experiencia mística como orgásmica, hay una sensación de comunión con las fuerzas superiores de la naturaleza.
Pero para tener una sensación tan poderosa, hay que controlar la creciente excitación hasta que abarque todo el cuerpo. Ello requiere un “yo” fuerte, pues uno débil se atemoriza.
Convertir la carne en espíritu, en eso consiste la trascendencia.

La persona que tiene sentimientos sexuales fuertes posee un mayor sentido del “self”, y un ego más fuerte, que le dan contención.
Para aumentar el sentimiento sexual, se ha de respirar profundamente, hasta que el aire llegue al fondo pélvico, donde están los sentimientos sexuales. El principal mecanismo para lograrlo es el llanto profundo. También ayuda estar más “enraizado” mediante ejercicios que movilicen las sensaciones de las pierna

La trascendencia puede lograrse también por actos que no sean sexuales, como cuando nos anima una gran pasión o nos conmueve una experiencia significativa. Ya no sentimos que tenemos un espíritu, sino que estamos poseídos por él.
Todo acto creativo tiene cierto grado de trascendencia. Se requiere inspiración y pasión. Estas creaciones parecen tener vida propia.
La excitación sexual puede ser muy fuerte, pero para muchos hombres terminará en una eyaculación prematura debido a que la rigidez de la pelvis limita su capacidad de contener la carga hasta que abarque todo el cuerpo.

La libertad interior.

La libertad interior se manifiesta en la vivacidad del cuerpo. Corresponde a la libertad respecto de la culpa, la vergüenza y la autoconciencia. Es una manera de actuar espontánea, sin engaños, fiel al propio ser.
Hemos perdido contacto con el espíritu remolineante que anima nuestro ser y da sentido a nuestra vida.
Cualquiera que sea el medio empleado para establecer una conexión sensible con lo infinito, debe incluir al cuerpo, si se pretende que sea algo más que una idea que se tiene en la cabeza

Sólo con humildad y franqueza es posible enfrentar al manantial de sentimientos que fluye de todo ser humano.

Necesitamos comprender nuestro cuerpo como manifestación exterior de nuestro espíritu.
Trabajemos sobre nosotros mismos, agotemos nuestros potenciales, desarrollemos nuestras metas y nuestra moral por nosotros mismos, inventemos el sentido de nuestras vidas.. Definamos los principios según los cuales deseamos vivir.

Cuando no hay bloqueos que perturben el flujo, las emociones tienen un signo o calidad positivo.
El sentimiento de fe, es el sentimiento de la vida fluyendo en el cuerpo, de un extremo a otro.

El estado de vivacidad es la base física de la experiencia de alegría. La alegría es una experiencia religiosa.
La alegría pertenece al ámbito de los sentimientos corporales positivos. No es una actitud mental.
El sentimiento de alegría pertenece al mundo animal, y no al mundo de los intelectuales civilizados.
Solo sentimos alegría cuando somos fieles a nosotros mismos.

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