miércoles, 8 de octubre de 2014

El amor, el sexo y la salud del corazón, parte 11


La rigidez

La rigidez es el principal mecanismo del control inconsciente del sentimiento. Se efectúa tensando los músculos voluntarios del cuerpo, de modo que a los impulsos se les niegan sus canales de expresión. Para bloquear un impulso de llorar, el rostro está tenso; para reprimir un impulso de golpear, los hombros y la espalda se ponen tensos. Cuando estas tensiones se vuelven crónicas, el impulso bloqueado no llega a la superficie del cuerpo o de la conciencia. El conocimiento de sí mismo se ha limitado. La rigidización equivale a un amortecimiento del cuerpo.

Cuando no hay ningún movimiento espontáneo en el cuerpo, no hay nada que sentir. Las emociones son actividades involuntarias del cuerpo. Nos vienen. Las emociones y los sentimientos no son funciones del yo, que controla las acciones voluntarias.
Las emociones son impulsos que surgen en el centro de nuestro ser, estrechamente conectadas con el corazón.
La rigidez puede extenderse hasta las profundidades del organismo, afectando los músculos blandos, involuntarios. Se encuentran estos espasmos en los músculos lisos de los intestinos, los bronquios y las arterias. La rigidez en los vasos sanguíneos periféricos causa hipertensión, que impone un esfuerzo enorme al músculo del corazón y es un factor de riesgo reconocido para las enfermedades de las arterias coronarias.

La negación

Si queremos comprender el papel que desempeñan las emociones en la producción del estrés, tenemos que examinar otro mecanismo de control inconsciente del sentimiento. Este mecanismo es conocido con el nombre de negación. La negación no opera amorteciendo el cuerpo, sino bloqueando la percepción del impulso. Un caso típico de negación es la persona que en una discusión empieza a gritar, pero que, cuando se le pregunta si está enfadada, niega airadamente que lo esté. La negación actúa disociando las funciones de percepción de la cabeza y el yo respecto de las funciones centrales de formación de impulsos. En realidad, ambos mecanismos, la negación y la rigidez, existen en la mayoría de los individuos en grados diversos.

Cuando se reprime la cólera, se crean resentimientos. Cuando también éstos se reprimen, la cólera subyacente arde sin llama como un volcán inactivo, manifestando su existencia con pequeñas bocanadas de vapor -en forma de irritabilidad o de comentarios críticos- que se escapan por las grietas de la corteza. En muchas de estas personas, las frustraciones continuadas pueden incrementar la energía del fuego interno hasta un nivel explosivo, del que puede brotar una respuesta irracional y exagerada. Esta explosión, no libera a estas personas, porque su reacción es tan arbitraria que las hace sentirse culpables, lo cual aviva de nuevo las llamas de su hostilidad.

¿Por qué la retención de la cólera es tan perjudicial para el corazón? Lo que sucede es que la cólera es una reacción constructiva, que incluye cierto sentimiento de afecto y amor. Cuando expresamos nuestra cólera damos a entender que nos interesa una persona y que queremos reestablecer la relación en un nivel en que el amor y la amistad se puedan sentir y expresar. Tendemos a no enfadarnos con personas que significan poco para nosotros porque, si su comportamiento nos perjudica, podemos apartarnos de ellas.

En el transcurso de los años he oído relatos de pacientes en el sentido de que una pelea limpia, con expresión abierta de cólera entre una pareja, a menudo termina en un acto de amor. En cambio, cuando hay cólera inexpresada entre los amantes, es casi imposible consumar una unión sexual.

El tratamiento de Friedman para la personalidad de tipo A, consiste en hacer que la persona sea consciente de su estado de tensión, de su hiperactividad y de su impulso apremiante de triunfar. En la medida en que se responda a este tratamiento, la persona se sentirá más relajada y menos impelida, lo que aliviará parte del estrés del corazón. Pero este planteamiento tiene sus problemas. No sólo no reconoce las tensiones musculares crónicas de que sufre el individuo hiperactivo, sino que no va a lo esencial del problema.

Lo esencial del problema es el amor, y el lugar del problema es el hogar. Las tensiones del trabajo pueden ser grandes, pero se pueden controlar cuando una persona tiene una relación segura, estable y amorosa. Lo que ocurre en el hogar es lo que crea el estrés que afecta más seriamente al corazón.

Creo que todos queremos ser libres, amar incondicionalmente, darnos enteramente en el amor y el sexo. Teniendo en cuenta las experiencias de nuestra infancia, no es fácil conseguir este estado.
Yo he realizado bastante terapia para ser consciente de las tensiones de mi cuerpo y de los temores asociados con ellas. Mi temor más grande era el de ser abandonado si no satisfacía las esperanzas de mis padres. Había un elemento de pánico en ese miedo, que traté de no sentir manteniendo mi cuerpo tenso y rígido. También percibí una profunda tristeza relacionada con la pérdida del pecho de mi madre en una edad temprana. Aun cuando tenía conciencia de este sentimiento, llorar era difícil. Para mí, llorar significaba derrumbarme y sentirme desamparado, sentimiento al que me resistía con fuerza, y que se manifestaba en la rigidez de mi espalda y mi cuello. Trabajé de modo intensivo con mi cuerpo para ablandarlo a fin de que el llanto pudiera irrumpir con mayor facilidad. Liberé gran parte de la tensión de la zona superior de mi espalda golpeando regularmente la cama con los puños mientras verbalmente daba expresión a la cólera. Es necesario trabajar con el cuerpo así como con la mente para lograr los cambios que asegurarán la salud del corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario