miércoles, 23 de octubre de 2013

Bioenergética y Gestalt una visión integradora, parte 9


Confluencia

Consiste en estar siempre de acuerdo con lo que los otros piensan y dicen. Se da una pérdida de límites entre uno mismo y el otro. Se produce un exceso de contacto, como un quedarse pegado. Las personas confluyentes no aportan ninguna crítica, ni objeción, ni originalidad.

Perls considera a la diferenciación como el antídoto contra esta identificación masiva, acompañándose del contacto y de la enunciación clara. Atendiendo a las propias necesidades y enunciándolas con claridad, uno descubre cuáles son sus direcciones personales exclusivas y puede obtener lo que desea.

El aspecto saludable de este mecanismo es la trascendencia, que es la capacidad de expandir los límites del individuo, del ego. Esta habilidad de trascender es inseparable de la capacidad para individuarse. Venimos de una confluencia (útero materno) y vamos hacia otra (la fusión con el todo) y entre ellas media todo un proceso de individuación en el que juega un papel de equilibrio la experiencia de trascender.
La disolución de la confluencia y de la introyección es similar.

Retroflexión 

Significa volver la hostilidad contra si mismo. Es una forma de auto dirigirse la agresión, en lugar de expresar lo que se siente en el momento en que aparece y decírselo a la persona que provoca tal sentimiento. Consiste en marcar excesivamente el límite entre yo y el entorno, de forma que en vez de traspasarlo y contactar, el individuo se vuelve hacia o contra si. Freud denominó a este mecanismo la vuelta contra si y se hace a si mismo lo que le gustaría hacer a los demás.

Lo que fundamentalmente retroflectamos son sentimientos negativos, siendo en este sentido un mecanismo de autocastigo.  También se entienden como retroflexiones las somatizaciones, puesto que son daños orgánicos que provocamos en vez de responder al entorno.
El odio dirigido contra uno, el narcisismo, el autocontrol y la autodestrucción son, según Perls, las retroflexiones más importantes. La retroflexión es una constante retirada patológica puesto que evita contactar con el mundo sobre todo a través de los sentimientos negativo-agresivos.

El aspecto sano de este mecanismo es la disciplina que siempre supone un esfuerzo, un cierto castigo que va en contra de alguna tendencia personal, pero que en este caso va a favor de la propia persona. Al retroflector, le viene muy bien aprender a confluir, puesto que le permite superar sus dificultades de contacto. Y por otro lado, en la medida que pueda expresar sus quejas hacia fuera (proyectar), se facilitará la reconciliación interna, se desbloquea la energía estancada.
Una persona obtiene mucho si es capaz de cambiar un mecanismo por otro, puesto que cambia el énfasis del síntoma, y movilizando de otro modo su energía, afloja una cualidad básica de la neurosis como es la fijación.

Deflexión

Consiste en una maniobra que tiende a evitar el contacto directo con otra persona, un medio de enfriar el contacto real desviando lo que emerge en el aquí y ahora. Se quita calor al diálogo mediante el circunloquio y la verborrea, tomando a risa lo que se dice, evitando mirar al interlocutor, yéndose por las ramas...etc. El aburrimiento, la apatía, la desenergetización son también deflexiones que desvitalizan la relación.

Deflectar es un mecanismo activo en el que la energía es utilizada para evitar el centrarse en si mismo.
El antídoto de la deflexión es centrar a la persona en el aquí y el ahora, a través de técnicas de frustración.

En resumen las dos formas creativas de trabajar con los mecanismos, entendiendo que lo creativo es el rodeo que permite soslayar las defensas, son: movilizar el mecanismo opuesto para desbloquear la fijación o aprovechar la estructura sana del mecanismo (su aspecto creativamente recuperable).


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