jueves, 1 de octubre de 2015

Ejercicios de bioenergética, parte 6

Capítulo VI

Estando en contacto

Una de las características de la viveza es estar en contacto. Estar en contacto es percatarse de lo que está sucediendo dentro de tí y a tu alrededor. Es bastante diferente que conocer, que es una actividad más intelectual que perceptual.
Todo sentir comienza por sentirnos a nosotros mismos, es decir, nuestro propio cuerpo. Cuanto más avivados estemos, más agudo será nuestro sentir y más afiladas nuestras percepciones. ¿No has advertido cómo todo es mucho más claro y definido cuando te sientes muy bien? Similarmente, cuando estás deprimido, todo parece gris.

Uno de los principales propósitos de los ejercicios bioenergéticos es el de ayudarte a sentir tu cuerpo y a entrar en contacto con él. Esto es necesario porque muchísimas personas viven en sus cabezas, con muy poca conciencia de lo que está sucediendo por debajo de sus cuellos. No se percatan de si retienen su aliento, o de si su respiración es superficial. La mayoría de la gente no siente sus piernas y sus pies. Sentir no es una función mecánica. Un automóvil puede correr muy bien, pero no siente nada. Sentir es una función del sentimiento.

Ejercicio 12. Estirarse hacia atrás

Este es un ejercicio simple que te ayudará a sentir una parte de tu cuerpo de la que normalmente no te percatas. Supongamos que estás sentado en una silla mientras lees este libro. Levanta tus brazos y arquéate hacia atrás por encima del respaldo de la silla. Haz un buen estiramiento, y mantenlo durante unos treinta segundos. Mientras lo haces, respira fácil y profundamente a través de tu boca. (figura 18)



  • ¿Sentiste tu espalda presionando contra la silla? ¿Estaba rígida o relajada?
  • ¿Fue doloroso? ¿Podías respirar fácilmente en esta posición?
  • ¿Cuándo estiraste tus brazos hacia atrás, sentiste alguna tensión en los hombros?
  • Una vez vuelto a tu acostumbrada posición de sentado, te percataste de que tendías a encorvarte hacia delante? Haz este ejercicio de nuevo, y siente cómo la segunda vez es mucho más fácil. El estirar los músculos de la espalda los ha relajado algo.

La importancia de estar en contacto con nuestra espalda no puede ser subrayada en exceso. Sin una sensación de la espalda es muy difícil “respaldar” nuestra posición. Una persona ha de sentir su columna. Ha de sentir si está demasiado rígida e inflexible, o demasiado blanda y que cede. Si está demasiado rígida no podremos retractarnos con facilidad, y ceder en situaciones en las que tal respuesta sería apropiada. Si está demasiado blanda, no proporcionará  suficiente rigidez  para permitir a un individuo mantener su posición frente al estrés. En ambos casos la espalda no está plenamente viva, y no puede proporcionar el impulso agresivo que necesitamos en la vida.

Para ayudar a la gente a liberar estas tensiones, de modo que el cuerpo pueda estar adecuadamente alineado, utilizamos una serie de ejercicios que requieren el taburete energético. El taburete y los ejercicios serán descritos en el capítulo 10.
Dado que la mayoría de la gente está fuera de contacto con su cuerpo, los ejercicios bioenergéticos resultan al principio extraños y llenos de estrés. Las posiciones no parecen naturales, y puede que sientas algún dolor. Sin embargo, comenzarás a sentir tu cuerpo de un modo diferente. Tras un tiempo comprenderás que has estado fuera de contacto con una gran parte de tu cuerpo.

Estar en contacto es el proceso de sentir la tirantez y las tensiones que bloquean el flujo de excitación y sentimiento. Sólo sintiendo una tensión puede uno relajarla. Toda tensión es una contracción muscular crónica. Estas contracciones se hallan en los grandes músculos voluntarios externos, pero también en los pequeños músculos involuntarios internos de la traquea y los bronquios, el canal intestinal, y el sistema vascular.
Debería decirse que no hay tensión nerviosa que no esté relacionada con elasticidades y contracciones musculares crónicas. Mucha gente se percata de que está tensa en general. Lo llaman tensión nerviosa, pues se hallan fuera de contacto con el estado de tensiones musculares de su cuerpo. No sienten la constricción que pueda haberse desarrollado en la garganta, la tirantez en la nuca y alrededor de los hombros, la elasticidad del diafragma, o los nudos en los músculos de las piernas. Careciendo de estas percepciones, no puede descargar la tensión muscular, y se ven forzados a recurrir a píldoras para reducir el nerviosismo. Es mucho mejor, aunque no más fácil, trabajar directamente con la tensión muscular para producir un estado de relajación.

Si uno siente tensión, puede conseguir la relajación movilizando los músculos contraídos con un movimiento expresivo o de estiramiento. Estirar lentamente un músculo contraído hará a menudo que se “suelte”. los movimientos expresivos tales como patalear y golpear sirven al mismo fin, movilizando la musculatura contraída. Una descarga emocional tal como llorar a menudo relajará también las tensiones internas.

La relajación representa un estado expandido del organismo, en contraste con la tensión, que es la condición contraída. La relajación requiere por tanto energía, y sólo puede realizarse si la respiración es abierta mientras se practica el ejercicio. Sentimos el estado relajado de cualquier parte del cuerpo por el aumento de calor. Las partes contraídas están frías e inanimadas.
El proceso de estar en contacto con el cuerpo nunca se halla completo. Conforme continúes con los ejercicios, harás un contacto más profundo con tu cuerpo, desarrollarás nuevos patrones de postura y de movimiento. Tu control de ti mismo y tu autoexpresión aumentarán progresivamente.
Estar en contacto no es un estado de perfección sino de viveza. Siempre habrá tensiones que persistan. No es razón para desanimarse, significa que habrá que hacerlos regularmente si deseamos permanecer en contacto con nuestro cuerpo.

Debemos reconocer que no vivimos en una cultura orientada hacia el cuerpo. Nuestra cultura es anticuerpo, y, en esa medida, antivida. Las máquinas hacen la vida más fácil, pero no necesariamente la hacen más vivaz o disfrutable. Nos movemos más deprisa pero tenemos menos tiempo. Añádase a esto las enormes presiones sociales y competitivas de nuestra cultura, y resultará claro que salvo que contrarrestemos estas fuerzas con un programa positivo de actividad corporal, no podremos tener esperanzas de mantener la sensación de la vida del cuerpo, tan esencial para la salud vibrante.






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