martes, 9 de julio de 2013

El Narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo, parte 3


Capítulo 2

EL PAPEL DE LA IMAGEN 

Lo corriente es pensar que el narcisismo es un amor desmesurado que siente la persona hacia sí misma, con la correspondiente falta de interés y de sentimientos hacia los demás. Sin embargo, esta descripción es sólo parcialmente correcta. Sí es cierto que los narcisistas muestran una falta de preocupación por los demás, pero también es verdad que son igualmente insensibles a sus propias necesidades reales. Con frecuencia su conducta es autodestructiva. Tiene un pobre sentido de yo; sus actividades no van dirigidas a su yo, sino a potenciar su imagen, y como consecuencia el yo se resiente.
Cabe hacer una distinción entre la sana preocupación por el aspecto físico, basada en un sentido del yo, y el desplazamiento de la identidad del yo hasta la imagen, característica del estado narcisista.

El mito de Narciso

Según el mito griego, Narciso era un apuesto joven de Tespias, de quien se enamoró la ninfa Eco. Hera, la esposa de Zeus, había privado del habla a Eco, y ésta tan sólo podía repetir las sílabas de las palabras que oía. Incapaz de expresarle su amor a Narciso, éste la desdeñó. A Eco se le rompió el corazón y murió. Por haberla tratado con tanta crueldad, los dioses castigaron entonces a Narciso haciendo que se enamorase de su propia imagen.  Tiresias, el vidente, predijo que Narciso viviría hasta que pudiese verse a sí mismo. Un día, se hallaba él inclinado sobre las aguas límpidas de una fuente, y entonces vio su propia imagen reflejada en el agua. Se enamoró apasionadamente de ella y ya no quiso marcharse de aquel lugar. Languideció y murió. Se convirtió después en una flor -en el narciso que crece al borde del agua.

Es significativo que Narciso se enamorase de su propia imagen tan sólo después de haber rechazado el amor de Eco. En le mito se entiende el enamoramiento de la propia imagen -esto es, convertirse en narcisista- como una forma de castigo por ser incapaz de amar. Pero vayamos un poco más allá de la leyenda. ¿Quién es Eco? Podría ser nuestra propia voz cuyo sonido vuelve a nosotros. Así, si Narciso fuese capaz de decir “Te amo”, Eco repetiría esas palabras y él se sentiría amado. La incapacidad de pronunciarlas identifica al narcisista. Como no dirigen su libido hacia la gente que le rodea, los narcisistas están condenados a enamorarse de su propia imagen (esto es, a dirigir su libido hacia su ego)

Hay otra posible interpretación que es interesante. Al rechazar a Eco, Narciso rechaza también su propia voz, reniega de su ser interior a favor de su apariencia externa. Maniobra típica de los narcisistas.

El yo y el ego

Considero que el niño nace con un yo, que es un fenómeno biológico, no psicológico. En cambio el ego es una organización mental que se desarrolla a medida que el niño crece. El yo se puede definir entonces como aquellos aspectos del cuerpo que tienen que ver con los sentimientos.
No hay que confundir o identificar el yo con el ego. El ego no es el yo, aunque el ego sea la parte de la personalidad que percibe el yo.
Se podría decir que los ordenadores son capaces de pensar, pero lo que no pueden hacer es sentir.
Al disociar el ego del cuerpo o yo, los narcisistas separan la conciencia de lo que es su fundamento vivo.

La mayor parte del yo la forma el cuerpo y sus funciones, la mayoría de las cuales se realiza por debajo del nivel consciente. El inconsciente es como la parte sumergida de un iceberg. Las funciones que no dependen de la voluntad, como por ejemplo la circulación de la sangre, la digestión y la respiración, tienen un profundo efecto sobre el consciente, porque determinan el estado del organismo. Según el funcionamiento del cuerpo, una persona se puede sentir sana o enferma, con ánimo o desanimada, vital o deprimida, sexualmente excitada o impotente.

Una persona sana tiene una conciencia dual, sin que eso sea un problema para ella, porque la imagen del yo y la experiencia directa del yo coinciden. Lo que este estado presupone es la aceptación del yo -una aceptación o una identificación con el cuerpo y los sentimientos que se derivan de él-. Es la aceptación del yo lo que les falta a los individuos narcisistas, que han disociado sus cuerpos de forma que han invertido su libido en el ego y no en su cuerpo o yo. Sin la aceptación del yo, no puede existir el amor al yo. Si una persona no se ama a sí misma, tampoco puede amar a los demás. Amar es compartir el yo con otra persona.

Sin la aprobación y la admiración de los demás, el ego del narcisista se desinfla, porque no esta conectado al yo y por tanto no puede alimentarse de él. Por otro lado, la admiración que pueda recibir el narcisista sólo hincha su ego, no le sirve para nada al yo. Entonces, al final el narcisista acaba por rechazar a los admiradores, del mismo modo que ha rechazado a su verdadero yo.

Sentimos y pensamos. Nuestra identidad dual se apoya en la capacidad para formar una imagen del yo y en la conciencia del yo corporal. En una persona sana, las dos identidades son congruentes. La imagen encaja en la realidad del cuerpo como un guante.
En el trastorno narcisista, la incongruencia es de menor calibre que en la esquizofrenia, pero es lo suficiente grave como para producir una escisión de la identidad, con la consiguiente confusión derivada de ello. Al no permitir que los sentimientos intensos alcancen el nivel de la conciencia, tratan al cuerpo como un objeto sujeto a la voluntad del individuo.
Si se niegan los sentimientos corporales, se corta la relación que a través de los sentimientos se mantiene con el mundo.

Si el éxito o los logros alcanzados hinchan al ego de una persona, la congruencia con la realidad de su cuerpo se pierde. Entonces, la confusión sólo se puede evitar negando el cuerpo y sus sentimientos.

IMAGEN Y CUERPO

El hecho de que la gente esté tan volcada en su imagen es un síntoma de la tendencia narcisista de nuestra cultura. Estoy firmemente convencido de que necesitamos sentir el cuerpo y realizar actividades físicas que potencien la energía y la vitalidad. Pero la meta que persiguen muchas personas que siguen un programa de acondicionamiento físico no es sentirse mejor, sino mejorar su aspecto de acuerdo con el ideal en boga. El culturismo representa un ejemplo extremo.
Nada de lo dicho niega el valor de tener un buen aspecto, cuando es una expresión de sentirse bien con el propio cuerpo. En este caso, el buen aspecto se manifiesta en el brillo de los ojos , en una piel resplandeciente y suave, en una expresión facial  agradable, y en un cuerpo que se mueve con gracia y vibrante vitalidad. Si una persona no se siente bien con su cuerpo, sólo puede proyectar la imagen de cómo cree que debe ser su físico. Cuanto más se centra uno en la imagen, menos a gusto se siente con su propio cuerpo. Al final, la imagen demuestra ser tan sólo una pobre mascara que ya no puede esconder la tragedia de la vida vacía que se oculta tras ella.

La historia de Dorian Gray

El Retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, aun siendo un relato de ficción, es un estudio clásico de una personalidad narcisista. Del mismo modo que Narciso, Dorian Gray era un joven sumamente agraciado. Además, la belleza de su apariencia coincidía con la de su carácter. Era amable, considerado y se preocupaba por los demás. Quiso el destino que el físico de Dorian llamase la atención de un renombrado artista, y éste emprendió la tarea de pintar su retrato. También atrajo el interés del diletante Lord Henry, que se encargó de enseñar a Dorian los modos u maneras para desenvolverse en un mundo de sofisticación.
Con halagos, Lord Henry sedujo a Dorian y le hizo creer que era muy especial debido a su excepcional belleza física. Convenció al joven de que estaba obligado a conservarla. Una forma de proteger su hermosura era no permitir que ningún sentimiento intenso perturbara la paz de su mente ni dejara huellas en su rostro ni en su cuerpo.
Que pena, pensó, que la imagen del cuadro siempre le mostraría como un joven radiante, feliz y guapo, mientras que él envejecería y se iría deteriorando. Ojalá fuera al revés, rogaba él, y eso fue lo que sucedió.
El retrato envejecía por él y mostraba la fealdad de una existencia vivida sin sentimientos. Pero Dorian escondió el retrato y nunca lo miraba.

A falta de sentimientos, Dorian pasó su vida buscando sensaciones. Seducía a las mujeres y después las abandonaba. Inició en vicios y drogas a jóvenes que le admiraban, arruinando así sus vidas. Y todas esas cosas no generaban en él remordimiento alguno. Nunca miraba el retrato, no se enfrentaba con la realidad de su vida.
Cuando el artista quiso ver de nuevo el retrato, Dorian lo asesinó. Para ocultar su crimen, se sirvió del chantaje para obligar a un admirador suyo a deshacerse del cadáver , y éste acabó suicidándose. No obstante, al final Dorian sí quiso ver el retrato, no pudo resistir por más tiempo la curiosidad que sentía ni la inquietud creciente que le atormentaba por dentro. Se arriesgó a ir hasta el lugar oculto donde lo había escondido y descorrió el velo que lo cubría. La expresión retorcida y torturada del rostro envejecido que vio le causó tal horror que cogió un puñal y rasgó el lienzo. A la mañana siguiente, uno de sus sirvientes encontró a Dorian caído en el suelo frente al cuadro, con un puñal clavado en el corazón. (lo que halló fue un anciano con la expresión del rostro retorcida y torturada)

¿Cómo pudo un hombre tan hermoso llegar a tener un carácter tan horrible?
Se puede seducir al inocente con promesas de amor, de poseer riquezas o de alcanzar cierta posición social. Este tipo de seducción se produce constantemente en nuestra sociedad, y favorece así el desarrollo de la personalidad narcisista.
A pesar de que la historia de Dorian Gray es imaginaria, es la idea de que una persona pueda tener una apariencia que sea pura contradicción con su estado interior es perfectamente válida. A menudo me sorprende que la mayoría de narcisistas parece mucho más joven de lo que es. Este tipo de personas no permite que la vida les toque -es decir, no consciente que aspectos internos vitales afloren a la superficie física y mental. Esto es lo que yo lamo negar los sentimientos.
Cerramos los ojos a la carencia de armonía de las diversas partes del cuerpo y a la falta de gracia de los movimientos. Nos enseñan muy pronto a ocultar los sentimientos y a poner buena cara ante el mundo.
El papel que juega la imagen es compensar el socavado sentido del yo, pero el efecto conseguido es el contrario. Al dirigir todas las energías hacia el mantenimiento de la imagen, empequeñece el verdadero yo.
La imagen es realmente parte del yo. Es la parte del yo que se enfrenta al mundo, y toma su forma a partir de los aspectos superficiales del cuerpo ( la postura, los movimientos, las expresiones faciales, etc.). Debido a que esta parte del cuerpo está sujeta al control consciente por medio de la voluntad o del ego, puede modificarse para conformar una imagen concreta. Así, el trastorno básico es un conflicto entre la imagen y el yo corporal.

En mi enfoque terapéutico, llamado análisis bioenergético, la conexión del individuo con su yo corporal se consigue por medio de trabajar directamente el cuerpo. Se utilizan ejercicios especiales para ayudar a que la persona sienta las diferentas partes de su cuerpo, en las que la tensión muscular crónica bloquea la conciencia y la expresión de los sentimientos.
La gente que tiene problemas necesita llorar. El excesivo desarrollo muscular produce un cuerpo duro, tenso, que inhibe eficazmente la conciencia y la expresión de sentimientos suaves o tiernos. En estos casos hay que trabajar mucho la respiración, para poder suavizar el cuerpo hasta el punto en que se produzca el llanto. Una vez que la persona se deja llevar y llora, ya no le resulta difícil evocar la cólera que ha reprimido.

El verdadero yo es el yo de los sentimientos, pero es un yo negado y escondido. Dado que el yo superficial representa la sumisión y la conformidad, el yo interior se siente indignado y desea rebelarse. Esta ira y deseo de rebelión que subyacen nunca se pueden suprimir del todo, porque son una expresión de la fuerza vital de la persona. Sin embargo, debido al mecanismo de negación, no se pueden expresar directamente y por esa razón se reflejan en el comportamiento impulsivo del narcisista, y se convierten entonces en una forma perversa.
Por tanto, la distinción más importante se halla entre la persona que se mueve en términos de imagen y la que se mueve en términos de sus sentimientos. La pérdida de sentimientos se debe a un mecanismo especial que yo llamo la negación de los sentimientos.

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