lunes, 22 de septiembre de 2014

El amor, el sexo y la salud del corazón, parte 5



Las emociones del corazón humano

Hay otro aspecto de este problema que merece una explicación. En la fig. 5, el impulso de amar puede ser lo bastante fuerte como para atravesar el sistema muscular tenso y duro, pero durante el proceso se desgarra y emerge como sadismo. En el sadismo, se hace daño al amado, no por cólera, sino como una expresión de amor.



Si queremos entender las causas de la enfermedad cardiaca, necesitamos comprender las complejas emociones del corazón humano.
Los psiquiatras utilizan la expresión ambivalente, para describir a una persona que experimenta dos sentimientos opuestos al mismo tiempo. El efecto es la paralización de la actividad. Es imposible moverse si uno es arrastrado en direcciones opuestas al mismo tiempo. Si la ambivalencia persiste, crea un estrés emocional tremendo, lo cuál es peligroso para el corazón.

Cuando una relación amorosa se agria, como ocurre a veces, la reacción sana es terminarla y marcharse. Sin embargo, cuando domina el sentimiento de culpabilidad, esta reacción queda bloqueada. En general, el sentimiento de culpabilidad viene provocado por la supresión de sentimientos que el superyó juzga como malos. Impide la resolución del conflicto.

Todo estado de tensión del cuerpo está asociado con algún sentimiento de culpabilidad. En ausencia de éste, todos nos sentiríamos dignos de amor, indiferentes al hecho de que nuestro comportamiento podría no ser aceptado siempre. Seríamos capaces de decir: “Soy quien soy, y me acepto a mí mismo.” El sentimiento de culpabilidad es un juicio que nos hacemos a nosotros mismos y según el cual hay algo malo en nosotros y no somos dignos de amor a menos que nos lo ganemos con buenas acciones.

El que nos sintamos irritados contra los que nos han herido y odiemos a los que han traicionado nuestro amor no nos hace malos. Como estas reacciones son biológicamente, deben considerarse moralmente justas. Sin embargo, a los niños, que dependen de sus padres y sus mayores, es fácil lavarles el cerebro y hacer que piensen de otro modo. Si un niño siente que no es amado, da por sentado que debe ser culpable de algo, puesto que para un niño pequeño es inconcebible que su madre o su padre, que le dieron la vida, no amen lo que les dieron. Una vez que el niño duda de sí mismo, a sus padres no les resulta difícil convencerlo de que es malo si alberga sentimientos coléricos o negativos hacia ellos. Si ser “bueno” le procura el amor, el niño hará todo cuanto esté en su mano para ser “bueno”, incluyendo la supresión de los “malos” sentimientos. Así, la culpabilidad lo encerrará para toda su vida en una pauta en la que niega los sentimientos negativos u hostiles hacia las personas que se supone que ama. La retención inconsciente de estos sentimientos produce un estado de tensión crónica en los músculos, especialmente en la parte superior de la espalda.

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