martes, 14 de mayo de 2013

La Lucha Sexual de los Jóvenes, parte 5



V. Las Enfermedades venéreas y su prevención

El contagio de las enfermedades venéreas no se produce casi nunca por maldad, sino casi siempre por negligencia o ignorancia. El compañero contagioso generalmente no sabe que está enfermo en el momento del acto sexual. Por eso no se debería tener jamás relaciones sexuales con personas de las que no se conozcan el nombre y la dirección. Es importante también, cuando se cambia de compañero sexual, utilizar los preservativos. No se debería tener jamás relaciones sexuales sin preservativo con compañeros que apenas se acaban de conocer.

VI. Autorregulación de la vida sexual mediante
      la satisfacción sexual

En los pueblos naturales, que llevan una vida sexual satisfactoria y no entorpecida, no existe el crimen sexual, las aberraciones sexuales o las brutalidades sexuales entre hombre y mujer. La violación les es inconcebible pues no les es necesaria. Tampoco comprenden por qué los muchachos y las muchachas no habrían de gozar de su sexualidad. Solamente con la invasión de los bandidos capitalistas y de la Iglesia, que les llevan la “cultura”, pero también la explotación, el alcohol y la sífilis, comienza en ellos la misma miseria que existe entre nosotros.

Sólo un individuo obstaculizado en su vida sexual y golpeado por las inhibiciones morales deviene sexualmente peligroso.
La satisfacción sexual, la descarga regular de las tensiones sexuales regulan la vida sexual.
La educación moral hostil a la sexualidad se enraíza profundamente en la masa de los niños y adolescentes hasta hacerlos incapaces de gozar de su sexualidad y no poder ya liberarse de sus tensiones. Entonces surge la histeria, la vida sexual se convierte en algo sin valor alguno, comparable a la defecación, y aparecen la concupiscencia y la lascivia, los crímenes, las violaciones de niños.

VII. Continencia y rendimiento en el trabajo

 Uno de los argumentos más importantes que se esgrimen para oponerse a las relaciones sexuales entre adolescentes, y que llevan a exigir a éstos la continencia, es que las relaciones sexuales entre adolescentes  serían perjudiciales para su rendimiento “cultural”, tal como ellos dicen.
La verdad es que la prohibición dictada a las relaciones sexuales por la educación y por el conjunto del orden sexual capitalista crea precisamente en los jóvenes las mayores dificultades.

Nosotros sostenemos un punto de vista más justo: la energía y la tensión sexuales pueden ser transformadas hasta un cierto punto en interés por el trabajo, la política y la ciencia; más allá de un determinado grado, la inhibición de la satisfacción sexual perturba el trabajo. Y ello por las siguientes razones: después de un cierto tiempo de vida continente, durante el cual se ha conseguido que el individuo quede absorbido por un trabajo importante sofocando la pulsión sexual, el proceso de rechazo comienza a debilitarse, y en la mayoría de los jóvenes proliferan cada día más los fantasmas sexuales, sean o no conscientes de ello.
Los primeros síntomas de la disminución de la capacidad de trabajo se presentan bajo la forma de perturbaciones de la atención ( dispersión del pensamiento), falta de concentración, “falta de memoria”, mal humor, nerviosismo e inquietud. Las necesidades sexuales no rechazables, que impulsan a la satisfacción inmediata, perturban el trabajo.
Cuanto más intenta el adolescente centrarse en el trabajo a fin de compensar sus dificultades, más le dominan éstas, más se reprocha él mismo y menos lo logra.; sus delirios y sus fantasmas lo desesperan, pero no puede dominarlos, y sólo lo logra por momentos a costa de grandes esfuerzos. La experiencia práctica demuestra que si un adolescente renuncia a tiempo a la continencia, bien empezando a masturbarse, bien teniendo relaciones sexuales, las dificultades en el trabajo desaparecen inmediatamente.


3. A PROPÓSITO DE LA 
    HOMOSEXUALIDAD 

Con frecuencia se oye preguntar si la homosexualidad es natural o no, por qué se le castiga y si es perjudicial para la salud tener relaciones homosexuales.
Cada hombre, tal como la ha demostrado la más reciente investigación científica, tiene a priori una disposición bisexual, tanto físicamente como, por dependencia, psíquicamente. El hombre tiene en un lugar determinado de su órgano sexual trazas de una vagina, y el clítoris de la mujer no es otra cosa que un órgano sexual masculino no desarrollado. Los pezones del hombre son senos no evolucionados.
Hay, pues, hombres en los que los atributos del otro sexo, que corrientemente son informes, han continuado desarrollándose en gran parte al mismo tiempo que los del suyo propio.
Mientras que la homosexualidad de los individuos que acabamos de describir tiene causas corporales, y representa la minoría de los casos, la mayor parte de los homosexuales son, en cuanto a su constitución física, totalmente normales. Estas personas no son homosexuales por razones corporales, sino como resultado de un desarrollo sexual defectuoso en su primera infancia que ha producido muy pronto una experiencia decepcionante ante el otro sexo.

Es así como algunos muchachos se convierten fácilmente en homosexuales después de haber experimentado numerosas decepciones de una madre severa y dura. Del mismo modo, algunas muchachas caen fácilmente en la homosexualidad si han sufrido decepciones de parte de su padre.
Estas decepciones precoces son corrientemente rechazadas. Los individuos afectados, una vez adultos, lo olvidan.
Estas dos formas de homosexualidad son, pues, formas anormales del desarrollo sexual; se convierten en una enfermedad cuando los individuos sufren, como casi siempre es el caso.
Si la homosexualidad es reciente y si no se ha rechazado completamente las relaciones heterosexuales; si además, el individuo en cuestión no soporta gustosamente la homosexualidad y quiere alejarla de sí, esta homosexualidad puede ser curada, en principio, mediante un tratamiento que haga regresar esta desviación infantil del desarrollo sexual.
En los pueblos primitivos, que llevan una vida sexual satisfactoria y apacible, y que no impiden el desarrollo sexual de los niños, la homosexualidad, excepto en su forma espiritual -la amistad- no existe. Según las investigaciones de Malinowski, etnólogo Inglés, la homosexualidad en los pueblos primitivos no apareció hasta que los misioneros comenzaron a introducir la moral cristiana en la vida sexual natural y a separar los sexos.

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