miércoles, 3 de diciembre de 2014

La Traición al Cuerpo, parte 11

La seducción y el rechazo

Se dice que un niño es seducido cuando el padre o la madre se aprovechan de la necesidad que tiene el niño de calidez y contacto estrecho, para obtener de la relación un placer sexual inconsciente. Los padres que lo hacen no son conscientes de la significación sexual de sus actos, como cuando besan a sus hijos en la boca o se exhiben desnudos ante ellos. Otro elemento de la situación de seducción se da cuando se coloca al niño en una posición de sometimiento. Entonces el adulto inicia la conducta de seducción, y el niño no puede resistirse a un padre a quien lo une una situación de dependencia. Así, la excitación sexual tienta al niño a entrar en la intimidad, y éste queda atado al padre por esa misma excitación.
La seducción coloca al niño en un grave dilema. Por un lado, el niño adquiere un  sentimiento de contacto estrecho, pero pierde su derecho a exigir lo que le corresponde, a exigir que se satisfaga su propia necesidad de placer.

Físicamente, el efecto de la seducción es igualmente desastroso. El niño se siente excitado, pero debido a su inmadurez fisiológica, no puede descargar por completo su excitación, por lo cual la excitación se transforma en una sensación física no placentera. Al mismo tiempo, la culpa sexual relaciona excitación con ansiedad. Al niño solo le queda entonces cortar toda sensación corporal, y abandonar su cuerpo.

El padre seductor es también un padre que rechaza. Utilizar el cuerpecito infantil como fuente de excitación sexual es violar los sentimientos de intimidad del niño y negarle el respeto y cariño que necesita su personalidad en desarrollo. En efecto, al niño que se le usa de este modo se le rechaza en tanto persona independiente.
El rechazo a menudo se basa en el miedo que tiene ese padre a la intimidad porque despierta en él la culpa sexual. Dichos padres temen tocar y acariciar al niño, y cuando lo hacen, se nota en ellos una actitud cohibida que el niño percibe como manifestación de ansiedad sexual.

Los padres que no tienen contacto con su cuerpo no se dan cuenta de lo seductores que son con sus hijos. Por otra parte, el hijo, que vive una relación más próxima con su propio cuerpo, es sumamente sensible a todos los matices del sentimiento y capta el interés sexual disimulado. Por regla general, la madre seduce a su hijo y lo lleva a una intimidad erótica en apariencia inocente con ella, mientras el padre con la mirada, de palabra o de hecho expresa su interés sexual por la hija.

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