sábado, 12 de agosto de 2017

Cuenta Contigo, parte 14


14
El placer anticipatorio

Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla.

Confucio

Utilizamos en psicología la expresión miedo anticipatorio para explicar a las personas que la simple idea de pensar en obsesiones desencadena en el cuerpo la respuesta de ansiedad y la emoción del miedo. Es útil, porque nos permite ponernos a salvo cuando identificamos peligro . Pero ahora nosotros la activamos cuando ni siquiera hay amenaza. Cuando nos presentamos a una entrevista de trabajo, jugamos un partido de tenis o tenemos que hablar en público. ¿Por qué activamos el miedo en situaciones que no lo requieren? Por el miedo anticipatorio. Cuando experimentamos una situación en la que hemos sufrido, lo aprendemos, lo guardamos en la memoria, y no se nos olvida aunque nos lo propongamos.

En este capítulo no vamos a hablar de la ansiedad ni del miedo, sino de todo lo contrario. Igual que existe el miedo anticipatorio, diseñamos una nueva aplicación: el placer anticipatorio. Si pensar en lo que puede fallar nos pone nerviosos, pensar en lo que puede salir bien nos genera bienestar.
Y si parece tan sencillo, ¿por qué no tenemos ese hábito? Básicamente las personas no practican el placer anticipatorio por cuatro motivos:

  • Hay personas a las que les parece poco humilde. La idea de alcanzar el éxito y disfrutar de ello les parece ostentoso y prepotente. No les han educado para reconocerse como seres completos, maravillosos y merecedores. Así que esa idea les hace sentirse incómodos. Es mejor pasar de puntillas.
  • Otros se acogen a la conducta supersticiosa: No lo cuentes ni lo pienses porque luego se ceba. 
  • Un tercer grupo son los falsos negativos. Personas a las que no les gusta pensar que las cosas puedan salirles bien. Piensan que anticipando el lado negativo de la vida se protegen de emociones como la frustración. Pero nuestros errores son inevitables y necesarios para evolucionar.
  •  El cuarto grupo son los negativos redomados. Ellos quisieran dejar de sufrir, pero no han entrenado sus pensamientos para corregirlo. Saben que es un sinvivir, pero no conocen otra alternativa.

Todos queremos lo mismo: ser felices, vivir con serenidad y sufrir lo menos posible. Y para ello tenemos una serie de derechos de los que no siempre somos conscientes. Repite conmigo, alto, claro… y convencido:

  • Tengo derecho a ser feliz y disfrutar de placeres sin justificarme por nada.
  • Tengo derecho a disfrutar de mis proyectos y decisiones y a no sentirme juzgado por la escala de valores de los demás.
  • Tengo derecho a cosas buenas en la vida, a pensar en ellas y a prepararme para el momento en que ocurran.
  • Tengo derecho a equivocarme y a volver a intentarlo cuantas veces estime oportuno.
  • Tengo derecho a no sentirme un fracasado por mis errores.
  • Tengo derecho a estar bien conmigo y con mi vida.
  • Tengo derecho al PLACER ANTICIPATORIO.

¿Qué beneficios tiene el placer anticipatorio? Nuestro cerebro se prepara para lo que lo programamos. Si esperamos una situación adversa, nuestra atención estará pendiente de las señales negativas. Tu cerebro solo te obedece.

Pero ¿y si realizas lo contrario? ¿Y si anticipas lo que podría ocurrir de positivo? Tu cerebro entonces estaría programado para buscar y encontrar dentro de todos los estímulos informativos aquellos que tú has seleccionado previamente. Esto, por supuesto, no te asegura el éxito, pero si aumenta la probabilidad de que ocurra la mejor de las experiencias. Y sobre todo, te protege del sufrimiento previo, esperando el peor de los escenarios.

  ¿Cómo podemos anticipar el placer de forma adecuada?  La mejor manera es a través de técnicas de visualización o imaginación guiada. Se trata de que crees imágenes mentales relacionadas con la experiencia positiva que deseas vivir. La visualización puede tener varias intenciones. Fíjate en la diferencia entre los dos escenarios:

Escenario 1: miedo anticipatorio. Empiezas en tu nuevo puesto de trabajo. No sabes si puedes encajar o no. Tienes miedo de que te rechacen. También tienes miedo a no realizar con soltura las nuevas tareas. Todo ello hace que tengas el estómago revuelto, no eres capaz de desayunar tranquilo ni de disfrutar estos momentos de tu vida.
Esto es visualizar, imaginar, fantasear, pero en lugar de hacerlo con lo maravilloso que podría ser tu primer día, lo haces con todo en lo que puedes fracasar.

Escenario 2: placer anticipatorio. Piensa que es tu primer día de trabajo. Te sientes pletórico y orgulloso de ti, sabes que es tu gran oportunidad. Recuerdas que pasaste la entrevista de selección de forma espectacular. Sabes que encajarás perfectamente.
Imaginas que llegarás con una sonrisa y serás amable con tus compañeros. Hablarás con tu jefe inmediato y le dirás lo interesado que estás en aprender. Te ves sintiéndote a gusto en el puesto, ofreciendo bombones que has llevado para celebrar tu primer día.

Como puedes adivinar, lo que sienten las personas que imaginan estos escenarios tan distintos para un mismo momento es muy diferente:  miedo frente a ilusión. No cambia la situación, sino el enfoque. En el primer escenario, la persona es presa de lo que opinan los demás, de no ser capaz. Y lo normal es que los compañeros perciban lo que desprende. En el segundo escenario, el protagonista imagina lo positivo. Piensa en cómo comportarse él, en tener detalles, en tener paciencia. Tiene control sobre la situación, elige y busca alternativas. Nada que no pueda ocurrir de forma real.

La visualización prepara el cerebro para lo que va a suceder, aumenta la concentración, favorece la motivación y activa las zonas responsables de la ejecución. Si se realiza de forma correcta, queda grabado en la memoria. La persona que trabaja con técnicas de visualización puede tener la experiencia de éxito sin haberla vivido y eso favorece su seguridad  confianza.

La visualización funciona de forma similar a como lo hace el aprendizaje por imitación. Tú preparas aquello que deseas imitar en forma de imágenes y, luego, lo reproduces. Puedes imitarte a ti mismo o a quien gustes. Puedes imitar todo ayudándote de tus neuronas espejo. Esta técnica es adecuada para modelar e imitar una técnica o para sugerir un estado emocional y/o físico bajo el que uno quiere competir, comportarse o solucionar problemas.
Puedes seguir estos consejos para anticipar el placer:

1. Elige una actividad.

2. Visualiza el escenario completo. ¿Dónde es, quién te acompaña, qué clima?
Cuanto más se parezca a la realidad, más fácil será sentirlo.

3. Céntrate durante la visualización en lo que depende de ti. Solo tienes que visualizar cómo vas a intervenir en tu historia. Es lo único controlable.

4. De todo lo que puede ocurrir, céntrate en tus fortalezas y en tener éxito. ¿Has vivido alguna vez una situación similar y lograste salir vencedor? ¿Cómo?

5. Háblate durante la visualización en positivo, date ánimos verbales: ¡bien, genial, así, disfruta, te lo mereces!

6. Estate atento a lo que sientes: orgullo, alegría, confianza, ilusión.

7.Piensa que esto es lo que mereces.

8. Entrénate. Para visualizar con nitidez y mantener la concentración durante la técnica, necesitas entrenarla. Al principio cuesta, pero ocurre lo mismo con cualquier ejercicio de meditación, que solo necesita tiempo, paciencia y amabilidad contigo mismo para que funcione bien.


                                                          Momento libreta…
Piensa en un objetivo, un proyecto o cualquier actividad. Y detalla cómo te gustaría que fuera el proceso. Describe lo que depende de ti, lo que quieres sentir, pensar y hacer.

Una vez escrito, cierra los ojos y trata de vivir de la forma más real posible la historia que has relatado. Cuando finalices y abras los ojos, observa cómo te sientes.


La vida son disgustos y placeres. Muchos de ellos vienen sin buscarlos. Hay piedras en el camino, ¿de verdad que vas a añadir tú otra más, anticipar piedras que no existen y sufrir sin saber que las vas a encontrar? Es preferible anticipar placer, prepararte para experimentarlo y vivirlo de forma plena.

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