viernes, 12 de septiembre de 2014

El amor, el sexo y la salud del corazón, parte 2



Parte Primera

El amor está en el corazón de la vida  

Desde las épocas más remotas el corazón ha sido un profundo símbolo en el pensamiento del hombre. No sólo simboliza el centro emocional de la humanidad, sino también el centro espiritual….En el corazón es donde nos encontramos con Dios en una relación cara a cara. El hermano David Steindl-Rast coincide con ello. ”Cuando finalmente encontramos nuestro corazón, encontramos el reino en que estamos íntimamente unidos con nosotros mismos, con los demás y también con Dios“. Los Upanishads también sitúan al yo en el corazón: “En verdad el sí mismo es el corazón….Quien sabe esto entra en el reino celestial todos los días”.  Por metafóricas, espirituales y filosóficas que puedan ser estas enseñanzas, tiene que haber alguna base física real para esta repetida conexión entre el corazón humano y la fuente de la vida. Esta base resultaría ser el propio latido del corazón, el pulso rítmico que lleva la sangre vivificante por todo el cuerpo. Es la manifestación más clara de la fuerza vital en el organismo humano.

Comoquiera que los describamos, los sentimientos no son vuelos de la imaginación. Se refieren a procesos reales del cuerpo, que los ocasionan. Cuando nos sentimos abatidos o alegres, indiferentes o afectuosos, algo ocurre a nivel físico en el cuerpo que nos hace sentir así. Lo que ocurre podemos describirlo como un aumento o una disminución del estado de excitación del cuerpo.
Cuando la excitación se refiere al amor, la sentimos del modo más directo en la zona del corazón. La visión o el pensamiento de un ser amado puede hacer que el corazón se sienta más ligero y lata más rápido. E incluso, que de un salto.

Mientras hay vida, en una célula, hay un estado de excitación. Este estado tiene su mayor intensidad en los muy jóvenes, y su menor intensidad en los muy viejos.
El estado de excitación de una persona siempre es visible en su cuerpo. Con un alto grado de excitación, fluye más sangre a la superficie del cuerpo, los ojos brillan, el tono de la piel mejora, los movimientos son más espontáneos, las manos están más calientes, el cerebro se activa y el corazón late más rápido. En la muerte los ojos se apagan, la piel se vuelve blanca y fría.

Los estados de excitación negativa no muestran estos mismos efectos. En estado de pánico, por ejemplo, los movimientos son violentos e inconexos y la excitación se concentra en su mayor parte en la musculatura y en el corazón, que puede latir a ritmo acelerado. El dolor intenso, que hace que el cuerpo se retuerza, es otro estado de excitación negativa. Y lo mismo la rabia, que, a diferencia de la cólera, tiene un efecto negativo sobre el cuerpo.

La excitación positiva se da durante una situación placentera. El cuerpo está en un estado de expansión y la carga es intensa en la superficie del cuerpo. La excitación negativa, surge en situaciones de temor y peligro. El cuerpo está en un estado de contracción y la carga se retira de la superficie.
Durante el placer, la respiración es profunda, fácil y relativamente lenta. Nunca se hace fatigosa, puesto que la respiración fatigosa es una señal de aflicción. Sin embargo, cuando una persona tiene miedo o sufre un dolor, la respiración es poco profunda, forzada y rápida.

La emoción del amor produce el efecto más saludable en el cuerpo. Una persona enamorada parece irradiar alegría. El resplandor y brillo de una persona enamorada no son un concepto metafórico, puesto que pueden observarse. Su causa es un estado de mayor excitación y más intensa pulsación de los órganos y los tejidos. Aunque cada sistema de tejidos u órganos tiene su propio ritmo, éste está coordinado con la pulsación básica del corazón y depende de ella. El latido del corazón es lo que da vida a todo el cuerpo. Cuando nos sentimos alegres, todos los órganos funcionan mejor; cuando estamos abatidos, todos los sistemas orgánicos están deprimidos.

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