miércoles, 31 de mayo de 2017

Cuenta Contigo, parte 5


5
Ni contigo ni sin ti
tiene mis penas remedio

Rema en tu propio barco

Eurípides

Las personas nos sirven de apoyo, pero no son nuestra solución. Muchas personas no se responsabilizan de sus vidas apelando a excusas como: Es que cómo voy a ir solo; Es que así es aburrido.Utilizan la excusa de que están solos. La excusa permite que te tranquilices. Si tienes un pretexto, tienes un motivo que te limita e impide que te responsabilices y te involucres con tu vida.

Cualquier cambio pasa por la dicotomía entre lo que debo y lo que me apetece hacer. Lo que debo forma parte de la responsabilidad, y también forma parte de lo incómodo. Incluye postergar placeres a corto plazo. En cambio, lo que me gustaría hacer es nuestro diablillo. Consigue que sigamos en la zona confortable. Produce gusto a corto plazo, pero también despierta remordimientos y culpa. Una excusa, al fin y al cabo, es un engaño. Con él reducimos nuestras emociones negativas, pero sin ese malestar no hay cambio.

Las personas generamos relaciones de dependencia que no son siempre fruto del amor. Contar con la gente es genial, pero no puede ser determinante, ni el motor para ponerte en marcha. La situación ideal pasaría por ser capaz de hacer algo tú solo, poder disfrutarlo, y si se añade alguien, bienvenido sea. Pero que tu compromiso y felicidad no dependan de si vienen o se quedan.

Sensación de ridículo

Uno de los miedos a hacer cosas solos es que nos invada la sensación de ridículo. Las personas se preocupan por el ¿qué pensarán los demás?. Son prejuicio que no tienen nada que ver con los juicios de valor que hacen los demás.

Solución: atrévete a ponerte en situaciones que te perecen ridículas. Empieza por las más sencillas. Haz una lista de todo aquello que te da vergüenza hacer solo y enfréntate poco a poco a todo. Valora después de cada exposición tu nivel de ridículo, tu nivel de bienestar, aquello que disfrutaste y si fue tan tremendo como parecía al principio.

Timidez y déficit en habilidades sociales

Otro motivo por el que no te arrancas a ir solo es tu timidez  o tu déficit en habilidades sociales. “¡Cómo voy a llegar sola a una clase de baile! La mejor manera de vencer la vergüenza es exponerte a situaciones en las que te ves obligado a relacionarte.

Solución: busca actividades que te obliguen a relacionarte con personas: teatro, baile, deportes de equipo, por ejemplo. Iniciar conversaciones, mantener contacto ocular, sonreír, escuchar. Elige el comportamiento por el que vas a empezar. Todo se entrena, y sobre todo las habilidades sociales.

Puede que te afecte el ¿qué dirán?, pensar si estarás a la altura o si caerás bien con el grupo. Si sonríes, eres prudente, escuchas, te interesas y sigues una conversación, seguro que caerás bien. Los personas que caen mal son las sabelotodo, las que no dejan intervenir a los demás, las que se muestran serias y las soberbias.
Para caer bien en un grupo, al principio, es muy sencillo. Acepta la idea de que puedes caer mal… y de que puedes caer bien. No luches contra ese pensamiento y centra tu atención en sonreír. Las personas risueñas nos caen bien. Anticipa que vas a estar a gusto, te fijarás en miradas cómplices y sabrás quien te invita a formar parte.

Pereza 

Un tercer motivo es la pereza. Se da cuando necesitas que alguien te anime y te saque del sillón. Es cierto que motiva más contar con otros. La idea de no dejar colgado a alguien te empuja.

Solución: define un objetivo que te motive. Y utiliza tu fuerza de voluntad. Tienes tanta como cualquier otra persona, lo que ocurre es que no estás acostumbrado a utilizarla. Tienes que recobrarla y creerte que está contigo. Si la tienes, úsala.

Aprobación por parte de los demás

Un penúltimo motivo para lanzarte a hacer cosas en solitario es el miedo a no contar con la aprobación de los demás. Para Einstein: los que dicen que es imposible no deberían molestar a los que lo están haciéndolo. Así que deja de escuchar a quien boicotea tu sueño. Pon los pies en la tierra pero no dejes de soñar. La única aprobación que necesitas es la tuya, claro, siempre con responsabilidad.  

Solución: valora los pros y los contras de lo que vas a emprender. Considera el riesgo, la inversión, el tiempo… si te apasiona de verdad, trata de planificarlo con sentido común. Lo importante es empezar a dar pasos.
Ten en cuenta las opiniones de los demás, pero no dejes que te limiten. A veces la pasión nos ciega e impide que veamos fallos. Esos fallos no tienen que ser motivo para abandonar, sino para buscar soluciones y perfeccionar tu idea brillante.

Baja autoestima

Hay personas que mantienen la falta de autonomía por un problema de baja autoestima. Son personas que sienten que no son capaces, que no se valoran y que creen que con la ayuda de otros todo será más fácil.

Solución: son varias las acciones que pueden llevarse a cabo:
  • Deja de contemplarte como la media naranja de algo. Eres una persona completa.
  • Deja de hablar mal de ti mismo y empieza a verbalizar en positivo: “Soy capaz de hacerlo solo, no importa si me equivoco, vale la pena intentarlo”.
  • Contempla el fracaso como parte de tu camino. Las personas valoramos más a los valientes y a los que se equivocan, que a los acobardados por una vida predecible. ¿A quién le gustan las Flanders? A nadie, nos gustan los Simpson.
Tenías cinco excusas: sensación de ridículo, timidez, pereza, aprobación por parte de los demás y baja autoestima. Ahora también tienes cinco soluciones.


                                                          Momento libreta…
A nivel general y para vencer los miedos puedes preguntarte:
  • ¿Qué es lo peor que me podría pasar si hiciera esto solo?
  • ¿Puedo asumir ese riesgo?
  • En caso de que suceda, ¿puedo poner soluciones, o se trata de un riesgo con punto de no retorno?
  • Lo que ahora me parece tan importante, ¿lo será también después de unos días?
¿Te ha ocurrido alguna vez? Busca cuál es tu motivo y pon solución. Con papel y lápiz.

 También te puede ayudar imitar a los que sí lo lograron. Busca un modelo. Indaga. ¿Con qué contaron? ¿Fue la creatividad, la decisión, la pasión, la necesidad de preservar la salud, la ambición?

Una vez leí la historia de una mujer valiente. Susan Butcher fue musher (conductora de trineo tirado por perros). Hasta que ella no empezó a participar en este tipo de carreras, solo lo hacían los hombres. Revolucionó la carrera de 1800 km por el hielo ártico. Decidió que sus perros entrenarían como lo hacen los deportistas de alto rendimiento. Ganó durante cuatro años consecutivos.
¿Qué hizo grande a Susan? Su valentía, su creatividad, no necesitar de nadie, ignorar a los que desconfiaron de una mujer, centrarse solo en lo que la apasionaba y entrenar y esforzarse. Sola.

Antes de terminar este capítulo, me gustaría que dejaras de preguntarte qué necesitas tú de los demás y pensases en quién necesita de ti. Cuando una persona consigue resolver sus situaciones con autonomía, pasa a un nivel superior. No solo deja de necesitar a otros, sino que es capaz de colaborar en el bienestar de terceros.

¿Qué puedes hacer tú por los demás? Hacer cosas por los demás eleva emociones. Hacer cosas por uno mismo te permite disfrutar; pero regalar, ser generoso y altruista, provoca emociones. Los beneficios del altruismo son muchos. Aquí tienes cinco:

  1. El altruismo es una fuente de bienestar y felicidad. Es imposible hacer un acto de generosidad sin sentirte bien.
  2. Cuando consigues que alguien mejore su bienestar, inmediatamente mejora el tuyo.
  3. El altruismo y la bondad se refuerzan porque tú también te sientes bien ayudando a la gente. Es placentero de por sí.
  4. Está demostrado que las personas disfrutan más regalando que recibiendo regalos. El hecho de pensar en el otro, mirar su cara, emocionarse por acertar y recibir un agradecimiento, no tienen precio.
  5. Las personas benevolentes y bondadosas presentan niveles altos niveles de felicidad y bienestar.

Dice un proverbio árabe que quien quiere hacer algo encuentra un medio, y quien no quiere, encuentra una excusa. Los demás pueden desconfiar y dejar de creer en ti. Tú no. Tú eres tu apoyo, tu muleta, tu pilar. No te falles, ni te desmotives, ni dejes de involucrarte. Tú solo.

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