lunes, 21 de octubre de 2013

Bioenergética y Gestalt una visión integradora, parte 8

Gestalts inacabadas

El trabajo sobre las gestalts inacabadas es un ejemplo típico de la atención que presta la terapia gestalt a las huellas del pasado. Se trata de integrar el elemento del pasado en un conjunto significativo, como si constituyera una de las polaridades de la existencia del cliente.
La gestalt inacabada aparece cuando el ciclo de satisfacción de necesidades no se ha desarrollado de forma completa. La situación puede quedar inacabada y pasa a constituir un elemento preconsciente de presión interna ya sea movilizador o fuente de neurosis.
Algunos gestaltistas consideran la transferencia como una gestalt inacabada: figuras parentales del pasado que se interponen en una relación actual cuya autenticidad queda enturbiada.

 La neurosis en Gestalt

La terapia gestalt adoptó el punto de vista  de la salud en lugar del criterio patológico. En este sentido, la neurosis supone un oscurecimiento de la conciencia, un deterioro del darse cuenta con distintos grados de perturbación.

Perls parte de un punto de vista que no es psicológico sino holístico y no sigue el pensamiento causal que explica el presente según los acontecimientos del pasado. Para él, la neurosis es una perturbación del ritmo contacto/retirada y un cúmulo de gestalts inconclusas. Ambas cosas confluyen en la autorregulación orgánica.
Para Perls, en el neurótico, su ritmo de contacto-retirada está descompuesto. No puede decidir por si mismo cuándo participar y cuándo retirarse, porque todos los asuntos inconclusos de su vida, todas las interrupciones de los procesos en transcurso, han perturbado su sentido de la orientación.

Perls describe también la neurosis a través de una de sus funciones, la habilidad de manipular: la neurosis es la sustitución del autoapoyo por apoyo ambiental (manipulación frente autoapoyo). El neurótico carece en gran medida de una de las  cualidades esenciales que promueven la supervivencia: el autoapoyo.

La consecuencia de la manipulación es el juego de la autotortura. Se trata de una guerra interna entre aspectos de uno mismo. A estas partes Perls las llamó “perro de arriba” (topdog) y “perro de abajo“ (underdog). El perro de arriba se expresa en forma autoritaria, virtuosa, ejemplar, siempre tiene la razón, exige y amenaza. Tras él resuena lo social, la norma interiorizada, lo superyoico. El perro de abajo se muestra defensivo, adulador, víctima. Se justifica y pospone compromisos. Tras él resuena lo orgánico, el impulso emocional, la inclinación genuina. Cada uno intenta controlar al otro, y así se perpetúa la autotortura. Ninguno es mejor que el otro, puesto que como juego neurótico ambos se necesitan y por ambas partes se intenta mantener la contienda. La  integración o cura sólo se puede lograr cuando cesa la mutua necesidad de control entre ambos. Solo entonces se escucharán el uno al otro.

Mecanismos de defensa

En gestalt la palabra resistencia o mecanismos de defensa se emplea en un sentido distinto del que lo hace el psicoanálisis donde designa una resistencia inconsciente al tratamiento y tiene una connotación negativa. En gestalt no toda defensa es necesariamente disfuncional: puede que se trate de un mecanismo de defensa o de urgencia especialmente bien adaptado a la situación. Sólo los mecanismos anacrónicos, rígidos o repetitivos dan a entender un funcionamiento patológico.

Las principales resistencias son cinco: CONFLUENCIA, INTROYECCIÓN, PROYECCIÓN, RETROFLEXIÓN Y DEFLEXIÓN. Funcionan como mecanismos de defensa, es decir como  reflejos provisionales de seguridad, pero que a menudo resultan excesivos, inoportunos y anacrónicos, de manera que la armadura, considerada como una protección, ha acabado siendo un estorbo y más molesta que útil.

Introyección 

Consiste en incorporar sin ningún filtro selectivo lo que recibimos del entorno. No llegamos a integrarlo sino que lo tragamos pasiva e indiscriminadamente. Pueden ser mandatos familiares, normas o máximas culturales, valores morales…

La tarea principal para deshacer la introyección consiste en establecer dentro del individuo un sentido de las elecciones que le son accesibles, y fortalecer su capacidad para diferenciar el “yo” del “tu“.El introyector está falto de una adecuada discriminación entre lo propio y lo ajeno. Por eso Perls habla de la “asimilación” como antídoto. La asimilación significa cuestionar, confrontar, masticar y digerir lo introyectado, que está gobernado por los “debería” morales de los otros.

Una forma creativa y paradójica de asimilar el introyecto es rescatar el aspecto saludable de la introyección. Y este aspecto es la Tradición. Reconocer la tradición, lo que nos viene dado, supone una economía de energía y significa aprovechar lo  recibido (origen, programación, incluso patología familiar heredada).
Otro modo de reconversión creativa de los mecanismos es movilizarla energía entre opuestos. Mediante el trabajo de polaridades logramos amplificar la conciencia y desbloquear la fijación. En este caso sería introyección vs proyección.

Proyección

Es la cara inversa de la introyección. Es la tendencia a hacer responsables a los demás, al mundo, de lo que es propio, de modo que nos hace posible renunciar a aquellos aspectos de nuestra personalidad que encontramos difíciles, ofensivos  y poco atractivos.
Es decir se proyectan sentimientos, intenciones o acciones de las que uno no se hace cargo. La proyección es una patología de la retirada, puesto que al proyectar algo propio fuera, además de desconectarse de sí, la persona evita el contacto real con los demás.

Lo que perciben en el otro es la realidad propia no reconocida. Dice Perls, el proyector hace a los otros lo que les acusa que le están haciendo a él.
El antídoto por excelencia de la proyección es reapropiarse de lo proyectado, es decir, ampliar la capacidad de darse cuenta de si mismo y del mundo.
El aspecto sano de este mecanismo es el conocimiento tanto de aquél sobre el que se proyecta, como del propio proyector si se detiene a reapropiarse de lo que proyecta. Las proyecciones serían pistas de conocimiento para ir a la búsqueda de lo propio, que no sabemos que es nuestro hasta no encontrarlo fuera.

Otro abordaje paradójico consiste en movilizar la energía entre opuestos, en este caso la relación polar entre introyección- proyección. El introyector traga sin masticar lo extraño a él incorporado del ambiente, mientras que el proyector vomita como extraño, como perteneciente al ambiente aquello que es propio. Jugar con estas polaridades es ya una pauta terapéutica. Así, discriminar entre los introyectos y aquellos otros valores propios, ayuda a reincorporar lo proyectado, pudiéndose reconocer más fácilmente como algo que le pertenece.
También se puede plantear un juego de movilización de energía ente proyección- retroflexión.

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