viernes, 26 de febrero de 2016

La desobediencia y otros ensayos, parte 3


II
LA APLICACIÓN DEL PSICOANÁLISIS
HUMANISTA A LA TEORÍA DE MARX


El marxismo es un humanismo y su objetivo consiste en el pleno desarrollo de las potencialidades del hombre. Del hombre con sus potencialidades físicas y psíquicas, el hombre verdadero que no vive en un vacío sino en un contexto social, el hombre que debe producir para vivir. Marx se preocupaba por el hombre, y su propósito consistía en liberar a éste del predominio de sus intereses materiales, de la prisión que sus propias disposiciones y actos habían construido en torno a él. Si no se comprende esta preocupación de Marx, nunca se comprenderá ni su teoría ni la falsificación a la que ésta fue sometida por muchos  de los que dicen practicarla.
Aunque la obra cumbre de Marx se titula "El Capital", la misma estaba enfocada solo como un paso en su búsqueda total, y el estudio del capital, como una herramienta crítica que ayudaba a entender la condición mutilada del hombre en la sociedad industrial. Era una etapa de la gran obra que, si se hubiera escrito,  quizá se habría titulado "Acerca del hombre y la sociedad".

La obra de Marx, está poblada de conceptos psicológicos. Esgrime conceptos tales como “esencia del hombre”, “hombre mutilado”, “alienación”, “conciencia”, “tendencias pasionales” e “independencia” para mencionar algunos. Sin embargo, la obra de Marx casi no tiene teorías psicológicas. La razón no reside en la falta de interés o de talento para analizar los fenómenos psicológicos, sino en el hecho de que en la época de Marx no existía una psicología dinámica que él pudiera aplicar a los problemas de los hombres. Marx murió en 1883; Freud empezó a publicar sus trabajos más de diez años después.

El tipo de psicología necesaria para complementar el análisis de Marx era la que habría de crear Freud, aunque a este le faltaran aún muchas revisiones.
El psicoanálisis es, en primer término, una psicología dinámica. Trata con fuerzas  psíquicas, que motivan la conducta humana, los sentimientos, las ideas. La psicología apta para servir al pensamiento marxista debe ser aquella capaz de entender la evolución de estas fuerzas psíquicas como un proceso de interacción constante entre las necesidades del hombre y la realidad social e histórica en la cuál éste participa. Debe ser, desde sus comienzos, una psicología social. Eventualmente, debe ser una psicología crítica, sobre todo crítica de la conciencia del hombre.
El psicoanálisis de Freud llena estas condiciones, pero los marxistas insistieron en su tradición de ignorar la psicología, y Freud y sus discípulos elaboraron sus ideas dentro del marco del materialismo mecanicista, que resultó incompatible con el “materialismo histórico”.

Mientras tanto, ocurrieron nuevos hechos. El más importante de ellos fue el renacimiento del humanismo marxista. Muchos socialistas marxistas tomaron conciencia de que la teoría marxista necesitaba una teoría psicológica del hombre; también comprendieron que el socialismo debe proporcionar al hombre el sistema de orientación y devoción que aquel necesita; que debe encarar los problemas de la identidad del hombre y del significado y el objetivo de su vida. Debe construir el cimiento para normas éticas y para un desarrollo espiritual superiores a las frases vacías que estipula que “lo bueno es aquello que sirve al Estado” (la revolución, el Estado obrero, la evolución histórica, etc.)
Gracias al progreso que se produjo tanto en el pensamiento marxista como en el psicoanalítico, parece llegada la hora de que los marxistas humanistas reconozcan que el empleo de una psicología dinámica, crítica, socialmente orientada, tiene una importancia crucial para el desarrollo de la teoría marxista y la práctica socialista, si no quiere perder contacto con la realidad humana.

El primer problema del que se deberá ocupar el psicoanálisis humanista es el del “carácter social”, el carácter matriz común a un grupo que determina los actos e ideas de sus miembros. Freud  consideró que el carácter era la manifestación relativamente estable de diversos géneros y tendencias de la
libido, o sea, de energía psíquica orientada hacia determinados objetivos y emanada de determinadas fuentes. En sus conceptos de los caracteres oral, anal y genital, Freud presentó un nuevo modelo del carácter humano que explicaba el comportamiento como la expresión de nítidas tendencias pasionales; Freud supuso que la orientación e intensidad de estas tendencias resultaba de experiencias de la primera infancia vinculadas con las zonas erógenas, y descartando los elementos físicos, el comportamiento de los padres era el principal responsable del desarrollo de la libido.

El factor fundamental para la formación del “carácter social” es la práctica de la vida tal y como es constituida por la forma de producción y por la estratificación social resultante. El “carácter social” es aquella estructura particular de energía psíquica que una sociedad dada plasma con el propósito de que resulte útil para el funcionamiento de esa misma sociedad. La persona media debe querer hacer aquello que debe hacer. El miembro de un pueblo primitivo que depende del asalto y del saqueo de otras tribus, debe tener un carácter belicoso. Los miembros de una tribu pacífica, agrícola, deben ser proclives a la cooperación. La sociedad feudal funciona solo cuando sus miembros tienden a someterse a la autoridad y a respetar y admirar a aquellos que son sus superiores.

 El capitalismo solo funciona con hambres ávidos por trabajar, disciplinados y puntuales, cuyo mayor interés consiste en el lucro monetario, y cuyo principio fundamental en la vida consiste en el beneficio económico que deriva de la producción y el intercambio. En el siglo XIX el capitalismo necesitaba de hombres partidarios del ahorro, a mediados del sigo XX necesita de hombres frenéticamente interesados en gastar y en consumir. El carácter social representa la forma en que se moldea la energía humana para aprovecharla como fuerza productiva en el proceso social.

El carácter social es reforzado por todos los medios de influencia accesibles a una sociedad: su sistema educativo, su religión, su literatura, sus canciones, sus chistes, sus hábitos y, por encima de todo, sus métodos familiares para criar a los niños. Una gran parte de la estructura del carácter de los individuos se forma en los cinco o seis primeros años de vida.
La influencia de los padres no es accidental; los padres son primordialmente los agentes de la sociedad y su influencia es determinante en la creación de la matiz socialmente deseable del carácter social.
El concepto de carácter social ofrece respuesta a importantes problemas que la teoría marxista no analizó a fondo.

lunes, 22 de febrero de 2016

La desobediencia y otros ensayos, parte 2


(continuación)
¿Por qué se inclina tanto el hombre a obedecer y por qué le es tan difícil desobedecer? Mientras obedezco al poder del Estado, de la Iglesia o de la opinión pública, me siento seguro y protegido. Mi obediencia me hace participar del poder que reverencio, y por ello me siento fuerte. No puedo cometer errores, pues ese poder decide por mi; no puedo estar solo, porque él me vigila; no puedo cometer pecados, porque él no me permite hacerlo, y aunque los cometa, el castigo es solo el modo de volver al poder omnímodo.

Para desobedecer debemos tener el coraje de estar solos, errar y pecar. Pero el coraje no basta. La capacidad de coraje depende del estado de desarrollo. Solo si una persona ha emergido del regazo materno y de los mandatos del padre, solo si ha florecido como individuo plenamente desarrollado y ha adquirido así la capacidad de pensar y sentir por sí mismo, puede tener el coraje de decir “no” al poder, de desobedecer.

Pero no solo la capacidad de desobediencia es la condición de la libertad; la libertad es también la condición de la desobediencia. Si temo a la libertad no puedo atreverme a decir “no”, no puedo tener el coraje de ser desobediente. En verdad, la libertad y la capacidad de desobediencia son inseparables; de ahí que cualquier sistema social, político y religioso que proclame la libertad pero reprima la desobediencia, no puede ser sincero.

Hay otra razón por la que es tan difícil atreverse a desobedecer, a decir “no” a la autoridad. Durante la mayor parte de la historia humana la obediencia se identificó con la virtud y la desobediencia con el pecado. La razón es simple: hasta ahora, a lo largo de la mayor parte de la historia, una minoría ha gobernado a la mayoría. Este dominio se produjo porque las cosas buenas que existían solo bastaban para unos pocos, y los demás debían conformarse con las sobras. Si los pocos deseaban seguir gozando de las cosas buenas y, además, hacer que los muchos les sirvieran, se requería una condición: que los muchos aprendieran a obedecer. Sin duda, la obediencia puede establecerse por la mera fuerza.

Pero este método tiene desventajas. Constituye una amenaza constante de que algún día los muchos lleguen a tener los medios para derrocar a los pocos por la fuerza; además, hay muchas clases de trabajo que no pueden realizarse apropiadamente si la obediencia solo se respalda por el miedo. Por ello, la obediencia que nace del miedo debe transformarse en otra que surja del corazón del hombre. El hombre debe desear, e incluso necesitar obedecer, en lugar de solo temer a la desobediencia. Para lograrlo, la autoridad debe asumir las cualidades del Sumo Bien; debe convertirse en omnisciente. De este modo, la autoridad puede proclamar que la desobediencia es un pecado y la obediencia una virtud. Y así los muchos pueden aceptar la obediencia porque es buena, más bien que detestarse a sí mismos por ser cobardes.

La lucha contra la autoridad en el Estado y también en la familia era a menudo la base misma del desarrollo de una persona independiente y emprendedora. La lucha contra la autoridad era inseparable de la inspiración intelectual que caracterizó a los filósofos del Iluminismo y a los hombres de ciencia. Esto se traducía en fe en la razón, y al mismo tiempo en duda respecto de todo lo que se dice o se piensa, en tanto se base en la tradición, la superstición, la costumbre, la autoridad.
Los principios, sapere aude y de omnibus est dubitandum - “atrévete a usar tu sensatez” y “hay que dudar de todo”- eran característicos de la actitud que permitía y promovía la capacidad de decir “no”.

El hombre-organización ha perdido su capacidad de desobedecer, ni siquiera se da cuenta del hecho de que obedece. En este punto de la historia, la capacidad de dudar, de criticar y de desobedecer puede ser todo lo que media entre la posibilidad de un futuro para la humanidad, y el fin de la civilización.

martes, 16 de febrero de 2016

La desobediencia y otros ensayos, parte 1

Sobre la desobediencia
y otros ensayos

Fromm, E., Ed. Paidós, México, 1990 

Nota preliminar

Erich Fromm habló en estos ensayos acerca de qué significa ser obediente a la naturaleza humana y a los fines de la sociedad, y ser desobediente a toda clase de ídolos e ideologías políticas. Sus razonamientos son aún pertinentes en la actualidad, pues nuestro principal objetivo debería ser todavía esta desobediencia al conformismo y la adopción de una postura crítica contra el “sinsentido” común.

La profundización del análisis psicológico de fenómenos sociales y políticos estimuló a Fromm a apoyar el movimiento pacifista y la promoción del desarme. Puso de esta manera en práctica su desobediencia a todas las formas de “sentido común” y de pensamiento político oficial, y su obediencia al saludable pensamiento que nos transmitieron los profetas y que encarnaron hombres como Albert Schweitzer y Bertrand Russell .
Estos artículos muestran la profunda preocupación y pasión de Erich Fromm por la paz y la supervivencia de la humanidad.

Annis Fromm
Locarno, Suiza, 1981



LA DESOBEDIENCIA COMO PROBLEMA
PSICOLÓGICO Y MORAL

Reyes, sacerdotes, señores feudales, patrones de industrias y padres han insistido durante siglos en que la obediencia es una virtud y la desobediencia es un vicio. Para presentar otro punto de vista enfrentamos esta posición con la formulación siguiente: la historia humana comenzó con un acto de desobediencia, y es probable que termine por un acto de obediencia.

 Según los mitos hebreos y griegos, la historia humana se inauguró con un acto de desobediencia. Adán  y Eva, cuando vivían en el Jardín del Edén, eran parte de la naturaleza; estaban en armonía con ella, pero no la trascendían. Estaban en la naturaleza como el feto en el útero de la madre. Todo esto cambió cuando desobedecieron una orden. Al romper vínculos con la tierra y madre, al cortar el cordón umbilical, el hombre emergió y fue capaz de dar el primer paso hacia la independencia y la libertad. El acto de desobediencia  liberó a Adán y Eva y les abrió los ojos. Se reconocieron uno a otro como extraños y al mundo exterior como extraño e incluso hostil. El “pecado original” lejos de corromper al hombre, lo liberó; fue el comienzo de la historia humana. El hombre tuvo que abandonar el Jardín del Edén para aprende fiar en sus propias fuerzas y llegar a ser plenamente humano.

Para los profetas la historia es el lugar en que el hombre se vuelve humano, desarrollando sus capacidades de razón y amor, hasta que crear una nueva armonía entre él, sus congéneres y la naturaleza. Esta nueva armonía se describe como “el fin de los días”, ese periodo de la historia en que hay paz entre el hombre y el hombre, y entre el hombre y la naturaleza. Es un “nuevo” paraíso creado por el hombre mismo.

También para el mito griego de Prometeo, toda la civilización humana se basa en un acto de desobediencia. Prometeo, al robar el fuego de los dioses, echó los fundamentos de la evolución del hombre. No habría historia humana si no fuera por el “crimen” de Prometeo. Él, como Adán y Eva, es castigado por su desobediencia. Pero no se arrepiente ni pide perdón. Por el contrario, dice orgullosamente, : “Prefiero estar encadenado a esta roca, antes que ser el siervo obediente de los dioses”.

El hombre continuó evolucionando mediante actos de desobediencia. Su desarrollo espiritual solo fue posible porque hubo hombres que se atrevieron a decir no. Pero además su evolución intelectual dependió de su capacidad de desobediencia - desobediencia a las autoridades que trataban de amordazar los pensamientos nuevos, y a la autoridad de acendradas opiniones según las cuales el cambio no tenía sentido-.

Si la capacidad de desobediencia constituyó el comienzo de la historia humana, la obediencia podría muy bien, provocar el fin de la historia humana. No estoy hablando en términos simbólicos o poéticos. Existe la probabilidad de que la raza humana destruya la civilización y también toda la vida sobre la tierra. Estamos viviendo técnicamente en la era atómica, pero la mayoría de los hombres -incluida la mayoría de los que están en el poder-  viven aún emocionalmente  en la Edad de Piedra. Si la humanidad se suicida, será porque la gente obedecerá a quienes le ordenan apretar los botones de la muerte; porque obedecerá a las pasiones arcaicas de temor, odio, codicia; porque obedecerá a los clisés obsoletos de soberanía estatal y honor nacional.

Pero no quiero significar que toda la desobediencia sea una virtud y toda obediencia un vicio. Tal punto de vista ignoraría la relación dialéctica que existe entre obediencia y desobediencia. Un acto de obediencia a un principio es necesariamente un acto de desobediencia a su contra parte, y viceversa. Antígona constituye el ejemplo clásico de esta dicotomía. Si obedece a las leyes inhumanas del Estado, Antígona debe desobedecer necesariamente las leyes de la humanidad. Si obedece a estas últimas, debe desobedecer a las primeras. Todos los mártires de la fe religiosa, de la libertad y de la ciencia han tenido que desobedecer a quienes deseaban amordazarlos, para obedecer a su propia conciencia, a las leyes de la humanidad y la razón. Si un hombre solo puede obedecer y no desobedecer, es un esclavo; si solo puede desobedecer y no obedecer, es un rebelde (no un revolucionario); actúa por cólera, despecho, resentimiento, pero no en nombre de una convicción o de un principio.

Sin embargo, para prevenir una confusión entre términos, debemos establecer un importante distingo. La obediencia a una persona, institución o poder (obediencia heterónoma) es sometimiento; implica la abdicación de mi autonomía y la aceptación de una voluntad o juicio ajenos en lugar del mío. La obediencia a mi propia razón o convicción (obediencia autónoma) no es un acto de sumisión sino de afirmación. Mi convicción y mi juicio, si son  auténticamente míos, forman parte de mí. Si los sigo, estoy siendo yo mismo.

Es preciso dos precisiones más. La palabra conciencia se utiliza para expresar dos fenómenos que son muy distintos entre sí. Uno es la “conciencia autoritaria”, que es la voz internalizada de una autoridad a la que estamos ansiosos de complacer y temerosos de desagradar. La conciencia autoritaria es la conciencia de la que habla Freud, y a la que llamó superyó. Este superyó representa las órdenes y prohibiciones del padre internalizadas y aceptadas por el hijo debido al temor.
Distinta de la conciencia autoritaria es la “conciencia humanística”; ésta es la voz presente en todo ser humano e independiente de sanciones y recompensas externas. La conciencia humanística se basa en el hecho de que como seres humanos tenemos un conocimiento intuitivo de lo que es humano e inhumano, de lo que contribuye a la vida y de lo que la destruye. Es la voz que nos reconduce a nosotros mismos, a nuestra humanidad.

La conciencia autoritaria (superyó) es también obediencia a un poder exterior a mí, aunque este poder haya sido internalizado. Conscientemente creo que estoy siguiendo a mi conciencia; en realidad, sin embargo, he absorbido los principios del poder. La obediencia a la “conciencia autoritaria”, tiende a debilitar la “conciencia humanística”, la capacidad de ser uno mismo y de juzgarse a sí mismo.

También debe precisarse, por otra parte, la afirmación de que la obediencia a otra persona es ipso facto sumisión, distinguiendo la autoridad “irracional” de la autoridad racional. Un ejemplo de autoridad racional es la relación que existe entre alumno y maestro; uno de autoridad irracional es la relación entre esclavo y dueño. En ambas relaciones se acepta la autoridad de la persona que ejerce el mando, pero los interese del alumno y del maestro, en el caso ideal,  se orientan en la misma dirección, es decir, el maestro se siente satisfecho si logra hacer progresar al alumno; si fracasa, ese fracaso es suyo y del alumno. El dueño del esclavo, en cambio, desea explotarlo en la mayor medida posible. Al mismo tiempo, el esclavo trata de defender lo mejor que puede sus reclamos a un mínimo de felicidad. Los interese del esclavo y del dueño son antagónicos.

Hay otra distinción paralela a ésta: la autoridad racional lo es porque la autoridad, sea la que posee un maestro o un capitán de barco que da órdenes en una emergencia, actúa en nombre de la razón que, por ser universal, podemos aceptar sin someternos. La autoridad irracional tiene que usar la fuerza o la sugestión, pues nadie se prestaría a la explotación si dependiera de su arbitrio evitarlo.

viernes, 12 de febrero de 2016

Ejercicios de bioenergética, parte 26 (final)

Capítulo XIV

Una clase de ejercicios 

Hacer los ejercicios en grupo es siempre más placentero, y por tanto más fácil de hacerlos. Hemos organizado clases a las que animamos a nuestros pacientes a asistir. Su respuesta ha sido muy positiva.
Una clase puede constar de cuatro a veinte personas y debería tener alguien que la dirija. Es importante que el director esté sinceramente interesado en la gente y que disfrute haciendo los ejercicios. La actitud de un director es captada por los participantes. El director también debería ser alguien con experiencia en la bioenergética. Su papel es de naturaleza doble: dirigir a los participantes apropiadamente, e interpretar para cada persona sus experiencias corporales. Otra función del líder es la de estimular de algún modo la capacidad de cada participante para tolerar el estrés envuelto en estos ejercicios. Si el estrés resulta demasiado grande, al participante se le debería recomendar que lo deje. No se gana nada con forzar las cosas. Nuestro objetivo es sentir, no batir records.

Dado que los ejercicios apuntan hacia el sentir, sucede frecuentemente que las emociones erupcionarán espontáneamente en algunos miembros de la clase. Uno de los participantes puede repentinamente romper en lágrimas y sollozos. Ocasionalmente un participante puede verse abrumado por las nuevas sensaciones corporales. En tal caso, el director debería estar en simpatía con la persona y mantenerse en contacto con lo que está sucediendo. Puede bastar con la afirmación, “Todo está bien. Entrégate a tu sentimiento y déjalo salir”. si la persona se halla trastornada, el director puede acercársele y reafirmarla hablando con ella. Sin embargo, salvo que sea un grupo de terapia, no es aconsejable tratar de solventar las causas de la descarga emocional. Esa práctica iría en detrimento de los ejercicios, y haría sentirse abandonados a los otros miembros.

Se entiende que el director participará personalmente en los ejercicios al tiempo que los dirige. Ejecutando él mismo los ejercicios, el director establece un ejemplo a seguir por los demás. Al mismo tiempo, deberá observar a los miembros de la clase a fin de ayudarles a obtener el máximo beneficio de las posiciones usadas. La gente no puede verse a sí misma, y bastante a menudo suponen que han adoptado las posiciones correctas cuando de hecho no es así. Solo a través de los adecuados alineamientos del cuerpo puede sentirse el flujo de excitación de cabeza a pies.

El director debería dar a conocer el propósito de cada ejercicio y la meta genérica del trabajo corporal. Los ejercicio bioenergéticos difieren de otros tipos de ejercicios en que están destinados a ayudar a los participantes a abandonarse al cuerpo, en vez de buscar el desarrollo de la fuerza muscular. Los ejercicios, en particular las posiciones de estrés, te hacen abandonar las contenciones o rigideces, con el resultado final que te sientes  un poco cansado físicamente, pero interiormente vibrante, excitado, estimulado. Al finalizar una clase de ejercicios típica, la respiración del participante debería ser más fácil y persistente, su color debería haber mejorado, y sus ojos deberían ser más brillantes. Lo mismo se aplica al director. Debería sentirse más en contacto consigo mismo y con el suelo.

Antes de comenzar una clase, cada participante debería pasar por un chequeo de su historial médico. No creemos que los ejercicios de este manual planteen peligro si es manejado adecuadamente, pero es necio negar cualquier precaución. Algunos individuos pueden requerir clases especiales donde los ejercicios van destinados a la fuerza de su ego.
Para hacer los ejercicios, trata de vestir el atuendo apropiado. El cuerpo ha de estar algo al descubierto.

Una de las ventajas del grupo, es que los miembros pueden observar las cuerpos y movimientos de los otros. Es más fácil ver tensiones en el cuerpo de otro que sentirlas en uno mismo. Podemos con ello llegar a entender las tensiones comunes que nos afligen a todos. También recibes apoyo de los demás por las energías y la dedicación al trabajo corporal cuando ves que otros mejoran.

Es mejor que haya algo de homogeneidad entre los miembros de una clase. La homogeneidad promueve la identificación, y permite un uso más selectivo de los ejercicios. Por tanto, si estás trabajando con un grupo de pacientes de hospital, evitarás los ejercicios más difíciles y emocionales, a favor de los que se enfocan en ayudar al individuo a que se percate mejor de su cuerpo y entre más en contacto con él. Es señal de un buen director de ejercicios bioenergéticos, el que pueda adaptar los ejercicios a las capacidades y necesidades del grupo.

La mayor parte de las clases son mixtas, aunque resultan de considerable valor las clases de un solo sexo. Así, puede obtenerse la necesaria aceptación de parte de los miembros. Muy a menudo dichas clases adoptan la cualidad de un grupo de terapia. Cuando estos ejercicios se hacen como parte de un programa de terapia de grupo, facilitan grandemente la apertura del sentimiento y la comunicación. El trabajo corporal bioenergético acerca a todo el mundo a las realidades básicas de la vida: respiración, movimiento, sentimiento y expresión.

Una clase de ejercicio seguirá generalmente el orden de ejercicios dados en la serie estándar. No obstante, es importante variar los ejercicios de tiempo en tiempo para evitar la monotonía. Puedes también improvisar siguiendo las líneas básicas de la teoría bioenergética. No hemos incluido todos, y constantemente estamos diseñando nuevos, para satisfacer las necesidades de los participantes o las nuestras. Muchos ejercicios son creados a partir de la propia experiencia.

Dependiendo de la fortaleza del ego de los miembros del grupo, deberías incluir algunos de los ejercicios de autoexpresión. Estos son poderosos descargadores de tensión.

Creemos que los ejercicios de masaje deberían ser parte integral de todo programa de ejercicios. La gente disfruta mucho ayudándose ente sí. El contacto físico contribuye a la proximidad y unidad del grupo. Algunas personas pueden poner objeciones a tocar y ser tocadas, y estas objeciones deberían ser respetadas. Están basadas en el temor, y generalmente se desvanecerán con el curso del tiempo, una ve que vean a otros tocar y ser tocados.

Una programa  de ejercicios para una clase avanzada debería incluir algunos de los ejercicios sexuales. Salvo que las tensiones pélvicas sean descargadas y los sentimientos sexuales abiertos, el cuerpo no podrá recuperar su gracia y viveza natural. Todas las vibraciones implicarán finalmente a la pelvis si se desarrollan plenamente, y conducen a movimientos pélvicos espontáneos. Estar vibrantemente vivo es estar sexualmente vivo.

Para concluir, quisiéramos hacer unos pocos comentarios acerca del papel de estos ejercicios en tu vida. No nos ejercitamos por diversión. La ejercitación puede ser muy placentera, pero es una medida preventiva, igual que cepillarse los dientes. Las consecuencias de dejar de prestar atención al cuerpo son serias.

Sin embargo, pese a lo valiosos, estos ejercicios no constituyen un substituto para un vivir saludable. Para estar vibrantemente vivo, tenemos que sentirnos bien respecto a nuestra vida, encontrar satisfacción en nuestro trabajo, y obtener placer de nuestros contactos personales.

Tienes la responsabilidad de cuidar de ti mismo. No puedes abusar del alimento, el alcohol o el tabaco, y esperar que los ejercicios te mantengan en salud vibrante. Una persona interesada en su cuerpo intenta comer sensatamente; dormir lo suficiente, evitar el estrés innecesario, y tomarse tiempo para respirar y sentirse a sí misma.

Afortunadamente, estos ejercicios te permitirán ser más persona en todas las situaciones, esto es, más plenamente corporal en tus respuestas. Te ayudarán a afrontar mejor el estrés de la vida moderna.

Estar en contacto con tu cuerpo debería disponerte a la necesidad de ocuparte en otras actividades corporales placenteras. Entre éstas, la más simple es pasear. Pasea por placer. La más placentera y estimulante, aparte del sexo, es el baile. Es una pena que bailemos tan poco. La actividad corporal más saludable es la natación. Al nadar, el cuerpo se ve libre del estrés de la gravedad, y la respiración y los movimientos han de ser coordinados.

La meta del trabajo bioenergético es la de ayudar a una persona a “abandonarse” al placer. El placer es una respuesta corporal. La capacidad para el placer está en función de la viveza corporal, esto es, de lo vibrantemente vivo que se encuentre el cuerpo.

martes, 9 de febrero de 2016

Ejercicios de bioenergética, parte 25

Parte III
Estableciendo un plan
regular de trabajo

Capítulo XIII
Ejercicios en el hogar

En el capítulo 7 ofrecimos algunos consejos acerca de hacer estos ejercicios solos y en casa. Aquí querríamos hacer algunas sugerencias respecto a los más fáciles de hacer, y los que producen mejores resultados.
Digamos que solo tienes tiempo de hacer un ejercicio al día. Entonces recomendamos que hagas el ejercicio 1. Es el ejercicio en el que te inclinas hacia delante y tocas el suelo con las puntas de los dedos. Este ejercicio está destinado a inducir vibraciones en las piernas. Si tus piernas vibran, respiras con más facilidad y profundidad. Pero tanto si aparecen vibraciones como si no, este ejercicio te ayudará a entrar en tus piernas y pies y a sentir más el contacto con el suelo. Es un ejercicio excelente para comenzar el día, pero puede hacerse en cualquier tiempo y lugar si sientes la necesidad de abandonarte ante un estado de tensión. Como mucho, este ejercicio solo lleva uno o dos minutos.

Si deseas hacer dos ejercicios, haz también el arco referido como ejercicio 4 de la serie. Comienza con el arco y mantenlo durante un minuto, respirando en el vientre. Luego sigue con la inclinación hacia delante (ejercicio 1) para poner tus piernas en vibración. Es más fácil que vibren si comienzas con la posición del arco.

La gente joven suele tener pocas dificultades para poner sus piernas en vibración. A la gente de más edad le resulta más difícil, pues sus piernas se han endurecido. Si ésta es tu condición, sugerimos que hagas el ejercicio 19 del grupo estándar tras los ejercicios precedentes. Aquí, desplazas el peso de una pierna, doblando plenamente esa rodilla. Permite que el peso descanse en ese pie hasta que la posición se vuelva incómoda, luego desplázalo al otro pie. Haz esto dos veces con cada pierna, y encontrarás una mayor sensación de viveza en tus piernas, y que tu centro de gravedad ha descendido. Te sentirás más cerca del suelo.

No hagas mecánicamente estos ejercicios simples. Lee las instrucciones y presta atención a las preguntas y comentarios después de cada ejercicio. Estás haciendo estos ejercicios para entrar en contacto con tu cuerpo, y eso requiere que dirijas tu conciencia a lo que está sucediendo en tu cuerpo. También has de mantener tu respiración en marcha, así que es importante que estés atento a dicha función.
Con estos tres simples ejercicios haciéndolos regularmente por la mañana, comenzarás el día con un mejor sentido de ti mismo y con mayor energía.
De aquí en adelante, la elección está abierta, y debería variar con tu sentimiento, tu necesidad y tu tiempo. Puedes, por ejemplo, desear aflojar la parte superior de tu cuerpo. No necesitas hacer el mismo ejercicio cada vez. Una vez te hayas familiarizado con estos ejercicios, haz los que te ayuden con tus tensiones particulares.

La mayoría de la gente tiene un montón de tensión en sus espaldas. Puede que te comportes como si cargaras un peso. El taburete es una gran ayuda para esta clase de problemas. Recomendamos el uso del taburete para todas las personas que siguen la terapia bioenergética. Intenta el primer ejercicio dado en la sección de trabajo con el taburete. Si eres nuevo en estos ejercicios, coloca el taburete contra la cama por razones de seguridad. Hazlo así hasta que adquieras seguridad con la práctica. Recuerda, tras utilizar el taburete, que debes inclinarte hacia delante en la posición de vibración.

Por otro lado, si estás en buena forma física y tu interés en estos ejercicios es el de ver si tu cuerpo puede sentirse más vivo. Puedes intentar todos los ejercicios del taburete, supuesto que no intentes probar que estás por encima de necesitarlos y de que puedes hacerlos a toda prisa. No hay nadie en nuestra cultura que esté libre de tensión. Si te sobrepasas al principio, puedes acabar sufriendo malestar y dolor. Se cuidadoso y procede lentamente. Si te mantienes en contacto con lo que está sucediendo en tu cuerpo, no hay peligro en ninguno de los ejercicios. Y con la práctica, las personas de más edad pueden hacerlos tan bien como otras más jóvenes.

Casi todo el mundo necesita una mayor autoexpresión. Dos de los ejercicios del capítulo 9 sobre ejercicios expresivos pueden ser hechos en casa con considerable provecho. Uno es el ejercicio de patear, el otro es el de golpear la cama. Estos ejercicio te ayudarán a desarrollar tu agresividad y autoafirmación. Deberían ser incluidos en tus ejercicios caseros si tienes tiempo. Lee las instrucciones y comentarios sobre estos ejercicios cuidadosamente antes de hacerlos.

Los ejercicios sexuales no resolverán tus problemas sexuales. Harán mucho, sin embargo, por aumentar tus sentimientos sexuales y tu placer. Puedes añadir cualquiera de estos ejercicios a tu repertorio, pero hazlos una vez hayas hecho los ejercicios preliminares que hemos recomendado aquí.

El tiempo y la energía que inviertas en tu cuerpo es la mejor inversión que puedas hacer. Te recompensarán en salud y placer, lo que es más valioso que el dinero o el poder. Estás realmente invirtiendo en ti mismo, pues tú eres tu cuerpo. Utilizamos la palabra ejercicio para describir cómo trabaja uno con su propio cuerpo para ayudarle a volverse más vivo. Pero ejercicio es una expresión errónea para estos procedimientos bioenergéticos. Lo que estás haciendo realmente es cuidar de tu cuerpo, y cuidar implica estar interesado y sentir con afecto. No ejercites tu cuerpo como si fuera una máquina. Sé tu cuerpo en sus movimientos, acciones y expresiones. Es de esto que trata este libro.


martes, 2 de febrero de 2016

Ejercicios de bioenergética, parte 24

Ejercicio 99. Masaje de las nalgas

Esto se hace desde la misma posición que el ejercicio precedente. Las manos son colocadas sobre el trasero, y se utilizan los pulgares para presionar y masajear todos los músculos del área.
El mejor procedimiento es el de trabajar en ambos lados simultáneamente, comenzando en la parte superior de las nalgas y yendo hacia  abajo. A continuación, presiona firmemente en la masa central de los músculos de las nalgas.
No provoques un dolor indebido. Si aparece dolor en algún punto, alivia la presión.

  • Si trabajas fácil y suavemente, tu pareja tendrá una sensación cálida y cosquilleante en sus pies. ¿Sucedió así? 
  • ¿Pudiste sentir la tensión en los pies?

Ejercicio 100. Masaje de los pies: tumbado sobre el vientre

Creo que el masaje de los pies es la parte más placentera de cualquier masaje. Sin embargo, la mayor parte de la gente es excesivamente sensible en las plantas de los pies y no puede soportar demasiada presión en ellas. Esto es debido a la epasticidad de los músculos de esa zona. El masaje de estos músculos ayuda a relajarlos, y con el tiempo pierden su hipersensibilidad. Cuando esto sucede, el placer de un masaje en el pie aumenta grandemente. Si los pies de tu pareja son sensibles a la presión, haz el masaje gentilmente.



Con tu pareja tumbada sobre su vientre, haz lo siguiente:
Coloca tu mano izquierda sobre el dorso o superficie superior del pie, y el puño de tu mano derecha contra la planta. Frota arriba y abajo gentilmente. Haz lo mismo con los nudillos.
Sostén el pie en tu mano izquierda, y masajea cada dedo del pie con los dedos de tu mano derecha.
Lleva el pie hacia arriba haciendo que tu pareja doble la rodilla. Sostén el talón, y presiona la palma de tu mano contra la “bola” del pie.
Coloca ambas manos sobre la “bola” del pie, y al presionar hacia  abajo separa gentilmente los dedos del pie.
Repite la misma maniobra con el otro pie.

  • Cuando hayas acabado, coloca ambas manos planas contra las plantas, y mantén el contacto durante aproximadamente un minuto. Cuando retires tus manos, tu pareja debería todavía retener la impresión del contacto durante algún tiempo. ¿sucedió así?

Ejercicio 101. Masaje del pie: tumbado sobre la espalda

Haz que tu pareja se tumbe sobre su espalda en una cama o sobre una colchoneta. Siéntate a sus pies.
Toma el pie izquierdo de tu pareja en ambas manos, y golpea gentilmente la planta del pie con tus pulgares.
Coloca tu mano izquierda bajo el talón de este pie, y la palma de tu mano derecha contra los metatarsianos del pie. Presiona firmemente con la mano derecha. Esto flexiona y afloja el músculo, y proporciona una buena sensación de contacto entre el pie y la mano.

Coloca los talones de ambas manos contra la planta del pie, y sostén los dedos del pie con los dedos. Esta maniobra pretende ensanchar el pie. Sostén la superficie superior del pie con tu mano izquierda, y coloca un puño contra su planta.
Frota tu puño contra la planta del pie utilizando la superficie plana del puño. Luego, si tu pareja puede soportarlo, utiliza los nudillos y frota con ellos a lo largo de la planta.
Coloca los dedos del pie en ambas manos y dóblalos hacia  abajo, pero sin ejercer demasiada presión.
Coloca tu dedo índice entre cada dedo del pie y masajea gentilmente.
Repite este procedimiento con el otro pie.

Ejercicio 102. Paseo por la espalda

Esta es una forma de masaje que se hace con los pies sobre la espalda de una persona tumbada en una cama o sobre una colchoneta. En cualquier caso, la cama o colchoneta deberían quedar junto a la pared, de modo que la persona que da el paseo por la espalda pueda mantener el equilibrio tocando la pared con una mano. O bien, se puede utilizar una silla al lado de la colchoneta para el mismo fin.
Esta maniobra de masaje es especial de la bioenergética, y una que la mayoría de la gente disfruta mucho. Se utiliza en las sesiones de terapia para ayudar a los  pacientes a respirar profundamente relajando los músculos de la espalda. Sin embargo, las personas con problemas  en la parte inferior de la espalda no deberían participar en este masaje. Asimismo, la persona que da el paseo por la espalda no debería ser demasiado pesada para su pareja.

La persona sobre la que hay que caminar se tumba sobre su vientre, en un colchón de espuma de unos 12 cm de espesor, o sobre una cama, con las piernas extendidas de un modo suelto. La persona que da el masaje debería ir descalza. (ver fig.66)



Coloca un pie cruzado en la región lumbar de tu pareja y coloca el otro pie sobre sus nalgas, también cruzado. Dí a tu pareja que respire de un modo audible. Cuando exhale, desplaza tu peso el pie en la región lumbar. Cuando inhale, desplaza tu peso al pie sobre las nalgas. Sigue haciendo esto durante aproximadamente un minuto, con el ritmo de la respiración de tu pareja.

Manteniendo el equilibrio, coloca un pie al nivel de las paletillas, y el otro en la región lumbar. Una vez más, desplaza tu peso de acuerdo a la respiración, de modo que la presión se halle sobre la región lumbar durante la fase de expiración. Continua haciendo esto durante aproximadamente un minuto.
Si tu pareja es capaz de sostener tu peso, coloca ambos pies cruzados sobre la espalda al nivel de las paletillas. Dile que se relaje y que no luche contra el peso, y descubrirá que puede respirar bastante bien bajo esta presión.
Camina hacia  abajo por la espalda, dando pasos muy cortitos un pie detrás del otro, mientras tu pareja se relaja y se abandona a tu peso. El paseo finaliza cuando ambos pies se hallan sobre las nalgas.
Quédate encima de las nalgas con ambos pies hacia delante a lo largo del sacro. Manteniendo el equilibrio, oscila arriba y abajo rítmicamente. Esto ayuda a agitar la pelvis para que se suelte y permite que la respiración se haga más profunda.
  • ¿Te percataste de la respiración de tu pareja a lo largo del paseo por la espalda? No se produce ninguna tensión indebida si la persona puede respirar en sincronía con tus movimientos.
  • ¿Se siente más relajada tu pareja tras este procedimiento?
  • ¿Pudiste sentir la tensión en la espalda de tu pareja a través de los pies?

Con algo de práctica, puedes volverte muy bueno en este tipo de masaje de la espalda, y descubrirás que a menudo te lo pedirán.
Una vez te hayas familiarizado con las técnicas de masaje arriba descritas, puedes extender el trabajo de masaje para incluir otras áreas del cuerpo. Por ejemplo, masajear las pantorrillas y muslos siempre es bien recibido y apreciado. El principio básico que hay que seguir es el de ser sensible a tu pareja. Siente su cuerpo y siente que movimientos le hacen sentirse mejor. El masaje es más valioso cuanto más placentero.