lunes, 10 de noviembre de 2014

La Traición al Cuerpo, parte 4

El ego y el cuerpo

 
 
El conflicto entre ego y cuerpo puede ser leve o severo: el ego neurótico domina al cuerpo; el ego esquizoide lo niega; mientras que el ego esquizofrénico se disocia de él. Temeroso de la naturaleza no racional que tiene el cuerpo, el ego neurótico simplemente intenta someterlo, pero cuando el miedo del cuerpo llega a ser pánico, el ego niega el cuerpo a fin de sobrevivir. Y cuando el miedo del cuerpo alcanza la magnitud de terror, el ego se disocia del cuerpo, divide por completo la personalidad produciendo el estado esquizofrénico.

Clara ilustración de estas distinciones es la forma en que responden al instinto sexual. Para el ego sano, el sexo es una expresión del amor. El ego neurótico considera al sexo una forma de conquista o glorificación del ego. Al ego esquizoide, el sexo le brinda la oportunidad de tener la proximidad física y la calidez de la cual depende la sobrevivencia. El ego esquizofrénico, divorciado del cuerpo, no le encuentra sentido al acto sexual.

El conflicto entre ego y cuerpo produce una escisión en la personalidad que afecta todos los aspectos de la existencia y la conducta del individuo.

Resulta evidente que no se puede resolver la escisión sin mejorar el estado del cuerpo. Es preciso que la respiración se haga más profunda, que se aumente la motilidad, que se evoquen sentimientos si se desea que el cuerpo cobre más vida y que su realidad gobierne la imagen del ego.

En la personalidad escindida, surgen dos identidades que se contradicen una a la otra. Una se basa en la imagen del ego; la otra, en el cuerpo. La historia del paciente y la significación de sus actividades nos dicen algo sobre la identidad de su ego. Observando su apariencia y sus movimientos sabemos algo sobre la identidad de su cuerpo. El dibujo de figuras y otras técnicas proyectivas brindan importante información respecto de quién es la persona.

Por último, todo paciente revela en sus pensamientos y sentimientos las opiniones contrastantes que tiene de sí mismo.

El conflicto esquizoide es una lucha entre la vida y la muerte que puede expresarse como “ser o no ser”. En contraposición a ello, el conflicto neurótico parte de la culpa y la ansiedad producidas por el placer. La personalidad esquizoide paga un precio por su existencia: el precio es renunciar a su derecho de plantearle exigencias a la vida. Renunciar a este derecho necesariamente lleva a cierta forma de sacrificio, y a una existencia que sólo encuentra satisfacción en la negación. La negación de la vida en cualquier forma constituye una manifestación de una tendencia esquizoide, y en este sentido, todo problema emocional parte de un núcleo esquizoide.

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