miércoles, 8 de mayo de 2013

La Lucha Sexual de los Jóvenes, parte 3




III. El Acto Sexual

Antes de abordar las dificultades de los jóvenes en sus relaciones sexuales, debemos conocer en primer lugar el desarrollo de la satisfacción sexual en el acto sexual practicado en condiciones naturales.
Intentemos representar por una curva las fases del acto sexual en el hombre de buena salud.
 

El acto sexual para el cual es capaz el adolescente al llegar a su madurez sexual y al cual se siente normalmente impulsado, si no ha rechazado la excitación sexual y las representaciones sexuales, comienza con la erección del miembro en los jóvenes y la excitación de los órganos sexuales en las jóvenes. La tensión aumenta bajo el efecto de las caricias, de los besos, de los abrazos, de los contactos de la cara y de la piel etc.
Si se comienza el acto sexual sin juego amoroso previo, la excitación sexual disponible sólo se descarga parcialmente y la pareja queda insatisfecha. La joven lo siente más. Por esto, un acto sexual precipitado y realizado de cualquier manera, produce la mayor de las veces un estado posterior de agobio o de disgusto.
No es necesario describir aquí todas las variedades del juego amoroso. Quien se libera de las inhibiciones sexuales encuentra por sí mismo lo que quiere su compañero. No se puede aprender en los libros el saber hacer sexual. Basta con saber que ninguna práctica sexual es inmoral si no perjudica al compañero, si procura un placer mayor.





En la primera fase (I), ambos compañeros pueden dominar su excitación, aumentar o inhibir la voluntad.
La vagina se humedece y la introducción y los movimientos del órgano masculino no son dolorosos, sino muy agradables. El problema de la posición debe ser de libre elección y en la medida en que la forma no lastime a ninguno y siempre que ambos compañeros estén de acuerdo y sientan satisfacción. Los movimientos de las caderas deben ser coordinados, con lo que la tensión general del cuerpo se transfiere progresivamente a las partes sexuales, hasta que se alcanza una intensidad que ya no puede ser dominada     ( II y III ). La pareja siente, si están sanos, que la excitación los sumerge, que no pueden ni quieren dominarla. El acmé , o placer terminal, se anuncia en el hombre por la sensación de la “venida espermática” y en la mujer por el ardiente deseo de absorber completamente el órgano masculino.

En la gráfica, allí donde la curva sube (III) para volverse en ángulo agudo (IV y V) y bajar progresivamente  ( E ) representa el orgasmo. Este consiste, en consecuencia, en una brusca subida de la excitación hasta llegar a una ligera pérdida de conciencia que se transforma en satisfacción y sosiego.
Después de la satisfacción (que es más completa cuando los dos compañeros alcanzan al mismo tiempo, o casi al mismo tiempo, el orgasmo), los participantes se sienten distendidos; surge un profundo sentimiento de ternura y se cae, cuando las condiciones lo permiten, en un sueño tranquilo y profundo. Al despertar, se siente una renovación de las energías alegres y aptos para el trabajo, y se refuerza la conciencia de sí mismo.
La satisfacción del deseo sexual es, en efecto, una condición necesaria para no sentir obsesiones y para poder consagrarse al trabajo creador.

El desarrollo no perturbado del acto sexual, tal como lo hemos descrito anteriormente, no es producto de la imaginación; es una rara excepción en los jóvenes de nuestros medios, pero es la regla general en los jóvenes de la sociedad comunista primitiva.

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