jueves, 20 de noviembre de 2014

La Traición al cuerpo, parte 7


Formas de encarar el problema esquizoide

La perturbación esquizoide se ha investigado desde distintos planos: el psicológico, el fisiológico y el de la constitución. La psicología trata de explicar la conducta en función de las actitudes mentales conscientes o inconscientes. La fisiología busca la causa de las actitudes desequilibradas en los trastornos de las funciones corporales. El enfoque de la constitución traza un paralelo entre la personalidad y la estructura del cuerpo.

En psicología, el término “esquizoide” se usa para describir la conducta que se asemeja cualitativamente a la esquizofrenia, pero se haya más o menos encuadrada dentro de límites normales. Los patrones de conducta específicos que sugieren este diagnóstico pueden resumirse en la siguiente manera:

1. El individuo evita cualquier relación estrecha con las personas y se advierten en él rasgos de timidez, apocamiento y sentimientos de inferioridad.

2. El individuo es incapaz de demostrar directamente hostilidad y sentimientos agresivos, y en cambio manifiesta sensibilidad a las críticas, suspicacias, necesidad de aprobación y tendencias a negar o distorsionar.

3. Actitudes autistas: introversión, un grado excesivo de ensoñación.

4. El individuo no puede concentrarse; sensación de irrealidad.

5. Brotes histéricos o sin provocación aparente, que se manifiestan en gritos, escándalos, pataletas.

6. Incapacidad de sentir emociones -en especial el placer-, falta de respuesta emocional frente a otras personas o reacciones exageradas de hiperexcitación y manía.

Sin embargo, la conducta esquizoide a menudo parece normal. Según señala Otto Fenichel, el esquizoide “logra reemplazar el contacto con otras personas con pseudo contactos de diversa índole”. Como el role playing, que la persona adopta en vez de comprometerse emocionalmente en determinada situación.

Puede demostrarse que la psicología característica del esquizoide gira en torno a esta falta de identidad. Confundido por no saber quién es ni que desea, el esquizoide se separa de la gente, se sumerge en un mundo interior de fantasía o adopta una pose y desempeña un rol que supuestamente lo adaptará a la vida normal.

Otro plano de la personalidad esquizoide -el fisiológico- lo explica Sandor Rado, cuando sostiene que esta personalidad se caracteriza por dos defectos fisiológicos: El primero, una “deficiencia integradora del placer”, denota la incapacidad de experimentar placer. El segundo, “una suerte de diátesis propioceptiva”, se relaciona con una percepción distorsionada del self del cuerpo. La deficiencia del placer pone trabas al intento del individuo por desarrollar un efectivo “self de acción” o identidad. Dado que el placer constituye “el lazo que realmente une” (Rado), el self de acción que surge en ausencia de este poder de unión del placer es frágil, débil, propenso a quebrarse en los momentos de estrés.

Como no está seguro de su derecho a existir, el esquizoide necesariamente elude las actividades que producen gozo. Para el hombre que lucha por su derecho a existir, el concepto del placer es irrelevante.

La deficiente autopercepción de sí mismo que tiene el esquizoide se relaciona con su incapacidad de experimentar placer. Sin placer, el cuerpo funciona mecánicamente. El placer mantiene vivo al cuerpo y promueve nuestra identificación con él. Cuando las sensaciones corporales se juzgan desagradables, el ego tiende a disociarse del cuerpo.

Las perturbaciones que se ven en la estructura del cuerpo y en la fisiología son una expresión en el campo físico de un proceso que en lo psicológico se manifiesta como trastornos del pensamiento y la conducta.

Psicológicamente, el problema esquizoide se manifiesta en la falta de identidad, y por ende, en la ausencia de relaciones emocionales normales con las demás personas. Fisiológicamente, se manifiesta con perturbaciones en la autopercepción, deficiencias en la función del placer y trastornos de la respiración y el metabolismo. Constitucionalmente , el cuerpo esquizoide es defectuoso en coordinación e integración. Es demasiado rígido, o bien, apenas si se mantiene unido. En ambos casos, le falta la vitalidad de la cual depende una adecuada autopercepción. Sin esta autopercepción, se confunde -o se pierde- la identidad, y aparece el típico síntoma psicológico.

El ego obtiene su sentido de identidad partiendo de la percepción del cuerpo. Si el cuerpo está cargado y es sensible, tendrá funciones de placer fuertes y significativas, y el ego se identificará con el cuerpo. En tal caso, la imagen del ego se asentará en la imagen del cuerpo.

Cuando el cuerpo carece de vida, el placer se vuelve imposible y el ego se disocia del cuerpo. La imagen del ego se vuelve exagerada como compensación por la inadecuada imagen corporal

Esta relación de cada uno con el otro puede demostrarse recurriendo al triángulo del siguiente diagrama:

 

 

 

 

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