lunes, 22 de diciembre de 2014

Ética y Psicoanálisis, parte 4

La orientación productiva

El carácter de la personalidad normal, madura y sana ha sido apenas considerado. Este carácter llamado por Freud, el carácter genital, es definido por él como la estructura del carácter de una persona en la cual la libido oral y anal han perdido su posición de predominio, y funcionan bajo la supremacía de la sexualidad genital. La descripción de Freud no va más allá.

La “orientación productiva” de la personalidad se refiere a una actitud fundamental, a un modo de relacionarse con todos los campos de la experiencia humana. Incluye las respuestas mentales, emocionales y sensoriales hacia otros, hacia uno mismo y hacia las cosas. Productividad es la capacidad del hombre para emplear sus fuerzas y realizar sus potencialidades congénitas (desarrollar su dimensión espiritual).

Y si decimos que él “debe” emplear “sus” fuerzas, implicamos que debe ser libre y no dependiente de alguien que controla sus poderes. Implicamos además, que es guiado por la razón, puesto que únicamente puede hacer uso de sus poderes si sabe lo que son, como usarlos y para qué usarlos. Significa que se siente uno con sus facultades y al mismo tiempo que éstas no están enmascaradas y enajenadas de él.

Un tipo común de actividad improductiva es la reacción frente a la ansiedad, ya sea aguda o crónica, consciente o inconsciente, y que está frecuentemente en la raíz de las preocupaciones del hombre actual.

Similar es el tipo de actividad basado en la sumisión o dependencia a una autoridad.

Y otra parecida es la actividad del autómata. Aquí no encontramos una dependencia a una autoridad visible, sino más bien a una autoridad anónima tal cómo la que representan la opinión pública, las normas sociales, el sentido común o la “ciencia”. La persona siente y hace lo que supone que debe sentir o hacer; su actividad carece de espontaneidad en el sentido de que no se origina en la propia experiencia mental o emocional, sino en una fuente exterior.

Las pasiones irracionales se encuentran entre las fuentes más poderosas de la actividad. La persona que es impulsada por la avaricia, el masoquismo, la envidia, los celos o cualquier otra forma de avidez, es obligada a actuar; sin embargo, sus acciones no son ni libres ni racionales, sino opuestas a su razón y a sus intereses como humano. Es una persona activa, más no productiva.

Con el concepto de productividad no nos referimos a la actividad que necesariamente produce resultados prácticos, sino a una actitud, a un modo de reacción y de orientación hacia el mundo y hacia si mismo en el proceso de vivir. Lo que nos interesa es el carácter del hombre, no su éxito.

Cuando carece de potencia, la forma de relación del hombre con el mundo se pervierte, convirtiéndose en un deseo de dominar. El dominio nace de la impotencia y a la vez la acrecienta, pues si un individuo puede forzar a otro a que le sirva, su propia necesidad de ser productivo se va paralizando gradualmente.

El mundo exterior puede ser experimentado básicamente de dos maneras: “reproductivamente”, percibiendo la realidad del mismo modo que una película; y “generativamente”, concibiéndola, vivificándola y re-creando este nuevo material por medio la actividad espontánea de los propios poderes mentales y emocionales.

Es muy frecuente en nuestra cultura la atrofia relativa a la capacidad generatriz. Por otra parte, la persona que ha perdido la capacidad de percibir la realidad es un loco. El psicótico construye un mundo interior de realidad en el cual parece tener plena confianza, vive en su propio mundo. La verdadera realidad ha sido eliminada y una interior ocupa su lugar.

El ser humano normal es capaz de relacionarse con el mundo simultáneamente, percibiéndolo tal como es y concibiéndolo animado y enriquecido por sus propias facultades. La presencia de ambas capacidades, la reproductiva y la generatriz, es una condición previa para la productividad, son dos polos opuestos cuya interacción es la fuente dinámica de la productividad, algo nuevo que brota de ésta interacción.





 

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