viernes, 12 de febrero de 2016

Ejercicios de bioenergética, parte 26 (final)

Capítulo XIV

Una clase de ejercicios 

Hacer los ejercicios en grupo es siempre más placentero, y por tanto más fácil de hacerlos. Hemos organizado clases a las que animamos a nuestros pacientes a asistir. Su respuesta ha sido muy positiva.
Una clase puede constar de cuatro a veinte personas y debería tener alguien que la dirija. Es importante que el director esté sinceramente interesado en la gente y que disfrute haciendo los ejercicios. La actitud de un director es captada por los participantes. El director también debería ser alguien con experiencia en la bioenergética. Su papel es de naturaleza doble: dirigir a los participantes apropiadamente, e interpretar para cada persona sus experiencias corporales. Otra función del líder es la de estimular de algún modo la capacidad de cada participante para tolerar el estrés envuelto en estos ejercicios. Si el estrés resulta demasiado grande, al participante se le debería recomendar que lo deje. No se gana nada con forzar las cosas. Nuestro objetivo es sentir, no batir records.

Dado que los ejercicios apuntan hacia el sentir, sucede frecuentemente que las emociones erupcionarán espontáneamente en algunos miembros de la clase. Uno de los participantes puede repentinamente romper en lágrimas y sollozos. Ocasionalmente un participante puede verse abrumado por las nuevas sensaciones corporales. En tal caso, el director debería estar en simpatía con la persona y mantenerse en contacto con lo que está sucediendo. Puede bastar con la afirmación, “Todo está bien. Entrégate a tu sentimiento y déjalo salir”. si la persona se halla trastornada, el director puede acercársele y reafirmarla hablando con ella. Sin embargo, salvo que sea un grupo de terapia, no es aconsejable tratar de solventar las causas de la descarga emocional. Esa práctica iría en detrimento de los ejercicios, y haría sentirse abandonados a los otros miembros.

Se entiende que el director participará personalmente en los ejercicios al tiempo que los dirige. Ejecutando él mismo los ejercicios, el director establece un ejemplo a seguir por los demás. Al mismo tiempo, deberá observar a los miembros de la clase a fin de ayudarles a obtener el máximo beneficio de las posiciones usadas. La gente no puede verse a sí misma, y bastante a menudo suponen que han adoptado las posiciones correctas cuando de hecho no es así. Solo a través de los adecuados alineamientos del cuerpo puede sentirse el flujo de excitación de cabeza a pies.

El director debería dar a conocer el propósito de cada ejercicio y la meta genérica del trabajo corporal. Los ejercicio bioenergéticos difieren de otros tipos de ejercicios en que están destinados a ayudar a los participantes a abandonarse al cuerpo, en vez de buscar el desarrollo de la fuerza muscular. Los ejercicios, en particular las posiciones de estrés, te hacen abandonar las contenciones o rigideces, con el resultado final que te sientes  un poco cansado físicamente, pero interiormente vibrante, excitado, estimulado. Al finalizar una clase de ejercicios típica, la respiración del participante debería ser más fácil y persistente, su color debería haber mejorado, y sus ojos deberían ser más brillantes. Lo mismo se aplica al director. Debería sentirse más en contacto consigo mismo y con el suelo.

Antes de comenzar una clase, cada participante debería pasar por un chequeo de su historial médico. No creemos que los ejercicios de este manual planteen peligro si es manejado adecuadamente, pero es necio negar cualquier precaución. Algunos individuos pueden requerir clases especiales donde los ejercicios van destinados a la fuerza de su ego.
Para hacer los ejercicios, trata de vestir el atuendo apropiado. El cuerpo ha de estar algo al descubierto.

Una de las ventajas del grupo, es que los miembros pueden observar las cuerpos y movimientos de los otros. Es más fácil ver tensiones en el cuerpo de otro que sentirlas en uno mismo. Podemos con ello llegar a entender las tensiones comunes que nos afligen a todos. También recibes apoyo de los demás por las energías y la dedicación al trabajo corporal cuando ves que otros mejoran.

Es mejor que haya algo de homogeneidad entre los miembros de una clase. La homogeneidad promueve la identificación, y permite un uso más selectivo de los ejercicios. Por tanto, si estás trabajando con un grupo de pacientes de hospital, evitarás los ejercicios más difíciles y emocionales, a favor de los que se enfocan en ayudar al individuo a que se percate mejor de su cuerpo y entre más en contacto con él. Es señal de un buen director de ejercicios bioenergéticos, el que pueda adaptar los ejercicios a las capacidades y necesidades del grupo.

La mayor parte de las clases son mixtas, aunque resultan de considerable valor las clases de un solo sexo. Así, puede obtenerse la necesaria aceptación de parte de los miembros. Muy a menudo dichas clases adoptan la cualidad de un grupo de terapia. Cuando estos ejercicios se hacen como parte de un programa de terapia de grupo, facilitan grandemente la apertura del sentimiento y la comunicación. El trabajo corporal bioenergético acerca a todo el mundo a las realidades básicas de la vida: respiración, movimiento, sentimiento y expresión.

Una clase de ejercicio seguirá generalmente el orden de ejercicios dados en la serie estándar. No obstante, es importante variar los ejercicios de tiempo en tiempo para evitar la monotonía. Puedes también improvisar siguiendo las líneas básicas de la teoría bioenergética. No hemos incluido todos, y constantemente estamos diseñando nuevos, para satisfacer las necesidades de los participantes o las nuestras. Muchos ejercicios son creados a partir de la propia experiencia.

Dependiendo de la fortaleza del ego de los miembros del grupo, deberías incluir algunos de los ejercicios de autoexpresión. Estos son poderosos descargadores de tensión.

Creemos que los ejercicios de masaje deberían ser parte integral de todo programa de ejercicios. La gente disfruta mucho ayudándose ente sí. El contacto físico contribuye a la proximidad y unidad del grupo. Algunas personas pueden poner objeciones a tocar y ser tocadas, y estas objeciones deberían ser respetadas. Están basadas en el temor, y generalmente se desvanecerán con el curso del tiempo, una ve que vean a otros tocar y ser tocados.

Una programa  de ejercicios para una clase avanzada debería incluir algunos de los ejercicios sexuales. Salvo que las tensiones pélvicas sean descargadas y los sentimientos sexuales abiertos, el cuerpo no podrá recuperar su gracia y viveza natural. Todas las vibraciones implicarán finalmente a la pelvis si se desarrollan plenamente, y conducen a movimientos pélvicos espontáneos. Estar vibrantemente vivo es estar sexualmente vivo.

Para concluir, quisiéramos hacer unos pocos comentarios acerca del papel de estos ejercicios en tu vida. No nos ejercitamos por diversión. La ejercitación puede ser muy placentera, pero es una medida preventiva, igual que cepillarse los dientes. Las consecuencias de dejar de prestar atención al cuerpo son serias.

Sin embargo, pese a lo valiosos, estos ejercicios no constituyen un substituto para un vivir saludable. Para estar vibrantemente vivo, tenemos que sentirnos bien respecto a nuestra vida, encontrar satisfacción en nuestro trabajo, y obtener placer de nuestros contactos personales.

Tienes la responsabilidad de cuidar de ti mismo. No puedes abusar del alimento, el alcohol o el tabaco, y esperar que los ejercicios te mantengan en salud vibrante. Una persona interesada en su cuerpo intenta comer sensatamente; dormir lo suficiente, evitar el estrés innecesario, y tomarse tiempo para respirar y sentirse a sí misma.

Afortunadamente, estos ejercicios te permitirán ser más persona en todas las situaciones, esto es, más plenamente corporal en tus respuestas. Te ayudarán a afrontar mejor el estrés de la vida moderna.

Estar en contacto con tu cuerpo debería disponerte a la necesidad de ocuparte en otras actividades corporales placenteras. Entre éstas, la más simple es pasear. Pasea por placer. La más placentera y estimulante, aparte del sexo, es el baile. Es una pena que bailemos tan poco. La actividad corporal más saludable es la natación. Al nadar, el cuerpo se ve libre del estrés de la gravedad, y la respiración y los movimientos han de ser coordinados.

La meta del trabajo bioenergético es la de ayudar a una persona a “abandonarse” al placer. El placer es una respuesta corporal. La capacidad para el placer está en función de la viveza corporal, esto es, de lo vibrantemente vivo que se encuentre el cuerpo.

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