jueves, 7 de febrero de 2013

De la Dictadura a la Democracia, parte 1

Resumen del Libro del mismo nombre escrito por Gene Sharp.


De la Dictadura a la Democracia”
Un Sistema Conceptual para la Liberación
(resumen del libro de Gene Sharp)

Prefacio

Una de mis mayores inquietudes durante muchos años ha sido cómo podría la gente evitar que una dictadura se estableciera y cómo destruirla. Tengo la convicción de que los seres humanos no deben ser ni dominados ni destruidos por semejantes regímenes.
He tratado de pensar minuciosamente acerca de los métodos más efectivos para desintegrarlas con éxito y con el menor costo posible en vidas y sufrimiento. El resultado es esta publicación.
En ningún lugar de este trabajo asumo que el desafío contra los dictadores será una empresa fácil y poco costosa. Todas las formas de lucha tienen sus complicaciones y costos. Sin embargo, espero que este análisis estimulará a los líderes de la resistencia a considerar estrategias que puedan incrementar su poder efectivo y al mismo tiempo reducir el nivel relativo de bajas.

Tampoco se interprete este análisis como que cuando se acabe con una dictadura específica todos los demás problemas habrán desaparecido. La caída de un régimen no trae como consecuencia una utopía. Más bien abre el camino a un trabajo inteligente y a esfuerzos denodados, a fin de construir unas relaciones políticas, económicas y sociales más justas y erradicar otras formas de injusticia y opresión.

Es mi esperanza que este breve examen de cómo puede desintegrarse una dictadura sea útil en cualquier lugar donde la gente vive dominada y desea ser libre.
Gene Sharp
6 de Octubre de 1993

The Albert Einstein Institution


UNO
Enfrentando la Realidad de las Dictaduras 

En años recientes, diversas dictaduras han caído o se han tambaleado cuando se les ha enfrentado una población desafiante y movilizada. Aunque parezcan muy firmes, demostraron ser incapaces de soportar el desafío concentrado del pueblo en lo político, lo económico y lo social.
El “desafío político masivo”  es una confrontación noviolenta, una deliberada provocación a la autoridad mediante la desobediencia, la no colaboración, y no dejar lugar para la sumisión.

Desafortunadamente, el pasado aun esta con nosotros. El problema de las dictaduras es profundo.  En muchos países  el pueblo a sufrido experiencias de décadas  y hasta siglos de opresión, ora doméstica ora de origen extranjero. Con frecuencia se les ha inculcado insistentemente la sumisión incondicional. Las instituciones sociales, económicas , políticas y hasta religiosas, han sido deliberadamente debilitadas, subordinadas o aun reemplazadas por otras nuevas y regimentadas. Son usadas para dominar a la sociedad. La población ha sido atomizada (convertida en una masa de individuos aislados), incapaces de trabajar juntos para conseguir su libertad, de confiar los unos en los otros y hasta de hacer algo por su propia iniciativa.
El resultado es predecible: la población se ha vuelto débil, carece de confianza en sí misma y es incapaz de ofrecer resistencia alguna. Las personas están demasiado asustadas para pensar en serio en la resistencia popular. Asumen el sufrimiento sin objetivo y un futuro sin esperanza.

¿A la libertad por la violencia?
Los dictadores generalmente hacen caso omiso de las barreras constitucionales y legales, las decisiones judiciales y la opinión pública.
Reaccionando a las brutalidades, las torturas, las desapariciones, las muertes, se entiende que todo esto ha hecho pensar al pueblo que sólo por la violencia se puede acabar con una dictadura. Las airadas víctimas ha veces se han organizado para combatir a los brutales dictadores, a pesar de tener todo en su contra. Esta gente, ha peleado valientemente, pagando un alto precio en sufrimiento y en vidas. Sus logros a veces han sido considerables, pero casi nunca han obtenido la libertad. Las rebeliones violentas desencadenan violentas represiones que con frecuencia dejan a la población más indefensa que antes.

¿Golpes de estado, elecciones, salvadores extranjeros?
Un golpe militar contra una dictadura, puede parecer, relativamente hablando, una de las maneras más rápidas y fáciles de quitarse de encima un régimen particularmente repugnante. Sin embargo, existen serios problemas con respecto a esta técnica. Lo más importante es que deja intacta la distribución negativa del poder. Es decir, da pie a que otro grupo similar ocupe el lugar.
Después de consolidar su posición, la nueva camarilla puede resultar más despiadada y más ambiciosa que la anterior.

Bajo una dictadura las elecciones no se pueden usar como instrumento para un cambio político significativo. Simulan elecciones para aparentar ser democráticos. Los dictadores no están interesados en unas elecciones que puedan apartarlos de su trono.

Muchas personas que actualmente están padeciendo bajo una dictadura, no creen que los oprimidos puedan liberarse por sí mismos. Ellos no esperan que su pueblo pueda ser liberado sino por la acción de otros. Ponen su confianza en las fuerzas extranjeras. Creen que sólo una ayuda internacional puede ser lo bastante fuerte como para derribar a los dictadores.

Como hemos apuntado, con frecuencia la población sometida no quiere la lucha, y esta temporalmente incapacitada para ella, porque no tiene confianza en su propia capacidad de enfrentar la dictadura feroz, y no ve una manera razonable de salvarse por su propio esfuerzo.
Por lo general, no van a llegar salvadores extranjeros. Si interviene otro estado, probablemente no debe confiarse el él. Unas cuantas ásperas realidades lo demuestran:
Con frecuencia los estados extranjeros ayudan a la dictadura a fin de avanzar sus propios intereses económicos o políticos.
Algunos estados extranjeros actuarán contra la dictadura, pero sólo a fin de ganar para sí mismos el control económico, político y militar del país.
Los estados extranjeros podrían involucrarse activamente para fines positivos sólo cuando hubiere un movimiento interno que se haya comenzado a sacudir la dictadura y logrado que la atención internacional se enfoque sobre la índole brutal del gobierno.

Las presiones internacionales pueden ser muy útiles cuando apoyan un poderoso movimiento de resistencia interna. Entonces, por ejemplo, el boicot económico internacional, los embargos, la ruptura de relaciones diplomáticas, la expulsión del gobierno de organizaciones internacionales, la condena del mismo por alguno de los cuerpos de las Naciones Unidas y otros pasos semejantes, pueden contribuir grandemente.

Encarando la dura verdad
La conclusión es dura. Cuando se quiere echar abajo una dictadura con la mayor efectividad y al menor costo, hay que emprender estas cuatro tareas:
Se debe fortalecer a la población oprimida en su determinación de luchar, en la confianza en sí misma y en sus aptitudes para resistir;
Se debe fortalecer a los grupos sociales e instituciones independientes del pueblo oprimido;
Se debe crear una poderosa fuerza de resistencia interna; y
Se debe desarrollar un amplio y concienzudo plan estratégico global para la liberación, y ejecutarlo con destreza.
Una lucha de liberación es un tiempo en que el grupo que lucha adquiere confianza en sí mismo y se fortalece internamente.

“No vale la pena confiar en el gobierno….Debemos confiar sólo en nuestra propia determinación…..Apoyándonos los unos a los otros… Fortaleciendo a los más débiles… Agrupándonos y organizándonos…..Ganaremos”. (Charles Steward, durante la campaña de huelga en Irlanda 1879)
Confrontada con una fuerza firme y confiada en sí misma, con una estrategia concienzuda y de genuina solidez, la dictadura eventualmente, se desmoronará.

Como lo indican estos argumentos, el liberarse de las dictaduras, en última instancia, depende de la capacidad que la gente tenga para liberarse a sí misma. Existen los medios para que la población se libere a sí misma, pero esta opción no se ha ejercido plenamente.

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