martes, 15 de agosto de 2017

Cuenta Contigo, parte 15


 15
Cuando estés mal, haz tu mínimo


Es mejor cojear por el camino que avanzar a grandes 
pasos fuera de él. Pues quien cojea en el camino, 
aunque avance poco, se acerca a la meta, mientras que 
quien va fuera de él, cuanto más corre, más se aleja.

San Agustín

¡Qué mala es una depresión! Me refiero más a esas depresiones ocasionales, que  a los trastornos crónicos, que son algo muy serio. A esos días malos, emocionalmente tristes, en los que te sientes inservible. Esos días frecuentes para muchas personas y ocasionales para otras, pero conocidos por todos. Son días bucle, porque una cosa lleva a la otra y te ves encerrado en una dinámica dañina. Sabes que te hace daño, pero se dificulta salir de la espiral.
No hacer nada, dejarse arrastrar por la desmotivación y la pereza tiene una penalidad. Y no tanto por tu jefe o tu entrenador, el peor castigo viene de ti mismo. Empezarás a culparte, tu nivel de apatía subirá y te sentirás peor que cuando abriste los ojos por la mañana.

La tríada psicológica -pensamientos, emoción y conducta- se interrelacionan e influyen entre sí. Te sientes mal debido a que hay algo que te produce tristeza: una separación, un dolor de cabeza, problemas personales, discusiones, la ansiedad, el miedo o simplemente el cansancio… y además esos factores se refuerzan por tu falta de compromiso. Estás triste por tu problema, además de que te sientes frustrado por no ser capaz de tomar las riendas de tu vida.

No te pido en este caso que cambies tu forma de pensar, ni de sentir, solo que hagas tu mínimo. Tu mínimo es algo más que no hacer nada. La inactividad total es la que hace que te sientas mal, pero si pones un poco de tu parte, mejorará tu autoestima y bienestar. Ejemplos de mínimos son:

  • En lugar de correr tus 5 km habituales, sal a correr 15 minutos.
  • Si no has podido ir a trabajar, contesta algún correo desde la casa.
  • Si no te quieres arreglar, solo date una ducha.
  • Si tienes atrasado un proyecto, abre el archivo y realiza una “tormenta de ideas” sobre lo que tienes pendiente.

Si tienes una agenda sobrecargada, haz una sola cosa, la que más te apetezca.
Cualquiera de estas actividades será mejor que no hacer nada. Se trata de no romper el vínculo. Y trata de realizarlo sin exigencias. Piensa: Bueno, me pongo con esto… y luego ya veré.
Si estás triste y desanimado, lo último que necesitas es presionarte. Cualquier tarea requiere de un nivel de activación adecuado, y hay días que no podemos ponerlo en marcha. También es cierto que hay algunas responsabilidades que no podemos dejar de atender. Pero darnos una licencia de vez en cuando no significa que seas un irresponsable.
Hacer lo mínimo no es una actitud conformista, sino una conducta de esperanza. Se trata de no ofrecer resistencia a tu momento bajo, pero tampoco dejar que te arrastre.

Cuando te encuentres con una situación similar hazte esta pregunta: Si en este momento estuviera bien, ¿qué estaría haciendo ahora mismo?. Seguro que estás tan sumergido en tus pensamientos, que eres incapaz de prestar atención a las soluciones. Si sigues dando vueltas en la misma dirección y al mismo tema, no aparecerá la salida. Tienes que dejar de pensar en lo mismo para empezar a fantasear con lo que te gustaría estar haciendo.
Esto es lo que tienes que dejar de hacer:

1. Compararte con otros.

2. Juzgarte.

3. Buscar una explicación racional a tus emociones.

4. Lamentarte por lo que no has hecho.

5. Criticarte por no ser capaz de cumplir con tus obligaciones.

6. Tratarte mal y castigarte.

Nada de todo eso ha funcionado como elemento motivador, ni conseguirá sacar de ti lo que deseas. Nada de todo eso funciona.
En cambio, podrías estar haciendo lo siguiente:

1. Ponerle nombre a lo que sientes. Por ejemplo: Siento tristeza.

2. No identificarte con tu emoción.

3.  Aceptar que estás mal, y la emoción.

4. Decidir qué valor deseas darle, observar esa emoción desde la distancia, como si fueras un espectador en el cine.

5. Pensar que eso es lo que sientes, pero que no tiene por qué limitarte

6. Realizar actividades a otro ritmo. No se trata de un todo o nada.

Realiza estos seis pasos antes de quedarte bloqueado. No se trata de una batalla, sino de una emoción que hay que comprender. Una batalla contra ti mismo terminarás perdiéndola.
En estos momentos necesitas de dos aliados: la compasión y la amabilidad.

Ser compasivo significa entender el sufrimiento. Lo hacemos con los demás cuando entendemos su dolor. Se acompaña de grandes dosis de empatía. Hacerlo para otros suele ser más sencillo que hacerlo por uno mismo. No es ser victimista. Este es el que vive de la queja continua. Ser autocompasivo significa respetar tus sentimientos, entenderlos y hacerles espacio. Cuando lo logras, estás cuidando de ti.  Te alejan de la autocompasión el perfeccionismo, la autocrítica constante y los juicios de valor que haces sobre ti. No se trata de culpar a nadie. Se trata de aceptar que se puede estar mal, que es un estado natural, y de entenderlo para así poder responder y seguir adelante con nuestra vida.

Ser amable contigo es un signo de respeto hacia lo que eres. Es creerte merecedor de ese trato contigo mismo. Lo otro es menospreciarte. Ser amable contigo mismo es ser bondadoso. Y para ello necesitas considerar tus errores desde otra perspectiva, y relativizarlos. A veces te criticas duramente, y al cabo de los días te das cuanta de que no estaba justificado. Pero ya has provocado el sufrimiento.


                                        Momento libreta…
Piensa una situación en la que no hayas estado a la altura de las circunstancias.

Si hubieras sido autocompasivo contigo, ¿cómo habrías actuado?

¿Cómo te habrías sentido?

¿Qué te habrías dicho a ti mismo para tratarte con amabilidad?

¿Te hubiera ayudado, hubieras sumado?

A partir de ahora, en lugar de encerrarte y mortificarte, trata de ir sumando mínimos. Mi siguiente mínimo, ¿cuál es? Lo mínimo es levantarme de la cama. Después… ducharme. Una vez superado este, desayunar en forma relajada. Cuando te des cuenta, habrás hecho mucho más de lo que imaginabas.







No hay comentarios:

Publicar un comentario