martes, 9 de agosto de 2016

El Gozo, parte 12

4. Resistencia al llanto 


Todo trauma conmociona al organismo y lo lleva a cristalizarse o contraerse, a dejar de respirar y a cerrarse como una almeja. El llanto es el proceso de descristalización, de descontracción y de apertura a la vida. Tras las convulsiones, la respiración se torna relajada y profunda. El individuo recobra el pleno uso de su voz y renueva su alma, así como una buena lluvia renueva y recarga a la tierra. Los que no pueden llorar quedan congelados, con los cuerpos contraídos y la respiración gravemente limitada. Ninguna persona recobrara su total potencialidad para ser si no es capaz de llorar. Para recuperar esa potencialidad, el llanto tiene que provenir del fondo del vientre, y esto no es fácil para la mayoría, cuya respiración y cuyo llanto se hayan restringidos por una tensión diafragmática que va de moderada a grave.

En este capitulo quisiera examinar las resistencias psicológicas al llanto, que guardan paralelismo con los bloqueos físicos. En nuestra cultura casi todos consideran al llanto un signo de debilidad. Aun en situaciones en que es una reacción natural, como ante la muerte de un ser querido, a menudo se advierte al que está de duelo que debe ser fuerte y no ceder a su tristeza. Entregarse a los propios sentimientos en una situación como esta puede ser objeto de fuerte reprobación. Por supuesto, representa una perdida del control del ego, un abandono a los sentimientos, pero... ¿en que circunstancias puede ser mas apropiado que en esta entregar el control del ego? Se ve en el llanto no solo un signo de debilidad sino de inmadurez, de infantilísmo. “Los chicos grandes no lloran”. La gente suele mofarse de los chicos que lloran. Por cierto que el llanto esta asociado al desvalimiento. En una situación de peligro, puede ser necesario no entregarse a la impotencia y llorar; pero en el paciente que acude a la terapia no pesa esta amenaza de desvalimiento, salvo en el plano de su ego.

Por lo general inicio el trabajo corporal haciendo que el paciente se recueste en la banqueta bioenergética y respire, lo cual me permite observar la calidad de la onda respiratoria. La posición es algo tensionante, y esto fuerza al sujeto a respirar mas profundamente. En ningún caso lo hace tan plena o libremente como debería. A fin de ahondar la respiración, le pido entonces que emita un sonido fuerte y lo sostenga el mayor tiempo posible. En casi todos los casos, el sonido emitido es muy breve y apagado. Contener la respiración es el medio de no abandonarse al cuerpo y sus sentimientos.

Esta contención es inconsciente. Sorprende comprobar cuanta gente acude a la terapia con problemas que los menoscaban y sin embargo niegan todo sentimiento de tristeza. Esto es particularmente valido en el caso de los pacientes deprimidos, que una vez suprimidas sus emociones, están en este sentido adormecidos. Si pudieran llorar, su depresión desaparecería, pues entonces volverían a sentirse vivos. Pero la tristeza no es la única emoción suprimida; también lo es la ira. La gente puede irritarse, enfurecerse y hasta ponerse violenta, pero le es muy difícil sentir y expresar emociones tan claras como la tristeza o la ira.

La expresión de la irritación o aún de la furia no tiene como consecuencia ningún cambio significativo en la situación del sujeto. Son apenas alivios secundarios de la tensión de la frustración, como cuando se disipa la presión emitiendo vapor. Una vez liberada la tensión la persona se siente mejor, pero su situación no se modifico. La ira, en cambio, no desaparece hasta que no se aclara la situación penosa, y lo mismo cabe decir de la tristeza. Si alguien se siente profundamente triste, introducirá algunos cambios en su vida. Saber que uno está triste o colérico es bueno, pero no suficiente. Para sentirlo, uno debe expresarlo. Los bebés y niños pequeños lo hacen fácilmente cuando se los hiere; ¿por qué en los adultos se bloquea esta reacción natural?

Es esencial para un paciente protestar acerca del modo en que fue tratado de niño. Sin una fuerte protesta, nadie se libera del horror del pasado.
El maltrato físico, sexual y psicológico. de los niños es hoy común y bien conocido. Todos mis pacientes padecieron algún tipo de maltrato de uno o ambos progenitores. Lo que me resulta particularmente desconsolador es la crueldad ejercida contra los niños por padres que, a su vez, fueron víctimas de crueldades. Algunos habían estado en los campos de concentración nazis. Esta conducta parece reflejar una ley de la naturaleza humana: Haz a los demás lo que te ha sido hecho a ti. Los padres crían a sus hijos como los criaron a ellos.

Detener el avance de esta actuación destructiva descargada en los niños requiere que el progenitor sea una persona esclarecida. En el próximo capitulo me referiré a las condiciones de dicho esclarecimiento.

El sobreviviente se caracteriza, en general, por poseer una voluntad fuerte, que fue lo que le permitió sobrevivir. En muchos casos también le posibilito alcanzar éxito en el mundo. Trabajé con varias personas que habían llegado a ocupar puestos importantes en el mundo profesional o empresarial mediante estrategias fundadas en la voluntad de sobrevivir. Una de ellas es la negación del sentimiento, sustituyéndolo por un intelecto agudo y calculador. Esto puede resultar un elemento positivo en un mundo en que los sentimientos son una desventaja, donde los valores predominantes son el poder, el dinero y el prestigio y donde prevalece una intensa competencia por el éxito. En un medio tal, los sentimientos se subordinan al impulso a triunfar. Y algunos lo logran, en términos de dinero, ' poder y prestigio, pero sus vidas quedan emocionalmente vacías: no tienen ninguna relación íntima gratificante, ningún placer real en su trabajo, ningún gozo. Se le aprecia en la opacidad de sus ojos, la falta de energía de sus movimientos. Muchos sufren depresión y la mayoría se lamenta de una fatiga y cansancio crónicos. La dinámica básica en estos individuos es su disociación del cuerpo.

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