viernes, 24 de mayo de 2013

La Espiritualidad del cuerpo, parte 3

Capitulo 5 “Sensación y Sentimientos”

Una sensación no es sólo una idea o una creencia; es más que un proceso mental, ya que incluye al cuerpo. Hay una fuerza unificadora que conecta la mente consciente con la actividad corporal.
Por otra parte, es posible que el cuerpo esté activo sin que se produzcan sensaciones si hay una división entre el órgano perceptor, el Yo, y el objeto de percepción, el cuerpo. Este trastorno es típico de la personalidad narcisista.

El impulso de conectarse con el entorno representa el deseo de placer y plenitud. El impulso de replegarse es una respuesta al hecho de experimentar o prever dolor y da lugar a un sentimiento de temor.
Cuando un impulso llega a la superficie, provocando una disposición a actuar, el sentimiento surge llévese o no la acción. Uno puede estar colérico sin atacar, temeroso sin huir, o triste sin llorar.
Algunas personas hablan de amor sin sentir el impulso de buscar contacto con otra de un modo cálido y tierno. En este caso, el amor es un pensamiento, no una sensación

La salud, no es la ausencia de dolor sino la presencia de una condición básica de placer en el cuerpo.
Nuestros cuerpos resuenan con otros cuerpos vivientes (empatía). Si no resonamos, es porque no resonamos dentro de nosotros mismos. Quien suprime su propia sensación de estar vivo, suprime también todo sentimiento por otros seres, humanos y otros.

Nuestras acciones no están determinadas exclusivamente por los estímulos que recibe el cuerpo. También respondemos a impulsos que surgen espontáneamente de nuestro interior.
El Yo puede dirigir o bloquear la expresión de un impulso por vía de la contracción de los músculos necesarios. Una persona puede bloquear conscientemente un impulso para evitar su expresión.

En nuestra cultura, el cuidado de los hijos entraña a menudo una confrontación en la que la libertad del niño se ve frecuentemente coartada y su espíritu doblegado.
Cuando se retiene conscientemente un impulso, la contracción resultante es aguda. Cuando la tensión se hace crónica, los músculos quedan inmovilizados y la retención del impulso se vuelve inconsciente. No puede abrirse paso a un movimiento espontáneo.

La supresión de un sentimiento tiende a reducir la sensibilidad en general. Si se suprime la ira, también tiende a decrecer el amor, la tristeza y el temor.
Las emociones son la expresión directa del espíritu de una persona. Cuando uno se mueve con sensibilidad, el movimiento tiene gracia porque es el resultado de una corriente energética en el cuerpo. Por lo tanto, la sensibilidad es la clave de la gracia y la espiritualidad del cuerpo.

Toda persona cuyo espíritu ha sido doblegado retiene una furia suprimida que queda enquistada en la tensión muscular de la parte superior de la espalda y los hombros.
La postura erguida es el símbolo distintivo del espíritu libre.  
Mientras el espíritu esté doblegado el individuo tendrá furia en su interior, sea o no consciente de ello. Y mientras esa furia siga sin expresarse, el individuo continuará doblegado.
Exteriorizar la furia en contra de aquellos que no han sido quienes doblegaron el espíritu de uno, no establece un efecto positivo, porque uno no puede sentirse satisfecho de esa conducta. Sino que provoca sentimientos de culpa y aumenta la tensión.
Debemos aprender a expresar nuestra ira, lo cual, a diferencia de la furia, es una acción armoniosa porque constituye un movimiento fluido. Expresarnos no con la idea de aplastar o destruir sino al mismo tiempo, de resguardar nuestra integridad y proteger nuestro espíritu.
La expresión apropiada de la ira libera el espíritu.

El temor tiene un efecto paralizante sobre el espíritu. Congela el cuerpo, contrayendo los músculos. Cuando persiste ese estado, el cuerpo se entumece y el individuo ya no siente el temor.
La tarea es lograr que la persona tome consciencia de su temor haciéndole sentir las tensiones del cuerpo.
Si la tensión física del temor es crónica, su alivio sólo puede lograrse convirtiéndolo en ira.

Casi todos nosotros también le tenemos miedo a la tristeza que llevamos dentro. Nuestra tristeza tiene fondo, pero justo antes de tocarlo, experimentamos un sentimiento de desesperación. El terapeuta puede ayudar haciendo ver que la misma está originada y relacionada con las experiencias de la infancia.
No se trata de llorar mucho sino de llorar profundamente.

Hay estados de sensibilidad generalizada que no llegan a ser emociones. Uno de éstos es la humillación, que al igual que las emociones, puede ser suprimida para no ser consciente de ella. Pero este estado suele expresarse en el cuerpo por una postura encorvada y la tendencia a agachar la cabeza. Muchos fuimos sometidos a una constante humillación como respuesta a cualquier expresión manifiesta de sexualidad.
El abuso sexual, bajo cualquiera de sus formas, es una experiencia muy humillante, así como las palizas. De hecho, toda forma de abuso tiene un efecto humillante sobre el espíritu.
Dado que la sexualidad no puede ser negada, la sensación de humillación asociada con la sexualidad esta constantemente presente.

Otro estado de sensibilidad pertinente es la culpa. Se asocia con la sensación de haber hecho algo malo. En mi opinión, está relacionada con la sensación general que se tiene en el cuerpo.
Los pacientes que se sienten culpables frente a sus padres, pierden su sentimiento de culpa cuando expresan su cólera hacia el progenitor en la terapia.

Sentir es la vida del cuerpo, así como pensar es la de la mente. Conocer y sentir cuánto nos han herido puede provocar dolor.
En muchos casos, tomar conciencia de lo que se siente conduce a la expresión espontánea del sentimiento y a una descarga resultante de la tensión.

Suprimimos nuestros sentimientos por temor a no poder manejarlos cuando afloran. Pero éste temor se deriva de nuestra experiencia infantil. Tener conciencia de la propia ira proporciona cierto grado de control y por tanto, seguridad.
Para mejorar la salud, hay que determinar cuanta sensibilidad tiene cada parte del cuerpo.
Cualquier región del cuerpo que esté crónicamente tensa e insensible es una zona potencialmente problemática que puede sufrir daños.
Para recuperar la armonía y la salud, necesitamos sentir cada zona del cuerpo.

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