martes, 23 de julio de 2013

El Narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo, parte 8

LA CASTRACIÓN PSICOLÓGICA

Suprimir los sentimientos sexuales mediante la tensión crónica de la musculatura pélvica constituye realmente una castración psicológica. En otras palabras, significa la pérdida de la sensibilidad sexual en el cuerpo, especialmente en la pelvis, aunque se mantiene la sensibilidad en los genitales. Es la limitación de la respuesta orgástica.
Para volver a tener sensibilidad sexual en la pelvis, debe percibirse la tensión en esa zona y experimentar el miedo a la castración que eso representa.
El placer y la satisfacción sexual dependen de la descarga de la excitación y de la liberación de la tensión. El hombre debe rendir su erección para alcanzar el orgasmo. El énfasis en la potencia erectiva en vez de la orgástica proviene del compromiso de estar “allí” para la mujer. La satisfacción sexual propia se vuelve secundaria.
El narcisista utiliza el sexo como una defensa contra los sentimientos, los de necesidad de amor, el miedo al rechazo, la impotencia orgástica. Emplean el sexo como un substituto del amor y la intimidad. Tienen miedo a la intimidad, porque en ella se requiere que el yo se manifieste tal cual es. No se puede tener intimidad y a la vez ocultarse detrás de una máscara o una imagen.
En consecuencia, el sexo se vuelve un acto mecánico entre dos cuerpos, mientras que los sentimientos son provocados por alguien que sólo existe en la fantasía y hacia ese ser fantástico se dirige la respuesta afectiva.

Toma tiempo ver a una persona. Si uno esta muy ocupado con la consecución de un objetivo, sólo ve a la otra persona como una imagen. Uno no dispone del tiempo necesario para cambiar el enfoque y permitir que aparezca con toda claridad la individualidad de la otra persona. Si lo hiciéramos, en ese momento la otra persona sería más importante que nuestra meta, pero eso es muy difícil para los narcisistas.
El consejo que yo le doy a la gente es que mire antes de tocar. Vea quien es la otra persona y dónde está antes de acercarse a ella, si lo que se desea es un verdadero contacto afectivo.

¿QUÉ ES LO COMÚN?

Si no se renuncia a la imagen de ser especiales, no hay oportunidad de recuperar la sexualidad que es común a toda la gente.
Al decir esto, no niego que la gente tenga realmente dones especiales. Cada uno de nosotros es un ser único, con sus propias capacidades y talentos, diferentes a los de las demás personas. Pero eso no nos hace “especiales”, ya que aceptamos que también los demás poseen dones y talentos especiales que tal vez nosotros no poseemos. La verdadera identidad se deriva de la herencia común, no de lo especial que uno posee.
Lo que es común a toda la gente es el cuerpo y su funcionamiento. En un plano básico, todos los cuerpos funcionan de manera similar. Para ser especial, uno niega la identificación con su cuerpo y sus sentimientos, ya que esta identificación significaría que uno es como los demás. La persona especial tiene que estar por encima del cuerpo y los sentimientos.

La gente del vulgo se tiene una a otra; comparten la lucha común. Mientras que la persona especial vive en la nubes, en las imágenes, la gente común tiene sus raíces en la realidad de la vida. Esta gente ríe y llora, siente placer y dolor, conoce las penas y las alegrías. La persona especial imagina su vida. Y de esta manera la persona especial si que crea un destino especial -ver que su imagen se desmorona, como se desmoronó Dorian Gray cuando la realidad se le enfrentó.
Su necesidad real es aceptarse como es, lo que significa aceptar todos sus sentimientos -sus temores, su enojo, su tristeza e incluso su desesperación.
La verdadera belleza, tanto para el hombre como para la mujer, radica en una energía interna, no en la apariencia externa.

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