martes, 27 de enero de 2015

Análisis existencial como explicación de la existencia personal, parte 3


3. Responsabilidad

El análisis existencial absuelve al hombre, pero esta “absolución” se caracteriza por dos cosas: por una limitación y por una ampliación; pues:

1) El análisis existencial absuelve al hombre pero solo en forma limitada, es decir, en la medida de que el hombre no puede hacer todo lo que quiere hacer: la libertad humana, por consiguiente, no se identifica con la omnipotencia. Y

2) El análisis existencial no absuelve al hombre sin responsabilizarlo al mismo tiempo. Y eso quiere decir que la libertad humana no solamente no se identifica con la omnipotencia, sino que tampoco con la arbitrariedad.

Por lo que se refiere al primer punto, “Solamente de forma limitada el hombre es un ser no limitado”.Sin embargo, siempre que el hombre se deja llevar quiere decir que abdica como ser libre, con lo cual ya esta caracterizado aquello en lo que precisamente consiste la esencia de la neurosis: ¡la abdicación del yo a favor de un ello, la renuncia a la personalidad a favor de la facticidad.

Por lo que se refiere al segundo punto, el análisis existencial absuelve al hombre pero también lo responsabiliza. Además, la responsabilidad ya implica un “de qué uno es responsable”, y, según la teoría del análisis existencial, aquello de lo que el hombre es responsable constituye la realización de sentido y de valores

 
El de qué de la responsabilidad humana1. Placer y valor.

Quien sitúa el placer como principio, quien lo convierte en el objeto de una intención forzada, no permite que se convierta en lo que tiene que seguir siendo: un efecto. El principio del placer fracasa en sí mismo. Peca contra lo espiritual en el hombre, contra la persona espiritual y contra los valores objetivos. Como si el hombre sólo existiera para satisfacer sus propias necesidaes o incluso, sólo para satisfacerse a sí mismo.

Sólo en la medida en que nos entregamos, nos sacrificamos y realizamos sentidos y valores, en esa medida nos realizamos a nosotros mismos. Si el hombre quiere llegar a su Sí mismo, el camino pasa por el mundo.

La personalidad, no es nada más que nuestro modo habitual de reducir la tensión.

2. Instinto y Sentido

La dinámica de lo espiritual se fundamenta partiendo de lo instintivo y continuando con la aspiración a los valores. Los instintos son la energía alimentadora.

Es evidente que una conversión existencial, destruye los límites racionales, visto que arraiga en lo emocional, o sea, pone en funcionamiento un proceso total y plenamente humano.
El desenmascarar lo no auténtico debe seguir siendo un medio para un fin, para resaltar mucho más lo auténtico mediante la omisión de lo no auténtico.

 
El “ante” qué de la responsabilidad humana

Uno es responsable no solo de algo, sino siempre también ante un “algo”.
Este algo es la conciencia, el “yo” se saca a sí mismo del pantano de “ello”, cogiéndose del moño del “superyó”.

Como existe una necesidad metafísica del hombre, de la misma forma es propia una necesidad simbólica. “El corazón tiene sus razones que la razón no conoce”. El símbolo, de alguna forma, hace comprensible lo incomprensible.

El Hombre, actuando en el escenario de la vida, pero deslumbrado por la cotidianidad superficial, vislumbra, a pesar de ello y desde siempre -desde la sabiduría de su corazón- la presencia del testigo, el gran espectador, aunque invisible, ante el que es responsable de la realización, que se le exige, de un sentido concreto y personal de la vida.

El hombre es mucho más religioso de lo que se imagina. En nuestra opinión, tal creencia se da bastante a menudo de manera de inconsciente en el sentido de religiosidad reprimida; con el mismo derecho se le podría denominar como religiosidad avergonzada. Pues el intelectual de hoy, tiende a avergonzarse de sus sentimientos religiosos.

 

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