viernes, 14 de marzo de 2014

Encuentro con la Sombra, parte 50



38. EL TRABAJO CON LOS
SUEÑOS DE LAS MUJERES
Karen Signell
Es una analista junguiana que reside en San Francisco Es autora de Wisdom of the Heart: Working with Women's Dreams.

«¿Quién sabe que el mal anida en el corazón del ser humano? La Sombra lo sabe». Este eslogan, que abría un célebre programa radiofónico de los años cuarenta, The Shadow, tiene algo de cierto. En numerosas ocasiones vislumbramos -ocultos en los oscuros rincones de nuestra mente- misterios que forman parte de la condición humana. Vemos y sentimos cosas que resultan inaceptables socialmente y que no querríamos ver ni sentir. El término sombra hace referencia a todas esas cualidades negativas que desterramos de nuestra conciencia egoica cotidiana por no adecuarse a la imagen consciente que hemos forjado de nosotros mismos.
En la vida cotidiana podemos percibir fugazmente la existencia de la sombra detrás de nuestro rechazo inexplicable hacia ciertos temas y por la presencia de sentimientos difusos de culpabilidad, inseguridad,insatisfacción y malestar. En cualquier momento podemos sentimos embargados por un vago sentimiento de temor, por un inoportuno ataque de risa nerviosa, por un estallido de lágrimas o por una explosión de ira.
En lo que respecta a los sueños, deberíamos vencer nuestra resistencia a recordarlos y comprender sus mensajes.
En cierto modo, ésta es una experiencia desagradable pero también puede convertirse en un acontecimiento terapéutico capaz de restituir nuestra integridad.

El primer sueño que veremos nos muestra la importancia del descubrimiento de nuestra sombra personal porque, al descubrir el lado oscuro de nuestra sombra personal, podemos tomar conciencia de que este lado oscuro puede ayudarnos a tratar mejor tanto a los demás como a nosotros mismos.

Una rata en la ratonera:
Mi cocina apesta. Se trata de una rata que ha quedado atrapada en una ratonera. Todavía está viva y se retuerce. La mato y me deshago de ella. Afronto la situación de algún modo.
Peg, la soñante, se preguntaba: «¿Qué es mi rata: mi sombra?» Las ratas son escurridizas, ladronas y rastreras.
La primera asociación de Peg tenía que ver con el alivio que sentía porque su antiguo novio hubiera cancelado su viaje y no fueran a encontrarse tal como habían planeado. Súbitamente se dio cuenta de que había caído en una trampa ya que, a pesar de estar casada y ser una esposa fiel, inconscientemente había estado planeando tener relaciones sexuales con su amigo. De este modo, Peg descubrió la sombra que lleva a muchas personas a establecer relaciones ambiguas que parecen inocentes y comprensibles cuando se trata de uno mismo pero abominables cuando se trata de tu pareja. El sueño le mostraba así que si engañaba a su marido sería una «sucia rata» y el «olor a rata» no era más que un indicio de la presencia de la sombra.

Los sueños -como las capas de una cebolla- tienen numerosos significados superpuestos. Podríamos preguntarnos, por ejemplo, por qué había que matar a la rata y por qué estaba en la cocina, el centro neurálgico de la comida. Durante un tiempo, Peg había estado aquejada de gripe y es muy posible que el sueño le estuviera indicando que algo no funcionaba bien en su vida cotidiana. ¿Acaso el sueño constituía una metáfora poética de las relaciones de Peg? Lo cierto es que Peg se sentía atrapada en una ratonera y, más pronto o más tarde, debería afrontar el mal trago de poner punto final a sus relaciones. Por otra parte, Peg sabía e ignoraba, al mismo tiempo, que la atracción inconsciente por esa aventura residía en el rechazo y la insatisfacción que le provocaba su marido y las poderosas imágenes del sueño trataban de hacer más precisa la situación.
Aun en el caso de que la sombra nos lleve a tomar conciencia de situaciones desagradables como, por ejemplo, que no somos tan buenos como pensábamos, también libera enormes cantidades de energía que permanecen atrapadas en el inconsciente.
En el siguiente sueño Peg bailaba en una pradera esmaltada de flores. Qué duda cabe de que su trabajo con los sueños -que trataba de hacer más consciente a la sombra contribuyó también a que su gripe remitiera.

Cuando un sueño saca a la luz nuestra sombra o cuando un amigo nos señala un error, nuestro primer impulso es negarlo y defendernos («No soy tan malo»), encogernos de hombros («Yo soy así») o tomar aire y aparentar ser mejores de lo que somos. Sin embargo, todas estas respuestas son equivocadas. No conviene cerrar la puerta a la sombra porque en tal caso merodeará a nuestro alrededor, armará un escándalo y terminará causándonos problemas. Debemos darnos cuenta de la presencia de la sombra, abrirle un espacio en nuestra conciencia, invitarla a comer, tratarla con amabilidad y tomar conciencia de lo que tiene que ofrecernos.

La intensa y prolongada experiencia con nuestra familia, con las luchas de sus miembros reclamando atención y poder, con sus pactos, secretos y resentimientos, afecta profundamente a las expectativas inconscientes que solemos abrigar con respecto a nosotros mismos y a nuestros semejantes. Estas expectativas suelen ser compartidas por toda la familia, lo cual nos permite hablar de la existencia de una «sombra familiar» y de un «inconsciente familiar». Es por ello que algunos de los sentimientos más poderosos de nuestra sombra se manifiestan en la relación que sostenemos con nuestros parientes. Así, por ejemplo, en el seno de la familia nos habituamos a ocupar un determinado estatus -ya sea ventajoso o no- y tendemos inconscientemente a aspirar a ese mismo nivel aprendido en el entorno social en el que nos hallamos inmersos.

Los sueños revelan situaciones y actitudes inconscientes, en especial, aquéllas relacionadas con el orden que ocupamos en la relación familiar: el mayor, el mediano, el pequeño, el hijo único, el gemelo.
El hijo mayor, por ejemplo, suele estar expuesto a padecer celos. El nacimiento de sus hermanos supone para él un cambio radical y arbitrario que le obliga a compartir lo que hasta ese momento había disfrutado únicamente para él. La experiencia de los más pequeños, sin embargo, es muy diferente porque ellos nacieron en un mundo en el que los demás ya existían y no esperan más que una pequeña tajada. Por otra parte, a los hermanos mayores suele obligárseles a reprimir sus sentimientos negativos y a comprender a los pequeños.
Esta es una situación clásica relativa a los celos que suele afectar posteriormente a la vida de la persona.

A veces la sombra se halla tan alejada de la conciencia y resulta tan amenazadora que la puerta no puede abrirse hasta que uno no se encuentre preparado para afrontarla porque, en tal caso, uno podría verse desbordado por el inconsciente y perecer ahogado por la ansiedad arquetípica. En los trabajos de grupo, por ejemplo, una persona puede aprestarse -impulsada por el entusiasmo - a «descubrirlo todo», cuanto más profundo mejor, pero no hay que olvidar que cada persona tiene un grado de vulnerabilidad que no debemos dejar de lado.
Lo más profundo no siempre es lo mejor. Después de todo, las defensas sirven para algo. Si nuestra curiosidad nos lleva a desprendernos de una coraza antes de tiempo podemos dejar nuestras heridas al descubierto. El proceso natural de curación lleva tiempo. Sólo cuando hayamos elaborado otra capa protectora para la herida que se esconde en su profundidad estaremos realmente en condiciones de observar sin peligro.

Veamos, a continuación, el sueño de Carolyn:
Fantasmas:
"Parece que estoy sentada en un cine contemplando una película. La escena transcurre de noche en una playa en la que aparece una niña mala, manchada de sangre, y varios cuerpos acuchillados.
Estoy sentada cerca de una puerta abierta -un servicio- y me levanto apresuradamente a cerrarla. Pero junto a mí hay una mujer joven, llamada Verité, que me ordena que abra nuevamente la puerta. Comenzamos a discutir y tengo que pelear con ella para mantener la puerta cerrada. Luego nos reconciliamos y nos abrazamos.
Escucho una voz que dice: «Estás luchando para guardar el secreto de una mujer». Pronto la playa se llena de gente, parecen muertos, zombis que nos miran amenazadoramente. Les arrojo un líquido espeso que adormece a algunos pero no puedo impedir que otros sigan acercándose peligrosamente. Necesito algo para desembarazarme de ellos."

La primera asociación de Carolyn fue que «la niña mala» era ella. Recordó entonces un sueño que había tenido el mes anterior:
Las Madres no Recuerdan las Cosas Desagradables:
 "Mi madre está mirando una película de terror y esconde su rostro para no ver lo que ocurre mientras dice: «No quiero recordar las cosas desagradables». Pero su hija, mirándola, sabe que su madre sí recuerda. Pareciera como si ambas recordaran vagamente algo terrible que ocurrió en su infancia."
Así es como los niños perciben la proyección de la maldad arquetípica. Cuando una familia mantiene algún secreto inconfesable los niños se sienten culpables. Carolyn decía: «Cada noche, cuando me iba a dormir, me acosaban los fantasmas».
Pero ¿cuál era este secreto? La respuesta se halla en el sueño de los Zombis. La lucha con Verité -la verdad- con la que trataba de mantener la puerta cerrada a un espantoso secreto sobre una mujer, parecía expresar la necesidad inconsciente de Carolyn de seguir creyendo que su madre fue buena y sentirse segura, pero lo que estaba evidenciando, en realidad, era la prohibición materna a hablar de ciertos temas -en este caso, los malos tratos a un niño- para mantener intacto el «inconsciente familiar». Verité luchaba para revelarle una verdad que todavía no estaba en condiciones de escuchar.
¿Cuál puede ser el líquido que adormece? Según Carolyn se trata del alcohol ya que ella, en ocasiones, bebe vino o cerveza para relajarse. Pero, como evidencia claramente el sueño, el líquido sólo disipa momentáneamente los fantasmas del inconsciente que la han atemorizado durante toda su vida. El sueño también nos dice que no todos los fantasmas pueden ser adormecidos, es decir, seguir reprimidos en el inconsciente, ya que la verdad no descansa y los fantasmas seguirán pugnando por salir a la superficie y manifestarse.

En esa época Verité -la verdad- no venció, lo cual demostraba también que Carolyn no se hallaba en condiciones de descubrir más su inconsciente. Años más tarde, tras acopiar fuerzas para afrontar por fin la verdad, Caloryn terminó recordando que su madre la había maltratado físicamente siendo muy pequeña y que su padre había abusado sexualmente de ella a los cuatro años de edad. Es muy probable que por ese motivo hubiera revivido esos incidentes en un estado de trance o disociación -«como si estuviera contemplando una película»- como suelen hacerlo los niños menores de cinco años. Los «zombis» del sueño eran las imágenes de sus padres que Carolyn había conservado de aquella época. Su madre tomaba tranquilizantes y parecía extrañamente ausente, como si fuera un zombi, aunque a veces, no obstante, era víctima de súbitos arrebatos de ira inconsciente en los que llegaba a golpearla. De la misma manera, cuando su padre abusaba de ella no parecía ser él mismo sino alguien extrañamente indiferente y ausente que, muy probablemente, se hallaba también presa de un estado de compulsión inconsciente, quizás una reviviscencia de algún abuso al que también había sido sometido en su infancia.

¿Cómo encajaba este sueño en el presente de Carolyn? ¿Por qué motivo el sueño había aparecido en esta época concreta de su vida? Carolyn temía que el aspecto de su sombra que se negaba a abrir la puerta de los lavabos y acceder a su vida cotidiana fuera su lesbianismo y se sentía muy ansiosa al respecto. Es por ello que Carolyn luchaba contra Verité, porque si permitía que esa verdad saliera a plena luz del día traería consigo el fantasma profundo de una sombra arquetípica mucho más aterradora que había estado proyectando sobre sí misma como una niña maltratada y violada ya que una de sus imágenes más tempranas que tenía de sí misma era la de una «niña mala». No cabe pues la menor duda con respecto al motivo por el cual Carlyn tenía que luchar contra Verité porque de otro modo tendría que aceptarse a sí misma saliendo del lavabo convertida en una lesbiana y porque la desaprobación cultural volvería a abrir sus más profundas heridas personales y arquetípicas.

Carolyn respetó las implicaciones del sueño pero estaba todavía demasiado ansiosa como para poder descubrir la naturaleza exacta de sus viejas heridas y curarlas y aún no tenía la suficiente fortaleza como para poder cambiar su estilo de vida. Para ello necesitaba aprender a diferenciar entre sus miedos personales y los temores arquetípicos. En cierto momento, Carolyn dijo que se sentía obligada a ser abierta pero también agregó que «quienes se creen invulnerables no conocen la crueldad». Necesitaba descender un poco más junto a su vieja «madre buena» que no podía escuchar cosas desagradables, antes de hallarse en condiciones de afrontar la terrible realidad que había vivido en su infancia y asumir las consecuencias sociales que pudieran derivarse de su cambio de valores.

El hecho de abrir la puerta a todos los contenidos negativos de nuestra sombra, por más indignos que puedan parecernos (nuestra rata más repugnante, nuestra rivalidad más agria, nuestros fantasmas familiares y nuestros más íntimos secretos), puede ayudarnos a ablandar nuestro corazón hacia nosotros mismos y hacia nuestros semejantes, a ser más comprensivos con las flaquezas humanas y a ser más cuidadosos para no proyectar nuestra sombra sobre los demás ni sobre nosotros mismos.

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