miércoles, 13 de marzo de 2013

De la Dictadura a la Democracia, parte 8


Ocho
Aplicando el Desafío Polític

En situaciones en que la población se siente impotente y asustada, es importante que las tareas iniciales para el público sean acciones de poco riesgo, que le desarrollen confianza en sí mismo. Esta clase de acciones, -tales como vestirse con atuendos diferentes- pueden interpretarse públicamente como una opinión disidente y brindar una oportunidad para que el público participe significativamente en un acto de disensión.
Los estrategas deben escoger un asunto cuyos méritos sean ampliamente reconocidos y difíciles de rechazar. El éxito en tales campañas limitadas puede ser no sólo corregir malestares específicos sino convencer a la población de que en verdad tiene potencial para ejercer el poder.

Al contemplar una serie de campañas específicas para implementar la gran estrategia, los estrategas del desafío tienen que considerar cómo las campañas del comienzo de la lucha, las de la mitad o las ya próximas a su conclusión se diferenciarán unas de otras.

Resistencia selectiva

En los momentos iniciales de la lucha las campañas separadas con distintos objetivos específicos pueden ser muy útiles. Estas campañas selectivas pueden hacerse una tras otra. Ocasionalmente dos o tres pueden ocurrir al mismo tiempo.

Por principio, los estrategas tienen que planificar la estrategia para la primera campaña. ¿Cuáles han de ser sus objetivos limitados? ¿Cómo van éstos a ayudar a la realización de la gran estrategia? Sería prudente formular por lo menos los lineamientos generales para una segunda y acaso hasta una tercera campaña.

El reto simbólico

Las primeras y más específicas acciones deben estar diseñadas en parte para probar el estado de ánimo de la población e influir en él, y prepararla para continuar la lucha a través de la nocooperación y el desafío político.
La acción inicial podría tomar la forma de una protesta simbólica o podría ser un acto simbólico de nocooperación limitada y temporal.
Aún cuando estas acciones tengan un tremendo impacto moral y sicológico, por sí mismas no es probable que hagan caer a la dictadura, porque permanecen dentro de lo simbólico y no alteran la posición de poder de la dictadura.

Distribuyendo las responsabilidades

El escalonar las campañas de resistencia según los motivos y el sector de la población que ha de actuar les permitirá a otros sectores descansar un poco mientras la resistencia prosigue.

La importancia de la resistencia selectiva consiste en defender la existencia y autonomía de los grupos políticos, económicos y sociales así como a las instituciones fuera del control de la dictadura. Estos centros de poder proporcionan las bases institucionales  desde las cuales la población puede ejercer presión o resistirse a los controles dictatoriales.

Apuntando al poder del dictador

A medida que la lucha a largo plazo se desarrolla más allá de las estrategias iniciales hacia fases más ambiciosas y avanzadas, los estrategas han de calcular cómo limitar más las fuentes de poder del dictador. El objetivo será usar la nocooperación popular a fin de crear una nueva situación más ventajosa para las fuerzas democráticas. La idea es propiciar una parálisis política y por último el fin de la dictadura y su desintegración.

Durante la planificación e implementación del desafío político y la nocooperación, es muy importante prestar atención a todos los defensores y auxiliares de los dictadores, inclusive a su camarilla interna, al partido político, la policía y la burocracia, pero especialmente al ejército.

Haría falta calcular bien el grado de lealtad a la dictadura de las fuerzas militares, tanto soldados como oficiales, y determinar si son susceptibles de ser influidos por las fuerzas democráticas. ¿Pudieran los soldados comunes y corrientes ser unos presos descontentos y asustados del régimen? ¿Se podría poner en contra del régimen a muchos de los soldados y oficiales por razones personales, familiares o políticas? ¿Qué otros factores harían a los soldados y oficiales vulnerables a la subversión democrática?

Los oficiales simpatizantes pueden jugar papeles vitales en la lucha democrática tales como difundir entre las fuerzas militares el descontento y la nocooperación, y calladamente hacer caso omiso de las órdenes, manteniéndose firme en su decisión de no reprimir.

El ejército es uno de los recursos de poder más importante de los dictadores porque éstos pueden usar las unidades militares disciplinadas y su armamento para atacar directamente a la población desobediente y castigarla.
Las estrategias orientadas a subvertir la lealtad de las huestes del dictador deben gozar de una prioridad especial de parte de los planificadores democráticos.

Las fuerzas democráticas no deben pedirle a los soldados y oficiales que se amotinen inmediatamente; en lugar de eso, debe aclarárseles que hay múltiples formas de “desobediencia disimulada”. Por ejemplo, los policías o los soldados de tropa pueden entorpecer el cumplimiento de las órdenes de distribución, no acertar a encontrar a las personas buscadas, advertir a los de la resistencia acerca de las órdenes de represión que se han dictado contra ellos así como de los arrestos y deportaciones, y pueden dejar de transmitir información importante para sus oficiales superiores. Por su parte, los oficiales descontentos con el régimen pueden no transmitir, o demorar la transmisión de las órdenes de represión a los mecanismos encargados de ejecutarlas. Pueden disparar por encima de las cabezas de los manifestantes. Los funcionarios del estado pueden perder o traspapelar las instrucciones, trabajar deficientemente, o “enfermarse” para tener que permanecer en casa hasta “curarse”

Cambios en la estrategia

Los estrategas del desafío político tienen que estar constantemente evaluando cómo la gran estrategia y las estrategias de campaña específicas se están implementando. Es posible, por ejemplo, que la lucha no marche tan bien como se hubiera esperado. En ese caso, hay que pensar que cambios se necesitan en la estrategia. En una situación así habrá que identificar el problema, volver a realizar el cálculo estratégico, si es posible, darle la responsabilidad de la lucha a un sector distinto de la población, movilizar recursos adicionales de poder y desarrollar acciones alternativas.

Sí, por el contrario, la lucha ha marchado mucho mejor de lo previsto y la dictadura está desmoronándose antes de lo que se había calculado, ¿cómo podrán las fuerzas democráticas capitalizar esas victorias inesperadas y avanzar hacia la paralización de la dictadura? Exploraremos esta problemática en el capítulo siguiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario