lunes, 7 de agosto de 2017

Cuenta Contigo, parte 13

13
Si eres exigente contigo y con tu
hobby, un día dejará de serlo


Si con todo lo que tienes no eres feliz, con todo 
lo que te falta tampoco lo serás.

Erich Fromm

La autoexigencia y la conducta perfeccionista son grandes enemigos del placer y del equilibrio. Nos somete a una presión innecesaria.
Solo deberíamos ocuparnos de lo que depende de nosotros, de lo que podemos controlar. ¿Para qué queremos más presión? Solo te lleva a fantasear con lo horrible que sería no conseguir el objetivo. De ahí a la ansiedad, solo hay un paso.

No buscamos exigencia, sino disfrutar. No buscamos ser perfectos, sino responsables. Comer manzanas es saludable, pero no dos kilos al día. Con la exigencia ocurre lo mismo. ¿Dónde está el límite? Estar cansado no es sinónimo de que seas un vago, es un dato evidente de que tu cuerpo y tu mente se han sometido a un sobreesfuerzo.

Cuando te criticas duramente impides el cambio. Autocensurarse hiere, debilita y centra la atención en las flaquezas propias, pero no anima ni genera un aprendizaje mayor. La ciencia ha demostrado que la crítica debilita tu capacidad para estar atento y hacer cosas nuevas con eficacia.

Si no solemos tratar mal, ni faltar el respeto a los miembros de nuestros equipos cuando se equivocan, porque sabemos que se sentirían mal y se bloquearían, ¿por qué lo haces contigo?
Ser autoexigente con las responsabilidades no lleva a realizarlas mejor. Y tampoco funciona con tus aficiones. Si es algo que has elegido porque te apetece y lo disfrutas ¿qué haces mezclando la exigencia con el placer?

¿Te has planteado por qué tienes que demostrarte todo el tiempo que eres bueno en todo? Quizás se esconde detrás una baja autoestima o no estar satisfecho contigo mismo; quizás necesites corresponder a lo que tú crees que se espera de ti.

¿Y sabes por qué, aun sabiendo que te hace daño, sigues exigiéndote? Porque la gente valora y refuerza esa actitud. La diferencia está en que ellos, los no exigentes, quizá sean más felices con sus imperfecciones o con su tiempo libre para poder disfrutarlo.

Consejos para disfrutar más y sufrir menos

Acéptate, ya eres perfecto

Nada ni nadie son perfectos, y esa es la gracia que nos permite recrearnos en nuestra propia transformación. Ese recrearnos debería ser un proceso, un juego, un aprendizaje, pero no debería producir sufrimiento.

Deja que tus placeres sean más fuertes que tus deberes

Incluso cuando se trata del trabajo, si el placer por realizarlo fuera mayor que la presión por hacerlo perfecto, el nivel de calidad aumentaría. Y también aumentaría tu satisfacción por el proyecto, y con ello, tu autoestima, tu paz interior y tu bienestar percibido.

Regula tus metas para que puedas disfrutar de ellas

Si te exiges de más, será difícil alcanzarlo. Tu afición podría convertirse en una actividad frustrante. Quizás no deberías proponerte ni siquiera metas, sino guiarte por sensaciones: Hoy salgo a correr ¿Cuál es mi meta? El placer de correr.

Cambia tu juego interior

Debo, tengo, siempre, nunca, no soporto…. son expresiones típicas del exigente y perfeccionista. Son palabras que te someten. Aprender a relacionarte contigo con dulzura y amabilidad te permitirá disfrutar de lo que haces.

                                                       Momento libreta…. 
Trata de escribir una lista con tus debería:

  • Debería entrenar más días a la semana.
  • Debería esforzarme más cuando nado, y nadar unos 200 metros más.
  • Debería ser capaz de tocar más la guitarra entre clase y clase.
  • Debería dibujar mejor de lo que lo hago para las clases que llevo.

Y ahora pregúntate el porqué de cada caso y contesta. ¿era ese el motivo por el que iniciaste tu afición? Verás que muchos de tus debería responden a esto es lo que se espera de mí. Son deberías  de nuestros padres, maestros, entrenadores, pero que ni siquiera te has parado a cuestionar y decidir si los quieres tener en tu vida. Es a través de una actividad placentera que se consigue ser constante.


Debate tus debería, y quédate con los que estimes que se ajustan a los valores que te gustaría tener. Y aquellos que elijas conservar, transfórmalos en podría, “sería conveniente”. La persona que se habla en esos términos parece segura. No necesita ponerse deberes, porque se siente feliz eligiendo opciones. Se siente libre.

Ten un “miramiento” con la exigencia

Deja la exigencia para contadas ocasiones. Ser exigente ocasionalmente y con un fin justificado, no es perjudicial. Lo insoportable es ser perfeccionista con cada una de las actividades de tu vida. Elegir cuando serlo te hace libre.

Deja de impresionar a los demás y deja de impresionarte a ti

La gente te quiere tal y como eres, corras todos los días de la semana o solo dos. Uno de los motivos de por qué la gente busca la perfección es por sentirse aceptado, valorado, para no defraudar… y la mayoría de las veces nadie te pide ese nivel de perfección. Incluso llega un momento en el que solo lo sabes apreciar tú.

Busca emociones que te permitan ser feliz

La serenidad y la alegría son dos características de una vida plena. La serenidad requiere aceptar que tu afición se basa en el disfrute, en el aprendizaje, en la curiosidad por lo nuevo, pero no en la superación forzada. Superarte y crecer deben formar parte del proceso, pero de manera fluida.

Sé amable contigo mismo

¡Qué no se te ocurra criticarte! Practicar el machaque tiene un nivel de utilidad cero y es una conducta poco inteligente. Valora más y critica menos.

La exigencia no te devolverá la sonrisa

Es al revés, aceptar y sonreír hará que te sientas pleno con lo que haces. Se cree que el idad y alegría,perfeccionismo y la autoexigencia son rasgos de la personalidad que están bien vistos. Y no es así. Es más, resulta muy duro convivir como pareja, padre o compañero de trabajo con una persona autoexigente, porque termina pidiendo a los demás su mismo ritmo de trabajo. ¿No te das cuenta de que no eres feliz con este rasgo de la personalidad?

Proponte  ser flexible

La rigidez está asociada a la exigencia. Los exigentes tienen claro cómo se hacen las cosas y no hay otra vía más que esa. Para ellos todo se mide, porque si no, no existe la posibilidad de comparar si se han superado o no.

                                                         Momento libreta…
Define en qué vas a ser flexible. Trata de no planificarte, exponte a fracasar y a ser poco responsable. Se trata de aprender a vivir con las emociones como la ansiedad y la frustración, fruto de no cumplir con lo que tu mente rígida dice que es perfecto. Acepta esas emociones y déjalas estar, nada más. No necesitas justificarte ni decir que mañana volverás al buen camino.


Practica tu afición en equipo… y adáptate al ritmo del grupo

A los exigentes no les gusta trabajar en equipo porque nadie es tan rápido, tan comprometido y tan meticuloso como lo son ellos. Así que practicar tu afición en grupo te obligará a adaptarte a ritmos de quienes disfrutan y practican su hobby relajadamente. (159)

Concéntrate en lo agradable

El aprendizaje pasa por el disfrute. Es muy difícil aprender más si no te sumerges con pasión y deleite en lo que haces. Así que déjate llevar y concéntrate en todo lo que te atrae de tu hobby. Todo puede ser un placer cuando le prestas atención.

Lo que has hecho hoy es perfecto

Puede que mañana aprendas otra técnica, o te sientas más fuerte, pero lo que has hecho hoy es lo mejor de todo lo que podías haber practicado. Quédate con esa idea.

La cara oculta de la autoexigencia esconde a una persona con baja autoestima, en busca de la aprobación de los demás, insegura, controladora, insatisfecha con sus resultados y con pánico a fracasar.a
Son muchas las consecuencias negativas y mucho lo que tienes que perder por exigirte de más y no disfrutar de lo que te rodea. Ya que se puede cambiar, hazlo.

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