martes, 30 de enero de 2018

La Relación de Pareja, parte 5


EL ESPACIO INTERACCIONAL ENTRE LA SOMBRA Y LA PERSONA

Así pues, en el proceso de desarrollo de la pareja, en primer lugar se ha de llevar a cabo una operación con la finalidad de recuperar la sombra en la luz de la conciencia. Nuestro concepto sobre el bien y el mal será poderosamente cuestionado. Veamos con mayor detalle el concepto de sombra.
Nadie puede ser real y no proyectar una sombra. Al mismo tiempo que formamos una autoimagen y un ego, formamos también una sombra. Así como una luz lanza obscuridad en algún lado, la conciencia del ego siempre lanza una sombra en relación a su poder. Se refiere a la parte de la personalidad que ha sido reprimida para dar paso a la formación del ego ideal. Este ego ideal viene de los padres, la sociedad, los grupos y las normas religiosas. Está relacionado con nuestra cultura y destinado a cubrir requerimientos de moralidad y educación.

En la sombra colocamos ciertos aspectos que quisiéramos no existieran en nuestras vidas. Nuestros impulsos inaceptables, nuestras acciones y deseos vergonzosos, nuestras carencias. Es el lado sombrío de nuestra personalidad y es doloroso y difícil de aceptar. Contradice cómo queremos vernos ante los ojos de los demás. Sentimos su cercanía como una amenaza.
La sombra y sus características son enviadas al inconsciente. Puede estar suprimida para mantener nuestra ilusoria perfección. Pero ignorando nuestra sombra no la evitamos. Cuando se niega o es reprimida sigue trabajando detrás de escena, causando comportamientos neuróticos y compulsivos.

También proyectamos la sombra en otras personas atribuyéndoles esas cualidades que queremos negar en nosotros. Lejos de resolver el problema, la proyección inyecta veneno en las relaciones interpersonales, a través de percepciones deformadas.
En el camino de la salud mental, nos encontramos con la necesidad de reconocer la sombra que llevamos dentro. Nos obliga a enfrentar las decisiones éticas más problemáticas, poniendo a prueba nuestra propia disciplina.
El futuro de la humanidad depende, en gran medida, del reconocimiento de la sombra. Tal vez los grandes estallidos sociales se producen como consecuencia de negar el mal.
El verdadero conocimiento de la sombra es una tarea que nunca termina totalmente. La sombra no es un problema a resolver, es una entidad íntima que debemos explorar, conocer y reconocer como una parte de nuestra psique.

Un aspecto de la sombra colectiva en la actualidad está compuesto por el elemento femenino. Vemos al mundo bajo la brillante luz del sol y nos resistimos a verlo iluminado por la misteriosa luz de la luna.
La conciencia colectiva actualmente se caracteriza por tener una visión masculina del mundo. La mujer de hoy lucha encarnizadamente (pasión masculina) por la defensa de todo tipo de igualdad. Lucha por la sobrevivencia del espíritu y la esencia femenina, que reclama su lugar en el mundo desde la sombra colectiva.

La sombra tiene cualidades  vitales que podemos sumar a nuestras vidas. Nos podemos fortalecer con los contenidos de la sombra si nos relacionamos con ella adecuadamente. Un hombre que ha tratado de ser bondadoso en sus relaciones y ha reprimido su enojo, de pronto puede reconocer que la ira es parte de su personalidad. Si es capaz de integrar el enojo, puede hacerse más fuerte, más resuelto. Su enojo puede ser una reacción sana para una situación intolerable.
Sin una relación con la sombra, será difícil desarrollar la capacidad de tener relaciones sanas. Un hombre o mujer que bloquea su instinto sexual, puede necesitar relacionarse con sus sentimientos eróticos, y adquirir la energía vital necesaria para una sana relación con una persona del sexo opuesto.

Incluso el ladrón que llevamos dentro puede ser de gran ayuda en ciertas situaciones. Si estamos conectados con esa parte nuestra del ladrón astuto, quizá no seremos sorprendidos por otras personas. A través de nuestra parte de ladrón, nos damos cuenta de como la gente engaña y explota la inocencia de otras personas.
La relación con la sombra proporciona sentido del humor. Por lo general, la risa proviene de la sombra. El humor expresa muchas de nuestras emociones escondidas, aquellas que consideramos inferiores o bien, que nos producen temor. Una forma de reconocer nuestra sombra consiste en observar qué es lo que evoca nuestro sentido del humor. A través de la risa, podemos ver como se libera nuestra sombra inofensivamente. Las personas que tienen muy reprimida su sombra son personas que carecen de sentido del humor.

El mal no es únicamente la ausencia del bien, es una realidad que llevamos dentro, psicológicamente hablando. La negación del mal equivale a la negación de la realidad humana, equivale a tomar al hombre como espíritu que no proyecta sombra.
La responsabilidad por lo que hace la sombra recae en el ego. El ego no tolera cargar con las acciones de su socio inconsciente. La no reconocida sombra levanta la voz, obligando al ego a dar la cara, causándole todo tipo de dificultades.
Tras una noche de placer dionisiaco, en la que sale a relucir la sombra, viene un día de vergüenza y culpa. Es el ego que ahora tiene que dar la cara por todo aquello que hizo la sombra el día anterior. Por supuesto, para el ego no es una disculpa aceptable decir: perdón, lo hizo mi sombra.   

LA RELACIÓN CON LA SOMBRA EN LA PAREJA  

Mediante la acción de la pareja, se pone bajo tensión el eje entre el ego y la sombra. Una persona hace cuestionamientos y juicios acerca de la conducta de su compañero o compañera. Le da información acerca de su integridad. En respuesta, el ego de la persona afectada reacciona defensivamente.
Decíamos que en la pareja, los juicios de uno son experimentados por el otro en forma idéntica a ciertas experiencias de la infancia, posiblemente olvidadas, pero conservadas en el inconsciente.
De la misma manera, en la pareja se producen ocultamientos de forma que a la conducta expuesta y evidente corresponde otra que transcurre en la sombra. En la vida cotidiana de la pareja, es común la condena hacia ciertos comportamientos relacionaos con el orden y la limpieza, con el lenguaje, con la puntualidad, con la moralidad, con la educación, en suma con lo que está bien y lo que está mal. La consecuencia es la misma: ocultamientos y represiones. Es así como la vida de la pareja se empobrece.

Un análisis de la relación de pareja revela el grado de integración que las personas tienen con su sombra.
El grado más bajo de integración de sombra se manifiesta en aquellas parejas en las que no existe la menor tolerancia hacia los errores e imperfecciones del otro. Para cada uno, el otro es indudablemente el causante de la infelicidad familiar o matrimonial. Son parejas que se relacionan a través de una mortal lucha por el poder.
Estas parejas mantienen una constante mentalidad paranoica. Se liberan de la culpa y se la atribuyen a los demás. La paranoia cumple con la función de reducir la ansiedad y la culpabilidad que sentimos y de transferir a los demás aquellas características que no queremos reconocer en nosotros mismos. Solo nos percatamos de aquellos aspectos negativos del enemigo (la pareja).

El siguiente grado corresponde a parejas que toleran, sin agrado, un ocasional contacto con la sombra. Esto les produce tensión y los lleva a hacer el propósito de poner atención para que en el futuro ya no les ocurra. Uno le pide al otro que haga esfuerzos por corregirse pues su conducta no es adecuada. Equivale, figuradamente, a un régimen capitalista que admite la existencia de un partido comunista.
En el tercer grado, las parejas manifiestan un sustancial aumento de contacto con la sombra. Claramente les llena de energía y humor. Equivale a fijar límites, dentro de los cuales, a su vez, se desvanecen los límites entre el ego y la sombra. Un ejemplo típico se observa en la época de vacaciones.
Las personas que hacen cosas poco habituales en su vida cotidiana son menos rígidas. La relación con otras persona quienes a su vez se encuentran en buenos términos con su sombra y con quienes la pareja se permite expresiones de sombra, es otro ejemplo de aceptación circunstancial.

El cuarto grado comprende aquellas parejas que mantienen habitual relación con la sombra, (es preferible la espontaneidad que el cuidado de la imagen social). No se trata de ignorar a la sociedad ni de provocar conductas antisociales, sino de hacer conciencia de la sombra, de aceptar que es parte de la vida. En este tipo de parejas existe casi una total aceptación de uno hacia el otro. Se refleja en poco o nulos juicios críticos entre ellos y en poca o nula lucha por el poder.
El quinto grado es el más alto. se ha desvanecido el límite entre el ego y la sombra. La máscara social tiene importancia solo como un juego. Las expresiones de la sombra aparecen. La integración de la sombra es una operación paralela a la disolución del ego.

Jung acostumbraba decir a sus discípulos: Prefiero ser un hombre completo, antes de ser un hombre bueno. Revelar las propias limitaciones, incapacidades o torpezas no es un orgullo, precisamente, pero es algo natural y absolutamente humano. La crítica se recibe, no como un dardo que se clava, sino como una oportunidad para aprender algo de sí mismo. En el quinto grado tiene mayor importancia la honestidad, antes que la necesidad de deshacerse de aspectos indeseables mediante la proyección.
La energía disponible aumenta en un grado considerable, puesto que ya no se encuentra secuestrada por una polaridad.

La proyección de la sombra nos impide percibir objetivamente al compañero.
Cuando algún detalle me provoca un enojo excesivo, independientemente de la conducta de esa persona, yo haría bien en analizar lo que he aprendido. Responder exageradamente e inflexiblemente en contra o a favor de algo, corresponde al territorio de la sombra.

¿A DÓNDE SE FUE EL AMOR?

 Se ocultó detrás de la sombra. Hay personas que sienten un fuerte rechazo hacia su pareja aun cuando en el pasado hubo enamoramiento y pasión. Existe intolerancia hacia muchas de sus conductas: manera de comer, de vestir, de gesticular, etcétera.
Lo que sucede es que esas personas han fracasado en la aceptación de su propia sombra. Han convertido a su pareja en una gran pantalla sobe la cual proyectan todo el rechazo que sienten contra sí mismas. No te soporto, puede convertirse en no me soporto; incluso la frase no te quiero puede tomar la forma de no me quiero.
Muchas parejas se separan cuando se enfrentan a estas épocas obscuras que se caracterizan por el rechazo, la aversión, la intolerancia y la vergüenza. Los individuos se van con sentimientos de liberación. Naturalmente se han liberado ilusoriamente de su sombra, pero harían bien en trabajar esos aspectos de su sombra que han proyectado en su compañero. El amor no se ha perdido, precisamente, se ha ocultado detrás de esos pensamientos repulsivos que reflejan aspectos inaceptables en uno mismo.

Jung decía que la sombra solo resulta peligrosa cuando no le prestamos la debida atención. Descubrir la sombra nos permite ser congruentes para estar en el lugar correcto del modo correcto.
La sombra es, en parte, todo aquello que queremos ser pero que no nos atrevemos a ser. Se manifiesta en conductas que escapan de nuestro control consciente. Si bien la conciencia es la que propone, es la sombra quien termina disponiendo.
Hay emociones difíciles de asumir, como la envidia que una madre siente por su hija. Ese sentimiento forma parte de la sombra y no es aceptado conscientemente. Pero la hija se da cuenta cuando toma sus propias decisiones y entonces crece en una atmósfera de terribles contradicciones.

El hombre que mantiene una adecuada relación con su sombra se dejará cegar tan poco por las acciones justas del injusto, como por los hechos injustos del justo. El mal y el bien no son, a fin de cuentas, sino abstracciones de la acción.
Atrás de los celos también está la sombra: indican que nos encontramos divididos interiormente. El deseo de que nuestro compañero sea atractivo para otras personas y el deseo de conquistar y afirmar nuestra identidad sexual chocan en nuestra conciencia.
También en la infidelidad está presente la sombra. Las parejas que cierran el paso a la sombra hacia el interior de la relación, propician infidelidad. La sombra exige ser tomada en cuenta y si la pareja niega esto, la tensión aumenta. Entonces podemos preguntarnos que curso va a tomar o qué salida va a encontrar.

La conducta sadomasoquista es motivada por el miedo y comprende la proyección de contenidos de la sombra sobre el compañero o compañera.
El sádico hace a otros lo que teme que le hagan a él; dirige hacia otros los impulsos autodestructivos. Castigando a su pareja, logra evitar el miedo a sufrir tal dominación. Al mismo tiempo, obliga a la víctima a amarle y perdonarle, así puede liberarse de sentimientos de culpa que le amenazan.
El masoquista evita un dolor temido mediante un daño real. Un sentimiento de culpa le impulsa a buscar el sufrimiento. Representa un sacrificio para evitar un castigo. Es una forma de obtener la protección y el apoyo de una potencia superior y amenazante.

En resumen, es posible afirmar que la relación con la sombra y su integración en la consciencia permite a las personas aumentar el autoconocimiento, aceptarse de una manera más completa, encauzar adecuadamente las emociones negativas, liberarse de la culpa y la vergüenza, utilizar su imaginación creativa, sanar sus relaciones, aumentar su capacidad de goce, de juego y de intimidad y elevar su vitalidad y energía.

martes, 23 de enero de 2018

La Relación de pareja, parte 4


ETAPAS EN LA VIDA DE LA PAREJA  

La evolución de la pareja se ve reflejada, al menos, en tres líneas de observación: los límites, la intimidad y el poder. Durante el proceso, se produce una gradual transformación, y así, van tomando estas tres líneas expresiones y modalidades distintas. Si en la vida en pareja existe una parálisis o freno del proceso, asumimos que se trata de una pareja disfuncional.

LÍMITES. Como resultado de la observación, puede afirmarse que se repite un conducta en las personas que puede considerarse arquetípica: la demanda de ocupar el lugar más importante en la vida de la otra persona. Una gran cantidad de dificultades, discusiones y confrontaciones de las parejas ocurren en torno a esta demanda universal. En el inicio, esta demanda representa la fuerza para establecer los límites entre la pareja y la familia de origen. En una etapa intermedia representa la fuerza para establecer los límites entre la pareja y los hijos. En una etapa avanzada significa la fuerza para establecer límites entre la pareja y las familias de la siguiente generación. Esta demanda lleva a las personas a asumir una identidad centrada en la pareja, contrario a la identidad centrada en el ego. en este sentido, representa la fuerza para romper los límites del ego.

Estar dividida la pareja o estar integrada, es la cuestión que necesita respuesta mediante la certeza del lugar que una persona ocupa en la vida de su compañero o compañera.
Cuando surge la impresión de no ser lo más importante en la vida del otro, aparece una herida en la relación. Estas parejas viven una distancia que aumenta gradualmente.

INTIMIDAD. Para los antiguos, la sexualidad no era un mero fenómeno físico, fuente de placer y una forma de reproducción. La unión física era simbólica para todos los actos de la creación, incluida la fertilización de la Tierra, e incluso representaba la propia creación.
La unión sexual simboliza la búsqueda de la unidad, el apaciguamiento de la tensión, la realización plena del ser. El sexo indica no solamente dualidad del ser, sino su bipolaridad y su tensión interna.

La disfunción sexual simboliza una tremenda resistencia en el camino de la integración. Indica que el eje de una polaridad fundamental se encuentra bajo tensión. La pareja funcional es consciente de las necesidades conscientes individuales y se interesa por la satisfacción de esas necesidades. En contacto con la energía de los instintos es capaz de dar amplitud y profundidad a la experiencia sexual. El aprendizaje es particular a cada pareja. Saben escuchar el cuerpo propio y el cuerpo de la pareja.

PODER. Naturalmente, en la demarcación de los límites en la pareja, es inevitable el manejo del poder. La capacidad para influir uno en el otro se aplica a la demanda ya mencionada de representar lo más importante para el otro. El ejercicio del poder se relaciona con necesidades básica del ego. Cuando comienza la consolidación del ego, ejercer poder es parte de ello. En las parejas jóvenes, la lucha por el poder, es pan de todos los días.
En la segunda mitad de la vida la situación es diferente: el ego ha iniciado el camino de regreso hacia su disolución. La necesidad de afirmar el ego mediante el ejercicio del poder va en bajada.

En la vida de la pareja hay tres estadios completamente diferentes.
Primero está el noviazgo, que algunos llaman Etapa de selección. Aquí surge la magia del enamoramiento. Una experiencia inefable que lleva a los sentidos al extremo. Proporciona la fuerza que la pareja necesita para: romper límites con la familia de origen y con la sociedad y asumir un compromiso en un proyecto de vida que representa una gran tarea en su desarrollo.

Una vez que la etapa del noviazgo ha pasado, la relación va tomando sentido de realidad. Se empieza a ver uno al otro como las personas que realmente son. Se va configurando la disyuntiva decisiva: el compromiso o la disolución de la relación.
La pareja disfuncional prolonga demasiado tiempo (más de tres años) la decisión acerca de esta disyuntiva, instaladas en una cómoda relación sin compromiso. La pareja funcional resuelve la disyuntiva definiendo su relación en algún sentido.

Después está el segundo estadio. La pareja sigue impulsos maravillosos para procrear y educar hijos. Durante un largo periodo va a dedicar energía al cumplimiento de tareas de gran importancia: asume roles de esposo y esposa y de padre y madre; trabajan para la seguridad del sistema y desarrollan intereses individuales y grupales.
La intimidad de la pareja requiere adaptaciones de acuerdo a una mayor o menor privacidad dentro de la familia. El manejo del poder va sufriendo una gradual transformación.

El ejercicio de la paternidad requiere de oportunas y delicadas adaptaciones de acuerdo al crecimiento de los hijos. En un principio adquiere principal importancia el papel de la madre y a partir de la segunda infancia, ese papel corresponde al padre, más adelante desaparecen ambas funciones.
La pareja funcional enfrenta todas estas actividades sin perder o descuidar su relación. Al parecer, el arte consiste en mantener la identidad de pareja y otorgarle prioridad, sin dejar de atender sus tareas.

Llega un momento en que los hijos de independizan y se inicia el tercer estadio para la pareja. Muchas personas han tenido una buena vida matrimonial mientras estaban los hijos. Interpretaron su unión como una relación medida por los hijos, no la interpretaron centrándose en su relación, y entonces se producen separaciones a los cuarenta o cincuenta años.
Hay que saber en que te transformas cuando te casas. El tercer estadio es llamado alquímico, es ante todo, un ejercicio espiritual, algo más allá de una mera disposición social.

Para la pareja funcional en el tercer estadio, los límites no son problema. El compromiso más importante es la misma pareja. La intimidad representa una correspondencia entre los planos físico y psicológico. El ejercicio del poder es, en todo caso, circunstancial. Cada uno reconoce que el otro predomina en determinadas áreas naturalmente. Mantener una lucha de poder por necesidades del ego, es ya algo sin importancia.

En el tercer estadio se van recuperando aquellos polos que quedaron excluidos de la experiencia consciente durante las etapas anteriores. La integración de opuestos significa hacer conciencia cabal de lo que uno verdaderamente es: lo uno más lo otro, contrario a suponer que es lo uno pero no el otro.

martes, 16 de enero de 2018

La Relación de Pareja, parte 3


EL ESPACIO INTERACCIONAL

Cada integrante de la pareja se enfrenta, inevitablemente, a una polaridad que ha sido excluida de su propia vida consciente, pero que, indudablemente, le pertenece. Tal enfrentamiento produce constantes perturbaciones emocionales. Pero a la vez, ofrece la posibilidad de llevar a la conciencia esas polaridades ocultas. El espacio interaccional, es por tanto, un espacio que da la  posibilidad  de expandir la conciencia, y a la vez  es un espacio que propicia enfrentamientos en la pareja.

En el espacio interaccional, la pareja seguirá un proceso comparable al proceso que seguían los antiguos alquimistas en la transmutación de los metales. Para un hombre y una mujer que forman una pareja estable, es prácticamente imposible no sufrir una alteración en su composición psíquica.
El espacio interaccional, es como el crisol que sirve para fundir y calcinar algunas substancias, correspondientes a importantes elementos psíquicos de cada integrante de la pareja. Jung cita un texto que alude al proceso:

Y procura que tu puerta esté sólidamente cerrada para que no se pude escapar nada de adentro, y así, con la ayuda de Dios, llegarás a la meta. La Naturaleza actúa gradualmente, y yo quiero que hagas lo mismo: tu imagen debe regirse por la Naturaleza. Y observa, conforme a la Naturaleza, que cuerpos son los que regeneran en las entrañas de la  Tierra. E imagina esto de  una forma auténtica y no fantástica.

Se pretende que el interior sea protegido frente a la irrupción del exterior, así como para impedir su salida. En el enfrentamiento dialéctico entre contenidos conscientes e inconscientes, habrá una evolución.
Los problemas esenciales de una pareja: la organización, las reacciones emocionales desproporcionadas y las fantasías, se expresan a través del espacio interaccional. Estas situaciones van a seguir la forma arquetípica según la cual, la psique se va estructurando en su totalidad. Claro está, según lo permitan las resistencias articuladas por el ego.

LA ORGANIZACIÓN DE LA PAREJA

El relato de una relación de pareja, comprende aquellos rasgos que la hacen particular y que da respuesta a preguntas como: ¿Qué hacen? ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo viven? ¿Con quién se relacionan? ¿Qué lugares frecuentan? ¿Qué participación tiene cada uno en la organización de su vida? ¿Cómo invierten el tiempo libre?
La organización de la vida de la pareja responde a un imperativo relacionado con el desarrollo psicológico. Es el resultado de un campo de fuerzas. Si la finalidad de la pareja es la realización del andrógino, la organización de la pareja representa el camino que ha de elegido para consumarlo.
La organización de la pareja requiere de respeto. Se trata de comprender el mito que vive la pareja, asumiendo que está organizada según el diseño exacto que necesita.

REACCIONES EMOCIONALES DESPROPORCIONADAS

En la vida infantil, existieron vinculaciones frente a las cuales el niño reaccionaba de determinada manera. Y  así en las relaciones de pareja se producen reacciones emocionales que corresponden enteramente a reacciones infantiles primarias y muestran la tendencia a reproducir, en el esposo o en la esposa, las experiencias de la niñez. De esta manera, el individuo tiende a comportarse como se comportó en otro tiempo.
Las reacciones emocionales desproporcionadas en las relaciones de pareja, nada o muy poco tienen que ver con las intenciones del esposo o esposa. Representan una reedición de los antiguos conflictos, los cuales son transferidos a la situación presente. Los contenidos inconscientes son proyectados. El cónyuge es colocado en el papel singular de un progenitor o en el de hermano o hermana.

Estas reacciones desproporcionadas revelan, por lo tanto, un enfrentamiento del individuo consigo mismo. La proyección remueve las heridas que aún no han sido sanadas.
Estamos inclinados a pensar que el mundo y las personas son como los vemos. En realidad, proyectamos nuestra psicología sobre los demás. Con bastante frecuencia atribuimos al adversario las propias fallas inconfesadas, le reprochamos las deficiencias que son propias.
Las reacciones emocionales desproporcionadas se deben a nuestras proyecciones. Indican que hay una tarea por realizar: la de aceptar como propias las infamias atribuidas a la otra persona; la de separar las imágenes, la real y aquella con la cual la hemos investido; restituir la energía disipada, necesaria para el desarrollo.

LAS FANTASÍAS

 La actividad imaginativa que lleva a cabo el niño, establece un mecanismo para compensar las actitudes de la conciencia. Jung afirma que lo que ocurre en la fantasía es compensatorio con respecto al estado de la conciencia. Lo que podría ocurrir en la vida y no ocurre, se desarrolla en lo inconsciente y alimenta nuestras fantasías y nuestros sueños. Son anhelos, impulsos y acontecimientos simbólicos que la conciencia no puede implementar. Las fantasías cumplen, ante todo, una función compensatoria en relación con la vida consciente. Las fantasías representan la vida que pudo ser vivida, llenan el vacío relacionado con las necesidades y deseos del ego.

Los deseos y necesidades insatisfechos de la vida en pareja, se ven compensados en la fantasía. En ella quedan representados aquellos polos que no logramos integrar en la vida consciente: el control que no tenemos, las conductas que no manifestamos, los logros que no hemos merecido, o bien, imaginamos al hombre o a la mujer que es capaz de satisfacer plenamente nuestros deseos y necesidades. Algunas relaciones extramaritales son producto de la insatisfacción que sentimos en nuestra relación de pareja y de la necesidad de materializar nuestras fantasías.
Las fantasías eróticas permiten detectar importantes contenidos psíquicos que se encuentran en movilización. En ellas se encuentran latentes ricas posibilidades para reconocer y contactar a los arquetipos que han adquirido energía. La posible perversidad que se incluye en la fantasía no debe tomarse literalmente para su comprensión, debe tomarse simbólicamente para descubrir el significado profundo.

EL ESPACIO INTERACCIONAL SIMBOLIZADO EN ADÁN Y EVA

Es en el espacio interaccional donde es posible avanzar en el proceso de individuación, según los temas psicológicos que han adquirido energía.
Según el relato bíblico, Adán y Eva forman la pareja primigenia. Vivieron en un Paraíso hasta que fueron expulsados como castigo a su desobediencia. La pareja ha de evolucionar, en medio del espacio interaccional, hasta retornar al Edén. Al comer del fruto prohibido, el hombre ha venido a ser como los Dioses, en cuanto al conocimiento del bien y del mal, motivo por el cual es echado. La pareja vive en el paraíso en cuanto no toma conciencia. Una vez que lo hace, toma noción de su separatidad, es decir, de su desvalimiento ante fuerzas obscuras y desconocidas, de que morirá y morirán sus seres queridos.
Conductas que en un momento son inadvertidas, en otro momento son condenadas. El paraíso es como el enamoramiento, por ejemplo. Durante el enamoramiento, la aceptación es casi total entre hombre y mujer. Comemos entonces del fruto del bien y del mal, y el enamoramiento se desvanece. Las conductas son etiquetadas y aparece la conciencia sobre la desnudez. Aparece la vergüenza, el ocultamiento y el pecado y desaparece el Paraíso.
Durante esta operación en la relación de pareja, el ego siente que se le arrebata su ilusoria omnipotencia. Sufre hasta que se desmoronan las ilusiones y las convicciones sagradas. Es la operación más violenta. Crea las más grandes confusiones y dudas acerca del amor, del compromiso y del interés en el compañero o compañera.

Hombres y mujeres somos de naturaleza andrógina. En el hombre existe una mayoría de genes masculinos y una minoría de genes femeninos. En la mujer por el contrario, existe una mayoría de genes femeninos. En esta fase de la relación de pareja, vamos a recuperar el estado andrógino a partir de la división de sexos. Se contraponen los opuestos, el anima y el animus.
Cuando la pareja experimenta el espacio interaccional entre anima y  animus, se contraponen las más grandes contradicciones: debilidad-fortaleza, pasividad-actividad, dependencia-independencia, etcétera. Esta operación requiere de una sabia regulación del fuego.

La relación de pareja da la posibilidad de integrar materia y espíritu. Menciona el texto bíblico: Entonces Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.
El polvo es aquí la representación de la materia, de la simiente. El aliento divino es la representación del espíritu.
Recordemos la frase: La mujer es la vida y el hombre actúa sobre la vida. El vientre materno universal, generador de vida, está representado por la materia. Existe una asociación muy general entre la noción de cuerpo o de materia y la idea de la madre o principio femenino y entre la noción de mente, espíritu y la idea del padre y de la masculinidad.

ETAPAS EN LA VIDA DE LA PAREJA   

martes, 9 de enero de 2018

La Relación de Pareja, parte 2


Símbolos, Arquetipos e Inconsciente colectivo

Desde tiempos remotos el hombre cuenta con una instancia mediadora entre  lo oculto y lo revelado, entre lo que para él es inconsciente y lo que es consciente. Constituye un lenguaje universal con el que el inconsciente se manifiesta, es el lenguaje de los símbolos.
Es asombrosa la aparición de imágenes  simbólicas similares en tiempos y lugares diferentes, con una significación análoga. Un ejemplo de ello es la serpiente. Lo mismo aparece en el Jardín del Edén, que en el cuello de Coyolxauhqui. En ambos casos la serpiente se relaciona con el nacimiento en la consciencia de contenidos del inconsciente.

Cabe advertir al lector del peligro de pensar que los símbolos son fijos. La serpiente representa, con frecuencia, algo relativo al inconsciente, a los instintos, sin embargo, para comprender su significado es necesario analizar las circunstancias en que aparece.
El símbolo es una metáfora de la energía psíquica. Es la energía que se representa a sí misma, mediante imágenes. Es energía psíquica perceptible.
El conocimiento de los símbolos ha enriquecido notablemente a la psicología. Representan un acceso a un estrato de lo inconsciente que puede extenderse hacia el llamado inconsciente colectivo.

El ser humano llega a la vida con instintos y preformaciones heredadas, con independencia de las experiencias individuales vividas. El inconsciente colectivo -dice Jung - como conjunto de todos los arquetipos, es el sedimento de toda la experiencia vivida por el hombre. Y no se trata de un sedimento muerto, sino sistemas vivientes que determinan por vías invisibles -y por ello tanto más efectivas - la vida individual.
Muchos símbolos surgidos de lo inconsciente han dejado su huella en la historia y han quedado plasmados en lo que se han considerado símbolos universales.

Los grandes mitos atesorados por pueblos, culturas y religiones constituyen representaciones de aquellos temas psicológicos que se repiten una y otra vez. Las circunstancias individuales en ocasiones tienen un asombroso paralelo con un mito, porque el tema de ese mito está despierto en la psique individual. Tal pude ser el caso del profeta Jonás o el cuento de Blanca Nieves.
Arquetipo es el término utilizado para designar aquellas conductas que se repiten de modo típico, no en el individuo, sino en el ser humano. En términos de energía, el arquetipo es como el cable a través del cual viaja la energía psíquica. Los arquetipos son disposiciones, vías preestablecidas, lechos de ríos. Una presencia eterna como proyecto o plano fundamental.
Aunque es invariable en cuanto a su existencia, en cuanto a su modo de manifestación se transforma eternamente.

El inconsciente colectivo se manifiesta mediante los arquetipos. Representa un cosmos interior de idéntica infinitud al del exterior, posee una amplitud inconmensurable. La psique, representa una totalidad compuesta por la polaridad consciente-inconsciente.
La posibilidad de hacer consciente los contenidos de lo inconsciente es inmanente al ser humano, es una tendencia arquetípica orientada hacia una personalidad integrada y única. Para este fin, la psique toma del mundo exterior los elementos que le facilitan el proceso de desarrollo. La tendencia a la unión de los contrarios y a la integración de la personalidad, se encuentran articuladas en el inconsciente colectivo. Esta tendencia arquetípica da explicación, en su raíz, a la relación de pareja, al porqué nos sentimos atraídos por una persona y no por otras. A partir del arquetipo de la integración de los opuestos cabe entender también, el aspecto sanador de la psique. La enfermedad es producto de la división de los polos y la sanación adviene de la integración de los polos.

La vida psíquica se encuentra determinada por la relación dialéctica entre lo consciente y lo inconsciente. Cuando los contornos de los arquetipos van surgiendo y se van llenando de significado, entonces cabe la posibilidad de ser captados, comprendidos, elaborados y asimilados por la conciencia. Surge entonces una fuente de energía. Con ella, se va dando un acercamiento entre la conciencia individual y la experiencia ancestral de la humanidad. Así, volvemos a tocar, mediante la conciencia, las raíces de nuestra vida psíquica.
 Los Arquetipos... Son los grandes factores de ordenación que, si resultan transgredidos, acarrean caos. Puede considerárseles como infalibles provocadores de trastornos neuróticos.

La relación de pareja como hecho físico, es en sí misma un símbolo que representa al arquetipo de la integración de los opuestos, asimismo, a la unión de la conciencia con el inconsciente.
La fuente del impulso que mueve a hombres y mujeres a relacionarse en pareja, se encuentra en el inconsciente colectivo. Toma forma activa una vez que despierta el arquetipo en la conciencia. Si aparece en un sueño la imagen de una relación amorosa entre un hombre y una mujer, ha de comprenderse ante todo, como un llamado del inconsciente en busca de la unidad entre el principio masculino y el principio femenino.
La relación de pareja tiene como finalidad, revelar en la conciencia de las personas su realidad esencial, su naturaleza preexistente, es decir, facilitar el proceso de individuación.

Finalidad de la relación de pareja

El matrimonio es la unión de la díada separada. Originalmente eres uno. Ahora eres dos en el mundo. El reconocimiento de la identidad es lo que es el matrimonio. Es muy diferente a un amorío. Cuando la gente se casa pensando que inician un prolongado idilio, pronto se separan, porque los idilios terminan en desilusión. El matrimonio en cambio es el reconocimiento de una identidad espiritual.
 Si el matrimonio dura lo suficiente y te riges por él, en lugar de hacerlo por tu capricho individual, entonces llegas a confirmar que es cierto: los dos encarnan realmente  uno.

En la actualidad, los jóvenes no se preguntan ¿qué es el matrimonio? ¿qué es una pareja? ¿para qué nos relacionamos hombres y mujeres en pareja? Con frecuencia podemos observar que la relación de pareja es como un producto más de la sociedad de consumo: lo puedes tomar hoy, y desechar mañana.
Ciertamente hay que admitir la existencia de parejas equivocadas. En ciertos casos existen razones para justificar una separación. Si la pareja no está suficientemente cimentada, esa pareja no llegará a encarnar una unidad.
Veamos la finalidad de la relación de pareja con apoyo de la mitología, lenguaje universal del inconsciente colectivo.

El compañero o compañera es como un espejo. En ese espejo vemos ángulos de nosotros mismos que desconocemos porque no podemos verlos directamente. No queremos enterarnos de nuestros defectos. El cuerpo encarna zonas que nos dan orgullo pero también zonas que nos dan vergüenza.
El compañero refleja, a veces más fielmente de lo que quisiéramos, áreas de nuestro cuerpo psicológico. Ese reflejo nos perturba y nos hace levantar defensas. A la vez, representa un medio por excelencia para el autoconocimiento.
Todo aquello que vemos en el compañero y que nos produce una carga emocional (fascinación o repulsión), representa un reflejo de nosotros mismos. Un ángulo que no ha sido integrado en la conciencia.

La tendencia a relacionarnos en pareja es arquetípica. Es segur las señales del arquetipo de la integración de los opuestos, una vez que ha despertado en la conciencia.
En la mitología universal aparece repetidas veces el tema de la integración de lo masculino con lo femenino, especialmente representado en los seres llamados andróginos. El andrógino es una forma arcaica de la coexistencia de todos los atributos, comprendidos los atributos sexuales, en la unidad divina, así como en el hombre perfecto...Tanto el hombre como la mujer, son de naturaleza andrógina. Diversas mitologías presentan al andrógino como el estado inicial del hombre, y también como el estado final al que ha de volver. La perfección humana solo puede ser una imagen de la divina. El camino es el de la síntesis de los opuestos y de los complementarios.
Adán era de naturaleza andrógina, de otra manera Eva no podría nacer de él. Es conjurado a trabajar para reconquistar el estado original.

El estado andrógino hay que comprenderlo, en primer lugar, como una experiencia espiritual. Está por encima de los dos sexos. Los hombres dejan de aferrarse a sus convicciones y papeles tan estrictos. Las mujeres despiertan a espacios nuevos. El andrógino se pasea alegremente por el mundo del cambio, nivelando la acción y la inactividad.
El andrógino es el estado original del hombre y también es el estado final al que vuelve mediante un proceso de desarrollo psicológico. Es el símbolo que representa tanto el origen como el destino. Platón lo expresa de la siguiente manera: ... nuestra naturaleza primitiva era una, y éramos un todo completo, y se da el nombre de amor al deseo y prosecución de este antiguo estado.
Y en otra parte: ...estoy seguro de que todos seremos dichosos, hombres y mujeres, si, gracias al amor, encontramos cada uno nuestra mitad, y así volvemos a la unidad de nuestra naturaleza primitiva.

La vida del hombre se inicia en un estado de indiferenciación, por lo menos en el plano psicológico. El inicio de la vida de pareja representa origen y destino. El proceso evolutivo de la relación está orientado a volver a la unidad, como una adquisición de la conciencia. Tal es el sentido de la relación de pareja. Constituye el vehículo que permite al hombre viajar hasta el estado andrógino, logrando así, la expansión de la conciencia.
Lo masculino y lo femenino unidos en indisoluble alianza, se convierten en una potencia.

El enamoramiento es, muchas veces, el inicio de la relación de pareja. Va acompañado de la sensación ilusoria de totalidad, de la sensación del estado andrógino. Una vez que termina el enamoramiento, la pareja inicia una vida que tiene como fin volver al estado andrógino, ahora mediante la expansión de la conciencia. Cada vez que la conciencia hace suyo un contenido del inconsciente, se produce una expansión. La pareja muestra constantemente al compañero (a) contenidos de lo inconsciente que pueden ser incorporados a la conciencia. Cuando la pareja alcanza el estado andrógino por expansión de la conciencia, dará lugar al arquetipo del sabio y la sabiduría estará presente en sus acciones y  en sus palabras.

Las parejas requieren de un intenso trabajo para alcanzar su gran riqueza. Necesitan mantener un roce constante, a veces doloroso, de las ásperas capas superficiales de cada parte, hasta que finalmente brillan como consecuencia de sus pulidas formas. Entonces hombre y mujer se aprecian, se aman y se respetan puesto que uno contiene al otro, ya no son dos, sino uno.

Si el fin del desarrollo psicológico consiste en la integración de los opuestos, entonces comprendemos que la separación de los integrantes de la pareja se traduce en debilidad. Un adulto que no tiene pareja, tiene menos posibilidades de ver los dos polos de un eje, y con facilidad caerá en la inflación del ego, puesto que éste se encuentra en identificación con un polo.
La convivencia por sí misma no asegura que se realice la integración de los opuestos. Algunas parejas mantienen excluidos de su vida consciente algunos polos fundamentales. Por ejemplo, niegan el principio femenino y dedican su energía a la confrontación y a la competencia.

Unidos por el amor, un hombre y una mujer están dotados para lograr una visión panorámica del mundo. Al mundo no se le puede comprender si se le ve desde un solo ángulo. La pareja puede ver los fenómenos desde distintos ángulos, por ejemplo: una visión objetiva más una visión subjetiva, el juicio lógico más el juicio sensible y humano. Ninguna es mejor, una y otra se complementan para lograr la visión panorámica. Las dificultades y los fenómenos evolucionarán hacia soluciones ideales si han sido enriquecidos con una visión extensa. Lo contrario consiste en buscar soluciones a partir de una visión parcial.
Mujer y Hombre son, ante todo, seres diferentes. Reconociendo este hecho, las parejas pueden participar activamente en su proceso de desarrollo. El camino no se allana negando las diferencias entre uno y otro, por el contrario, se dificulta. Se crean un abismo en el centro de la relación y, cada uno instalado en su propia orilla, se dedica a lanzar insultos, siempre con el interés de descalificar las actitudes, pensamientos, sentimientos y los deseos del otro.

Los matrimonios felices se han de cultivar. Y este trabajo será más fácil si se entienden cabalmente las diferencias. Los pensamientos, los sentimientos y los deseos, y en general, las argumentaciones de cada uno, tienen valor por derecho propio. La aceptación del punto de vista del otro no significa adherirse a ese punto de vista, solo significa otorgarle un valor. Si las parejas pueden hacer este cambio de actitud, acortarán el camino hacia la realización del arquetipo andrógino.
La expansión de la personalidad a la que nos lleva la vida en pareja, potencialmente, representa la necesidad de convertirnos en lo que realmente somos, en contraposición a lo que creemos que somos. La pareja es como un espejo en el que vemos el reflejo de aquellas polaridades que hemos excluido de la conciencia.

El ego cumple una función de importancia fundamental para el desarrollo de la pareja. Es una instancia que da lugar al desarrollo de la conciencia. En la primeras etapas, la personalidad requiere de fronteras claras para establecer su dominio. El ego necesita respuestas a preguntas como ¿Quién soy? ¿Cuál es mi papel? ¿Cuál es mi lugar? Y cualquier respuesta será ilusoria e incompleta.
La integración de los opuestos supone la trascendencia de las fronteras a las que está acostumbrado el ego, supone un proceso de desadaptación - transición - readaptación. Reconocemos este proceso de integración cuando es definido como: disolución del ego, o como expansión de conciencia.
El proceso se puede descomponer en tres partes:
1. Obstrucción de la conciencia. El ego toma el control.
2. Combate entre la conciencia y el ego. Nuestra  esencia se enfrenta a sus enemigos, los decapita e incinera.
3. Despertar de la conciencia. Nuestro ser resucita glorioso. Los valores de la conciencia se manifiestan.
Este proceso es inherente a la relación de pareja. Requiere del enfrentamiento con distintos contenidos del inconsciente colectivo. En un principio, viajamos por un camino buscando la integración desde las directrices del inconsciente colectivo. Esto da paso a ideas equivocadas acerca de la relación. El ego se impone con sus propias expectativas.
La relación de pareja cumple su función propiciando una cadena de transformaciones, en las que nuestro pequeño ego va redefiniendo sus fronteras al enfrentarse a los conflictos. Esta cadena de cambios activados en la pareja, representa a la vez una tendencia hacia la integración de los opuestos.

Muchos jóvenes de hoy han puesto su atención en las expectativas del ego, motivo por el cual, la vida en pareja está determinada por ciertos requisitos: obtención de un grado académico superior, seguridad económica. ¿Realmente esto contribuye al logro de una relación de mayor calidad? O bien representa una puerta de huída que los aleja del trabajo inherente a la vida en pareja.
En todo caso, las expectativas de la vida en pareja por una parte y la realidad de la vida de pareja, por otra, constituyen dos espacios, para ser llenados con frustración, en la medida de la distancia entre los dos niveles. Mayor distancia, mayor frustración.
Tal vez, el mayor índice de divorcios en nuestra época, refleja una respuesta a sentimientos de frustración intolerables relacionados con esta distancia entre las expectativas y la realidad de la vida en pareja.

martes, 2 de enero de 2018

La Relación de Pareja, parte 1


LA RELACIÓN DE PAREJA
Un camino al desarrollo
Síntesis del libro de Ubando, J.L., Instituto de Estudios de Pareja, México, 1997

Introducción

La relación de pareja cumple una función de desarrollo para las personas, entendiendo el desarrollo como el despliegue de las potencialidades humanas para convertirnos en lo que realmente somos.
La pareja comprende una riqueza, pero para acceder a ella, se necesita de un esfuerzo especial y una particular actitud: la de aprender y de hacer una suma de las características de ambos individuos.

La conciencia colectiva comprende arraigados estereotipos acerca de la vida en pareja y en mayor número del matrimonio. La vida en pareja comprende muchas cosas, unas agradables y otras no tanto. En todo caso, la pareja va a evolucionar con base a sus diferencias.
Para fines del desarrollo, los conflictos son lo más importante. Lo más negativo del conflicto es que queremos evitarlo.

Otro gran problema al que se enfrentan las parejas nace al querer borrar las  diferencias. De ignorar la regla de la polaridad, el principio femenino y masculino, las diferencias entre los cuerpos del hombre y de la mujer, los tipos psicológicos, etc. En la pareja hay dos seres fundamentalmente distintos. De las diferencias se pueden enriquecer, mientras que de la negación de las  diferencias se pueden destruir.
No hay pareja sin conflictos. Queremos erradicar el conflicto, y ese deseo es el principal conflicto. Si la pareja se inicia por una atracción complementaria, entonces la pareja es un conflicto. El conflicto no es algo negativo, es algo inevitable.

Especialmente en las clases acomodadas, estamos en presencia de generaciones muy dependientes. Los padres quieren resolver la vida de los hijos y los hijos quieren empezar con el nivel de los padres, no menos.
La resistencia al compromiso viene de la incapacidad de renuncia. Miedo a perder un sistema de vida, que le da seguridad al ego. Un compromiso conlleva pérdidas y no queremos sufrirlas.
Los medios de comunicación transmiten mensajes acerca de la planeación del matrimonio y de la familia. Entonces se fijan criterios, por ejemplo para los embarazos: el número de hijos que quieren tener, educar y financiar. ¿Y qué hay de las razones psicológicas y espirituales? ¿Nos dicen que hay una etapa en la que los hijos necesitan ante todo de la relación con su madre y otra etapa en la que lo importante es la relación con el padre? Es prácticamente imposible que los medios de comunicación, especialmente aquellos financiados por el gobierno y la iniciativa privada transmitan conceptos acordes con la psicología  profunda puesto que atienden a intereses muy distintos. Unos son los intereses del consumismo y la política y otros son los intereses de la ciencia y del conocimiento.

En un principio, nuestra vida de pareja está poblada de expectativas falsas. Buscamos en nuestra pareja una vida fácil y encontramos dificultades. El crecimiento y la evolución son dolorosos; también la vida en pareja porque facilita ambos. A través de la vida en pareja se va arrancando nuestra falsa identidad, algo parecido a que nos arrancaran una máscara hecha de nuestra misma piel. Dolorosa transformación que nos acerca a la realidad de lo que originalmente somos.

PAREJA Y POLARIDAD

La comprensión de la polaridad es requisito para entender las funciones de la pareja. Nuestro entendimiento nos obliga a diferenciar y dividir. Pero para estar sano hay que estar completo. Un proceso de maduración implica la superación de la polaridad.
La vida requiere del ritmo, es decir, de una continua alternancia entre un polo y otro. Si se destruye el ritmo, se destruye la vida. Es como la respiración, en la que se alternan los movimientos de inhalación y exhalación. Si se suprime uno, se suprime también el otro. Existe una absoluta interdependencia entre los contrarios.

Las polaridades son dos aspectos de una misma realidad que la conciencia ha de contemplar sucesivamente. La polaridad es como una puerta que en un lado tiene la palabra ENTRADA y en el otro SALIDA, pero siempre es la misma. Vemos uno u otro de sus aspectos según el lado en que nos acerquemos a ella.
La ventaja que nos da la polaridad es la facultad de discernimiento.  La conciencia comienza por establecer la polaridad. Pero el afán y la meta de la conciencia es superar su condición incompleta, para volver a la unidad. Todo camino de evolución va de la polaridad a la unidad.

Todo tiene un par de opuestos: luz y sombra, vida y muerte, adentro y afuera. En cada par de opuestos, un polo le da vida al otro polo. La polaridad femenino-masculino engloba a su vez un gran número de otros polos. Este par de opuestos se necesitan, uno al otro. El principio femenino le da vida al principio masculino, y el principio masculino da vida al principio femenino.
En el mundo ilusorio del ego, a veces se pretende erradicar la mitad de la realidad humana. Niega la existencia y la importancia de los polos opuestos. Una consecuencia de ello consiste en que el hombre pierde la dimensión de las cosas y pierde la capacidad para darle el mérito que justamente le corresponde a la perfección, apreciar con emoción la belleza, reconocer el éxito, valorar el apoyo, reconocer las diferencias entre lo masculino y lo femenino, desperar toda la sensibilidad del erotismo.

El proceso de aprendizaje requiere de la creación de la belleza, de la dignidad, del erotismo. Requiere de la separación de los opuestos, de la diferenciación entre masculino y femenino. El proceso de aprendizaje parte de la unidad, prosigue la división y vuelve nuevamente a la unidad.
Una vez que el hombre adquiere cabalmente su identidad masculina (lo cual supone la integración de la sombra), está en mejores condiciones para iniciar el proceso de integración en la conciencia de su parte femenina. La fecundación de lo masculino y lo femenino en el plano psicológico, ocurre sobre todo en la segunda mitad de la vida y da lugar al nacimiento de la experiencia espiritual.

¿Qué función cumplen los conflictos? ¿Qué tienen que aprender los miembros de la pareja, a fin de lograr mayor integración? Las dificultades y los síntomas de la pareja, como hechos reales, pueden ser considerados como hechos simbólicos que, como tales, representan las polaridades, y a la vez, representan el camino hacia la unidad.
La pareja constituye un camino que da la posibilidad, al ser humano, de ir de la polaridad a la unidad. Los conflictos de pareja revelan fielmente la existencia de divisiones internas en el individuo. La polaridad es la división artificial creada por la conciencia. Si la división es profunda, los polos son irreconciliables. Los problemas de pareja informan acerca de las divisiones internas. Si una pareja cae repetitivamente en una discusión acerca del dinero, por ejemplo, podemos pensar que esa pareja crea un problema exagerado, puesto que la carga emocional que le imprime no corresponde con la realidad de su estabilidad económica. Entonces podemos investigar el significado simbólico  del dinero y comprender que lo que se discute no son cantidades sino probablemente una lucha por el poder.

La forma femenina ha de comprenderse como la eternidad y la forma masculina como el tiempo. La unión de los dos engendra el mundo, en el cual todas las cosas son eternas y temporales al mismo tiempo. La mujer encarna la vida y el hombre actúa sobre la vida. La vida brota y se disuelve en una sucesión continua.
Al pasar de la polaridad a la unidad, los valores y las distinciones que en la vida normal parecen de importancia, desaparecen. Entonces las brujas se convierten en diosas y los dragones en guardianes. Al parecer el destino del hombre incluye esfuerzos para enseñar de nuevo, lo que ha sido enseñado correctamente y aprendido incorrectamente mil y mil veces. El hombre tiene que aprender solo y recorrer por sí mismo el camino del héroe, tiene que aprender viviendo.

La conciencia es como una luz sobre un fondo de sombra. Pero la realidad se compone tanto de lo iluminado como de lo sombreado. Cabe decir que aquello que ayer fue sombra, hoy se encuentra iluminado en parte por la conciencia.
El hombre y la mujer en la actualidad, suelen estar condicionados y adaptados a la conciencia colectiva. Son partícipes de las ventajas correspondientes, pero igualmente adolecen de las mismas carencias y limitaciones de tal conciencia
colectiva. El caso contrario corresponde a mujeres y hombres que se apartan totalmente de la conciencia colectiva. Acceden a un conocimiento sobre la naturaleza humana, no solo inaccesible para la sociedad, sino francamente considerado herético por la misma sociedad.