martes, 30 de julio de 2013

El Narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo, parte 10

Capítulo 7
El miedo a la locura

Los sentimientos constituyen la vida y no es posible evitar completamente las experiencias emocionales, independientemente de qué tan tranquilo se quiera vivir. El narcisista enfrenta el riesgo de que los sentimientos lo abrumen y se vuelva un loco si se rompe su defensa de negación. Esto es especialmente válido cuando se refiere a la ira. Todos los narcisistas tienen miedo de volverse locos porque el potencial de locura radica en sus personalidades. Este miedo refuerza la negación del sentimiento, con lo que crea un círculo vicioso.

Parece ser que todas las personas que fueron golpeadas en su infancia por sus padres albergan una ira asesina. Ya de adultos, la mantienen reprimida pues el hecho de expresarla significaría que se está tan loco como su “furioso” padre. Para proteger la cordura, rechaza su ira. Si se pierde la cabeza, se puede matar a alguien.

LA EXPLOSIÓN DEL PSICÓPATA

Otros narcisistas cuyos egos son más débiles no pueden contener su ira asesina. Hoy en día es bastante frecuente leer o escuchar la noticia de alguien que enloqueció y asesinó a varios desconocidos, por quienes no podría sentir una enemistad personal. ¿Cómo es posible que alguien aparentemente cuerdo enloquezca repentinamente? Eso no tiene sentido. Tuvo que haber un defecto en la personalidad de esta gente.
Más por debajo del defecto en la estructura de personalidad debe haber una fuerza subconsciente que, cuando acumula suficiente presión, irrumpe en forma de acción destructiva. Esa fuerza es el sentimiento de cólera que se negó. Es curioso que con frecuencia se refieran a los asesinos psicópatas como personas “amables” o “buenas” quienes los conocen en la vida cotidiana. Esta es la fachada que presentan para ocultar sus sentimientos, pero eso hace que aumente su tendencia a explotar.

EL SENTIMIENTO DESBORDADO

No hay forma de saber cuando ocurrirá una explosión. Sin embargo, cuando esto pasa, podemos rastrear la secuencia de acontecimientos. La ola de sentimiento surge del inconsciente, irrumpe a través de la fisura e inunda la conciencia. El sentimiento es tan fuerte que el ego no puede controlarlo ni tampoco a la conducta resultante.
El término adecuado es “ desbordado”. En psicología se usa para describir la condición de una persona que es arrollada por algún sentimiento o excitación. El ego o mente perceptual se ahoga momentáneamente en un torrente de sensaciones.
Cuando el desbordamiento cesa, se vuelven a establecer nuestros límites y recuperamos nuestra percepción de la realidad. Pero si el desbordamiento no cesa, si persiste el sentimiento de embotamiento, el ego se debilitará más, al grado en que ya no podría volver a tener el control. La realidad se mantiene vaga e incierta.

Por lo general, cuando hay un brote psicótico, la recuperación es más rápida cuando se descarga el afecto o el sentimiento. Si se deja que salga el vapor, la presión se reduce. La descarga de la presión que se acumula en el cuerpo contribuye en gran medida a la salud y cordura.

EL DERECHO A ENOJARSE

El enojo no se considera una emoción aceptable. A los niños se les enseña desde temprana edad a refrenar su enojo.; es frecuente que se les castigue cuando lastiman a alguien en un arranque de cólera. Se les hace la advertencia de que las disputas deben resolverse de manera amistosa y mediante la palabra.
Pero no siempre los conflictos pueden resolverse amistosamente, mediante el razonamiento. A veces los temperamentos se inflaman. Pero no es necesario recurrir a la violencia física para expresar un sentimiento de enojo. El enojo puede expresarse con la mirada o con el tono de la voz. Se puede afirmar con carga emotiva “Estoy enojado contigo”.

Si a los niños se les permitiera expresar su enojo contra los padres cuando sienten que tienen razón para reclamarles, tendríamos muchas menos personalidades narcisistas.
El otorgar este derecho al niño demostraría un verdadero respeto por los sentimientos y la individualidad del niño.
Los japoneses, no creen que sea conveniente disciplinar a los niños antes de los seis años. Antes de esa edad, se considera que los niños son seres inocentes a quienes no hay que enseñar a distinguir entre el bien y el mal. Los niños japoneses tienen fama de bien educados, obedientes y respetuosos con sus padres.

Además de haber negado al hijo el derecho a expresar su enojo, los padres también inhiben la expresión de su propio enojo. Incapaces de expresar adecuadamente su cólera, los padres recurren al castigo, lo cual les parece una forma legítima de ejercer la autoridad paterna. Es posible que haya sitio para el castigo en la crianza de los hijos, pero en muchos casos eso sirve como pretexto para que los padres liberen la ira y el enojo reprimidos.

El contexto terapéutico es el lugar adecuado para expresar y descargar estos sentimientos. El paciente puede soltar el control porque el terapeuta está en control de la situación. Les pido a los pacientes que golpeen la cama con los puños o con una raqueta de tenis, con toda la fuerza y la violencia que puedan tener. También los aliento a que verbalicen sus sentimientos.
A pesar de los gritos, los alaridos y la violencia, los pacientes nunca se sienten locos al liberar sus sentimientos. Una vez que los aceptan, terminan por sentirse dueños de sí mismos y por darse cuenta de que la verdadera locura era la sonrisa congelada, la pose de niño bueno y la negación del sentimiento.

Para que los narcisistas lleguen a conocerse, deben aceptar su miedo a la locura y sentir la rabia asesina que llevan dentro y que identifican con la locura. Lo que ellos creían demencial -su enojo- es un hecho mentalmente saludable si son capaces de aceptarlo. Por el contrario, aunque les parezca sensata su conducta sin sentimientos, realmente es demencial.

jueves, 25 de julio de 2013

El Narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo, parte 9

Capítulo 6

El horror:
La cara de la irrealidad

Superficialmente es difícil detectar la falta de sentimiento en el narcisista, excepto por dos signos. Uno es la presencia de una fachada, lo que revela que la persona está funcionando en términos de una imagen en vez de un yo que siente. La fachada se reconoce por el hecho de que siempre tiene una expresión fija, por ejemplo, la sonrisa congelada. El otro signo es la expresión especial de los ojos -o, más bien, la falta de expresión en la mirada. Los ojos están apagados; no hay la menor expresión de sentimientos.
Mentalmente los narcisistas suelen ser sagaces y alertas, sin embargo, su pensamiento no esta conectado con el sentimiento, sus mentes funcionan como si fueran computadoras. Al dirigirnos su mirada, nos ven, pero no como un ser que siente, sino sólo como una imagen. En este sentido, hay una ruptura muy fuerte con la realidad.
Para entender el conflicto narcisista, debemos saber que la reacción de la gente ante la experiencia del horror consiste en negar dicha experiencia. Debemos saber qué es el horror y qué acontecimientos en el hogar lo originan.

HORROR VERSUS TERROR

Según la definición del diccionario, terror denota un miedo intenso que en cierta medida se prolonga y puede referirse a peligros imaginarios o futuros. Horror conlleva un sentido de conmoción y espanto. Uno se horroriza al presenciar un ataque brutal contra otra persona, pero se aterroriza cuando el ataque es contra uno mismo.
El horror no es una emoción porque no hay ningún movimiento o impulso asociado a él. Por otra parte, en el terror hay una fuerza motora real o potencial. En el horror, a diferencia de lo que ocurre en el terror, el cuerpo no resiente casi nada, pues no existe la amenaza de un daño físico. El horror afecta principalmente a la mente. El horror embota la mente. Paraliza el mecanismo mental, así como el terror paraliza el mecanismo físico. Uno podría alejarse de una escena de horror aparentemente sin daño físico, pero no podría pensar en otra cosa sino en el horror que acaba de presenciar. En su mente, uno repite una y otra vez la escena, en busca de un sentido, sin hallarlo.

EL HORROR EN LA FAMILIA

En una situación de horror, todos tenemos tendencia a no creer en la información de nuestros sentidos porque contradice nuestra imagen de la realidad. Para proteger nuestra salud mental, nos disociamos de la experiencia -se vuelve irreal, un mal sueño.
Si la experiencia de horror es única, la disociación se limita a esa situación, pero si el horror es continuo, si uno vive una situación así, la disociación se  integra al cuerpo de uno como una separación entre las funciones preceptuales de la mente y las funciones sensoriales del cuerpo. La negación de las emociones se vuelve un hábito que se arraiga en la personalidad. La acción se emprende únicamente con base en la razón y en la lógica. Uno vive en un mundo divorciado del sentimiento.

La única forma de superar las consecuencias del horror en la personalidad consiste en activar los sentimientos de la persona para que pueda liberar mediante la palabra estas experiencias dolorosas -llorar por ellas, enojarse por ellas, o ambas cosas.
La gente que ha vivido experiencias de horror en su infancia posee una cualidad irreal en su personalidad. No sólo parece estar fuera de contacto con su yo que siente, también parece no tener contacto con la capacidad emotiva de quien las escucha. Su mirada nos ve, pero no nos toca. Una concha cubre la experiencia de horror. Esta experiencia se mantiene enterrada -una bomba de tiempo que al explotar podría producir la locura.

¿Qué tan común es la experiencia de horror en la infancia? Es bastante frecuente ver padres que gritan y pelean entre sí. La mayoría de los niños aprenden a soportar los pleitos de sus padres, pero el precio que pagan es la disociación respecto del mundo de los sentimientos.
La tragedia de los narcisistas consiste en que, en un plano muy profundo, se desesperan por amar y que los amen, pero no pueden expresar estos sentimientos, o no se atreven a expresarlos. Eso les causaría mucho dolor.

Detrás de la traición y la herida esta el amor original. Ese amor es lo único que puede hacer que una persona sienta su yo como válido, como un yo capaz de amar y que lo amen.
Sólo mediante la expresión de los sentimientos puede alguien entrar en contacto con su verdadero yo. Es una tarea que toma tiempo, pues deben someterse tanto las defensas físicas (tensiones musculares) como las barreras psicológicas (la negación).
La negación de nuestros sentimientos constituye una locura porque es lo mismo que negar el yo.
El hecho de que una madre exija que su hijo subalimentado responda a las necesidades de ella, constituye otra forma de locura. Además, de que no importa que forma asuma, la locura produce una sensación de horror.

FORMAS DE CRIAR A LOS HIJOS

Con frecuencia los adultos no logran darse cuenta de los horrores y terrores que afectan la vida de tantos niños. Cuando conversan sobre las distintas formas de criar a los hijos, lógica y fríamente sopesan las ventajas y desventajas para los padres, pero no toman en cuenta las consecuencias para sus hijos.
Un niño recién nacido tiene la expectativa biológica de que habrá una madre disponible de la manera en que las madres de los seres humanos han estado desde hace miles de años. Así, los bebes esperan que haya una teta disponible para su alimentación. Otra expectativa biológica en el recién nacido consiste en estar cerca del cuerpo de su madre. Esta carencia puede afectar el desarrollo emocional del niño en forma muy parecida a como lo afecta el horror.

Una de las formas de hacer que los niños se adapten al nuevo orden consiste en “dejar que lloren hasta cansarse”. La sensación de soledad y el verse privado del contacto con el cuerpo de la madre aterroriza al niño, el cual comienza a gritar y a llorar. No hay una madre en el reino animal que no responda ante el llamado de su cachorro. Sin embargo, algunas madres humanas consideran que esto es un error. Ceder ante el llanto del niño lo volvería malcriado.
La primera vez que ocurre esto, tal vez el niño llore durante horas antes de quedarse dormido. Si el mismo procedimiento se repite la noche siguiente, el niño no llorará tanto antes de quedarse dormido. Tal vez la madre piense que el niño aprendió la lección, pero lo que pasa es, sencillamente, que el niño no tiene suficientes fuerzas para repetir la función. Después de varias experiencias de este tipo, el niño aprende a no luchar para obtener el contacto con su madre. En realidad, el niño ha reprimido su anhelo de obtener este contacto y, en consecuencia, ya no siente el dolor de la frustración. Ha aceptado una nueva realidad en la cual no se expresa el deseo de intimidad y cercanía. Se han puesto los cimientos del narcisismo y de la personalidad limítrofe.

Así como los niños sienten el horror cuando presencian los pleitos a gritos de sus padres, también se siente algo similar en los hogares donde se niegan todos los sentimientos con el pretexto de que “integramos una familia feliz”.

Hay una relación entre el narcisismo y la locura. Un cierto grado de irrealidad nos hace dudar de su cordura. Pero hay una razón más para la negación de los sentimientos: el miedo a la locura si los sentimientos se manifestaran violentamente y arrollaran el ego.

martes, 23 de julio de 2013

El Narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo, parte 8

LA CASTRACIÓN PSICOLÓGICA

Suprimir los sentimientos sexuales mediante la tensión crónica de la musculatura pélvica constituye realmente una castración psicológica. En otras palabras, significa la pérdida de la sensibilidad sexual en el cuerpo, especialmente en la pelvis, aunque se mantiene la sensibilidad en los genitales. Es la limitación de la respuesta orgástica.
Para volver a tener sensibilidad sexual en la pelvis, debe percibirse la tensión en esa zona y experimentar el miedo a la castración que eso representa.
El placer y la satisfacción sexual dependen de la descarga de la excitación y de la liberación de la tensión. El hombre debe rendir su erección para alcanzar el orgasmo. El énfasis en la potencia erectiva en vez de la orgástica proviene del compromiso de estar “allí” para la mujer. La satisfacción sexual propia se vuelve secundaria.
El narcisista utiliza el sexo como una defensa contra los sentimientos, los de necesidad de amor, el miedo al rechazo, la impotencia orgástica. Emplean el sexo como un substituto del amor y la intimidad. Tienen miedo a la intimidad, porque en ella se requiere que el yo se manifieste tal cual es. No se puede tener intimidad y a la vez ocultarse detrás de una máscara o una imagen.
En consecuencia, el sexo se vuelve un acto mecánico entre dos cuerpos, mientras que los sentimientos son provocados por alguien que sólo existe en la fantasía y hacia ese ser fantástico se dirige la respuesta afectiva.

Toma tiempo ver a una persona. Si uno esta muy ocupado con la consecución de un objetivo, sólo ve a la otra persona como una imagen. Uno no dispone del tiempo necesario para cambiar el enfoque y permitir que aparezca con toda claridad la individualidad de la otra persona. Si lo hiciéramos, en ese momento la otra persona sería más importante que nuestra meta, pero eso es muy difícil para los narcisistas.
El consejo que yo le doy a la gente es que mire antes de tocar. Vea quien es la otra persona y dónde está antes de acercarse a ella, si lo que se desea es un verdadero contacto afectivo.

¿QUÉ ES LO COMÚN?

Si no se renuncia a la imagen de ser especiales, no hay oportunidad de recuperar la sexualidad que es común a toda la gente.
Al decir esto, no niego que la gente tenga realmente dones especiales. Cada uno de nosotros es un ser único, con sus propias capacidades y talentos, diferentes a los de las demás personas. Pero eso no nos hace “especiales”, ya que aceptamos que también los demás poseen dones y talentos especiales que tal vez nosotros no poseemos. La verdadera identidad se deriva de la herencia común, no de lo especial que uno posee.
Lo que es común a toda la gente es el cuerpo y su funcionamiento. En un plano básico, todos los cuerpos funcionan de manera similar. Para ser especial, uno niega la identificación con su cuerpo y sus sentimientos, ya que esta identificación significaría que uno es como los demás. La persona especial tiene que estar por encima del cuerpo y los sentimientos.

La gente del vulgo se tiene una a otra; comparten la lucha común. Mientras que la persona especial vive en la nubes, en las imágenes, la gente común tiene sus raíces en la realidad de la vida. Esta gente ríe y llora, siente placer y dolor, conoce las penas y las alegrías. La persona especial imagina su vida. Y de esta manera la persona especial si que crea un destino especial -ver que su imagen se desmorona, como se desmoronó Dorian Gray cuando la realidad se le enfrentó.
Su necesidad real es aceptarse como es, lo que significa aceptar todos sus sentimientos -sus temores, su enojo, su tristeza e incluso su desesperación.
La verdadera belleza, tanto para el hombre como para la mujer, radica en una energía interna, no en la apariencia externa.

lunes, 22 de julio de 2013

El Narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo, parte 7

Capítulo 5

Seducción y manipulación 


Es evidente que los narcisistas necesitan el poder para inflar la imagen de sí mismos, ya que sin él se vendría abajo como un globo vacío. Pero ¿Cómo desarrolla uno tal imagen grandiosa de sí mismo? ¿Qué sucede que destruye la inocencia del niño, y más aún, lo despoja de su yo corpóreo y lo coloca en la posición especial de sentirse superior? La secuencia de eventos sigue un orden preciso. Primero viene la experiencia humillante de no tener poder. Luego el proceso de seducción, en el cual se hace que el niño se vea como alguien especial. Un elemento adicional y que comúnmente acompaña a la humillación, es el rechazo. Después de ser rechazado y humillado, es más fácil que se seduzca al niño para que esté al servicio del padre o de la madre.

¿Qué quiero decir con “seducción”? La palabra proviene del latín seducere, “conducir aparte”. Decimos que la gente es seducida para que abandone su fe, sus principios y su lealtad. Es el empleo de palabras y promesas falsas para conseguir que la otra persona haga lo que de otra manera no haría.
Si consideramos al hombre “macho”, con su manifestación exagerada de virilidad, nos damos cuenta de que está siendo seductor, aunque no lo acepte.   Cualquier hombre que depende de una imagen para atraer a la mujer, no es sexualmente potente.
La seducción siempre es una traición. Y esta traición es más dañina en la relación padre-hijo, en la cual es básica la confianza.

EL SIGNIFICADO DE SER ESPECIAL

La promesa de ser considerado alguien especial es el señuelo que emplean los padres en su esfuerzo por moldear al hijo de acuerdo con su imagen de lo que un hijo debe ser.
Para algunos padres, un hijo debe tener éxito en el mundo, a menudo como compensación por la sensación de fracaso del progenitor.
Con demasiada frecuencia, los padres buscan en sus hijos el afecto y el apoyo que sus propios padres no les dieron y que no obtienen de sus cónyuges. Igualmente, parece que muchos padres tienen la necesidad de ser superiores a sus hijos - para compensar la inferioridad que sintieron cuando eran pequeños y por lo cual todavía sufren inconscientemente. Los padres tienden a identificarse con sus hijos y a proyectar en ellos sus anhelos y deseos insatisfechos.
Por su parte, los hijos quieren ser libres - libres para crecer de acuerdo con su propias naturalezas. Esperan que sus padres estén allí para ellos, y no lo contrario. Cuando unos y otros están planteándose exigencias, rápidamente surge una situación de conflicto.

La seducción es una táctica que se emplea cuando el ego del niño se ha desarrollado al grado en que puede entender el trato. Evidentemente, el trato consiste en que se tratará o se considerará como “especial” al hijo si se somete al progenitor.
El ser alguien especial colorea la imagen y la pone más allá del alcance de lo “común”. Sin embargo, los valores asociados con la imagen son ilusorios; no hay superioridad o fuerzas reales en una imagen. Las virtudes reales pertenecen al ser íntimo, a lo humano de la persona, no a su imagen.

La actitud caracterológica del narcisista está compuesta por “sentirse” especial y superior, pensarse por encima del cuerpo y desaprobar o negar el sentimiento.
La negación del sentimiento se aplica especialmente a los sentimientos sexuales. La naturaleza “inferior” se refiere directamente a la parte inferior del cuerpo y sus funciones. Los actos de defecar, orinar y la sexualidad adquieren el estigma de “sucios”. Es posible que la desaprobación tenga sus raíces en el rechazo que la madre tiene hacia su propio cuerpo y a su naturaleza animal, que luego se hace extensivo al cuerpo del niño.
Pero el hecho de desaprobar un sentimiento sexual no significa que desaparezca.

EL LLANTO Y EL NIÑO

Si el llanto es una función tan básica, ¿cómo es que lo perdemos? ¿Por qué a tanta gente se les dificulta llorar? El llanto de un niño es también un llamado dirigido a uno de los padres, ya que si bien, alivia la tensión, el llanto no quita lo que provocó la tensión, lo cual casi siempre, es la necesidad de contacto con uno de los padres. Si ese contacto afectivo no está próximo, la tensión persiste y también el llanto. Sin embargo, el llanto de un niño tiene un límite. No puede llorar indefinidamente; llega el momento en que no tiene más fuerzas para seguir llorando, por lo que se calla o se duerme, exhausto. Si siguiera llorando podría morir, ya que el niño tendría que recurrir a la energía que requiere para mantener sus funciones vitales. Esta experiencia es muy traumática, ya que establece en la mente del niño una asociación  entre el llanto profundo y la muerte.

Los infantes pueden llorar casi a partir del momento del nacimiento, y lo hacen con facilidad ante cualquier tensión externa que produzca un estado de tensión en el cuerpo. Los seres humanos son las únicas criaturas que pueden reaccionar de esta forma ante la tensión emocional y muscular.
Igualmente hay que reconocer que el llanto generalmente no es aceptable para los padres. A menudo los incomoda. Algunos creen que responder al llanto de un niño hace que éste tenga control sobre ellos. Consideran que se trata de una cuestión de poder. Otros padres son más abiertamente hostiles, le dicen al niño que si no se calla le van a dar una razón para que llore. Y de hecho, lo golpean para que deje de llorar. También están los padres que inculcan en el niño la idea de que nadie lo querrá si no sonríe. No es sorprendente que se tengan dificultades para llorar.
Por otro lado, lo que determina el alivio no es la cantidad de llanto sino lo profundo del llanto.

El propósito del análisis bioenergético es lograr la plena individualidad, lo que abarca la conciencia de sí mismo, la expresión propia y la posesión de sí mismo. El estar consciente de sí mismo significa estar en completo contacto con el cuerpo, pero esto sólo es posible si la persona logra claridad respecto de las motivaciones inconscientes de la conducta. La expresión propia denota la capacidad de percibir y expresar todos los sentimientos, mientras que la posesión de sí mismo significa que uno puede controlar conscientemente dicha expresión. Toda tensión muscular crónica impide esas tres funciones. El trabajo con el cuerpo tiene como objetivo ayudar a que la persona sienta ese bloqueo, lo entienda y lo desate. Esto es un proceso continuo, ya que la liberación de la tensión ocurre gradualmente al ir aprendiendo el organismo a tolerar e integrar los niveles de excitación mayores asociados con sentimientos más intensos.

jueves, 18 de julio de 2013

El Narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo, parte 6

EL EXCESIVO ÉNFASIS QUE LA SOCIEDAD
PONE EN EL PODER.

Hemos visto cómo la lucha por el poder del narcisista se origina en un profundo sentimiento de humillación que sufriera en la infancia.
En el mismo grado en que la cultura occidental contemporánea fomenta el narcisismo, en ese mismo grado es una cultura cuyo motor y cuya obsesión es el poder.
La tecnología ha proporcionado al hombre moderno un sentido de poder que antes no tuvo. La pregunta es ¿De qué manera ese poder afecta la psicología y la conducta de la gente? ¿Qué papel desempeña en la génesis del narcisismo?
 Sería fácil decir que el poder se sube a la cabeza, infla el ego y hace que uno se vuelva narcisista. Pero no es así como se desarrolla el narcisismo. Surge de la negación del sentimiento, de la pérdida del yo y de la proyección de una imagen compensatoria. ¿De que manera el poder fomenta este proceso? Para entender eso, debemos comenzar con la observación de que el poder tiene un encanto aparentemente irresistible. Casi todos quieren poder.
La ventaja más evidente de tener poder es la recompensa material que logra la persona que tiene poder. En todos los aspectos, su nivel de vida es superior al de la persona común y corriente. Sin embargo, no es esto su característica básica.

La lucha por el poder no siempre se da entre los que tienen y los que no tienen. En la época feudal, los poderosos guerreaban con el fin de incrementar su dominio y extender su control. El poder confiere posición social. Todos somos buscadores de posición social, y lo mismo ocurre con muchos otros animales. Entre las gallinas, por ejemplo, hay un orden de picoteo. En otros términos, el poderoso obtendría la mejor comida y la mujer más hermosa. La mujer más bella encierra la promesa de un mayor placer sexual para el hombre, al igual que el hombre más fuerte y más valiente encierra una promesa similar para la mujer. Esta promesas no son falsas cuando se basan en la realidad corporal de las personas. La asociación de la posición social con el poder hizo extensiva la imagen de potencia sexual a las personas con poder.
No habría ningún problema si el poder perteneciera al individuo superior. Generalmente no es éste el caso hoy en día. Lo contrario sucede frecuentemente. El hombre que necesita y busca poder es, en la mayoría de los casos, un tanto impotente en lo sexual. El poder constituye su forma de compensar una falta de potencia sexual.

En términos generales, el grado de narcisismo es inversamente proporcional a la potencia sexual. Sin embargo, para comprender esta afirmación, nuevamente tenemos que reconocer el nexo entre la potencia sexual y el sentimiento. Para el hombre, la potencia sexual no se mide por la frecuencia de la actividad sexual o por su potencia erectiva. La actividad sexual frecuente tal vez sea compulsiva, derivada de una necesidad de reafirmarse, o tal vez sea impulsiva, derivada de la incapacidad de contener la excitación sexual. La potencia erectiva, tal vez sea una maniobra de poder. En efecto, en un lenguaje corporal, el hombre podría estar diciendo a la mujer: “Ve que poderoso soy”. Desafortunadamente, este interés es a costa de su propio placer y su propia satisfacción. Lo que denota es la capacidad típicamente narcisista de aprobación y admiración. En última instancia, tampoco la mujer se satisface. La verdadera potencia sexual se mide por la profundidad del amor que se sienta por la otra persona. Estos sentimientos están muy reducidos en los narcisistas.

LA RELACIÓN CON LA ENVIDIA Y LA IRA

¿Por qué los que se dedican a la búsqueda del poder nunca sienten que ya tienen suficiente? El poder puede cargar de energía a la imagen, pero no hace nada por el yo y los sentimientos. Una dedicación excesiva de energía en la lucha por el poder reduce la que se puede destinar al placer sexual. Desviado de la verdadera fuente de la potencia sexual, la persona busca más poder.

Un aspecto importante de la naturaleza del poder es la envidia que provoca en los demás. La persona envidiosa ansía desesperadamente porque se siente inferior, poco importante e impotente. El poder provoca envidia, genera temor y conduce a la hostilidad.
Cuando el poder es grande, es fácil que uno se vuelva paranoide. El dicho “Intranquilo es el sueño de los poderosos” encierra una sabiduría antigua. Nunca pueden estar completamente seguros de quienes son sus amigos.
La envidia no es amor. La persona con poder es temida y por ello no puede ser amada.

La emoción correlacionada con el miedo es la ira. Pero los narcisistas son tan incapaces de expresar enojo o de sentirlo como de expresar o sentir cualquier otro sentimiento.
La ira no es lo mismo que el enojo. Aunque en un arranque de ira hay un fuerte elemento de enojo, las dos expresiones no son idénticas. La ira tiene una cualidad irracional -simplemente recordemos la frase “una ira ciega”. El enojo, por el contrario, es una reacción con un objetivo; se dirige a quitar una fuerza que está actuando contra la persona. Cuando se quita o nulifica la fuerza, el enojo cesa. El enojo verdadero se mantiene proporcional a la provocación; es una respuesta racional a un ataque.
Sin embargo, la ira no va de acuerdo con la provocación; es excesiva. Tampoco cede la ira cuando ya no existe la provocación; continúa hasta que sale toda. Y la ira es destructiva, en lugar de constructiva.

Es significativo que un estallido de ira narcisista se relacione estrechamente con la experiencia de frustración, de no poder salirse con la suya; en otras palabras, de sentir que no se tiene poder. Cuando la ilusión se desvanece, la ira asociada con la traición original -un insulto más significativo que ocurrió en la primera infancia y al cual uno no puede responder en ese tiempo- se manifiesta como la erupción de un volcán. Pero como no es consciente, sino ciega, es ineficiente como remedio para la herida.
La provocación actual tal vez sea intrascendente, pero esa provocación evoca en el inconsciente de la persona el recuerdo de un antiguo insulto ante el cual no pudo responder cuando ocurrió.

Como hemos visto, esta experiencia de humillación es lo que está por debajo de la búsqueda de poder del narcisista. Ellos creen que mediante el poder pueden borrar el insulto. Toda amenaza a su poder o a su imagen los hace sentir sin poder y les recuerda el miedo de sentirse humillados.

EL MIEDO A LA DEBILIDAD

Una vez que uno piensa en términos de poder, sólo queda la lucha por más poder. El poder no sirve para superar nuestra inferioridad, ni para aliviar el sentimiento interno de humillación, ni para proporcionar una potencia orgástica. Sólo sirve para negar estos sentimientos. Así que por su propia naturaleza, el poder incrementa el narcisismo de la persona y refuerza su inseguridad subyacente. De muchas maneras, el poder constituye la negación de la propia humanidad.
Una cierta debilidad es parte de la condición humana. Nos necesitamos mutuamente para contrarrestar la obscuridad, para resguardarnos del frío, para dar un sentido a la existencia. Los seres humanos somos criaturas sociales. Es con los demás como encontramos la calidez, la excitación y el reto de la vida. Y sólo dentro de la comunidad humana nos atrevemos a enfrentar lo desconocido que provoca miedo.

Los narcisistas no son la excepción y también necesitan a la gente, pero no se atreven a reconocer esta necesidad.
El pedir ayuda sería como volver a abrir la herida narcisista sufrida en la infancia, cuando, débiles y dependientes, fueron usados por los padres que tenían el poder.
El poder, según el narcisista, permite que uno obtenga contacto humano sin peligro de ser usado. Con el poder, uno puede atraer a los demás. En el interior de sus mentes, se consideran superiores y creen que no necesitan a nadie.

El esfuerzo terapéutico tiene como propósito ayudar a que los pacientes se abran y acepten sus sentimientos. Eso significa que deben aprender a ceder el control. Deben aprender a dejar que sus sentimientos y sus emociones los conmuevan, incluso, a dejarse llevar por sus respuestas emocionales -de otra manera nunca conocerán la gloria del amor y la exhuberancia del gozo.
Y este es el dilema: es precisamente este miedo a dejarse llevar por el sentimiento lo que frena a los narcisistas. Les origina un miedo a la locura, contra la cual movilizarán todas sus defensas. En las mentes de estos pacientes, el perder el control de sí mismo se equipara con volverse loco.

martes, 16 de julio de 2013

El Narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo, parte 5

Capítulo 4
Poder y Control

La lucha por el poder y el control caracterizan a todos los narcisistas. No todos los narcisistas obtienen poder ni todas las personas que tienen poder son narcisistas, pero la necesidad de poder es parte del conflicto narcisista.
En el capítulo anterior, vimos que el narcisismo se desarrolla a partir de la negación del sentimiento. Aunque la negación de sentimientos afecta a todos los sentimientos, especialmente dos emociones se someten a una severa inhibición : la tristeza y el miedo. Se singularizan porque su expresión hace que la persona se sienta vulnerable. La expresión de la tristeza provoca una conciencia de pérdida y evoca la añoranza. La negación del miedo tiene un objetivo similar. Si uno no tiene miedo, no se siente vulnerable; supuestamente uno no podría ser herido. La negación de la tristeza y el miedo permite que la persona proyecte una imagen de independencia, valor y fuerza. Esta imagen oculta la vulnerabilidad de la persona. Pero la imagen por sí misma no tiene ninguna fuerza -ésta reside en la fuerza de los sentimientos de la persona.

Como carece de la verdadera fuerza de los sentimientos fuertes, el narcisista necesita y busca poder para compensar la deficiencia. El poder aparentemente fortalece la imagen del narcisista, le confiere una potencia que de otra manera no tendría. Con una bomba o una pistola, la gente más débil puede considerarse como una fuerza poderosa en el mundo.
Todos somos vulnerables a que nos lastimen, nos rechacen o nos humillen. Sin embargo, no todos negamos nuestros sentimientos, ni tratamos de proyectar una imagen de invulnerabilidad y superioridad ni luchamos por obtener poder. La diferencia puede radicar en nuestras experiencias infantiles.

En la infancia, los narcisistas sufren un golpe a la autoestima que deja una cicatriz y moldea sus personalidades. Esta herida conlleva humillación, particularmente la experiencia de no tener poder mientras que la otra goza del ejercicio del poder y el control sobre uno. Una sola experiencia no moldea el carácter, pero cuando el niño está expuesto constantemente a la humillación de una manera u otra, el miedo a la humillación se integra en el cuerpo y en la mente. Una persona que haya pasado por esto fácilmente podrá decir: “Cuando sea grande voy a tener poder y ni tú ni nadie podrá volver a hacerme esto”.
Esto sucede frecuentemente ya que los padres utilizan el poder para controlar a sus hijos en función de sus propias metas.
El poder y el control son dos caras de la misma moneda. Juntas sirven para proteger a la persona de que se sienta vulnerable, de que se sienta sin poder para impedir una posible humillación.

Además del castigo físico, es frecuente que se critique a los niños de una manera que los hace sentir indignos, inadecuados o estúpidos. Este tipo de críticas no cumple ningún propósito útil; pretende, en mi opinión, demostrar la superioridad del padre. Algunos padres se ríen o se burlan de su hijo cuando comete un error o no logra dar una respuesta que los padres consideran que su hijo debería saber. Cuando el niño llora, los padres tal vez descarten los sentimientos del niño como si fueran falsos, haciendo un comentario sarcástico sobre las “lagrimas de cocodrilo”.

Es inevitable que surja la siguiente pregunta: ¿Por qué los padres se comportan de este modo? Los niños aprenden mejor mediante la comprensión y la ternura que mediante la fuerza y el castigo. Y si el castigo es necesario, puede hacerse en una forma que no humille al niño.
Los padres que se sienten sin poder ante el mundo pueden compensar este sentimiento siendo dictatoriales con sus hijos.

El énfasis en el poder paternal conduce inevitablemente a la rebelión o sumisión de los hijos. La sumisión cubre una rebelión y una hostilidad internas. El niño que se somete aprende que las relaciones se gobiernan mediante el poder, lo que establece el escenario para una lucha por el poder cuando sea adulto. Los niños aprenden rápidamente a jugar el mismo juego de sus padres -el juego del poder. La mejor manera de ganar poder sobre uno de los padres consiste en hacer algo que le moleste, como dejar de comer, ir mal en la escuela o fumar. Una vez que se establece la lucha por el poder entre uno de los padres y el hijo, ninguno cede y ninguno gana.

El conflicto entre padre e hijo generalmente surge del deseo que el padre tiene de formar al niño de acuerdo con alguna imagen que está en la mente del padre, así como de la oposición del niño a este esfuerzo. El empleo de una fuerza superior por el padre sólo es una de las tácticas empleadas en esta lucha. Al comienzo de su vida, fácilmente se les puede controlar mediante cualquier expresión fuerte de desaprobación paterna o mediante la fuerza física y el castigo. Con los niños de más edad, es posible que se utilice más la seducción como medio para mantener el control.

La lucha por el poder entre uno de los padres y el hijo generalmente forma parte de una lucha por el poder de mayores dimensiones que se lleva a cabo entre marido y mujer. El hijo a quien se le hace sentir especial se vuelve centro de la lucha por el poder entre los padres, y su posición se vuelve especialmente crítica durante el periodo edípico. Se encuentra atrapado en una situación desesperada. Siempre está el peligro de la hostilidad del progenitor del mismo sexo, por una parte, u por la otra el temor del incesto o del rechazo humillante si responde sexualmente a la seducción.

Desafortunadamente, la única salida para el niño consiste en suprimir los sentimientos sexuales. El niño no suprime lo genital, sino la sexualidad, es decir, las sensaciones de fusión en la pelvis, que constituyen la base del amor sexual. Esta supresión del sentimiento equivale a una castración psicológica y deja a la persona impotente ante lo orgástico. Creo firmemente que esta impotencia es la base, en el nivel más profundo, de la búsqueda del poder.

Estar sujeto al poder de otra persona es una experiencia humillante. Este insulto al ego de una persona generalmente pretende borrarse revirtiendo la situación -es decir ganando poder sobre la persona que provocó la herida narcisista. Por supuesto, una persona puede someterse a la dominación, pero dicha sumisión encubre un odio profundo. Obviamente, no puede haber amor en una relación cuando el poder desempeña un papel importante.

Estas consideraciones nos ayudan a comprender las luchas por el poder que ocurren en el seno familiar. En estas luchas, rara vez el detonador es lo correcto o incorrecto de una acción, se trata más bien de ver quien se sale con la suya. En los primeros años de la vida de un niño, los padres son más fuertes y por lo general ganan. Sin embargo, en muchos casos, al crecer y ganar fuerza, el niño reta una y otra vez a su padre o a su madre. Estas luchas son extremadamente destructivas, empero, en tanto que el poder sea importante en la familia, son inevitables.
Los regímenes dictatoriales siguen un razonamiento similar para justificar el uso del poder para controlar a la gente.


jueves, 11 de julio de 2013

El Narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo, parte 4



Capítulo 3

LA NEGACIÓN DE LOS SENTIMIENTOS

¿Qué significa no sentir? Para explicarlo, empecemos con un ejemplo extremo: un hombre en estado catatónico permanece parado en una esquina, inmóvil como una estatua durante horas. Ha suprimido todo sentimiento, incluyendo el dolor, y por eso puede permanecer estático durante largos periodos de tiempo. Este hombre se ha matado a sí mismo y de esta forma se ha anestesiado contra el dolor.
Todos los neuróticos, incluyendo los narcisistas, utilizan este mecanismo de aniquilación de partes de su cuerpo para suprimir los sentimientos. Se puede, por ejemplo, contraer la mandíbula para evitar el impulso de llorar. También se puede suprimir la cólera “congelando”, con una tensión que se convierte en crónica, los músculos de la parte superior de la espalda y los hombros.
Con todo, aunque los narcisistas utilizan este mecanismo, hay otra defensa típica de este trastorno que es mucho más importante: la negación de los sentimientos.

El sentimiento es la percepción de un cierto movimiento o suceso corporal interno. Si no existe tal suceso, no hay sentimiento porque no hay nada que percibir. Así, inhibiendo el movimiento, una persona se mata a sí misma, de una forma muy parecida a como le sucede al catatónico descrito anteriormente.
No obstante, hay otra forma de cortarles el acceso a la conciencia a los impulsos y a las acciones: bloqueando la función de percepción. Éste es el mecanismo que se usa para negar los sentimientos.
La necesidad de proyectar y mantener una imagen fuerza a la persona a bloquear el acceso a la conciencia de cualquier sentimiento que pueda estar en conflicto con la imagen. En las personas normales, las acciones van ligadas a los sentimientos que las motivan. Sin embargo, el los individuos narcisistas, la acción disociada del sentimiento o impulso, está justificada por la imagen.

Cómo afecta a la relación con los demás

Donde más se evidencia la negación de los sentimientos es en su forma de comportarse con los demás. Pueden actuar de manera cruel, explotadora, sádica o destructiva con otra persona, porque son insensibles al sufrimiento o a los sentimientos de ésta. Tal carencia de sensibilidad se deriva de la insensibilidad hacia sus propios sentimientos. Cuando no es posible sentir la alegría o el dolor de los demás, no se puede responder en consecuencia, y puede que incluso se acabe dudando de los sentimientos de la otra persona. Cuando uno niega los propios, niega también los de los demás.

Sólo así se puede explicar la cruel conducta de algunos narcisistas, como por ejemplo ciertos altos ejecutivos, que son implacables con sus empleados y los someten a una política de terror basada en la indiferencia por la sensibilidad humana y en los despidos indiscriminados, dejando al margen los sentimientos de la gente. Por supuesto, son igual de duros consigo mismos; su meta de alcanzar el poder y el éxito les exige idéntico sacrificio de su propia sensibilidad y sentimientos. Estos ejecutivos se consideran generales de su propia guerra, y la victoria está representada por el éxito en los negocios. Con tal imagen de sí mismos, el ansia de ganar sólo puede llevarles a tratar a sus empleados como soldados de usar y tirar.

Una de las formas de favorecer el narcisismo que tiene nuestra cultura es exagerar la importancia de ganar. “Vencer es lo único que importa”, reza un dicho popular. Tal actitud minimiza los valores humanos y subordina los sentimientos de los demás a un objetivo que esta por encima de todo: ganar, estar en la cumbre, ser el número uno. Sin embargo, el compromiso por esta meta también exige el sacrificio o negación de los propios sentimientos, porque nada debe obstaculizar el camino hacia el éxito.

Desde la violencia contra personas indefensas y la violación de mujeres desamparadas hasta la seducción y la explotación hay una línea que se extiende como un continuo. Lo que tienen en común un violador y un seductor, aunque no en el mismo grado, es la carencia de sensibilidad hacia su víctima o su compañera sexual, la inversión exagerada en su ego y la falta de sentimiento sexual desde el punto de vista corporal. Incapaz de acercarse a una mujer cuando está relajado, el violador se ve impulsado a una acción violenta, que a su vez expresa una intensa hostilidad hacia las mujeres. De manera similar, el seductor depende de una imagen para obtener excitación sexual: la imagen de un “amante” irresistible, dominante, controlador. Ambos tipos ejemplifican la conducta narcisista, porque no ven a sus víctimas como personas por derecho propio sino como imágenes.

Si nos desplazamos a lo largo de la línea hacia grados menores de narcisismo, encontramos al ejecutivo que seduce a su secretaria. Para el ejecutivo -seductor, el deseo sexual es a menudo intenso, porque considera que está en una posición social superior o dominante. La imagen de tal posición alivia el temor que siente hacia las mujeres y le permite sentirse muy excitado a nivel genital. Con todo, la carencia de sentimiento o de afecto hacia su pareja, la falta de respeto por los sentimientos de ella como ser humano, hace que el acto sea en gran medida una expresión narcisista. Se puede considerar una explotación.
El sexo para un hombre así tiene dos propósitos: aliviar la excitación del pene y estimular un ego inflado y débil por medio de la conquista y humillación de una mujer. Por supuesto, descargar la excitación sexual sienta bien, pero el placer de alivio es local, limitado a los genitales. El sentimiento sexual, al contrario de la excitación genital, es un sentimiento corporal total de excitación, calidez y fusión ante la perspectiva de contacto e intimidad con otra persona. Cuando todo el cuerpo responde sexualmente, el orgasmo se experimenta como un sentimiento de felicidad o de éxtasis.

Que relación guarda con la mentira

En el mundo de las imágenes, nos encontramos inevitablemente con la cuestión de si encajan o no con la realidad. Una imagen no tiene validez en sí misma. Una imagen narcisista de superioridad tiene mucho más contenido cuando es la imagen consciente de integridad y honestidad que tiene una persona. Así, no es posible juzgar una imagen más que en términos de su relación con la realidad que pretende representar.
Cuando se puede objetivar la relación, esta decisión es fácil. Por ejemplo, las circunstancias de nacimiento, familiares y relativas a la historia de una persona, son hechos definibles. Falsificarlos es mentir. Sin embargo, un impostor miente fácilmente porque en el plano emocional hace mucho que negó su realidad. El impostor no quiere reconocer que proviene de una familia media y que su historia es corriente, porque no encajaría en su sentido de superioridad. Prefiere creer que es otra persona, alguien especial y distinguido. No le resulta difícil, entonces, ampliar la imagen e incluir en ella orígenes aristocráticos.

 La tendencia a mentir, sin el menor escrúpulo, es típica de los narcisistas. En un extremo se halla la personalidad psicopática, que parece no percibir la diferencia entre el bien y el mal en el plano de los sentimientos. Han perdido la capacidad de discernir entre lo verdadero de lo falso.

Supresión frente a negación de los sentimientos

Una emoción es un movimiento. -moción significa acción y efecto de moverse o ser movido; el prefijo “e-”  indica que el movimiento es en dirección hacia fuera-. Todo movimiento se produce desde el centro hacia la periferia, donde se expresa en una acción. El sentimiento de amor, por ejemplo, se experimenta como un impulso para llegar hasta alguien; la ira, como el impulso de golpear; la tristeza, como el impulso de llorar. El impuso de la emoción debe alcanzar la superficie del cuerpo para que se pueda experimentar como un sentimiento. Sin embargo, cuando no es así, se produce una acción abierta.

La inhibición del movimiento a causa de la tensión muscular  crónica tiene el efecto de ahogar los sentimientos. Tal tensión produce una rigidez en el cuerpo, una muerte parcial del mismo. No es sorprendente que los soldados tengan que ponerse firmes y rígidos cuando se requiere su atención. Como hemos visto, un buen soldado tiene que suprimir gran parte de sus sentimientos y convertirse en realidad, en una máquina de matar.
Puede saberse cuales son los sentimientos que se han reprimido estudiando el patrón de las tensiones. Cuando ésta se concentra, por ejemplo, en los músculos de la mandíbula, se esta inhibiendo el impulso de morder. Sin embargo, tales impulsos pueden salir a la superficie en forma de un sarcasmo mordaz. Una mandíbula apretada puede también bloquear el impuso de succionar, reprimiendo así el deseo de cercanía y contacto. El nudo que oprime la garganta impide llorar y así la persona ahoga los sentimientos de tristeza. La rigidez de la espalda y los hombros disminuye la intensidad de una reacción de ira.

La rigidez corporal general mata el cuerpo al restringir la respiración y disminuir la motilidad. Sin embargo, muchos narcisistas tienen un cuerpo bastante ágil y flexible. Su cuerpo aparenta tener vida y gracia, pero actúan sin sentimientos, lo que significa que para recortar los sentimientos existe otro mecanismo distinto al bloqueo del movimiento. Este mecanismo, como se ha dicho, es el bloqueo de la función perceptiva.

Puesto que la percepción es una función de la conciencia, está generalmente sujeta al control del ego. Normalmente percibimos aquellas cosas que nos interesan e ignoramos las demás. También centramos deliberadamente la atención en ciertos objetos o situaciones cuando queremos percibirlos con mayor claridad. Pero, por el mismo proceso, rechazamos verlos o los ignoramos. A menudo ésta es una decisión subliminal, al margen de la conciencia. Por ejemplo, pocos son los padres que advierten la infelicidad en la cara de sus hijos. Y los niños aprenden con rapidez a no ver la ira y la hostilidad en los ojos de sus padres. No queremos ver la expresión de nuestra propia cara cuando nos miramos al espejo. Es posible que un hombre se recorte el bigote sin ver cuán apretados y crueles son los labios que hay debajo. En efecto, no vemos lo que no queremos ver.

No queremos ver aquellos problemas que nos parecen sin solución. Verlos nos colocaría en un intolerable estado de estrés y de dolor, que representaría una amenaza para nuestra salud mental. De hecho, bloqueamos o negamos ciertos aspectos de la realidad a modo de autodefensa. Sin embargo, esta negación implica un reconocimiento previo de la situación. En primer lugar, vemos la situación que nos resulta dolorosa y, después, nos damos cuenta de que no podemos estar a su favor ni tampoco cambiarla, así que negamos su existencia. Cerramos los ojos a ella.
Al principio, pues, la negación es consciente. No obstante, con el tiempo, esa negación se vuelve inconsciente. En su lugar, creamos una imagen de una situación feliz o agradable, que nos permite ir tirando como si todo fuera estupendamente. El punto clave de tal tensión está en la base del cráneo, en los músculos que ligan la cabeza al cuello. Dicha tensión parece bloquear el flujo de las emociones que va desde el cuerpo hasta el interior de la cabeza, que queda así desconectada del sentimiento corporal.

La terapia es un proceso mediante el cual se amplía la conciencia, la expresión y la posesión del yo, que es la capacidad de contener y mantener los sentimientos intensos. La rigidez y las tensiones corporales tienen que irse reduciendo gradualmente, de forma que el cuerpo llegue a tolerar el alto nivel emocional que va asociado a la intensidad de los sentimientos. La mejor forma de enfocar este objetivo es combinar el análisis con el trabajo corporal intensivo.

El grado de sentimiento

 La expresión de los sentimientos en los individuos narcisistas suele tomar dos formas: la rabia irracional y la sensiblería o sentimentalismo.
Probablemente, los padres que maltratan físicamente a sus hijos han pasado ellos mismos por una situación similar cuando eran niños. Han negado los sentimientos que generó aquella experiencia y por eso no los tienen ante sus hijos.

La terapia es un proceso de conexión con el yo. El enfoque que tradicionalmente se ha utilizado para ello ha sido el análisis. Toda terapia debe incluir un análisis exhaustivo de la historia del paciente para poder descubrir las experiencias que han moldeado su personalidad y determinado su conducta. Por desgracia, trazar la línea de la historia no es fácil. La supresión y negación de los sentimientos también lleva consigo la represión de los recuerdos significativos. La fachada que levanta una persona esconde su verdadero yo ante sí misma y ante el mundo. No obstante, el análisis puede trabajar con otras cosas, además de con los recuerdos.
El análisis de los sueños es una forma de conseguir más información. Y también está el análisis de la conducta actual.

Conectar con el yo requiere algo más que el análisis. El yo no es un constructo mental, sino un fenómeno corporal. Estar en contacto con el yo significa ser consciente de los sentimientos y conectar con ellos. Para conocer los propios sentimientos hay que experimentarlos en toda su intensidad, y esto sólo se consigue cuando se expresan. Si la expresión de los sentimientos está bloqueada o inhibida, estos se suprimen o se minimizan. Una cosa es hablar del miedo y otra sentirlo. Decir “Estoy enfadado” no es lo mismo que notar como esta emoción agita el cuerpo. Para poder sentir plenamente la tristeza, hay que llorar.

Al identificarse con una imagen grandiosa, uno puede pasar por alto lo doloroso de la realidad externa. Pero la imagen también cumple una función externa en relación con el mundo. Constituye una forma de lograr aceptación de los demás, una forma de seducirlos y de obtener control sobre ellos.

martes, 9 de julio de 2013

El Narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo, parte 3


Capítulo 2

EL PAPEL DE LA IMAGEN 

Lo corriente es pensar que el narcisismo es un amor desmesurado que siente la persona hacia sí misma, con la correspondiente falta de interés y de sentimientos hacia los demás. Sin embargo, esta descripción es sólo parcialmente correcta. Sí es cierto que los narcisistas muestran una falta de preocupación por los demás, pero también es verdad que son igualmente insensibles a sus propias necesidades reales. Con frecuencia su conducta es autodestructiva. Tiene un pobre sentido de yo; sus actividades no van dirigidas a su yo, sino a potenciar su imagen, y como consecuencia el yo se resiente.
Cabe hacer una distinción entre la sana preocupación por el aspecto físico, basada en un sentido del yo, y el desplazamiento de la identidad del yo hasta la imagen, característica del estado narcisista.

El mito de Narciso

Según el mito griego, Narciso era un apuesto joven de Tespias, de quien se enamoró la ninfa Eco. Hera, la esposa de Zeus, había privado del habla a Eco, y ésta tan sólo podía repetir las sílabas de las palabras que oía. Incapaz de expresarle su amor a Narciso, éste la desdeñó. A Eco se le rompió el corazón y murió. Por haberla tratado con tanta crueldad, los dioses castigaron entonces a Narciso haciendo que se enamorase de su propia imagen.  Tiresias, el vidente, predijo que Narciso viviría hasta que pudiese verse a sí mismo. Un día, se hallaba él inclinado sobre las aguas límpidas de una fuente, y entonces vio su propia imagen reflejada en el agua. Se enamoró apasionadamente de ella y ya no quiso marcharse de aquel lugar. Languideció y murió. Se convirtió después en una flor -en el narciso que crece al borde del agua.

Es significativo que Narciso se enamorase de su propia imagen tan sólo después de haber rechazado el amor de Eco. En le mito se entiende el enamoramiento de la propia imagen -esto es, convertirse en narcisista- como una forma de castigo por ser incapaz de amar. Pero vayamos un poco más allá de la leyenda. ¿Quién es Eco? Podría ser nuestra propia voz cuyo sonido vuelve a nosotros. Así, si Narciso fuese capaz de decir “Te amo”, Eco repetiría esas palabras y él se sentiría amado. La incapacidad de pronunciarlas identifica al narcisista. Como no dirigen su libido hacia la gente que le rodea, los narcisistas están condenados a enamorarse de su propia imagen (esto es, a dirigir su libido hacia su ego)

Hay otra posible interpretación que es interesante. Al rechazar a Eco, Narciso rechaza también su propia voz, reniega de su ser interior a favor de su apariencia externa. Maniobra típica de los narcisistas.

El yo y el ego

Considero que el niño nace con un yo, que es un fenómeno biológico, no psicológico. En cambio el ego es una organización mental que se desarrolla a medida que el niño crece. El yo se puede definir entonces como aquellos aspectos del cuerpo que tienen que ver con los sentimientos.
No hay que confundir o identificar el yo con el ego. El ego no es el yo, aunque el ego sea la parte de la personalidad que percibe el yo.
Se podría decir que los ordenadores son capaces de pensar, pero lo que no pueden hacer es sentir.
Al disociar el ego del cuerpo o yo, los narcisistas separan la conciencia de lo que es su fundamento vivo.

La mayor parte del yo la forma el cuerpo y sus funciones, la mayoría de las cuales se realiza por debajo del nivel consciente. El inconsciente es como la parte sumergida de un iceberg. Las funciones que no dependen de la voluntad, como por ejemplo la circulación de la sangre, la digestión y la respiración, tienen un profundo efecto sobre el consciente, porque determinan el estado del organismo. Según el funcionamiento del cuerpo, una persona se puede sentir sana o enferma, con ánimo o desanimada, vital o deprimida, sexualmente excitada o impotente.

Una persona sana tiene una conciencia dual, sin que eso sea un problema para ella, porque la imagen del yo y la experiencia directa del yo coinciden. Lo que este estado presupone es la aceptación del yo -una aceptación o una identificación con el cuerpo y los sentimientos que se derivan de él-. Es la aceptación del yo lo que les falta a los individuos narcisistas, que han disociado sus cuerpos de forma que han invertido su libido en el ego y no en su cuerpo o yo. Sin la aceptación del yo, no puede existir el amor al yo. Si una persona no se ama a sí misma, tampoco puede amar a los demás. Amar es compartir el yo con otra persona.

Sin la aprobación y la admiración de los demás, el ego del narcisista se desinfla, porque no esta conectado al yo y por tanto no puede alimentarse de él. Por otro lado, la admiración que pueda recibir el narcisista sólo hincha su ego, no le sirve para nada al yo. Entonces, al final el narcisista acaba por rechazar a los admiradores, del mismo modo que ha rechazado a su verdadero yo.

Sentimos y pensamos. Nuestra identidad dual se apoya en la capacidad para formar una imagen del yo y en la conciencia del yo corporal. En una persona sana, las dos identidades son congruentes. La imagen encaja en la realidad del cuerpo como un guante.
En el trastorno narcisista, la incongruencia es de menor calibre que en la esquizofrenia, pero es lo suficiente grave como para producir una escisión de la identidad, con la consiguiente confusión derivada de ello. Al no permitir que los sentimientos intensos alcancen el nivel de la conciencia, tratan al cuerpo como un objeto sujeto a la voluntad del individuo.
Si se niegan los sentimientos corporales, se corta la relación que a través de los sentimientos se mantiene con el mundo.

Si el éxito o los logros alcanzados hinchan al ego de una persona, la congruencia con la realidad de su cuerpo se pierde. Entonces, la confusión sólo se puede evitar negando el cuerpo y sus sentimientos.

IMAGEN Y CUERPO

El hecho de que la gente esté tan volcada en su imagen es un síntoma de la tendencia narcisista de nuestra cultura. Estoy firmemente convencido de que necesitamos sentir el cuerpo y realizar actividades físicas que potencien la energía y la vitalidad. Pero la meta que persiguen muchas personas que siguen un programa de acondicionamiento físico no es sentirse mejor, sino mejorar su aspecto de acuerdo con el ideal en boga. El culturismo representa un ejemplo extremo.
Nada de lo dicho niega el valor de tener un buen aspecto, cuando es una expresión de sentirse bien con el propio cuerpo. En este caso, el buen aspecto se manifiesta en el brillo de los ojos , en una piel resplandeciente y suave, en una expresión facial  agradable, y en un cuerpo que se mueve con gracia y vibrante vitalidad. Si una persona no se siente bien con su cuerpo, sólo puede proyectar la imagen de cómo cree que debe ser su físico. Cuanto más se centra uno en la imagen, menos a gusto se siente con su propio cuerpo. Al final, la imagen demuestra ser tan sólo una pobre mascara que ya no puede esconder la tragedia de la vida vacía que se oculta tras ella.

La historia de Dorian Gray

El Retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, aun siendo un relato de ficción, es un estudio clásico de una personalidad narcisista. Del mismo modo que Narciso, Dorian Gray era un joven sumamente agraciado. Además, la belleza de su apariencia coincidía con la de su carácter. Era amable, considerado y se preocupaba por los demás. Quiso el destino que el físico de Dorian llamase la atención de un renombrado artista, y éste emprendió la tarea de pintar su retrato. También atrajo el interés del diletante Lord Henry, que se encargó de enseñar a Dorian los modos u maneras para desenvolverse en un mundo de sofisticación.
Con halagos, Lord Henry sedujo a Dorian y le hizo creer que era muy especial debido a su excepcional belleza física. Convenció al joven de que estaba obligado a conservarla. Una forma de proteger su hermosura era no permitir que ningún sentimiento intenso perturbara la paz de su mente ni dejara huellas en su rostro ni en su cuerpo.
Que pena, pensó, que la imagen del cuadro siempre le mostraría como un joven radiante, feliz y guapo, mientras que él envejecería y se iría deteriorando. Ojalá fuera al revés, rogaba él, y eso fue lo que sucedió.
El retrato envejecía por él y mostraba la fealdad de una existencia vivida sin sentimientos. Pero Dorian escondió el retrato y nunca lo miraba.

A falta de sentimientos, Dorian pasó su vida buscando sensaciones. Seducía a las mujeres y después las abandonaba. Inició en vicios y drogas a jóvenes que le admiraban, arruinando así sus vidas. Y todas esas cosas no generaban en él remordimiento alguno. Nunca miraba el retrato, no se enfrentaba con la realidad de su vida.
Cuando el artista quiso ver de nuevo el retrato, Dorian lo asesinó. Para ocultar su crimen, se sirvió del chantaje para obligar a un admirador suyo a deshacerse del cadáver , y éste acabó suicidándose. No obstante, al final Dorian sí quiso ver el retrato, no pudo resistir por más tiempo la curiosidad que sentía ni la inquietud creciente que le atormentaba por dentro. Se arriesgó a ir hasta el lugar oculto donde lo había escondido y descorrió el velo que lo cubría. La expresión retorcida y torturada del rostro envejecido que vio le causó tal horror que cogió un puñal y rasgó el lienzo. A la mañana siguiente, uno de sus sirvientes encontró a Dorian caído en el suelo frente al cuadro, con un puñal clavado en el corazón. (lo que halló fue un anciano con la expresión del rostro retorcida y torturada)

¿Cómo pudo un hombre tan hermoso llegar a tener un carácter tan horrible?
Se puede seducir al inocente con promesas de amor, de poseer riquezas o de alcanzar cierta posición social. Este tipo de seducción se produce constantemente en nuestra sociedad, y favorece así el desarrollo de la personalidad narcisista.
A pesar de que la historia de Dorian Gray es imaginaria, es la idea de que una persona pueda tener una apariencia que sea pura contradicción con su estado interior es perfectamente válida. A menudo me sorprende que la mayoría de narcisistas parece mucho más joven de lo que es. Este tipo de personas no permite que la vida les toque -es decir, no consciente que aspectos internos vitales afloren a la superficie física y mental. Esto es lo que yo lamo negar los sentimientos.
Cerramos los ojos a la carencia de armonía de las diversas partes del cuerpo y a la falta de gracia de los movimientos. Nos enseñan muy pronto a ocultar los sentimientos y a poner buena cara ante el mundo.
El papel que juega la imagen es compensar el socavado sentido del yo, pero el efecto conseguido es el contrario. Al dirigir todas las energías hacia el mantenimiento de la imagen, empequeñece el verdadero yo.
La imagen es realmente parte del yo. Es la parte del yo que se enfrenta al mundo, y toma su forma a partir de los aspectos superficiales del cuerpo ( la postura, los movimientos, las expresiones faciales, etc.). Debido a que esta parte del cuerpo está sujeta al control consciente por medio de la voluntad o del ego, puede modificarse para conformar una imagen concreta. Así, el trastorno básico es un conflicto entre la imagen y el yo corporal.

En mi enfoque terapéutico, llamado análisis bioenergético, la conexión del individuo con su yo corporal se consigue por medio de trabajar directamente el cuerpo. Se utilizan ejercicios especiales para ayudar a que la persona sienta las diferentas partes de su cuerpo, en las que la tensión muscular crónica bloquea la conciencia y la expresión de los sentimientos.
La gente que tiene problemas necesita llorar. El excesivo desarrollo muscular produce un cuerpo duro, tenso, que inhibe eficazmente la conciencia y la expresión de sentimientos suaves o tiernos. En estos casos hay que trabajar mucho la respiración, para poder suavizar el cuerpo hasta el punto en que se produzca el llanto. Una vez que la persona se deja llevar y llora, ya no le resulta difícil evocar la cólera que ha reprimido.

El verdadero yo es el yo de los sentimientos, pero es un yo negado y escondido. Dado que el yo superficial representa la sumisión y la conformidad, el yo interior se siente indignado y desea rebelarse. Esta ira y deseo de rebelión que subyacen nunca se pueden suprimir del todo, porque son una expresión de la fuerza vital de la persona. Sin embargo, debido al mecanismo de negación, no se pueden expresar directamente y por esa razón se reflejan en el comportamiento impulsivo del narcisista, y se convierten entonces en una forma perversa.
Por tanto, la distinción más importante se halla entre la persona que se mueve en términos de imagen y la que se mueve en términos de sus sentimientos. La pérdida de sentimientos se debe a un mecanismo especial que yo llamo la negación de los sentimientos.

viernes, 5 de julio de 2013

El Narcisismo, la Enfermedad de Nuestro Tiempo, parte 2



Capitulo 1

EL ESPECTRO DEL NARCISISMO

La acción sin sentimientos es, como veremos, el conflicto básico de la personalidad narcisista. En el lenguaje común, describimos al narcisista como la persona que se preocupa de sí mismo por encima de cualquiera. “El narcisista se vuelve su propio mundo y considera que el mundo completo es él“. Los narcisistas presentan diversas combinaciones de ambición intensa, fantasías grandiosas, sentimientos de inferioridad y una dependencia excesiva de la admiración y el aplauso externos. También es característico de ellos, la incertidumbre e insatisfacción crónicas respecto a sí mismos, la explotación consciente o inconsciente y la crueldad para con los demás.

Sin embargo, este análisis descriptivo de la conducta narcisista sólo nos ayuda a identificar al narcisista, no ha comprenderlo. La pregunta es: ¿ Qué hace que una persona sea explotadora y cruel con los demás y que a la vez sufra de incertidumbre e insatisfacción crónicas?

Los psicoanalistas reconocen que el problema se desarrolla en las primeras etapas de la infancia. El narcisista se identifica con la imagen idealizada. No funcionan en términos de la imagen real porque para ellos es inaceptable. Su conducta no está motivada por el sentimiento. ¿Por qué decide alguien negar el sentimiento? Y ¿Por qué los conflictos narcisistas son tan comunes hoy en día?

NARCISISMO VERSUS  HISTERIA

En términos generales, el patrón de conducta neurótica en cualquier época refleja la interacción de fuerzas culturales. Por ejemplo, en la era victoriana la neurosis típica era la histeria. La reacción histórica se deriva de la condenación de la excitación sexual. La consecuencia de todo esto fue generar en mucha gente un superyó estricto y severo que limitaba la expresión de la sexualidad  y provocaba un fuerte sentimiento de culpa y de ansiedad.

Actualmente, casi un siglo después, el cuadro cultural ha tenido un giro de casi 180 grados. Nuestra cultura está marcada por un resquebrajamiento de la autoridad tanto dentro como fuera del hogar. Las costumbres sexuales parecen bastante más tolerantes. Vemos menos gente que sufra inconscientemente de culpa o ansiedad por lo sexual.
Frecuentemente se describe a los histéricos como hipersensibles, que están exagerando sus sentimientos. Por su parte, los narcisistas minimizan sus sentimientos con el propósito de ser “impertérritos” (demostrar que nada les llega). De manera similar, los histéricos parecen cargar un pesado sentimiento de culpa del cual los narcisistas parecen estar liberados. La predisposición narcisista es la depresión, una sensación de vacío o de no sentir nada, en tanto que en la histeria la predisposición es a la ansiedad. Sin embargo, estas diferencias son teóricas. Es frecuente encontrar una mezcla de ansiedad y depresión porque están presentes elementos tanto de la histeria como del narcisismo.
Podría también decirse que la cultura victoriana ponía énfasis en el amor sin sexo, en tanto que nuestra cultura actual pone énfasis en el sexo sin amor.

Aún si tomamos en cuenta que estas afirmaciones son generalizaciones burdas, de hecho revelan el problema central del narcisismo: la negación del sentimiento y su relación con la falta de límites. Los negocios se manejan como si no hubiera límite al crecimiento económico, e incluso en la ciencia nos topamos con la idea de que podemos vencer la muerte, es decir, transformar a la naturaleza a nuestra imagen. El poder, el desempeño y la productividad se han vuelto los valores dominantes y han desplazado a virtudes tan pasadas de moda como la dignidad, la integridad y el respeto de sí mismo.    

A mi juicio, el narcisismo es el resultado de una distorsión en el desarrollo. Hay que averiguar que le hicieron los padres al niño, en lugar de simplemente buscar qué es lo que no le hicieron. Desgraciadamente, los niños a menudo están sujetos a ambos tipos de trauma: los padres no les proporcionan suficientes cuidados y apoyo a nivel emocional, al no reconocer y respetar la individualidad de la criatura, pero a la vez intentan seducirlo para moldearlo según la imagen que ellos tienen de cómo debe ser el niño.

LOS DIFERENTES TIPOS DE TRASTORNOS NARCISISTAS

El narcisismo cubre un amplio espectro comportamental: existen diversos grados de alteración o pérdida del yo.
Estos son los cinco tipos, en orden ascendente según el grado de narcisismo:
1. Carácter fálico-narcisista
2. Carácter narcisista
3. Personalidad límite
4. Personalidad psicopática
5. Personalidad paranoide

Cuanto más narcisista es un individuo, menos se identifica con sus sentimientos. En otras palabras, existe una correlación entre la negación o la carencia de sentimientos, y la falta de un sentido del yo.

El carácter fálico-narcisista

Su narcisismo consiste en una preocupación desmesurada por su imagen sexual. Su narcisismo se manifiesta como una “demostración exagerada de confianza en sí mismo, de dignidad y de superioridad”
El homólogo femenino del carácter fálico-narcisista es el tipo de carácter histérico. Su narcisismo se expresa en la tendencia a ser seductora y a medir su valor en función de su atractivo sexual basado en sus encantos “femeninos“. Están más entregadas a una imagen de superioridad que a un yo con sentimientos.

El carácter narcisista

Este individuo no se cree mejor, sino el mejor. Estos individuos tienen necesidad de ser perfectos y de que los demás también les consideren perfectos. El individuo de este tipo, esta totalmente fuera de lugar en el mundo de los sentimientos y no sabe relacionarse con otras personas de una forma real, humana.

La personalidad límite

Este tipo de narcisista puede o no mostrar abiertamente los síntomas típicos del narcisismo. Algunos proyectan una imagen de éxito, competencia y poderío en el mundo, que de hecho se apoya en logros alcanzados en el terreno de los negocios o del espectáculo. Sin embargo, esta fachada se derrumba fácilmente bajo presión emocional, y la persona deja ver entonces el niño asustado e indefenso que hay en su interior. Otras personalidades límite muestran una imagen de persona necesitada, hacen hincapié en su propia vulnerabilidad y a menudo se pegan a los demás. En estos casos, la arrogancia y la fantasía de grandeza que albergan están ocultas, porque no hay éxitos que puedan apoyarlas.

Las demostraciones de grandiosidad del carácter narcisista son una defensa relativamente efectiva ante la depresión, y por ello es difícil socavar la fachada de superioridad de que se valen. Por el contrario, en el caso de la personalidad límite, la ostentación de los éxitos conseguidos no les sirve como protección.
La personalidad límite se encuentra atrapada entre dos visiones contradictorias: o es totalmente genial o totalmente inútil. La fantasía de una genialidad “secreta” puede llegar a ser una verdadera necesidad para contrarrestar la amenaza de inutilidad que representa la realidad.
Pueden buscarse las causas de las ideas de grandeza en la forma de relacionarse los padres con el niño, más que en la forma de relacionarse el niño con los padres. El niño no se cree un príncipe por un fallo del desarrollo normal. Si cree que lo es, es debido a que le educaron en esa creencia. La forma de verse a sí mismo de un niño refleja cómo lo ven y lo tratan sus padres.

La personalidad psicopática.

Todas las personalidades psicopáticas se consideran a sí mismos individuos superiores a los demás y muestran un grado de arrogancia que raya en el desprecio por los seres humanos corrientes. Una característica específica es la tendencia a actuar siguiendo sus impulsos, a menudo de manera antisocial. Mienten, engañan, roban, incluso matan, sin que se vea en ellos signo alguno de culpabilidad o remordimiento. Esta falta extrema de empatía hace muy difícil el tratamiento.
El impulso que subyace bajo esta conducta procede de las experiencias de la infancia, que fueron tan traumáticas y tan aplastantes que el niño no pudo integrarlas en el ego que se estaba desarrollando. Como resultado, los sentimientos asociados con aquellos impulsos están más allá de la percepción del ego. Se actúa entonces sin sentimientos conscientes. El asesinato a sangre fría es un ejemplo extremo de la actuación psicopática. Pero actuar impulsivamente de por sí no es algo limitado a la conducta antisocial. El alcoholismo, la drogadicción y la conducta sexual promiscua se pueden considerar también formas de conducta impulsiva.

Cabe añadir, que la personalidad psicopática no son necesariamente lo que la sociedad llama “perdedores”. Hay psicópatas con mucho éxito. Son brillantes, no tienen remordimientos, su inteligencia es fría como el hielo, son incapaces de sentir amor o culpabilidad, y tienen malas intenciones con respecto al resto del mundo. Un individuo así puede ser un abogado competente, un ejecutivo o un político. “En lugar de asesinar personas, este tipo de individuo puede llegar a ser el presidente de una empresa que despide a la gente en lugar de matarla y corta a trozos sus funciones en lugar de su cuerpo. Irónicamente, la clave de este tipo de “éxito” es la falta de sentimientos de la persona -que es a su vez la clave de todos los trastornos narcisistas-. Como hemos visto, cuanto más niega sus sentimientos, más narcisista es el individuo que sufre el trastorno.

La personalidad paranoide
 
Este tipo de individuos no sólo cree que la gente les mira sino que además habla de ellos, incluso conspira en su contra, debido a que ellos son tan extraordinarios e importantes. Puede que incluso crean que tienen poderes fuera de lo normal. Cuando llega un punto en que son incapaces de distinguir la fantasía de la realidad, su locura es clara. En este caso, estamos hablando de paranoia pura y dura.

Si la salud se mide en base a la congruencia de la propia imagen del ego con la realidad del yo o cuerpo, entonces es posible postular que hay un grado de enfermedad en cada trastorno narcisista.

miércoles, 3 de julio de 2013

El Narcisismo, La Enfermedad de Nuestro Tiempo, parte 1

Comienzo ahora, con el resumen del libro de Alex Lowen,"El Narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo", Ed. Pax, México, 1987.

“El Narcisismo, la enfermedad de nuestro tiempo”


INTRODUCCIÓN


El narcisismo es una enfermedad tanto psicológica como cultural. En el plano individual, denota un trastorno de la personalidad caracterizado por una dedicación desmesurada a la imagen en detrimento del yo. A los narcisistas les preocupa más su apariencia que sus sentimientos. De hecho, no los aceptan si éstos se contradicen con la imagen deseada. Son ególatras, están centrados en sus propios intereses, pero carecen de los verdaderos valores del yo, a saber: la autoexpresión, la autoposesión, la dignidad y la integridad. A los narcisistas les falta el sentido del yo que se deriva de los sentimientos corporales. La vida les parece vacía y falta de significado. Viven en un estado de desolación.

Desde el punto de vista cultural, se puede entender el narcisismo como una pérdida de los valores humanos -ausencia de interés por el entorno, por la calidad de vida, por las demás personas-. Una sociedad que sacrifica su medio natural para obtener dinero y poder, no tiene sensibilidad para las necesidades humanas. La proliferación de cosas materiales se convierte en la medida del progreso en lo que ha forma de vida se refiere, y se incita al  hombre contra la mujer, al trabajador contra el empresario, al individuo contra la sociedad.  
Cuando la riqueza ocupa una posición superior a la de la sabiduría, cuando se admira más la fama que la dignidad, cuando el éxito es más importante que el respeto a sí mismo, la cultura misma sobrevalora la “imagen” y debe considerársele narcisista.

El narcisismo del individuo refleja el de la cultura. Nuestra cultura se forma en consonancia con nuestra imagen y nosotros, por nuestra parte, adoptamos la forma que esa cultura nos impone. ¿Es posible entender lo primero sin entender lo segundo? ¿Es posible que la psicología se desentienda de la sociología y viceversa?

Los problemas de la personalidad de la gente han cambiado en forma notoria los últimos cuarenta años. Las neurosis de antes, constituidas por culpas, ansiedades, fobias u obsesiones incapacitadoras, comúnmente no se ven hoy en día. En vez de eso, me encuentro con más gente que se queja de depresión; esas personas describen una carencia de respuesta afectiva, un vacío interno, una profunda sensación de frustración y falta de realización. Muchas de esas personas tienen bastante éxito en su trabajo, lo que sugiere un rompimiento entre su desempeño laboral y lo que sienten por dentro. Su desempeño en el plano laboral, sexual y social, parece demasiado eficiente, mecánico y perfecto para ser humano. Funcionan más como máquinas que como personas.

A los narcisistas se les reconoce por su falta de humanidad. No sufren por la tragedia de un mundo amenazado por el quebranto ecológico, no sienten la tragedia de una vida que transcurre en el intento de demostrar su valor ante un mundo indiferente. Cuando la careta de superioridad se rompe y permite que se vuelva consciente el sentimiento de pérdida y tristeza, a veces ya es demasiado tarde. Al dirigente de una gran compañía le dijeron que tenía cáncer en su fase terminal. Ahora que su vida llegaba al término, descubrió cual era su sentido. Antes nunca me fijé en las flores -explicaba- , ni en el brillo del sol, ni en los campos. Me pasé la vida tratando de demostrar a mi padre que había triunfado. El amor no tenía cabida en mi vida. Por primera vez en su vida, ya adulto, este hombre pudo llorar y dirigirse a su esposa e hijos en busca de ayuda.

Hay algo de locura en un patrón de conducta que valora el éxito por encima de la necesidad de amar y ser amado. Hay una cierta locura cuando una persona está desconectada de la realidad de su ser -el cuerpo y sus respuestas afectivas- . Y hay también algo de locura en una cultura que contamina el aire, el agua y la tierra, en nombre de un “mejor” nivel de vida.
Personalmente, considero que la frenética actividad de la gente en las grandes ciudades -para ganar más dinero, obtener más poder, ir a la cabeza- resulta un tanto loca.

Para entender la enfermedad que subyace en el fondo del narcisismo es necesaria una visión más amplia de los problemas de la personalidad. Necesitamos entender qué fuerzas de la cultura provocan el problema y qué factores de la personalidad humana predisponen al individuo al narcisismo. Y necesitamos saber qué es ser humano si queremos evitar ser narcisistas.

El tratamiento con pacientes narcisistas consiste en ayudarlos a entrar en contacto con sus cuerpos, a recuperar las respuestas afectivas que habían suprimido y a volver a tener las características de humanidad que había perdido. Este enfoque supone trabajar para reducir la tensión muscular y la rigidez que bloquean los sentimientos de la persona. Sin embargo, nunca he considerado como lo principal las técnicas específicas que utilizo. La clave de la terapia es la comprensión. Sin comprensión, ningún enfoque o técnica terapéutica tiene sentido ni sirve de nada en un nivel profundo.