lunes, 24 de noviembre de 2014

La Traición al cuerpo, parte 8

5.
La imagen
del cuerpo

La persona sana tiene una imagen clara de su cuerpo, que puede reproducir verbal y gráficamente. El esquizoide no lo puede hacer. El tema del presente capítulo es la disparidad entre la forma en que la persona se ve a sí misma como ser social (su imagen de ego) y la forma en que se ve como ser físico (su imagen corporal). La disparidad entre estas dos imágenes constituye la medida de la perturbación esquizoide. Lo débil que es la imagen corporal se compensa con una exageración de la imagen del ego.

Los dibujos de figuras humanas revelan muchos aspectos de la imagen corporal de una persona. Nos dice el grado de integración, el estado de armonía entre las partes del cuerpo, lo que se siente por la superficie del cuerpo, la aceptación de las características sexuales, la cualidad de ánimo básico y la actitud general de la persona para con su cuerpo. Una de las razones por las cuales los dibujos son tan reveladores es que, al hacerlos, la única guía que tiene la persona es su propia imagen corporal. Por consiguiente, expresará en el dibujo lo que perciba acerca de su propio físico. Por ejemplo, si su cuerpo no le causa placer, lo trastornará mucho tener que dibujar el cuerpo humano, y omitirá muchos de sus rasgos.

Según investigaciones, la imagen corporal se forma mediante la síntesis de sensaciones producidas por innumerables contactos físicos entre los padres y el niño. Dichas sensaciones son de signo positivo o negativo según se perciban como placenteras o dolorosas. Las sensaciones placenteras favorecen la formación de una imagen corporal clara e integrada. Por el contrario, las sensaciones negativas conducen a distorsiones o deficiencias de la imagen corporal.

Las actitudes [de los padres] hacia el niño se expresan en cómo lo alzan y lo tienen el brazos, y en cómo tratan de que él regule ciertas funciones del cuerpo como la defecación. El “cómo” se refiere a la calidad de la caricia, a la expresión de los ojos, a la bondad del gesto, todo lo cual queda registrado en la conciencia del niño como sensaciones de su cuerpo que luego afectarán su imagen corporal.

Cuando una imagen corporal es deficiente, siempre denota una perturbación en la relación madre hijo, en tanto la madre es la persona que más se ocupa de las necesidades físicas del niño. La calidad del contacto físico con su madre determinará lo que en el futuro sienta por su cuerpo y cómo habrán de ser sus respuestas ante la vida. La forma en que la madre mira a su hijo producirá un importante efecto sobre la expresividad de los ojos infantiles.
La capacidad de definir la ubicación de determinada sensación también depende de que se tenga una imagen corporal bien formada. 

Los dibujos que hacen los esquizoide poseen ciertas características comunes: las figuras no tienen vida, a menudo son grotescas o bien meramente bosquejadas. Parecen estatuas, payasos, muñecos, espectros, zombis o espantapájaros.

La máscara del payaso

Una distorsión común de la imagen del cuerpo se ve en los dibujos que representan el cuerpo con ciertos rasgos payasescos. La figura 8 constituye un típico ejemplo de esta clase de dibujos que realizan los esquizoide



¿Qué trata de ocultar el payaso? No sería desacertado suponer que tras esa máscara se esconde una profunda tristeza, una gran añoranza.
Al adquirir más sentimiento en el cuerpo, desaparece la máscara de payaso, se hace consciente de la desdicha, pero siempre se puede decidirse a vivir y encontrar el placer.

El espíritu del esquizoide se halla atrapado dentro de un cuerpo congelado. Sueña con la realización personal, pero no encuentra energías para el placer personal. Toda la energía la concentra en tensiones musculares crónicas, y su espíritu se halla encerrado en sentimientos reprimidos. Ello implica que deberá emprender un viaje al mundo subterráneo (su inconsciente) y una lucha con los demonios de ese mundo (sus sentimientos reprimidos) si desea recobrar su “poder”, o sea la vida.

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