martes, 28 de mayo de 2019

El Cambio es Hacia Abajo. parte 1


  EL CAMBIO ES HACIA ABAJO

El ser humano se halla a medio camino entre los Dioses y las bestias 
Plotino 

 La siguiente etapa  evolutiva

Carl Sagan , nos comparte en el primer capítulo de su libro Los Dragones del Edén, una reflexión   interesante  referente a  El calendario Cósmico. Ahí, comprime los quince mil millones de años que se supone tiene el Universo -al menos a partir del Big Bang- al lapso de  un año. De tal forma que, cada mil millones de años correspondería a 24 días de este imaginario calendario. Y así, en base a esta escala temporal, tendremos que la historia de nuestra especie ocupa solo los últimos segundos del 31 de Diciembre. Esta visión, instintivamente ha de movernos a la humildad.

De esta forma, asombra que la aparición de la Tierra no surja sino hasta los primeros días de Septiembre; que los dinosaurios aparezcan en Nochebuena; que las flores no broten sino hasta el 28 de diciembre y que el ser humano no haga acto de presencia sino hasta las 22:30 de la víspera del Año Nuevo. La historia escrita ocupa solo los últimos diez segundos del 31 de diciembre. Y en este poco tiempo que tenemos bajo las estrellas, ya  estamos en jaque.

Nos hallamos como humanidad ante una disyuntiva. Sabemos que cualquier invitación al cambio se acoge con miedo, pero  llega un momento en que es conveniente que las sociedades evolucionen. Es indiscutible que lo que acontezca en este planeta a partir de ahora, tendrá responsabilidad en nosotros.
La resistencia al cambio, se debe en gran medida a grupos que tienen intereses creados . Las personas que tienen privilegios se niegan a ceder. Lo mismo que los niños consentidos se niegan a crecer.

Pero, por otro lado, necesitamos  reconocer que somos una especie apenas naciente y que nos falta mucho camino por  recorrer.  Y que el siguiente paso evolutivo para nuestra especie, debe de ser aprendido. Es decir, que tenemos que  trabajar para gobernar nuestro complejo cuerpo-mente.  Tenemos la responsabilidad de  autoeducarnos. Tomemos consciencia del compromiso que adquirimos al representar millones de años de paciente evolución.

Hoy en día, cada vez que abrimos un periódico o vemos la TV, tropezamos cara a cara con los aspectos más sombríos de la naturaleza humana. 
Nuestra época nos ha forzado a ser testigos de este dantesco espectáculo. No hay modo de eludir el espantoso y sombrío fantasma conjurado por la corrupción política, el desastre ecológico, los criminales de cuello blanco, la inseguridad, la contaminación, la tecnología, el narcotráfico y demás.
De este modo, mientras que muchos individuos y grupos viven los aspectos socialmente más favorables de la existencia, otros, en cambio, padecen sus matices más ariscos y terminan convirtiéndose en parte de la sombra colectiva. Nuestro anhelo profundo de plenitud nos demanda enfrentar este complicado escenario con lo que nos quede de nobleza y dignidad.

Y de pronto, solo se me ocurre una  verdadera hazaña  para escapar de esta maldad humana encubierta en la fuerza inconsciente de las masas: desarrollar nuestra  conciencia individual. Si  no reaccionamos ante lo que estamos viviendo, desperdiciamos la oportunidad para aprender y perderemos nuestra facultad de cambiarnos a nosotros mismos y, consecuentemente, de cambiar también al mundo.
En 1959 dijo Jung : Es inminente un gran cambio en nuestra actitud psicológica. El único peligro que existe reside en el mismo ser humano. Nosotros somos el único peligro pero lamentablemente estamos  inconscientes de ello.

El conflicto de identidad

Regularmente, uno no  reflexiona y se  pregunta: ¿Quién soy? Esto se da por descontado.  Casi todos llevamos en nuestras carteras documentos que nos sirven para identificarnos. En cierto sentido, sabemos quienes somos. Sin embargo, en  algún otro espacio dentro de nosotros, no estamos seguros de qué es lo que sucede.
En los límites de la conciencia nos inquietan las decisiones;  nos envuelve el sentimiento de frustración; nos atormenta la sensación de estar perdiéndonos sucesos de la vida.

Tarde o temprano ha de irrumpir la crisis. Cuando  la insatisfacción se convierta en desesperanza, y la inseguridad llegue al borde del pánico, quizás entonces nos preguntemos ¿Quién soy? Y esta sería la señal de que se está desmoronando la fachada con la cual buscábamos identidad.
En nuestra cultura casi todos tenemos conflictos con nuestra identidad. La gente se  ofusca terriblemente cuando la imagen que nos fabricamos cae liviana y sin sentido. Se ofenden si se les cuestiona el rol que tomaron en la vida. Tarde o temprano, la identidad basada en imágenes se desinfla y cae.

El problema mental típico en nuestros tiempo ya no es la Histeria, como en los tiempos de Freud, ahora el inconveniente es que las personas están aisladas, que no se relacionan, que carecen de afectos y disimulan sus problemas mediante intelectualizaciones y formulaciones técnicas.
Si  la mente  y el cuerpo no funcionan armónicamente, el individuo se desconecta de sus sentimientos, y por ende, también del mundo y de las personas.

Para saber quién soy, debo tener conciencia de lo que siento, de la expresión de mi rostro, de mi porte, de mi caminar. Sin  ese brío que nos recorre por dentro, quedará por un lado un espíritu abstracto, y por otro un cuerpo desencantado.
La alienación del individuo en los tiempos modernos ha sido descrita estupendamente  por Erich Fromm: el amor que siente el individuo alienado es romántico; su expresión sexual es compulsiva; su trabajo es mecánico, sus logros, egoístas.

Se dice del Hombre que es un animal que construye su propia historia, es decir, que es consciente de su pasado y le preocupa su futuro. Sabe que morirá, y también sabe  que es una consecuencia cultural de su pueblo.  Similarmente, está atado a su futuro, pues sabe que a través de él se trasladará su herencia a los que vengan detrás. Somos eslabones en la gran cadena de la vida. Cada miembro es un puente viviente que conecta el pasado con el futuro. Cuando esta conexión se pierde, se pierde la fe, fe en  uno mismo, en los demás, en la vida, en su destino..

En nuestra cultura actual se refleja algo similar. El pasado se encuentra relegado; ¿Y el futuro? Sobra  decir que vivimos en una sociedad sumamente variable. El porvenir es más inseguro que nunca. Y el problema fundamental actualmente es que estamos perdiendo la fe. Es a través de la fe, que el individuo queda conectado con la colectividad.

Pero, ¿Qué es la fe? Es meramente un asunto de creencia en Dios? ¿Se opone siempre a la Razón? Como todas las palabras, puede usarse con ligereza. Consultemos de nuevo a Erich Fromm: Para empezar a comprender el problema de la fe es necesario diferenciar la fe racional de la irracional.  Esta última se refiere a la creencia que se basa en una sumisión a una autoridad falaz. Es claramente una relación de  dependencia.
Por el contrario, la fe racional es una convicción arraigada en la propia experiencia mental y afectiva. No es una creencia en algo, es la cualidad de certeza y firmeza que poseen nuestras convicciones.

La fe irracional es el consentimiento de algo como indiscutible solo porque así lo dice la autoridad o la mayoría. Por el contrario, la fe racional está arraigada en una convicción independiente basada en la propia reflexión, a pesar de lo opinión de la mayoría.
Y más adelante: Un acto de amor es un acto de fe. En el acto de amor uno abre el corazón a otro y al mundo. Esta acción, que puede proporcionar una alegría inexplicable, lo expone a uno también  a un daño profundo. Por consiguiente solo puede hacerla quien tiene fe en la humanidad y en la naturaleza. La persona que no tiene fe, no puede amar.

El sentimiento de fe es el sentimiento de la vida fluyendo en el cuerpo de un extremo a otro, desde el centro a la periferia y vuelta de nuevo. El individuo se siente entonces como una unidad, como un continuo. Los diferentes aspectos  de su personalidad están integrados.

Para abandonarse hay que tener fe. Ante la ausencia de fe hay que controlar. Recordemos que todo adulto a pasado antes por una fase de desamparo en su niñez y primera infancia. Si no se hubiera abusado de ese desamparo y si su supervivencia no hubiera estado amenazada, no habrían tenido que montar esa especie de control de ego que impide a la persona sentir las profundidades de su ser.
Ahora bien, el vivir sólo en la superficie carece relativamente de significado, por lo cual todo el mundo quiere abrirse camino a través de la barrera. Si no encuentran otro camino, utilizarán el alcohol o las drogas para restablecer algún contacto, aunque sea momentáneo, con su ser interno.

 Alex Lowen opina: Estamos asistiendo a un aumento en la incidencia de la depresión. Esto se manifiesta en la búsqueda  compulsiva de la diversión y en la demanda incesante de   estimulantes. Vemos un deterioro constante de los valores morales, un debilitamiento progresivo de los lazos comunitarios, una disminución de la espiritualidad junto con un aumento del énfasis en el dinero y en el poder. ¿A dónde va este mundo? La opinión general diría que estamos viviendo tiempos depresivos, y realmente es así.
Son depresivos, no porque sean difíciles, sino porque nuestra fe se ha visto minada progresivamente. La gente ha vivido tiempos más difíciles sin deprimirse.
Cuando se pierde la fe, parece perderse también el deseo y el impulso de alcanzar cosas, de comunicarse y luchar. El individuo siente que no   hay nada que alcanzar y adopta una actitud última de ¿Para qué?
Seguir las reglas es un camino seguro; pero no es el camino del placer ni de la fe en la vida.

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