lunes, 28 de octubre de 2013

Bioenergética y Gestalt una visión integradora, parte 11


EL CUERPO Y LAS EMOCIONES EN LA GESTALT

Que la Gestalt ocupa un lugar relevante entre las terapias psico-corporales parece incuestionable, sin embargo se discute el alcance y la profundidad de su abordaje corporal por comparación con las terapias de corte reichiano.
Para Perls la rigidez corporal es sinónimo de retroflexión, concepto que aquí sustituye a la noción de coraza muscular y deja de estar al servicio del trabajo, la actividad y la relación con el mundo para volverse contra si. Aquí hay una clara diferencia con Reich: el bloqueo no se organiza alrededor de conflictos y sucesos internos, sino en relación al contacto con el entorno.

La otra diferencia es que a Perls le interesaba la experiencia fenomenológica del paciente sobre su propio cuerpo, más que el movimiento y la expresión. Enfatiza la sensación y la conciencia, lo cual modifica el concepto de resistencia.
La resistencia se reintegra a través de la conciencia de la sensación y esta sensación es más importante que el contenido reprimido, por ejemplo el recuerdo del pasado. La escena recobrada carece de importancia, lo que importa es el sentimiento y la actitud infantiles con que se la vivió. Los sentimientos infantiles no importan como pasado que deber revivirse sino porque son algunas de las más hermosas potencialidades que deben recobrarse para la vida adulta: espontaneidad, imaginación, conciencia directa de las cosas y manipulación.

Los principios teóricos de la Gestalt no conllevan la obligación de una movilización corporal: el enfoque global fenomenológico, la teoría del self, el darse cuenta en el proceso en curso en el aquí y ahora de la relación, la detección de las perturbaciones del ciclo de contacto y de las resistencias...todo esto apenas requiere de la intervención activa del cuerpo.

Entre los gestaltistas hay quienes piensan que el abordaje corporal clásico de la terapia gestalt es suficiente y quienes por el contrario lo perciben deficiente y abogan por una síntesis de gestalt y otras metodologías.

La gran mayoría de los que actualmente practican la Gestalt conceden un lugar privilegiado a las vivencias corporales del cliente, como también a las del propio terapeuta. Además se interesan tanto por la sensorialidad receptiva (¿que sientes en este momento?) como por la actividad motriz del organismo (te propongo que te levantes y des unos pasos...) y no dudan en moverse ellos mismos modificando si se da el caso, la distancia material o estableciendo momentáneamente un contacto corporal pudiendo llegar hasta la ternura terapéutica o la confrontación física. Ya no se trata sólo de hablar del cuerpo sino más bien de hablar con el cuerpo, a través del cuerpo...

Desde el punto de vista del estilo terapéutico y en relación con lo anterior, podemos determinar dos formas de hacer gestalt que corresponden a lo que C. Naranjo llama aspectos dionisíacos/apolíneos (dionisiaco = espontaneidad, fluidez  del impulso y apolineo = atención, responsabilidad....) y Perls definía como espontaneidad/ deliberación:
- estilo orgánico: lo corporal se enfoca fenomenológicamente atendiendo a los mensajes que transmite la respiración, postura, gestos, voz... el terapeuta acompaña este proceso sin forzarlo, solo ampliando la conciencia del mismo con todos los medios de que disponga (señalar, reflejar, exagerar...) siendo el principal remitir al paciente a su propia conciencia corporal.

- Estilo sistemático: supone la inclusión de técnicas corporales de cualquier enfoque que necesiten un entrenamiento y dedicación sistemáticos. El terapeuta generalmente coordina (directivamente) el trabajo corporal y después elabora gestálticamente aquello que se movilizó.
En el arco entre ambos estilos caben todo tipo de implicaciones corporales del propio terapeuta (desde el que permanece sentado hasta el que se mueve y participa en ejercicios) y respecto al paciente (desde privilegiar su comunicación verbal hasta proponer experiencias físicas de movimiento, contacto, ejercicios bioenergéticos, etc...En cualquier caso más que un tema teórico es un asunto personal. Es decir, que cada terapeuta trabajará con las herramientas técnicas y conceptúales que mejor se adecuen a su personalidad, lo cual incluye tanto a sus recursos como a sus limitaciones.

En Gestalt se atiende en todo momento con “un darse cuenta” constante lo que surge de forma espontánea, tal como viene y cuando viene. El terapeuta está especialmente atento a todas las manifestaciones corporales de su cliente: a las posturas y movimientos aparentes, pero también a los microtextos semiautomáticos, una especie de “lapsus del cuerpo” que revela procesos a menudo inconsciente, por ejemplo dar golpecitos con los dedos, balanceo del pie.... Por supuesto también controlan el tono de voz, el ritmo de la respiración, así como la circulación sanguínea perceptible por la palidez o enrojecimiento de la piel. No pierde de vista que el cuerpo es a la vez expresión personal (estoy cansado) y lenguaje o comunicación interpersonal (te demuestro que estoy cansado).

En gestalt el síntoma corporal se utiliza como puerta de entrada permitiendo un contacto directo con el cliente. Así pues más que tratar de interpretar el comportamiento de los demás, se animará al cliente a prestar atención a lo que siente: se trata de la toma de conciencia global o darse cuenta. Eventualmente se le sugerirá que amplifique su sensación o su síntoma a fin de percibir mejor este último como a través de una lupa y dejarle hablar de alguna manera. Así mediante sucesivas asociaciones de sensaciones, gestos, imágenes, sonidos o palabras, a menudo emergen súbitas tomas de conciencia (insihgts) que descansan en comportamientos actuales o bien comportamientos antiguos estereotipados que se han convertido en inconscientes. El terapeuta interviene activamente aunque eso no significa que dirija. Invita, por ejemplo a amplificar los fenómenos observados, incluso a experimentar actitudes nuevas y eventualmente reacciona él mismo aunque no es él quien decide la dirección de la acción. El propio cuerpo del terapeuta también le ayudará a acompañar al cliente de forma activa, con una implicación controlada. Su sensación corporal espontánea le servirá de brújula para orientarse en sus relaciones terapéuticas.

Del cuerpo a la palabra o de la palabra al cuerpo: a partir de la amplificación de un gesto o de una postura se llega de forma progresiva a una toma de conciencia: es el camino clásico del cuerpo a la palabra. Pero en Gestalt también se procede en sentido inverso, de la palabra al cuerpo, sobre todo mediante técnicas de acción deliberada, inspiradas en el psicodrama. En realidad se trata en todo momento de trabajar al mismo tiempo el plano físico, emocional, intelectual, social, espiritual. No se trata de momentos de trabajo corporal alternados con otros de intercambio verbal. La Gestalt propone un enfoque global, holístico.

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