miércoles, 7 de junio de 2017

Cuenta Contigo, parte 6

6
La terapia de los melocotones en
almíbar… o de los yogures caducados

Las cosas solo tienen el valor que les damos.

Moliére

En todas las casas hay una lata de melocotones en almíbar en algún lugar de la despensa que no se sabe si están caducados o no. Pasan desapercibidos.
Eso sí, sé sabe perfectamente dónde está el chocolate, la pasta, las verduras… ¿Por qué ? Porque los utilizamos, interactuamos con ellos.

Cuando mis pacientes me hablan de sus miedos, sus pensamientos catastróficos, limitantes, negativos, aburridos… , les digo que la mejor terapia para gestionarlos es tratarlos como tratamos a dichos melocotones, con indiferencia.
El malestar traducido en ansiedad, frustración, desánimo o miedo no lo provocan los melocotones, lo produces tú dándole valor a tus pensamientos, hablando con ellos, prestándoles atención.

La terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) ha sido para mi una revolución. Y si unimos la aceptación a nuestra capacidad de centrar la atención en el presente, tenemos la receta perfecta para dejar de sufrir con lo que pensamos.
Empecemos por distinguir dos tipos de preocupaciones: las útiles y las inútiles. Las útiles son aquellas en las que puedes intervenir y están bajo control, y las inútiles, aquellas por las que nada puedes hacer. Por desgracia, estas segundas ocupan la mayoría de nuestros problemas

Es inteligente ocuparse de lo que depende de nosotros y absurdo invertir energía en temas que no dependen de nosotros, o a las que hay que darles tiempo para saber que ocurre.
No es nada responsable de tu parte que te ocupes de algo de lo que no te puedes ocupar. Es un despropósito sufrir por aquello que controlas. Sinceramente, es un malestar completamente absurdo y sin sentido. Lo único que tiene sentido es ocuparte de lo que depende de ti y pasar de lo que no.
Y darle vueltas a lo que te preocupa no te vuelve más consciente, ni más resolutivo, ni te permite estar más preparado.

Preocupaciones inútiles

Imagina que un cliente ha salido insatisfecho de la tienda en la que trabajas. Uno que además a sido poco educado. Puede que estés dándole vueltas durante el fin de semana echándote la culpa. La reacción del cliente y su personalidad no es algo que dependa de ti, pero la interpretación que estás dando a este hecho sí.
Seguramente te dedicarás a pensar qué harías si pudieras volver atrás en el tiempo. Por mucho que le des vueltas, no lo solucionarás. Así que este pensamiento necesita una intervención del estilo “melocotones en almíbar”.
Es decir, ignorarlo. Cuanto más valor le des, más te va a atormentar. De lo único que eres responsable es de hacer y pensar aquello que te permita disfrutar de tu presente. Y de nada más.

Imagina un segundo ejemplo. Estás preparándote para el Mundial, del deporte que sea. Estás entrenándote bien, pero te empieza a obsesionar la idea de que si llegarás o no al Mundial, y no paras de pensar en una posible lesión. ¿Tiene algún sentido? No, son pensamientos inútiles. No aportan soluciones, no te permiten entrenar a fondo y te generan emociones negativas, como la ansiedad y el miedo. No vamos a ningún sitio pensando en ello. O sí, vamos a precipitar lo que temes. Recuerden la teoría de la profecía autocumplida. Como la atención selectiva tiene una capacidad limitada, las preocupaciones harán que cuando estés entrenando, te fijes en molestias, te castigues de más. Irás sesgando la información para dar con lo que te preocupa.

La preocupación va a aparecer, pero si sabemos como comportarnos con ella, dejará de estar presente con la intensidad y frecuencia en que se presentaba antes. Si la convertimos en una lata de melocotones, dejará de atormentarnos.
Muchas veces, dar vueltas a las cosas empeora la situación. Solo por el hecho de acrecentar la importancia que les das. La solución está en saber aprender a vivir con la idea de que te puedes lesionar y que no pasa nada por ello. Preocuparte no predice un final feliz. Preocuparte no tiene premio.

Soluciones

En realidad, es difícil dejar de pensar o no sufrir. Aquí tienes una serie de ejercicios que te permitirán dejar de lado lo que no controlas y distanciarte para poder disfrutar el único momento que tienes para ser feliz, el ahora.
No les des más valor a lo que cruza por tu mente. Son solo pensamientos, nada más. Lo que dice de ti son los actos.

Lo más sencillo para que desaparezcan es dejar de prestarles atención. Como las rabietas de los niños. Prueba con alguna de estas técnicas. Ve utilizando una u otra hasta que des con la que para ti sea la más sencilla. Hay personas que desestiman el humor porque les parece algo frívolo. Elige el tuyo y practica, entrénalo, repítelo, no tires la toalla. Cambiar un hábito requiere del deseo de hacerlo y de la repetición. Así se genera un nuevo aprendizaje que te permitirá pensar con sosiego y disfrutar más de la vida:


  • No tengas conversaciones con tus pensamientos. Tampoco tienes conversaciones con las personas que te restan energía. Si lo consigues con los demás, ¡también puedes hacerlo contigo mismo!
  • Parafrasea tus miedos. Significa repetir, casi de forma literal, lo que tu miedo te está diciendo. Imagina que tienes miedo a volar y tu mente te dice “tengo miedo a las turbulencias, tengo la sensación de que el avión se va a caer”. Razonar con el pensamiento es absurdo. Lo mejor que puedes hacer es repetir literalmente y en voz alta: “Tengo miedo a las turbulencias, a ver si el avión se cae”; y contestarte a ti mismo con un simple : “Ah, vale”.
  • Pon delante de tu idea tóxica alguna muletilla como “Estoy teniendo la brillante idea de… que no estaré a la altura y que me falta confianza para el partido próximo. Y contesta a tu mente: “Gracias, reina, tú siempre tan oportuna. Y cambia automáticamente el foco de atención. No puedes dejar de tener pensamientos, pero sí puedes elegir cuáles, así que ten a la mano alguno que produzca efectos contrarios. Elige pensar en tu jugada inicial, en las palabras que te dirás durante el partido: “calma”, “fluye”.
  • Ríete del pensamiento. Dile a tu mente algo así como: Mira que eres pesadita, que si me siento inseguro, que si no estoy a la altura; ya podrías ponerte de mi parte. Reírte de tu mente desviará la atención de lo que genera ansiedad y estarás eligiendo cómo relacionarte con los pensamientos tóxicos.
  • Cuando aparezca tu miedo en forma de pensamiento, dale forma. Se me ocurre que podría ser como “una lata de melocotones en almíbar”, pero también podría ser: “esta entrevista de trabajo no la paso, seguro hay mejores que yo”. Entretente pensando cómo pintarías la lata y que forma tendía. Buscamos con este ejercicio jugar con el pensamiento, aceptarlo y quitarle valor.

  • También puedes ser más sencillo, y simplemente llevarte el dedo índice delante de los labios y decir el famoso “chist”. Imagina que estás estudiando y a tu mente le da por anticiparse al examen: “No te da tiempo, concéntrate”. Chist… Puedes acompañar este gesto con una frase dirigida a tu pensamiento de miedo: “calladito por favor, trato de estudiar”. Y vuelve acto seguido a llevar atención a tus apuntes. Sin razonar ni juzgar, solo mándalo callar.


He puesto varios ejemplos para relacionarte de forma distinta con tus pensamientos. Pero aquí es importante la creatividad. Busca tu propia manera de hacerlo. Hay quien sienta a sus pensamientos en el banquillo de suplentes, o los dejan pasar como si fueran pompas de jabón, se pasean y se van. Sin más intervención.

                Momento libreta…   
Mejor dicho, momento libreta más momento móvil. Anota en tu libreta las reglas para relacionarte con tus pensamientos. Escríbelas con letras y colores llamativos y luego hazles una foto y súbela al móvil de fondo de pantalla. El problema de los hábitos nocivos es que al principio son más fuertes que nuestras buenas intenciones de cambio. Si tenemos un recuerdo visual, nos facilitaremos la tarea. Ten presentes estos consejos:
  • No rumies tus pensamientos.
  • No busques contraargumentos a tus miedos que te relajen.
  • No hagas juicios de valor sobre las consecuencias que puedan generar tus miedos.
  • No te anticipes de forma catastrófica o alarmante.
  • No dejes que tus miedos tengan más presencia de la que se merecen.
  • Para evitar los hábitos nocivos deberás:
  • Observar que pasa sin juzgar.
  • No prestarles atención.
  • Decidir que valor van a tener.
  • Jugar con tus pensamientos.
  • Llevar el foco de atención al presente.
  • Hablarles en un tono cómico.
  • Mandar sobre ellos.



2 comentarios:

  1. Graciaaaasss de verdad gracias! Hoy precisamente tuve una crisis de ansiedad por darle validez y discutir con mis pensamientos irracionales, fue horrible, nunca me había sentido así. Después de leer esto, empecé a ponerlo en practica, el aceptarlos pero ignorarlos y ha sido muy practico, ya me siento muchísimo más tranquila. Gracias mil.

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