viernes, 23 de noviembre de 2012

De la Psicología a la Espiritualidad, parte 8


Las fronteras psicológicas de la persona con alta autoestima son flexibles. Tiene ideas muy claras respecto a su identidad: sabe distinguir lo que tiene que ver o no con ella. Conoce los confines de su personalidad y no se deja definir por las opiniones ajenas. Sabe entablar con los demás unas relaciones plenificantes. Da y recibe muestras de atención y afecto, permaneciendo libre e independiente. Y se permite mostrarse vulnerable y manifestar una cierta dependencia respecto de las personas que ha elegido por su fidelidad y su solidez  en la amistad.
La descripción de las enfermedades relativas a la autoestima no es muy alegre; pero, lo que si resulta alentador, es que mediante estrategias sencillas, aunque no siempre fáciles, como cambiar la manera de verse, modificar el diálogo interior y controlar las propias emociones y sentimientos, se tiene la capacidad de liberarse de ellas. La reeducación personal es siempre posible.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

De la Psicología a la Espiritualidad, parte 7


Todo trabajo sobre la autoestima pretende asegurar al “yo” consciente una mayor autonomía, definida como la libertad de actuar en función de las propias decisiones. Ser autónomo es, pues, liberarse progresivamente de los condicionamientos instintuales, así como de los condicionamientos sociales y culturales aprendidos o “introyectados” en la propia persona. También es poder disponer la vida personal siguiendo las inclinaciones más auténticas y profundas del propio ser. Y, finalmente, es saber tomar decisiones conformes con la propia identidad. En suma, es ser uno mismo y realizar la misión personal correspondiente.
Es posible transformar una autoestima débil y deficiente en otra elevada y sana. Las enfermedades conectadas con la autoestima que describimos, pretenden sensibilizar a la persona respecto a los obstáculos a la calidad de su autoestima y de su autonomía.
El falso yo
En la periferia del yo consciente se sitúa la persona o yo social, cuya función consiste en adaptar al individuo a las expectativas  y exigencias reales o imaginarias del medio. El niño aprende pronto a responder a las expectativas de sus primeros educadores, a intentar complacerlos para ser aceptado. El niño experimenta una necesidad fundamental de ser reconocido y de tejer lazos de pertenencia con su comunidad inmediata.
Pero en el curso de la formación normal de la persona se producen accidentes. Es lo que ocurre cuando los primeros educadores tienen comportamientos incoherentes, o bien porque envían al niño mensajes contradictorios, o porque no responden a sus necesidades básicas. En tales casos, el niño tiene dificultades de ajuste. Para sobrevivir tiene que ocultar quien es y emplear estrategias de adaptación defensivas y rígidas.
Para protegerse, adoptará entonces una fachada acomodaticia, un “falso yo”, que nace de los primeros esfuerzos de adaptación fallidos. En lugar de presentar una persona sana, un yo social adaptado, intentará engañar a ese mundo percibido como intrusivo, incoherente y amenazador.

El niño, y más tarde el adolescente, se construirá una persona armadura y ya no se atreverá a expresar sus verdaderos sentimientos y emociones, ingeniándoselas para manifestar únicamente las que él considere aceptables por su entorno. El drama consiste en que pierde la ocasión de adquirir una auténtica autoestima.
Para conocer los diversos disfraces neuróticos que revisten las falsas adaptaciones de la persona, siga el enlace:https://dl-web.dropbox.com/get/Autoestima%207.mp3?w=9bbfc817

viernes, 16 de noviembre de 2012

De la Psicología a la Espiritualidad, parte 6


Cuanto más se estima uno realmente, tanto más estimará a los demás; y cuanto más se menosprecie, mayor tendencia tendrá a menospreciar a los otros.

Las desastrosas consecuencias sociales de la auto desestima
La auto desestima engendra comportamientos antisociales como falta de confianza en los demás, actitud defensiva, propensión al aislamiento, dependencia excesiva de los otros y tendencia a manipularlos.
Sin amor a uno mismo, el amor a los demás tropieza con obstáculos insalvables. El perdón, don perfecto de un amor herido, se hace imposible si se descuida el amor a uno mismo y si no se sana la propia herida.
Muchas personas con baja autoestima viven en continua contradicción consigo mismas. Tienen necesidad de atención y ternura, pero no se sienten dispuestas a recibirlas. Es como si se estuvieran dejando morir de sed al lado de una fuente.

La persona que goza de verdadera autoestima no necesita recurrir a subterfugios dirigidos a disimular su pensamiento, sus sentimientos, sus intenciones y sus valores, sino que los expresa de la manera más auténtica y honesta posible.
Se ejercita en la transparencia, incluso en los acontecimientos cotidianos más intrascendentes. Evita las medias verdades, los tapujos, las mentiras inocentes, las fachadas artificiales y los juegos frívolos. 
La persona que quiere aumentar su autoestima supera el miedo a revelar cómo es y se muestra más honesta y transparente para con su entorno.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

De la Psicología a la Espiritualidad, parte 5


¿Qué es la autoafirmación?
Solemos confundir la autoestima, que atañe a la interioridad, con la autoafirmación, que es su expresión. La autoafirmación consiste en  exteriorizar el mundo interior: imágenes, diálogo íntimo, sentimientos, pensamientos, necesidades y valores, aspiraciones espirituales, etc.
La autoafirmación forma parte de un intercambio constante con un oyente que reacciona al mensaje. El proceso es continuo. Las reacciones del receptor provocan una nueva reacción del emisor y una nueva afirmación de sí mismo. Al afirmarse, se conoce uno mejor, en primer lugar gracias a las reacciones de los demás, y en segundo, gracias a las propias reacciones.
La dificultad de afirmarse proviene de múltiples causas: falta de modelos, represión de sentimientos desde la infancia, sentimiento de impotencia, timidez exagerada, entorno hostil, incapacidad para expresar los sentimientos, miedo a ser juzgado, etc. No obstante, todo esto puede corregirse mediante un aprendizaje adecuado. Por eso no hay que desanimarse ante las dificultades que se pueden experimentar al afirmarse. La autoafirmación es, en efecto, una especie de arte que se aprende y se desarrolla, al igual que la autoestima.
La autoafirmación exige mostrarse lo más coherente y honesto posible con la propia vivencia, al mismo tiempo que se toma en cuenta el contexto social.

jueves, 8 de noviembre de 2012

De la Psicología a la Espiritualidad, parte 4


El niño va tomando poco a poco conciencia de su “yo” partiendo de las miradas, los gestos y el comportamiento de sus padres hacia él. Descubre su “yo”, el centro de su conciencia y de sus interpretaciones, y, finalmente, adquiere su propia percepción de sí mismo.
Si las reacciones de sus educadores son auténticas y apropiadas, el niño aprenderá a confiar en la imagen que le dan de sí mismo. En cambio, si el entorno inmediato refleja de él una imagen deformada, se construirá una falsa autoestima.
En la adolescencia, el joven intenta desprenderse de su primer círculo de influencia, de sus padres y su entorno, y lo hace buscando puntos de referencia en su grupo de iguales. Hasta la madurez, se esfuerza por vivir en conformidad con la línea de conducta del grupo. Sigue construyéndose una fachada social, a fin de ser aceptado y de afirmar su sentimiento de pertenencia. Se forja una persona o “yo ideal” aceptado en sociedad. Su autoestima está condicionada por los demás, que se convierten en elemento de comparación. En la madurez emprenderá la inmensa tarea consistente en liberarse de las mascaras sociales para convertirse en un individuo autónomo.
Audio completo en :https://www.dropbox.com/s/hl000khmfj4ku3p/Autoestima%204.mp3

martes, 6 de noviembre de 2012

De la Psicología a la Espiritualidad, parte 3


La autoestima se define por la manera de verse, hablarse y sentirse. En la práctica, se trata de entrar en uno mismo para descubrir las percepciones que tenemos de nuestra propia persona. Prestaremos especial atención a las operaciones mentales personales respecto de nosotros mismos, a saber: cómo nos vemos, las palabras que nos decimos con relación a nosotros y las emociones y sentimientos que experimentamos con respecto a nosotros mismos. Me enteraré así de qué estima siento por mi ser, así como por mis habilidades o realizaciones.
Demos un paso más. Tenemos el poder de modificar las percepciones que tenemos de nuestra persona y de nuestras aptitudes. Por ejemplo, si sólo me veo a través de un defecto, nada me impide cambiar mi punto de vista. Si tiendo a colmarme de palabras duras, puedo muy bien reemplazarlas por palabras alentadoras. Si me siento abatido, tengo en mí la capacidad de convertir esas emociones depresivas en emociones positivas y entusiastas, modificando mi postura física y mi respiración. En suma, tenemos la posibilidad de manejar de la mejor manera posible nuestras percepciones mentales de nosotros mismos. No tenemos por que aceptarlas como si fuéramos impotentes ante ellas.

(Vale recordar, que éste es un audioblog, los textos son  una introducción al tema). El resumen completo sólo siguiendo el enlace: https://www.dropbox.com/s/w5zwz9o098lumuz/Autoestima%203.mp3 

viernes, 2 de noviembre de 2012

De la Psicología a la Espiritualidad, parte 2


Apreciar el propio valor como alguien único e insustituible no consiste en creerse perfecto o mejor que los demás. Tampoco lleva a compararse con los otros, entrar en competición, ni rebajarlos. Sino que ser consciente de la propia unicidad como persona supone reconocer el sentimiento de inviolabilidad de la propia conciencia, la confianza serena y el orgullo respecto de uno mismo.
Aceptar todos los aspectos de la propia persona sin censurarlos ni negarlos.
“Dado que reconozco como mío todo lo que es mío, puedo conocerme mejor. Obrando así, puedo amarme y estar en buena relación con todas las partes de mi persona” . Virginia Satir
Es éste un gran desafío planteado a la autoestima: aprender a aceptar todos los aspectos del propio cuerpo, la diversidad y variabilidad de las propias emociones, pensamientos , deseos, sueños, e incluso de las propias sombras, como parte integrante de la personalidad. Lo ideal es dejar emerger en uno el material consciente e inconsciente sin interpretarlo, racionalizarlo, expresarlo o tomar conciencia de él.
El último nivel de la confianza en uno mismo consiste en cumplir la misión personal. En mi opinión, la misión no se reduce a desempeñar un trabajo o tener una carrera confortable, sino que responde al “sueño del alma”, a una inclinación profunda del corazón hacia el servicio a la comunidad. Es algo que trasciende las ambiciones del ego, situándose más bien en la órbita del Sí mismo (el Yo sagrado).Pero, cuidado, si no se goza de una gran autoestima referida a la propia competencia, de una fuerte confianza en uno mismo, es poco probable que se asuma el riesgo de responder a la misión personal.

Una vez descubierto el “sueño del alma” y adquirida la convicción de poder realizarlo sean cuales sean los sacrificios que comporte, se alcanzará un estado inefable de plenitud. La persona que tenga el coraje de seguir el impulso de su corazón se sentirá viva y creativa al servicio de la sociedad.