jueves, 6 de junio de 2013

La Espiritualidad del Cuerpo, parte 7

Capitulo 9
“De cara al mundo”

La cara, que contiene la boca, la nariz, los ojos y las orejas, es la parte del cuerpo más expuesta al mundo exterior. Utilizada para indicar sentimientos y actitudes, es también la zona más expresiva del cuerpo. Se puede decir que la cara difunde al mundo lo que sentimos, a menos que estemos resueltos a mantener ocultos nuestro sentimientos. Aun en este caso, un observador experto podrá detectar una expresión falsa.

La sonrisa estereotipada es la máscara más común que usa la gente. Sirve para ocultar sentimientos de tristeza, ira y temor, y para que al individuo se le identifique como una persona “agradable”. Pero es sólo una fachada.
Los ojos revelan inevitablemente la diferencia entre una sonrisa genuina y una máscara. Una sonrisa genuina es el resultado de una onda de excitación que fluye hacia arriba, alumbrando el rostro e iluminando los ojos.

Si pudiéramos mirar con suficiente profundidad a los ojos de las personas, observaríamos sus temores, su dolor, su tristeza, su ira….cada uno de sus sentimientos. Pero son sentimientos que la gente no quiere exponer. Tratamos de ocultar nuestras debilidades a los demás y a nosotros mismos. Creo que funcionamos de acuerdo con un pacto tácito: “Yo no miraré tu alma, si tú no miras la mía. Consideramos una cuestión de cortesía no traspasar las máscaras que usa la gente. Como resultado, rara vez vemos a la gente.
El contacto visual es no sólo una forma de reconocimiento sino también un medio de establecer una conexión energética con otra persona. Esto se debe a que cuando están cargados de energía, proyectan un rayo activo. Si el rayo que se establece entre los ojos de dos personas es tierno y afectuoso, puede despertar un sentimiento de amor en sus corazones.
Nuestro espíritu se manifiesta y se irradia desde los ojos, la vía más directa para la expresión de la espiritualidad del cuerpo.

Nada determina tanto la relación entre madre e hijo como la calidad del contacto visual entre ambos. Cuando un niño ve placer y amor en los ojos de su madre, se distiende y se llena de contento. No son muchos los niños que han tenido tal fortuna. Si una madre está deprimida sus ojos tristes y vacuos se convertirán en una sombra sobre el hijo.
Todos rehuimos el dolor, psíquica y físicamente. No queremos percibir expresiones y escenas dolorosas o desagradables. Si la renuencia a ver se hace crónica o inconsciente, perturba el funcionamiento visual del ojo. El ojo miope es un ojo asustado, miedo que se remonta a la infancia cuando temía percibir una mirada de odio o de ira en los ojos de sus padres. Al reducir el campo visual, elimina la amenaza.
Cuando se expresa un sentimiento a través de los ojos, la visión mejora siempre. Los ejercicios de arraigo mejoran la visión al aumentar el flujo de energía no sólo hacia bajo, hasta los pies, sino también hacia arriba, a los ojos.

Tanto la boca como la mandíbula se conectan con los ojos por vía del conductor energético situado en la parte anterior del cuerpo. Una tensión significativa en los músculos de la mandíbula reduce la carga de energía en los ojos y debilita la agudeza visual.
Toda tensión constante en la mandíbula refleja una personalidad crónicamente decidida. La mandíbula tensa puede dirigirse hacia adelante o hacia atrás. La mandíbula adelantada denota una actitud agresiva, que expresa una disposición a pelear. La mandíbula retrasada denota la contención de cualquier impulso agresivo, el individuo es tímido y débil. En cualquiera de los casos, la persona debe liberar su mandíbula hasta moverla francamente hacia adelante, hacia atrás y a los lados.
La personalidad sometida y la personalidad rebelde son en realidad las dos caras de la misma moneda. Así como el rebelde combate su propia tendencia a someterse, la persona de voluntad débil alberga una rebeldía interior.

El impulso de morder es el último aspecto a considerar con referencia al tema de la tensión de los músculos mandibulares. Las personas que sufren el síndrome de tensión en los músculos mandibulares tienen impulsos de morder suprimidos. Esto debilita los dientes.
Hundir los dientes en un objeto significa poseerlo, como saben todos los animales cazadores. Las personas necesitan sentir su capacidad de morder y apreciar la sensación de poder que les brinda.
Desde luego, no todos los impulsos orales son hostiles. Los bebés alargan los labios para mamar, y los adultos para besar. Sin embargo, a muchas personas les resulta difícil extender los labios con suavidad, pues mantienen la mandíbula en actitud negativa.
Para experimentar la excitación y el gozo de vivir, el individuo debe ser capaz de entregarse plenamente a su anhelo y sus deseos de intimidad y contacto.

Algunas personas se enorgullecen de su capacidad para resistir a los sentimientos de dolor y tristeza. Aun frente a la pérdida de un ser querido, muchos creen que no llorar es una muestra de fortaleza. En ocasiones puede ser conveniente no abatirse ni ponerse a llorar, pero para que sea una reacción sana debe ser una opción consciente, y no una actitud incorporada. Si uno no puede llorar, tampoco podrá regocijarse.
El llanto es como la lluvia: a veces suave, otras violento, pero siempre esencial para la vida de la tierra. Una vida sin lagrimas se convierte en un desierto. Si no podemos llorar, nos separamos de los demás.

Tras una tormenta, el cielo es nuevamente límpido y sereno, el mundo parece estar en paz. Lamentablemente, en los seres humanos las tormentas emocionales rara vez sirven para despejar la atmósfera del todo. El motivo es que la paz del espíritu depende de la paz del cuerpo. Un cuerpo en paz no está inmóvil; por el contrario, su corriente de excitación es como la de un ancho río: profunda y plena. Así como las rocas que hay en el río perturban la corriente, la tensión muscular crónica en el cuerpo interrumpe el flujo de sensaciones, produciendo conflictos y “ruido” emocional. Estas interrupciones determinan que los seres humanos sean las únicas criaturas a quienes falta la tranquilidad de espíritu. Cómo recuperarla es el tema de nuestro siguiente capítulo.

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