viernes, 25 de septiembre de 2015

Ejercicios de bioenergética, parte 5


Capítulo V

Control de uno mismo y autoexpresión

La bioenergética, como otras terapias, pretende ayudar a una persona a desarrollar un mejor sentido del yo, esto es, a ser más persona. El yo, sin embargo, no es una cualidad abstracta; por el contrario, es la totalidad de nuestro funcionamiento. El yo no puede ser divorciado de la autoexpresión, pues es en nuestras actividades expresivas que percibimos el yo.
La parte más grande e importante de nuestra autoexpresión es inconsciente. Una gracia en las maneras, la chispa de nuestros ojos, el tono de voz, una viveza y una vibración generales, expresan quiénes somos mejor que las palabras o las acciones. Sin embargo, estas no son cualidades que podamos cultivar deliberadamente. Son manifestaciones de la salud emocional y física.

Si una persona está bloqueada en su capacidad de expresar sentimientos, traerá muerte a su cuerpo y reducirá su vitalidad. Es muy común ver a gente que es incapaz de llorar, que no puede encolerizarse, que tiene miedo de mostrar miedo, que no puede implorar ayuda, que no se atreve a protestar. Algunas personas pueden llorar con facilidad, pero no pueden mostrar ira; en otras, es al revés.
Los ejercicios bioenergéticos proporcionan a le gente una oportunidad para practicar la expresión del sentimiento de un modo organizado, y para familiarizarse con ella.
Pero igual que a una persona se le anima a expresar sus sentimientos en un ejercicio apropiado, también se le ayuda a obtener un control consciente sobre su expresión. El propósito de este control no es el de inhibir o limitar el sentimiento, sino el de hacer de su expresión efectiva, económica y apropiada. Un estallido histérico, por ejemplo, puede ser considerado como una expresión de sentimiento, pero es a menudo un derroche de energía y relativamente poco efectivo. No es realmente una forma de autoexpresión, pues la erupción se produce contra la intención consciente de la persona.

El control de uno mismo denota la capacidad de responder apropiadamente a una situación. El cronometraje es de la misma importancia. Cuándo actuar y cuándo hablar resulta tan crítico como lo que hagamos o digamos.
Todos admiramos a le gente con equilibrio: están listos para la acción y al mando de sí mismos. El equilibrio es por tanto un sinónimo para el control de uno mismo, la buena coordinación de sentimiento y acción, de los movimientos involuntarios o espontáneos y de los movimientos voluntarios o deliberados, del ego y del cuerpo.
El equilibrio se desarrolla aumentando nuestra coordinación en todas las acciones expresivas. Cuando hagamos un movimiento, debería implicar al cuerpo total. Si alguna parte del cuerpo no participa en el movimiento, la persona carece de coordinación. Experimentará, por tanto, una falta de equilibrio.

Sugerimos un ejercicio para ayudarte a confirmar tu grado de autoexpresión. Es el pataleo, que expresa la idea de la protesta. Más aún, implica a la parte inferior del cuerpo, que es pasiva en tanta gente. Si tienes dificultades en identificarte con esta acción, piensa en alguna injusticia que hayas experimentado. Todos, en esta cultura, tenemos algo por lo que patalear.

Ejrcicio 9. Pataleo

Tumbado en una cama, preferiblemente con un edredón y sin tope a los pies. Extiende ambas piernas. Manteniéndolas sueltas, con las rodillas extendidas pero no rígidas, patalea arriba y abajo rítmicamente. Tus tobillos deben estar sueltos, el golpe aterrizar sobre los talones y la pantorrilla. Haz el pataleo fácil al principio, y luego incrementa gradualmente la fuerza y la velocidad de tus movimientos. Finalmente, agarrado de los lados del colchón, patalea con toda tu fuerza y lo más rápido que puedas.
Esta acción es como el restallar de un látigo. Si estás coordinado, tu cabeza irá arriba y abajo con cada patada. Si tienes miedo de soltar tu cabeza, tus movimientos serán mecánicos. (ver figura 17)



¿Te detuviste bruscamente, o dejaste que los movimientos fuesen desapareciendo? Parar bruscamente es como echar los frenos, e indica el temor a permitir que el movimiento continúe hasta su conclusión natural.
¿Se doblaron tus rodillas, de modo que golpeabas sólo con los talones? Este tipo de movimiento resulta de un exceso de tensión en los músculos de la corva.
Por supuesto, te encontraste sin aliento al final. Es un ejercicio bastante violento. ¿te entró pánico ante la pérdida de aliento? ¿ te sentiste mareado al final? Tanto el pánico como el mareo se pasan al respirar de nuevo con facilidad.


Ejercicio 10. Diciendo “no” mientras se patalea

Para hacer el ejercicio más fuerte, trata de decir “no” mientras pataleas. El “no” ha de ser mantenido el mayor tiempo posible, y repetido varias veces durante el ejercicio. Ahora estás protestando.
  • ¿Era tu voz fuerte y plena, o débil y vacilante?
  • La utilización de la voz requiere una mayor coordinación. ¿te fue más difícil este ejercicio?
  • ¿ Te asustó el sonido de tu voz?
  • ¿Cuándo fue la última vez que pataleaste de este modo.
  • Si un ejercicio así te transforma, no lo repitas inmediatamente. Vete preparando para él, y desarrolla la coordinación y la expresión trabajando de un modo fácil y persistente. El procedimiento que recomendamos es hacer este ejercicio regularmente pero con facilidad, recalcando la ritmicidad y la soltura del movimiento.

Ejercicio 11. Desarrollando tu poder de pataleo.
 
Haz el mismo ejercicio sin el uso de la voz, y con una intensidad moderada. Da a la cama 50 patadas, y mira lo suaves y rítmicas que son tus acciones.
Si tus piernas se cansan o te quedas sin aliento antes de que des cincuenta patadas (contando cada pierna como una patada), comienza con veinticinco o treinta.
Cada día trata de añadir cinco o diez patadas más al ejercicio hasta alcanzar las cien. Cuando te sientas bien con 100 patadas, trata de pasar a 150. Luego intenta 200. Cuando seas capaz de dar 200 patadas de una vez, estarás consiguiendo poder de sostenimiento y coordinación.

Conforme continúes haciendo el ejercicio, encontrarás que cada vez te resulta más fácil, y que estás obteniendo mayor libertad en la parte inferior de tu cuerpo. Estás volviendo a entrar en posesión de partes de tu cuerpo que anteriormente no estaban disponibles.
En próximos capítulos describiremos otras acciones expresivas tales como golpear, estirarse, mirar y demás. Antes de que pases a estas, asegúrate de leer las palabras de advertencia y consejo dadas en el capítulo 7.

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