martes, 7 de agosto de 2018

Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea, parte 2

Capítulo VII 
Soluciones diversas (continuación)

Robert Owen fue un hombre práctico, director y propietario de una de las fábricas de tejidos mejor dirigidas de Escocia. También para él, el objetivo de una sociedad nueva no era aumentar la producción, sino la mejora del hombre, que es la cosa más valiosa de todas.
Aunque los hombres nacen con ciertos rasgos característicos, su carácter lo determinan las circunstancias en que viven. Si las condiciones sociales de la vida son satisfactorias, en el carácter del hombre se desarrollarán las virtudes que le son inherentes. Creía que los hombres solo habían sido enseñados en todo el transcurso de la historia a defenderse a sí mismos o a destruir a los demás. Hay que crear un orden social nuevo en que los hombres sean educados en principios que les permitan actuar unidos, y crear vínculos verdaderos y auténticos entre los individuos.

La libertad, para Marx, no es solo la libertad respecto a los opresores políticos, sino la liberación del hombre del dominio de las cosas y las circunstancias. El hombre libre es el hombre rico, pero no el hombre rico en el sentido económico, sino en el sentido humano. Para Marx, el hombre rico es el que es mucho, no el que tiene mucho.

El análisis de la sociedad y del proceso histórico debe partir del hombre real y concreto, con sus cualidades fisiológicas y psicológicas. La finalidad del desenvolvimiento del hombre es, para Marx, una nueva armonía entre el hombre y el hombre, y entre el hombre y la naturaleza. Para él, el socialismo es una asociación en que el desenvolvimiento libre de cada uno es la condición básica para el desenvolvimiento de todos, una sociedad en que el pleno y libre desarrollo de cada individuo es el principio directivo. A esa finalidad la llama la realización del naturalismo y del humanismo, y dice que difiere tanto del materialismo como del idealismo y, sin embargo, reúne lo que hay de verdad en ambos lados.

¿Cómo puede conseguirse esa emancipación del hombre? Solo cuando el hombre ha reconocido y organizado sus propias fuerzas como fuerzas sociales y, en consecuencia, no separe  de sí mismo su poder social en forma de poder político (es decir, no haga del estado la esfera del gobierno organizado), solo entonces se conseguirá la emancipación de la humanidad.
Supone Marx que si el trabajador deja de ser empleado, cambiará la naturaleza y el carácter de su trabajo. Éste se convertirá en una expresión significativa de las potencias humanas, y no será una faena sin sentido.
Para Marx, el trabajo debe hacerse atractivo y corresponder a las necesidades y deseos del hombre. Por esa razón sugiere, que nadie se especializara en una clase determinada de trabajo, sino que trabajara en diferentes ocupaciones, de acuerdo a sus distintos intereses y capacidades.

Que la actividad económica no puede convertirse en un fin en sí misma, sino que no es más que un medio para satisfacer las necesidades humanas, resulta particularmente claro en su examen de lo que llama comunismo vulgar, por lo que entiende un comunismo que concede importancia exclusiva a la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. Este comunismo, al negar totalmente la personalidad del hombre, no es sino la expresión consecuente de la propiedad privada, la cual es, exactamente, la negación del hombre… el comunismo vulgar no es sino la envidia llevada a la perfección. 

Es indudable que Marx y Engels eran de la opinión que la finalidad del socialismo no solo era una sociedad sin clases, sino una sociedad sin estado, sin estado por lo menos en el sentido, de que el estado tendría por misión administrar las cosas, y no gobernar a las personas. Marx subrayó la necesidad de la descentralizacón, en vez de un poder estatal centralizado, cuyos orígenes están en el principio de la monarquía absoluta. Las pocas, pero importantes funciones que se dejarán aun para un gobierno central, habían de encomendarse a funcionarios comunales, es decir, rigurosamente responsables… el régimen comunal habría devuelto al cuerpo social todas las fuerzas que hasta ahora consumía el monstruo parasitario, el Estado, que se nutre de la sociedad y entorpece su libre movimiento. Marx ve en la Commune la forma política, descubierta al fin, en la que puede lograrse la liberación económica de los obreros. 

Hasta el más breve examen de las ideas de Marx sería incompleto sin una referencia a su teoría del materialismo histórico. En la historia de las ideas, esta teoría es probablemente la contribución más duradera e importante de Marx al conocimiento de las leyes que gobiernan a la sociedad. Su premisa es que, antes de que el hombre pueda dedicarse a cualquier tipo de actividad cultural, tiene que producir los medios para su subsistencia física. El modo como produce y consume está determinado por : su propia constitución fisiológica, las potencias productivas que tiene a su disposición y que, a su vez, están condicionadas por la fertilidad del suelo, los recursos naturales, las comunicaciones y las técnicas que inventa. Las condiciones materiales del hombre determinan su organización socio-política, su modo de vivir y finalmente su modo de pensar y sentir.
La incomprensión generalizada de esta teoría consistió  en interpretarla como si Marx hubiera dicho que la lucha por la ganancia era el principal móvil del hombre. En realidad, ésa es la idea dominante expresada en el pensamiento capitalista.
Su principal crítica al capitalismo era precisamente que había mutilado al hombre por la preponderancia de los intereses económicos, y para él, el socialismo era una sociedad en que el hombre se libertaría de ese dominio por una forma de organización económica más racional y, en consecuencia, más productiva.

Sin embargo, Marx no reconoció las fuerzas irracionales que actúan en el hombre y le hacen tener miedo a la libertad y que conducen a una ansia de poder y destructividad. Antes al contrario, subyacente a su concepto del hombre estaba implícito el supuesto de la bondad natural de éste, que se reafirmaría en cuanto se librara de las mutiladoras cadenas económicas. La famosa frase al final del Manifiesto Comunista, según la cual los trabajadores no tienen nada que perder sino sus cadenas, contiene un error psicológico. Además de sus cadenas, también tienen que perder todas esas necesidades  y satisfacciones irracionales que nacieron mientras llevan las cadenas.
Esa subestimación de la complejidad de las pasiones humanas llevó el pensamiento de Marx a tres errores. En primer lugar, lo llevó a olvidar el factor moral en el hombre. Precisamente porque suponía que la bondad del hombre se reafirmaría automáticamente cuando se hubieran realizado los cambios económicos, no vio que gentes que no habían sufrido un cambio moral en su vida interior no podían dar vida a una sociedad mejor. No prestó atención a la necesidad de una orientación moral nueva, sin la cual vendrían a ser inútiles todos los posibles cambios políticos y económicos.

El segundo error se refiere a las probabilidades de realización del socialismo. Marx y Engels no sospecharon la posibilidad de una nueva barbarie en la forma de autoritarismo comunista y fascista, y de guerras de una destructividad inaudita.
El tercer error fue la idea de que la socialización de los medios de producción no solo era condición necesaria, sino condición suficiente, para la transformación de la sociedad capitalista en una comunidad socialista cooperativa. Así como Freud creyó que el liberar al hombre de los tabúes sexuales produciría la salud mental, Marx creyó que la emancipación de la explotación produciría automáticamente seres libres y cooperativos.

Los errores de Marx adquirieron importancia histórica porque la concepción socialista marxista fue la que triunfó en el movimiento obrero de Europa. Los sucesores de Marx se sometieron de tal manera a la influencia de la autoridad de Marx, que no dieron nuevos desarrollos a su teoría, sino que en general se dedicaron a repetir las viejas fórmulas de un modo cada vez más estéril.
La acerba crítica formulada en páginas anteriores va dirigida principalmente a acentuar la necesidad de que el socialismo democrático vuelva a los aspectos humanos del problema social y se concentre ante todo en ellos; de que debe criticar al capitalismo desde el punto de vista de lo que hace a las cualidades humanas del hombre, a su alma y a su espíritu; de que sustente una concepción del socialismo en términos humanos, inquiriendo de qué manera contribuirá una sociedad socialista a poner fin a la enajenación del hombre, a la idolatría de la economía y del estado.

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