viernes, 18 de enero de 2013

De la Psicología a la Espiritualidad, parte 13


5
La vía negativa para llegar al Sí-mismo

Podría considerársenos una especie de escultores
que se preparan para esculpir.
Eliminan todos los obstáculos a la visión pura
de la imagen oculta,
y a través de ese simple acto de limpieza,
muestran la belleza velada.
Pseudo-Dionisio

 La actividad de la vía negativa permite desprenderse de los apegos inútiles para que el Sí-mismo pueda finalmente ponerse en acción. Ésta es la razón de ser de cualquier despojamiento. La vía negativa no deja de ser difícil de comprender. Por paradójica que parezca, la vía negativa no conduce a la esterilidad y la muerte, sino a la fecundidad y la liberación de las fuerzas del Sí-mismo.
¿Cómo entrar en esta vía negativa? La persona debe tomar conciencia de sus experiencias de pérdida, identificarlas y hacer el duelo correspondiente.
Se aprende a seguir la vía negativa según se van haciendo “duelos”; son pasos dolorosos pero transitorios que permiten que emerja una vida más intensa.

Hacer duelo
La música necesita los agujeros de la flauta;
las cartas necesitan la blancura del papel;
la luz necesita el hueco de la ventana….
J. Vernette y C. Moncelon


El camino espiritual es imposible
sin una renuncia continua
La vida humana está repleta de pérdidas. Desde el nacimiento hasta la muerte, la persona pasa por una sucesión de pérdidas: en primer lugar inevitables, con motivo de las distintas transiciones en la vida; y también pérdidas imprevistas, causadas por las enfermedades, las separaciones, los accidentes, etc.
Vivir bien esas pérdidas exige una fuerte autoestima. Si el duelo no se vive adecuadamente, suele llevar a trastornos de orden físico y psicológico. Quedándose, por ejemplo: demasiado aferrados a los seres desaparecidos y al pasado; su vida parece haberse detenido, su crecimiento psicológico se bloquea y su evolución espiritual se estanca.
No es igual en la persona que se ama y confía en sí misma, que si es capaz de desprenderse de los seres queridos y de las situaciones pasadas. No los olvida, como es natural, pero si construye una relación nueva y sana con ellos. En este tipo de persona, el proceso de duelo sirve para liberar su ego de los apegos y para establecer nuevos lazos espirituales con los desaparecidos.

¿Por qué tiene el ego miedo a hacer duelo?
Lo que la oruga llama “fin del mundo”,
el resto del mundo lo llama “mariposa”  
Richard Bach
En el duelo es importante distinguir el trabajo del ego y el del Sí-mismo. En la resolución de un duelo, la tarea del ego consiste en no dejarse deglutir por el sistema defensivo establecido para sobrevivir la pérdida. Como el ego tiene miedo de morir, trata de protegerse desencadenando potentes mecanismos de defensa.
Cuando el ego se hace más vivamente consciente de la pérdida y de su impotencia, va abandonando progresivamente las formas de bloqueo de su duelo y sumiéndose en la expresión de toda clase de emociones, como la tristeza, la impotencia, la ira, la culpabilidad, la liberación y la angustia. Vive entonces estados depresivos y regresivos.

La persona en duelo dotada de una gran autoestima se concede el derecho a vivir y expresar sus emociones y sentimientos, de los que posee toda la gama, no únicamente unos cuantos; y cuenta con su fuerza interior para permitirse una regresión temporal y una depresión pasajera. Acepta una pequeña “muerte” y es más consciente de tener que desprenderse del ser querido o de la situación en cuestión. Pero se da perfecta cuenta de que no puede resolver su duelo sin ayuda del Sí-mismo, que lo acompaña siempre en su angustia.


El Sí-mismo aporta la esperanza de un renacimiento

La muerte no destruye los lazos tejidos en la vida,
Sino que los transforma.
Jean Monbourquette

Nadie puede morir a sus amores si no entrevé la esperanza de renacer de nuevo y de restablecer lazos espirituales con los seres queridos desaparecidos. Si no, es la angustia más total ante la ausencia, la nada y el vacío, comparado a menudo con la noche obscura. En este lamentable estado, el Sí-mismo tiene el papel de apoyar a la persona en trance de duelo, porque él sabe que es inmortal y que la situación del duelo, por dolorosa que sea, sólo es pasajera.

En el curso de la terapia de duelo, la persona se siente invadida por imágenes como un agujero negro, un desierto estéril, un campo desolado, el fondo de un lago, etc. Después de unos momentos de pánico, estas imágenes se transforman en rayos de luz, llanura frondosa, paisaje vivificante, lago repleto de peces y plantas acuáticas, etc. Estas transformaciones son obras del Sí-mismo, que hace renacer a las personas en duelo a una vida nueva.

La desidentificación
El viaje espiritual consiste en volver a nuestro comienzo,
es decir, a la experiencia del ser.
Richard Moss

La desidentificación consiste en descubrir lo que el Sí-mismo no es, en “intuir” la identidad real desprendiéndose de todo lo que no  forma parte de la verdadera identidad. La desidentificación permite renunciar, abandonar las falsas identidades, que son todas aquellas con las que nos hemos disfrazado creyendo erróneamente que eran parte integrante de nuestro ser.
Si tengo migraña, por ejemplo, es importante que no me identifique con ella. Diré pues: “Tengo una migraña, pero yo no soy mi migraña”. El hecho de respetar esta distinción favorece un control mayor del dolor. La misma regla se aplica en el terreno emocional. Cuando tras una decepción me digo: “Me siento decepcionado, pero no soy mi decepción, porque yo soy más que mi decepción”, me desidentifico de ella. Evito, por lo tanto, pensar o dejar que piensen que todo mi ser no es más que tristeza y dolor. Este ejercicio posibilita la creación de un espacio de paz y disponer de libertad ante un mal físico o un estado de ánimo decaído.

La práctica regular de la desidentificación creará un saludable distanciamiento de los atributos que se cree tener o que se ha dejado uno convencer de tener. Esta forma de meditación que es la desidentificación hará adoptar una distancia psicológica frente a los problemas y permitirá un mayor dominio de sí.

Reintegrar la propia sombra, o el sacrificio del ego

El estiércol forma parte de la flor.
Es un eslabón de la vida que pasa de la noche a la luz.
Gracias al estiércol, la rosa alcanza la plenitud.
La flor es el estiércol que ha sido amado.
Placide Gaboury   

La sombra en ayuda de la autoestima
La adaptación social del ego es obligada. Así, las preocupaciones por responder a las demandas y expectativas del exterior, en particular a las de los padres y educadores, así como a las de sus iguales y a las del medio cultural, frenan la autonomía del ego. El yo, en efecto, experimenta un miedo real o imaginario a ser rechazado por su entorno. Para progresar en la estima del Sí-mismo, es importante proceder a la reintegración de las represiones y explotar todas sus riquezas.

Las pulsiones de la sombra, rechazadas y no dominadas, vendrán de modo constante a consumir la energía del yo y a minar la autoestima. Para poder armonizar la persona y la sombra, es preciso cambiar de registro, es decir, recurrir, no a los esfuerzos voluntarios del ego,  sino a la fuerza integradora del Sí-mismo. Dejada en estado salvaje, la sombra se transforma en fuente de menosprecio personal y de conflicto con los demás.

Conocer la propia sombra, hacer la paz y colaborar con ella son condiciones esenciales para cualquier autoestima sana, así como para el inicio de la estima del Sí-mismo. Porque ¿puede uno amarse verdaderamente y tener confianza en sí mismo si deja que la sombra mine sus energías y actúe contra sus propios intereses?

El Audio en :https://www.dropbox.com/s/1m8etkj434h6ykq/Autoestima%2013.mp3

No hay comentarios:

Publicar un comentario