miércoles, 27 de diciembre de 2017

Psicología del Deporte. Integración Cuerpo-Mente, parte 10 (final)

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Mantenerse en pista: evitar obstáculos

A pesar de contar con unos planes muy bien trazados, las cosas no siempre se desarrollan según lo previsto y, por ello, necesitamos estar preparados. Necesitamos contar con estrategias adecuadas para mantener nuestros esfuerzos en presencia de todo tipo de dificultades, fracasos, periodos fuera de temporada y lesiones, o durante épocas en que el rendimiento parece estar en regresión o estancado.

COMPROMISO

Solamente nosotros podemos determinar el grado de compromiso asumido para alcanzar nuestros objetivos. Casi ningún atleta alcanza un potencial máximo sin adquirir primero un compromiso serio y e importantes sacrificios.
Cuando se preguntó a varios miles de atletas sobre los motivos que los llevan a participar en el deporte, surgieron cuatro razones primarias. Una de ellas fue la de conseguir un logro. Otra fue la conveniencia de formar parte de un grupo y contar con una buena interacción social. El estímulo sensorial y las sensaciones derivadas del entorno deportivo fue otra razón importante. Añadir una dimensión de excitación, de reto, de flujo o de riesgo, es un aspecto importante para seguir implicado. Por último, conseguir una autodirección, el ser capaces de tomar decisiones por sí mismos, ser competentes, ser tratados en forma responsable al paso de asumir una responsabilidad por sí mismos respecto a su conducta.

Debemos pues, determinar el orden de prioridad de las razones de nuestro compromiso con el deporte, para poder establecer nuestros objetivos.
Nuestro compromiso respecto al logro perseguido determinará hasta que punto estamos dispuestos a dedicar tiempo y energía a la mejora del rendimiento. Si nuestro plan se ha establecido en forma eficiente, conseguiremos un refuerzo y una retroalimentación positivos. Si de nuestra participación no deriva interés y satisfacción, o cuando el deporte empieza a parecer una carga, no existe motivo alguno que nos lleve a proseguir.

CONFLICTO DE INTERESES

Cuando adoptamos nuestro compromiso inicial, no sabemos que otras posibilidades pueden surgir en nuestro camino. Estas oportunidades imprevistas dan lugar con frecuencia a un conflicto y requieren una renovación continuada del compromiso. Las prácticas deportivas quizás sean interesantes al principio pero acaban convirtiéndose en una carga  debido a las exigencias que nos apartan de cosas que nos gustaría hacer.
Las esperanzas depositadas en el adiestramiento también dan lugar a conflictos, especialmente cuando se interfieren en el camino de lo que nos gustaría hacer. Existe una monotonía y un tedio en los regímenes de adiestramiento difícil de contrarrestar. Los entrenadores deben ser conscientes de estos conflictos y ayudar a estructurar los objetivos y conductas que nos han de llevar hacia este fin, de forma realista y no amenazante. Es imposible incluir todos los conflictos potenciales de interés en este estudio. Debemos tener presente, por tanto, que hemos de reafirmar nuestro compromiso y revisar nuestros objetivos continuadamente, lo cual, junto con la comunicación de nuestro preparador y otras personas, nos servirá de ayuda para hacer frente a situaciones conflictivas.

EXCESO DE INFORMACIÓN

Con frecuencia, los entrenadores ponen de manifiesto la presión a la que están sometidos formulando mayores exigencias al atleta. Demasiadas sugerencias y peticiones que, en el mejor de los casos, sólo podrán  asimilar algunas. Generalmente, los mayores excesos se producen durante la competición, sin embargo, si realmente estamos concentrados en nuestro juego, no nos apercibiremos ni tampoco responderemos a cualquier sugerencia. Muchos entrenadores no se percatan de que con frecuencia son responsables de los errores cometidos en el juego, debido a que interrumpen nuestra concentración. Afortunadamente, no todos los atletas sufren distracciones a causa de las instrucciones que les llegan de la banda. Sin embargo, esto puede crear un problema pues el entrenador quiere que se le preste atención y se actúe según sus sugerencias.

Una de las formas más efectivas para evitar un exceso de instrucciones verbales durante el juego es idear unas palabras o expresiones breves y concisas  a guía de indicaciones. Deben elegirse conjuntamente durante las prácticas deportivas. Ahora bien, si consideramos que nos distrae el recibir instrucciones durante el juego, debemos comunicar esto al entrenador al objeto de que se pueda establecer un enfoque más efectivo.

ACTITUDES MENTALES

En determinadas circunstancias, cabe que cometamos el mismo error varias veces, lo cual crea una actitud mental en el entrenador y puede  hacer que éste nos identifique como: carente de empuje, no agresivo, no resiste la presión, comete errores mentales o alguna calificación.  En muchos casos, sin embargo, es dable que nuestra serie de errores no sea totalmente culpa nuestra. Cabe que lo hayamos hecho bien quince veces y cometido un error sólo una vez, pero ese error es el que sirve de soporte a la actitud mental del entrenador. Como resultado de ello, éste nos presta poca atención. Por tal motivo, comunicar nuestras preocupaciones al entrenador a través del capitán del equipo o directamente es una buena medida si la situación persiste.

Resulta fácil caer en el hábito de culpar a otras personas o a otras causas de nuestras faltas y defectos. En deporte, tendemos a culpar al árbitro, al clima, a las instalaciones, a los compañeros, o a cualquier otra cosa, excepto a nosotros mismos. Si nos descubrimos cargándole el muerto a otros, es que disponemos de escaso control sobre nuestra actuación, es decir, de que no asumimos la responsabilidad respecto a ésta cuando damos una serie de excusas. La fijación de objetivos con una evaluación regular evitará este problema en su mayor parte.

Los atletas, al igual que cualquier otra persona, aprenden a ritmos diferentes y con periodos de tiempo también diferentes, y, por consiguiente, no debemos sentirnos preocupados por el hecho de que otros adquieran los conocimientos con mayor rapidez que otros. Utilicemos nuestro propio avance, fijación de objetivos y evaluación para determinar si nos movemos en forma idónea. También podemos acudir al entrenador para la evaluación de nuestra técnica y asegurarnos de que nuestros esfuerzos se hallan orientados en la dirección correcta.

Con frecuencia, los periodos de baja forma tienen relación con nuestra perspectiva mental, es decir, la de que, después de experimentar un descenso en el nivel de rendimiento, esta circunstancia volverá a presentarse de nuevo. Preocuparse por ello contribuye a mantener la baja forma e incluso a empeorarla. Cabe señalar que esta situación también puede tener su origen en problemas físicos tales como la fatiga, falta de sueño, preocupación y ansiedad acerca de cuestiones no relacionadas con el deporte, o en un cúmulo de otras razones.
Para liberarnos de todo ello, después de eliminar cualquier causa física, es que aprendamos a no tomar en consideración las distracciones mentales, a cuyo fin valernos de la imaginación y ensayar mentalmente la forma en que acostumbramos a sentirnos y a vernos en nuestro elevado nivel previo nos resultará de ayuda.

ENVEJECIMIENTO DE LAS PRÁCTICAS DEPORTIVAS

La falta de motivación y los problemas de actitud constituyen generalmente la base del envejecimiento gradual de las prácticas deportivas. El aburrimiento puede conducir asimismo a esta situación. Valgámonos pues, de la estrategia de la fijación de objetivos y añadamos variedad a las prácticas deportivas para acentuar el interés y la motivación. No debe olvidarse que una nutrición inapropiada, un exceso de adiestramiento y la fatiga pueden provocar también dicho envejecimiento.

AGOTAMIENTO

El agotamiento surge como una ansiedad y una preocupación crónicas acerca de nuestras actuaciones. También puede reconocer como origen la frustración cotidiana. Algunos estiman que el agotamiento no es sino una palabra más para designar la depresión; sea como fuere, no es un estado en el que resulta agradable permanecer durante demasiado tiempo.

Practicar el relajamiento y la meditación es conveniente para conseguir que las cosas vuelvan a su perspectiva adecuada. Para otros, el apartarse temporalmente de la situación que ha dado lugar a la frustración y a la ansiedad constituye una solución. Sea como fuere, muchos atletas se alejan del deporte cuando la única retroalimentación que reciben es negativa.

RITUALES

Asociar el ganar con una conducta particular o el llevar una determinada pieza de vestir, desarrolla superstición o rituales. Algunas veces, la asociación de este tipo de conducta resulta tan fuerte que dicha conducta persiste mucho después de que se haya producido un cambio en el resultado. Así, tomar cierto tipo de comida, seguir una rutina específica antes de la competición, usar un número o un color y una multitud de conductas que no ejercen efecto alguno en el resultado de la competición siguen existiendo debido a una asociación de causa a efecto.

La superstición y la preocupación acerca de la actuación constituyen, generalmente, la base para establecer rituales. Éstos proporcionan una estructura y una rutina frente a la incertidumbre. No actúan como consecuencia de un valor mágico, sino debido a que nos ayudan a centrar nuestra atención en la certidumbre de nuestra preparación. También nos permiten reducir todos los aspectos desconocidos en uno solo, o sea, el resultado de la competición.
Los rituales encierran valor debido a que nos proporcionan un método sistemático para la preparación y nos sirven de referencia temporal a medida que se acerca la competición.

Todo lo que hacemos normalmente cuando se trata de comer, dormir, vestirnos, calentarnos, etc., puede incorporarse a una estructura de rutina regular. También nos cabe incluir una preparación sistemática y mental en términos de meditación, concentración e imaginación, pues cuanto más nos concentremos en este ritual regular de preparación, menos tiempo deberemos dedicar a pensamientos y conductas que nos desvíen de nuestro propósito.
 Podemos utilizar nuestros rituales y servirnos de ellos para estimular nuestra predisposición, y también como medio de revisión de nuestros objetivos en el proceso. Establezcamos pues, una norma que funcione para nosotros y ajustémonos a ella con regularidad, recurriendo a todo aquello que nos preste mayor control, dominio y disciplina en la preparación para la competición.

LA DERROTA

Inherente al deporte es el hecho de que siempre habrá más perdedores que ganadores. La victoria es fácil de aceptar, pero todos los atletas deben aprender a aceptar también perder, lo cual puede ser beneficioso si se lleva a cabo una evaluación apropiada de los objetivos del proceso.
Fijar objetivos en el proceso y evaluarlos sobre la base del avance conseguido, en lugar del resultado, es una de las mejores formas de mantener las cosas dentro de una perspectiva adecuada.

Son multitud de factores los que conducen a la victoria y, por consiguiente, mostrarse preocupado tan sólo por el resultado reduce la satisfacción que se deriva de aquélla. La actitud según la cual ganar no lo es todo, es lo único, conduce eventualmente a la de ¿es esto todo? La victoria se convierte entonces en un hecho hueco. Ser capaces de evaluar nuestros logros sin recurrir al resultado es esencial para gozar de la experiencia que supone el deporte de competición. Aprendamos de nuestras derrotas; con ello podemos establecer de nuevo otros objetivos que nos conducirán a la mejora de nuestras técnicas. En el análisis final, podemos aprender mucho más de las derrotas.
Tengamos presente que nuestra autoestima como individuos no viene determinada por el hecho de que ganemos o perdamos. Si actuamos uniformemente a un alto nivel y perdemos, esto nos permite analizar nuestros defectos, revisar o fijar nuevos objetivos y mejorar nuestras técnicas para alcanzar el éxito en la próxima competición. Nuestra autoestima queda con ello intacta y nos sentimos complacidos al reconocer nuestros propios esfuerzos, así como los de nuestro oponente. Aprendamos, por tanto, a asumir la responsabilidad de las mejoras en nuestras prácticas deportivas y actuaciones.

Para no permitir una racha perdedora, deberemos reorientar nuestros pensamientos y esfuerzos. Cuando el fracaso surge en forma reiterativa comenzamos a dudar de nuestra capacidad. Rápidamente, esto se convierte en una “profecía autorrealizada” y con ello nos vemos próximos a una racha perdedora. Entonces, para recuperar nuestra actitud positiva, necesitaremos valernos de las estrategias propias de la fijación de objetivos y de la meditación, así como de la imaginación, concentración y relajamiento. Sólo nosotros podemos determinar si debemos dejar que nuestra actuación anterior, buena o mala, siga influyendo sobre nuestra actuación presente y/o futura.

CUANDO EL DEPORTE DEJA DE SER LA PRIORIDAD NÚMERO UNO

¿Comienza nuestro verdadero reto cuando cesa nuestra implicación en el deporte? Detengámonos  a pensar cuánto tiempo hemos dedicado a la participación en el deporte durante toda nuestra vida. ¿Qué haremos con ese tiempo? ¿Qué ocupará su lugar?
Hay que dedicar tiempo para destacar en el deporte, pero, al mismo tiempo, también debemos mantener cierto equilibrio y cultivar algunos intereses al margen de él. No existe evidencia alguna de que debamos dedicar un 100% de nuestro tiempo a maximizar nuestro rendimiento y alcanzar la cima. Cuando alguien se compromete en forma total, pronto surgen obstáculos tales como el envejecimiento de las prácticas deportivas, periodos de baja forma, agotamiento, sobrecarga y pérdida de interés.

¿Cómo nos afectará el no participar, no practicar, no dedicar una buena parte de nuestro tiempo al deporte? Algunos atletas tropiezan con dificultades y no saben que hacer con su tiempo libre y acaban malgastándolo. Igualmente, las lesiones obligan a algunos atletas a abandonar de inmediato el deporte. Si no han hecho planes para esta eventualidad, recurren al alcohol, el juego, la depresión, la ira, el resentimiento y multitud de conductas desfavorables. Por ello, es necesario establecer un anteproyecto para cuando llegue la ocasión. Podemos encontrar otros intereses y amigos fuera del ámbito deportivo. Nosotros somos los únicos que podemos regular y establecer prioridades en nuestra vida para mantener un equilibrio, de modo que el deporte no sea lo único que determine nuestra autoestima o consuma todas nuestras horas.
Independientemente del grado de perfección con que tracemos nuestros planes, nos veremos enfrentados a un periodo de ajuste durante la transición. Para evitar una crisis de identidad cuando la implicación termina (sea cual fuere la causa), debemos asegurarnos de que cultivamos, en cierta medida, todas las dimensiones de nuestra vida. Podemos fijar objetivos en otros aspectos de nuestra vida así como lo hicimos para maximizar nuestro potencial en el deporte.

Establecer prioridades y compromisos resulta esencial para sobresalir en el deporte, pero también es importante desarrollar otros intereses al margen de él. Muchos atletas dedican todo su tiempo y energías al deporte, acaban poniendo todos los huevos en una misma cesta, y cuando el fondo cede, se dan cuenta de que no les queda nada. conviene por tanto, desarrollar otros intereses y otros contactos sociales al margen de nuestro mundo deportivo, ya que con ello se añadirá dimensión y gozo a nuestro estilo de vida. De esta forma, si nos vemos obligados a abandonar el deporte o reducir nuestras implicaciones por alguna razón, dispondremos de otros intereses para llenar el vacío en nuestra vida cotidiana.

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Verificación y control de nuestros progresos

Practicando regularmente las técnicas y estrategias descritas en este libro, pueden requerirse de entre cuatro y seis semanas de practica concentrada para que algunos atletas detecten diferencias en su rendimiento. De hecho, muchos de los cambios que se producen tienen un carácter sutil y pueden pasar inadvertidos. Es importante, por consiguiente, que desarrollemos procedimientos que nos ayuden a determinar nuestro progreso de modo que sea posible evaluar nuestros logros.
Los cuestionarios, listas de verificación y ejercicios que siguen a continuación han sido ideados para ayudarnos a determinar el punto donde es necesario aplicar un mayor esfuerzo para mejorar. Son un punto de partida para nosotros. Una vez hayamos asimilado los principios básicos implicados,  nada se opone a que ideemos practicas relevantes para nuestras  necesidades.
Pueden consultarse en : alekstena.blogspot.com.mx



martes, 19 de diciembre de 2017

Psicología del Deporte. Integración Cuerpo-Mente, parte 9


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Comunicación: cómo aprender a decir lo que realmente pensamos o pensar realmente lo que decimos  
 
Quizá la capacidad de preparación más importante que necesita desarrollarse sea la de la comunicación efectiva. Esto significa establecer unas conductas y unos conocimientos comunicativos que puedan ser explicados y comprendidos claramente.
La comunicación es dinámica y debe contemplarse como un proceso de doble dirección, es decir, un procedimiento que implica enviar así como recibir e interpretar mensajes. Asimismo, cabe destacar que ciertos aspectos vinculados con la actuación atlética, tales como esperanzas respecto a objetivos y actuación, no son fáciles de comunicar.

Existe la necesidad de desarrollar capacidades de comunicación que van más allá del proceso de adquisición de conocimientos y estrategias. A menos que existan unas líneas abiertas de comunicación en las que cada persona transmita unos mensajes claros acerca de las esperanzas y los objetivos que cada uno abriga respecto al otro, no sólo la comunicación se hallará ausente sino que las relaciones y la motivación en el equipo se verán afectadas junto con la actuación a nivel de competición.

Cuatro líneas de comunicación necesitan considerarse: la que media entre el preparador y el equipo; seguida de la existente entre el preparador y el atleta; el atleta y el preparador; y entre miembros del equipo. Estas cuatro líneas de comunicación ejercen impacto sobre la actuación. Si se emiten señales o mensajes confusos, es probable que surjan problemas.

Si el entrenador ha de introducir un cambio importante en el grupo, ¿se discute con los atletas implicados? El tomarse el tiempo suficiente para asegurarse de que cada atleta ha comprendido la lógica en la decisión suavizará muchas situaciones en las que una  mala interpretación crean gran alboroto. La comunicación evitará muchos problemas que desequilibran la armonía y la actuación del equipo.

Los entrenadores deben crear un ambiente que venga a estimular a los atletas para iniciar la comunicación, pues, con frecuencia, éstos han considerado al entrenador como una figura autoritaria que no admite reproche alguno. Muchos  problemas pueden vincularse con atletas que necesitan ser estimulados para que discutan sus preocupaciones. Si tememos al fracaso o tenemos algún  compañero que constantemente ridiculiza nuestra actuación, conviene informar al preparador de tal circunstancia para resolver el problema.

Los atletas han de tener el convencimiento de que las líneas de comunicación están abiertas y a su disposición. Si no se procede de este modo, nos exponemos a que, cuando la temporada no se desarrolle con éxito, los conflictos en el equipo se hagan evidentes. En cuanto a los atletas, ellos han de ser estimulados a solucionar algunos de sus conflictos sin la intervención del entrenador, si ello es posible.

El proceso de comunicación implica enviar un mensaje a alguien o a un grupo, y después evaluar el efecto ejercido por el mismo. El propósito de la comunicación puede ser para: a) persuadir, como en una comunicación previa al comienzo del juego; b) evaluar, como en la valoración de la actuación de un atleta; c) informar, como al demostrar una nueva técnica; d) motivar, como en las recomendaciones durante el periodo de descanso; e) resolver problemas, como enfrentarse con conflictos de equipo.
La información que deseamos transmitir se inicia en forma de una idea, emoción o sentimiento y es entonces transformada en una estructura mental, que se transmite a través de un canal,  sea verbal o no verbal , o ambos. El mensaje se dirige al correspondiente atleta, el cual recibe e interpreta el mensaje de acuerdo con su capacidad y dentro del marco de comunicación previa.

La comunicación no se produce a menos que el receptor se vea afectado, en alguna forma, por el mensaje que ha sido transmitido. La comunicación funciona en dos sentidos y el impartirla no supone culminación del propósito hasta que no se produce una reacción por parte del receptor.
Los preparadores y los atletas necesitan aprender a leer las reacciones mutuas. También debe tenerse en cuenta, que las experiencias pretéritas en comunicación influirán sobre las esperanzas de comunicación presentes y futuras. Además, la comunicación ha de ser relevante y significativa si ha de establecerse la comunicación. La afirmación no puedo oír lo que usted dice debido a los demás mensajes que envía resulta apropiada en este punto, pues todas las señales necesitan ser compatibles y coordinadas, de forma que un mismo mensaje sea transmitido a través de todos los canales.

Cuando uno se comunica, deben considerarse dos aspectos. La intención y el contenido. El elemento emocional del proceso de comunicación incluye la forma en que se expresó el mensaje. ¿Qué calidad de voz se utilizó? ¿Se expresó el mensaje en forma intensa, rápida, brusca o suave? Las expresiones faciales y el lenguaje corporal o el movimiento también influyen en la forma en que se interpreta el mensaje.
Muchos atletas han sufrido las iras del entrenador que, durante una competición muy reñida, pone de manifiesto más elementos emocionales que contenido informativo en la comunicación. Como consecuencia de ello, muchos atletas experimentan dificultades para centrarse en la competición. Tanto contenido como emociones, resultan importantes y, por ello, es necesario un equilibrio  para lograr una comunicación efectiva.

Los entrenadores prestan mucha atención a las comunicaciones verbales tales como las instrucciones, los estímulos y la evaluación de resultados,  pero a veces no se percatan de las conductas que acompañan a las observaciones hechas a viva voz. El canal verbal sirve primariamente para transmitir contenido o información. El no verbal se utiliza para apoyar al verbal, así como para comunicar actitudes  interpersonales, las cuales se transmiten a través del aspecto, los gestos, el movimiento corporal, la expresión facial y las relaciones espaciales. Un encogimiento de hombros, un volverse de espaldas o apretar los puños representan conductas no verbales que ponen de manifiesto sentimientos o actitudes. En algunos casos, los preparadores o los atletas pueden estar expresando estímulo verbalmente mientras su lenguaje corporal anuncia derrota, falta de interés o contrariedad.
No existe un sistema, método o técnica de carácter único más efectivo o de mejor comunicación, ya que el mismo mensaje puede ser transmitido a través de muchos niveles diferentes. Por ejemplo, el estímulo puede ser verbalizado, así como demostrado, mediante movimientos faciales y corporales. También puede expresarse en forma similar la irritación.

Resulta importante que tanto los atletas como los entrenadores compartan un interés en la creación de una comunicación abierta, honrada y comprensible, lo cual lleva a una mejor actuación. 

INTERRUPCIÓN EN LA COMUNICACIÓN

En el ámbito atlético, los periodos primarios para la comunicación giran en torno al tiempo programado de adiestramiento, así como al de la competición. Durante estos periodos, el entrenador y los atletas necesitan contar con una comunicación eficaz y uniforme. Cada uno debe ser consciente de la forma en que la comunicación puede cambiar, según sea el nivel crítico de la situación, y hacer todos los esfuerzos para mantearen un intercambio uniforme.

La sobrecarga en la información crea también otro problema. Determinar cuánta información puede manejar un atleta en un periodo dado de tiempo o en una situación específica es importante para el nivel de rendimiento. En los descansos, suele dárseles tanta información en un periodo tan breve, que los atletas vuelven al terreno de juego con la impresión de haber sido bombardeados.

También puede producirse una interrupción en la comunicación si los mensajes transmitidos son siempre negativos. Lo que los atletas necesitan realmente es un apoyo positivo a sus esfuerzos y una información que sea relevante respecto a la situación y qué, además, contribuya a la corrección de errores. Aun cuando el atleta es el primero en darse cuenta de su error, los preparadores son los primeros en recordárselo. Conviene no olvidar que la comunicación positiva casi siempre producirá mejores resultados que los mensajes negativos y que una sobrecarga de éstos contribuye muy poco a corregir o a motivar al atleta.

Hacer que uno se sienta bien, contribuye a que el esfuerzo sea más intenso, y saber cómo apretar los botones adecuados y tirar de los hilos correctos a través de la comunicación inducirá a cualquiera a esforzarse para alcanzar mayores cimas. Otros momentos en los que es probable un fallo en la comunicación son aquellos en que los jugadores o los preparadores interpretan equivocadamente o no comprenden el mensaje. Esto es frecuente cuando se actúa bajo presión. Las comunicaciones no verbales son también objeto de mala interpretación. También es posible que un atleta intercepte un mensaje dirigido a otro compañero. Si el mensaje es negativo, el atleta puede mostrarse preocupado y perder concentración.

Una comunicación infrecuente o insuficiente por parte del entrenador también resulta disruptiva para el progreso del atleta. Debe tenerse en cuenta, que algunos atletas requieren más atención, mientras que otros no se encuentran tan abiertos, lo cual implica, que una misma técnica no da resultado en todos los casos.  Incluso se da la circunstancia de que algunos atletas se apartan del deporte cuando se les ignora constantemente.
Todos necesitamos un apoyo para mantener nuestros esfuerzos a través del tiempo. Asegurémonos pues, de que prestamos apoyo y refuerzo positivo a los demás con regularidad.
Algunos atletas se dan cuenta de que los entrenadores dedican toda su atención a las estrellas y muy poca a los restantes, seguramente los que más las necesitan. Asegurémonos, por tanto, de que todos los participantes consiguen cierto reconocimiento.

Los atletas necesitan saber en qué posición se encuentran y de que forma progresan, lo cual significa que necesitan una retroalimentación tangible. Cuando ésta no se produce, la motivación cesa y el atleta se siente descontento.
La comunicación resulta ineficaz cuando el centro de atención se halla en un punto que no es el de la labor que se está llevando a cabo. Cuando el atleta está preocupado con otros pensamientos, las instrucciones tienen escaso valor. Y  aprender la técnica de concentrarse y practicar cambios de canal ayudará a dominar este problema.

Las comunicaciones que sirven para amonestar a un atleta o corregir su actuación deben ser objeto de cuidadosa consideración y no expresarlas cuando todavía flota en el ambiente la presión derivada de la competición. Con excesiva frecuencia , los atletas y entrenadores reaccionan bajo el influjo del calor emocional propio del momento, y por ello deben tomarse tiempo para situar la cuestión en la debida perspectiva. Reaccionar con precipitación puede destruir la confianza y la credibilidad.
No es posible establecer líneas de comunicación abiertas cuando se adoptan actitudes negativas. Es decir, si se adopta una idea fija respecto a determinada situación, la comunicación será del todo inútil y el mensaje llegará a unos oídos sordos.

Cuando el atleta tiene un conjunto de objetivos y esperanzas y el entrenador tiene otro, surgen de inmediato problemas de comunicación y, por ello, la fijación de objetivos es una de las mejores formas de abrir canales de comunicación. Hasta que se establece un diálogo, puede que el atleta no sepa qué es lo que se espera de él. Una comunicación temprana entre el preparador y el atleta contribuirá a eliminar numerosos malos entendidos.

Todos necesitamos trabajar nuestras técnicas de comunicación. Necesitamos, por tanto, una percepción clara de nuestras señales verbales y no verbales y asegurarnos de que decimos lo que queremos decir y de que queremos decir lo que decimos. Una buena comunicación entre todos los implicados en el ámbito deportivo resulta esencial, pues de fallar, se verán afectadas la motivación, el compromiso y la actuación.

LA COMUNICACIÓN DURANTE LA ACTUACIÓN 

La comunicación en las sesiones de entrenamiento crea menor número de problemas que durante la competición, debido principalmente al ambiente emocionalmente cargado en que tiene lugar esta última. Obviamente, aún más difícil si no lo están haciendo bien o van perdiendo.
Cuando a los atletas se les han enseñado las técnicas y estrategias adecuadas, tanto mental como físicamente, es poco lo que debe comunicarse durante un partido. Dirigir desde la línea de banda no es lo más adecuado. Si al atleta se le ha enseñado a concentrarse y a mantener su atención en lo que está ocurriendo, las instrucciones desde la banca no merecerán atención. De hecho, resulta contraproducente para el atleta suspender su concentración. En realidad, se han producido miles de situaciones en los que el atleta queda sumido en profunda confusión debido a que el entrenador interfirió en la concentración al comenzar a gritarle instrucciones.

Los atletas no prestan gran atención a lo que se dice cuando están preocupados y se concentran en el partido que está teniendo lugar. Los atletas necesitan que se les enseñe la forma de centrar su atención y, también, como desviarla de un punto a otro y volver al inicial cuando la situación así lo exija. (véase capítulo sobre concentración).
Existen momentos durante un partido en que las instrucciones resultan oportunas y apropiadas, y que pueden darse en forma efectiva si a los atletas se les ha enseñado cuando y cómo seguirlas.
Es conveniente, para poder comunicarse durante los momentos críticos en una competición, que se desarrollen estrategias que deberán ser objeto de consideración y practicadas como parte de la necesaria preparación. Procede además subrayar que durante la competición todas las comunicaciones deben tener un carácter sucinto, claro y relevante para la situación.

ETAPAS PARA MEJORAR LAS ESTRUCTURAS DE COMUNICACIÓN

Mejorar las técnicas de comunicación constituye un proceso continuado que requiere atención y empeño constantes. Hay que hacer un esfuerzo para conseguir unas estructuras de comunicación que no sólo impliquen la transmisión de mensajes, sino también recibirlos y comprenderlos. A continuación se detallan varias etapas que ayudarán a mejorar las estructuras de comunicación.
  • Los atletas y los entrenadores deben mostrarse receptivos a toda retroalimentación. Como se ha hecho observar, la comunicación es un proceso de doble dirección, lo cual supone que los mensajes no se envían sin que exista además el intento de determinar su impacto, y que los comunicadores deban mostrarse sensibles a la forma en que reacciona el receptor de ellos. Aprendamos a observar al receptor para determinar si el mensaje ha sido o no comprendido.  
  • Deben desarrollarse líneas de comunicación abiertas, es decir, mostrarse receptivo a los comentarios constructivos. Con frecuencia, la línea de comunicación relativa a la conducta del entrenador no muy amplia. Los atletas y los entrenadores deben crear un ámbito de comunicación que haga posible el intercambio en ambas direcciones sin sentirse amenazado, inferior o en peligro.
  • Debe existir un esfuerzo consciente orientado a mejorar la comunicación tanto verbal como no verbal. Dado que todos reaccionamos diferente, existe la necesidad de determinar cuál es el método de comunicación más efectivo para cada persona. Deben tenerse en cuenta las comunicaciones no verbales, pues si los preparadores y atletas no se percatan de lo que su canal no verbal expresa, dichas comunicaciones pueden resultar confusas y contradictorias.
  • No debemos asumir que el comunicador y el receptor van a interpretar la información de una forma similar. Es importante asegurarse de que la información se presenta bajo una diversidad de formas, para que aquellos que no entendieron la primera presentación cuenten con otra oportunidad.
  • Los atletas no necesitan ser informados negativamente cuando han actuado mal. La mayor parte de las veces ya lo saben. Es cierto que los comentarios constructivos son importantes para mejorar la actuación, pero hay que escoger el mejor canal y el momento adecuado para hacerlo. La evaluación de la actuación debe ser tratada con cuidado, pues si no se han establecido los canales de comunicación apropiados, dicha evaluación resultará carente de efectividad o disruptiva.

  • Mostrémonos positivos cuando comuniquemos. Los entrenadores deben evitar gritar, insultar y humillar a los atletas. Si no dan muestras de control, los jugadores aprenden rápidamente que tampoco ellos están obligados a tenerlo. La comunicación efectiva no tiene porque hacer que los atletas se sientan inferiores; al contrario, facilita un entorno constructivo. Es importante que los entrenadores y atletas no reaccionen de un modo precipitado ante situaciones de elevada presión. De hecho, es durante estos momentos cuando unas buenas sugerencias resultan importantes. Algunos entrenadores confían en provocar sentimientos de culpabilidad, pero, de este modo ¿Qué clase de entorno positivo se ha creado?
  • Comuniquémonos en forma coherente y justa. Todos los atletas necesitan ser tratados igual, se encuentren o no en el grupo de cabecera. Las comunicaciones verbales tienen que ser consecuentes con las no verbales. ¡Seamos conscientes de todos los mensajes que enviamos a través de los canales de que disponemos para comunicarnos!
  • Antes de la competición, la atención prestada a diversos puntos puede mejorar la comunicación. El entrenador debe modelar su entusiasmo en el vestidor y en el banquillo. Saturar a los atletas con información e instrucciones de última hora debe evitarse, así como conversar y hacer referencia a conflictos interpersonales. En lugar de ello, procede comunicar información relevante y pensamientos vinculados a la labor de los atletas. Estimulémosles , pues, para que se refuercen mutua y positivamente al entrar en acción.

Las comunicaciones durante la competición deben reducirse a un mínimo para evitar interrumpir la concentración del atleta. Ello implica que los procedimientos para comunicarse en momentos críticos deberán desarrollarse, comentarse y practicarse con anterioridad y que el mensaje deberá ser claro, sucinto y relevante. Los intentos de dar instrucciones a los atletas en cada jugada resultan inefectivos, pues para poder concentrarse en la acción, no deben distraerse. Hay que mantener la comunicación al mínimo y enseñar a los atletas cómo deben seguir las instrucciones en los tiempos muertos y descansos de una jugada. 

martes, 12 de diciembre de 2017

Psicología del Deporte. Integración Cuerpo-Mente, parte 8


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Fijación de objetivos: regulación de la motivación

Los conceptos unitarios de motivación que tuvieron su origen en la psicología, tales como los instintos, los impulsos, el condicionamiento, etc., no logran explicar nuestra persistencia en el esfuerzo en el deporte y, por ello, han sido substituidos por otros enfoques. Entre éstos objeto, y con carácter modesto, se halla la fijación de objetivos en el adiestramiento deportivo.

EL CONCEPTO DE FIJACIÓN DE OBJETIVOS

La fijación de objetivos es simplemente identificar lo que tratamos de hacer o llevar a cabo; básicamente, es el propósito conseguido con una acción o una serie de ellas. Esto supone que el estímulo para nuestra conducta ha de tener carácter interno y cognoscitivo, es decir, que debemos determinar previamente nuestros objetivos para contar con la motivación necesaria. La fijación de objetivos se considera, ante todo, como un mecanismo para la motivación. No sólo se crea un centro de atención y de acción, sino que además proporciona un propósito a nuestros esfuerzos. Supone orientar un esfuerzo a lo largo de un periodo de tiempo.

El efecto positivo y beneficioso que la fijación de objetivos ejerce sobre la actuación viene explicado por cuatro mecanismos de motivación: dirigir la acción, movilizar el esfuerzo, persistir en él, y generar motivación a fin de desarrollar unas estrategias relevantes para alcanzar los objetivos.
Obviamente, necesitamos contar con la capacidad de alcanzar o acercarnos a la consecución de nuestros objetivos. Debemos contar asimismo con cierto control sobre el ritmo de actuación, el enfoque y los métodos utilizados si buscamos mantener la motivación. Los objetivos siempre deben basarse en nuestra propia capacidad y actuación.

EXPOSICIÓN RAZONADA PARA LA FIJACIÓN DE  OBJETIVOS

Si el deporte supone contribuir al desarrollo de valores sociales y de conducta, resulta evidente que deberemos conseguir el éxito sobre una base regular. Así pues, la fijación adecuada de objetivos y la evaluación regular de los avances facilitarán dicho propósito.
Conviene  que el atleta y el preparador compartan un centro de atención común. Sin una dirección apropiada, pueden desperdiciarse muchas horas.
Los objetivos pueden y deben ser considerados como los reguladores de nuestra motivación. Por consiguiente, no puede subestimarse la importancia tales objetivos. Si se fijan de un modo adecuado, pueden facilitar la consecución  del éxito.

Todos los esfuerzos deben contener un propósito positivo asociado con la consecución de un objetivo. Los atletas que expresan sus objetivos en términos negativos, tales como no perder, por ejemplo, deben replanteárselos, pues tienden a convertirse en profecías autorrealizadas.
Ante todo, debemos determinar el grado de esfuerzo que estamos dispuestos a desarrollar. ¿Cuánto tiempo puede dedicarse? ¿Cuán comprometidos estamos? Además, las oportunidades disponibles también deben ser objeto de evaluación. ¿existen limitaciones al tiempo de práctica, al uso de instalaciones, al apoyo financiero, al clima, etc?  El progreso individual también ha  de ser debidamente considerado, pues la actuación futura viene determinada por la experiencia pretérita.

CRITERIOS PARA LA SELECCIÓN DE OBJETIVOS

Una vez se haya identificado un objetivo, deberán establecerse criterios para su fijación, y a este fin es un aspecto importante el que resulte medible.
Los objetivos necesitan ser realistas, pero también han de suponer un reto. Quizás debemos ocasionalmente reprogramar objetivos. Si los resultados deseados no se materializan, no se abandona el programa, simplemente se reestructura.

Debe quedar claro, que el preparador no puede establecer nuestros objetivos, ni tampoco debemos nosotros intentar establecerlos sin considerar debidamente al preparador.
En muchos casos, los atletas quieren fijar un número demasiado elevado de objetivos y el resultado es que se dispersan las energías o se concentran en menor grado. Además conviene establecer un orden de prioridad para su consecución. Pueden establecerse objetivos respecto al adiestramiento, la práctica deportiva, la competición y las actuaciones en equipo. Sin embargo, si nos encontramos sobrecargados con un exceso de objetivos, puede derivarse de ello una frustración y un fracaso.

Cualquier objetivo que nos fijemos ha de ser único para nosotros, y no tratar de conseguir algo que alguien más haya conseguido. En otras palabras, los objetivos deben ser aquellos que deseamos alcanzar por nosotros mismos. De otro modo habrá una carencia de estímulo, así como de satisfacción, en el caso de que se alcancen. Es igualmente importante tener presente  que la consecución o no de un objetivo no tiene nada que ver con nuestra propia valía como seres humanos, pues permitir que ésta venga definida por el éxito nos sitúa en una posición de inutilidad si fracasamos.

Muchos atletas evitan fijarse objetivos porque consideran que ello eliminaría el interés de participar, o que podrían correr el riesgo de obsesionarse y perder la espontaneidad. No es éste el caso, podemos gozar de todo lo que se cruce en nuestro camino y seguir conservando una fuerte inclinación hacia lo que realmente queremos y el camino que deseamos seguir.
El consenso en la consecución de un propósito resulta esencial para un equipo. Con una comprensión y un compromiso mutuos, le resulta posible al equipo aceptar lo que se espera de él. Nos será posible comprender claramente cuál es nuestro papel específico en cada entrenamiento y en cada competición.

SUGERENCIAS ESPECÍFICAS PARA LA FORMALIZACIÓN DE OBJETIVOS

Cuando se establecen objetivos, asegurémonos de que éstos son los realmente perseguidos o los que nosotros y nuestro entrenador establecimos juntos. Debemos creer en ellos y comprometernos a seguir las etapas. Sin un compromiso previo, los objetivos no servirán de mucho.
Fijemos los objetivos por escrito. Esto tiende a reflejar un compromiso personal. Asimismo, significa que hemos meditado el proceso que debemos seguir.
Los objetivos han de ser un reto alcanzable, mesurable, realista y manejable. Los objetivos inalcanzables  crearán una situación frustrante.
Cuando se establecen dos o tres objetivos, los mismos deben ser compatibles. La consecución de un objetivo no ha de impedir que se alcance otro. Debemos contar con un tiempo para prácticas y preparación suficientes.
Los objetivos han de ser lo suficientemente flexibles como para permitir su revisión e introducir cambios si es necesario. Deben examinarse periódicamente los objetivos y proceder a efectuar revisiones si se detectan deficiencias.

Los objetivos deben contar con unos márgenes de tiempo o fechas límite debidamente estructurados. las fechas límite sirven como realimentación y proporcionan una evidencia tangible para los esfuerzos propios.
Deben estructurarse prioridades para los objetivos. Entre nosotros y el entrenador debemos determinar cuáles son los más importantes y cuáles los más inmediatos.
Todos los factores vinculados con la consecución de objetivos deben ser tomados en consideración. Esto puede implicar objetivos paralelos. Tengamos presentes las pertinentes etapas que quizá deban seguirse para alcanzar nuestro objetivo primario al establecer nuestro plan general.
Los objetivos deben fijarse de forma que permitan una evaluación del esfuerzo así como de la actuación. El éxito con relación al esfuerzo desplegado puede alcanzarse antes que el éxito en la  actuación. Esto proporcionará un refuerzo positivo, hasta llegar al momento en que se alcance el nivel deseado de actuación.
Los objetivos deben guardar relación con el propósito general de la actuación. Todos los objetivos deben estructurarse para mejorar la actuación o, en algunos casos, para mantenerla.

Cuanto más aprendamos acerca de cómo controlar y dominar nuestras reacciones, tanto mayor resulta nuestra confianza.

martes, 5 de diciembre de 2017

Psicología del Deporte. Integración Cuerpo-Mente, parte 7


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Meditación, reflexión y actitudes 

Todos nosotros, en algunas ocasiones,  reaccionamos con una amplia gama de conductas ante situaciones y estímulos básicamente iguales. Se ha dicho, que la única diferencia entre la mejor actuación y la peor es la variación de nuestras meditación, nuestra reflexión y nuestras actitudes. Las variaciones en la actuación son consecuencia de fluctuaciones mentales.
Nuestro pensamiento puede oscilar entre estados agradables y otros que no lo son, y es obvio que esta conexión mental puede desaparecer algunas veces y conducir a resultados desastrosos.

MEDITACIÓN

Cada uno se entrega continuamente a la meditación o al proceso mental interno. Si ello tiene carácter preciso y se mantiene el contacto con la realidad, todo va bien. Si su carácter es irracional y falso, entonces surgen la ansiedad y el desequilibrio emocional y la actuación se ve gravemente alterada.
La meditación puede proporcionar un sentido de control sobre la situación, si aprendemos a tener percepción de nuestros pensamientos y los orientamos de un modo positivo. Podemos, por ejemplo, evaluar una situación potencialmente adversa como menos amenazadora cuando disponemos de un sentido de control sobre nuestros procesos mentales. El temor, la ansiedad o la depresión implican la forma en que interpretamos lo que ocurre y que clase de calificación asignamos a lo que está ocurriendo. Esto se conoce como meditación o reflexión.

Como ejemplo, si nos apercibimos de un aumento del ritmo cardiaco, de una mayor rapidez en la respiración, de sudoración o de deseos de orinar poco antes de la actuación, nos cabe interpretarlo como: Estoy asustado y no voy a actuar bien . En cambio, si tal reacción la interpretamos como: Estoy preparado y ansío actuar, mi cuerpo se haya dispuesto y estoy mentalmente preparado, siempre me siento así cuando actúo bien, resultará algo enteramente diferente.
Necesitamos tener conciencia de cuales son los pensamientos y convicciones que son objeto de proceso antes y durante la actuación. Identificar aquellos que aumentan la ansiedad y desarrollar estrategias para convertirlos en factores positivos y en pensamientos estimulantes.
Si nos interfieren pensamientos negativos, disipémoslos. Dejemos que pasen y volvamos a concentrarnos en las convicciones positivas que puedan servirnos de guía. Si esto puede dominarse, las situaciones jamás saldrán del todo fuera de control.

REFLEXIONES Y ACTITUDES

La percepción de los pensamientos y actitudes conduce a una reacción emocional, y es generalmente la mente la que establece la dirección y el control de dicha reacción de la conducta. Por tanto, regular nuestras reacciones requiere que regulemos también nuestros procesos mentales.  
Nuestras conductas y actuaciones vienen modeladas por la forma en que pensamos y lo que opinamos sobre nosotros mismos. Es posible influir sobre la actuación y conducta, orientando los pensamientos y acciones a través de esfuerzos conscientes.

Debemos aprender a controlar el pensamiento, a objeto de que podamos generar una mezcla de principios relevantes tanto para la labor como para la actitud mental, con el fin de mantenernos lo bastante motivados como para servir de apoyo a la concentración. Con este control, jamás nos sentimos aburridos, desvinculados, apáticos. Si esto ocurriera, podemos centrarnos de nuevo rápidamente y entrar otra vez en acción. Debemos aprender a cambiar de canal y enfocar de nuevo lo que está ocurriendo.

DETENCIÓN DEL PENSAMIENTO

La detención del pensamiento puede ayudarnos a impedir el desarrollo de una estructura mental que fomente inquietudes y dudas.
Aprender la técnica de detención del pensamiento implica concentrarse, por unos breves instantes, en el carácter indeseado, detenerlo súbitamente y clarificar después nuestra mente. Podemos para ello, valernos de un medio tal como decir alto en voz alta, chasquear los dedos o hacer un fuerte ruido para interrumpir los pensamientos desagradables. En primer lugar, debemos decidir si realmente queremos eliminar un determinado pensamiento y, a continuación, seleccionar aquel que deseamos suprimir. Cerremos los ojos y procuremos imaginar la situación en la que generalmente nos asalta dicho pensamiento. Entonces practiquemos su interrupción hasta que podamos desactivarlo por completo. Esto puede requerir cierto tiempo.

 Cuando hayamos cumplido con esta labor, practiquemos la substitución valiéndonos de un pensamiento positivo relevante para la situación. Generemos asimismo, una serie de pensamientos positivos alternativos para utilizarlos en caso de necesidad y lograr que no se pierda la efectividad del propósito perseguido. Esto requiere cierto tiempo, pues los pensamientos negativos volverán una y otra vez a interrumpirnos. Practiquemos el cambio de canales para centrarnos en otro pensamiento positivo y agradable. Cuanto más practiquemos, menor será la incidencia de pensamientos negativos. 

Se ha demostrado que los pensamientos negativos producen tensión y ansiedad, lo que obviamente, desequilibra la actuación. Albert Ellis, desarrolló lo que se llama Terapia Racional Emotiva, y consiste en que las emociones no tienen nada que ver con el hecho en sí, pues la meditación y la reflexión se producen en el espacio contenido entre el hecho y la reacción al mismo. Este proceso de reflexión puede ser racional o irracional, y son las reflexiones la que generan la reacción emocional ante el hecho. Sólo nosotros podemos controlar nuestros propios pensamientos y dirigirlos de forma que generemos reacciones emocionales deseadas. A continuación ofreceos cuatro sugerencias que nos ayudarán a generar pensamientos positivos. 

GUÍA PARA LA PROMOCIÓN DE PENSAMIENTOS POSITIVOS

  • No es la competencia lo que me pone nervioso; la situación no me hace nada. Yo mismo causo la inquietud debido a que digo o pienso cosas que me preocupan y me generan ansiedad. Debo pensar en forma positiva.
  • Pensar que las cosas deben ser siempre de una determinada manera es creer en la magia. Debemos ser objetivos  en nuestra forma de pensar.
  • Sentimos según pensamos; por consiguiente, debemos cambiar nuestra forma de pensar si deseamos cambiar nuestra manera de sentir.
  • Todos somos fiables. Aceptar este principio supone admitir los fracasos. Cuando los objetivos se consideran de este modo, ello nos sirve de refuerzo y apoyo en los momentos de fracaso.

BARRERAS PSICOLÓGICAS O PENSAMIENTOS DE AUTOLIMITACIÓN

 El nivel de rendimiento personal es cuestión de estar convencido de nuestras propias capacidades. El grado de compromiso es personal y debe establecerlo cada atleta por sí. Querer maximizar nuestras capacidades implica voluntad.
Existen, en la actuación atlética, ejemplos clásicos de barreras psicológicas. En los levantadores de pesos, abundan las historias de manipulación de pesos en la barra para engañar al levantador y hacer que levante más de lo que cree posible. El conocimiento psicológico de lo que es posible tiene mucho que ver con lo que podemos conseguir. Existe la necesidad de contar con un mejor discernimiento y una mayor comprensión del papel que las esperanzas de cada uno, respecto a la actuación, desempeñan en la consecución del resultado.

PERCEPCIÓN DEL DOLOR Y CONTROL DEL MISMO

Las emociones ejercen un claro papel en la percepción e interpretación del dolor. Así, algunos atletas pueden quedar tan absortos por la actividad deportiva que no sienten dolor alguno hasta que la prueba ha terminado. Algunos quizás se den cuenta, pero son capaces de adaptarse, debido a que su centro de atención se encuentra lejos de sí mismos.
También sabemos que las personas que esperan un alivio para su dolor, lo consiguen. Básicamente, éste es el motivo por el cual dan resultado los placebos. El dolor es relativo según la persona, lo cual supone que existe una amplia variación en la tolerancia al mismo.

La forma de describir el dolor varía de una persona a otra, pero el médico depende por completo de dicha descripción para determinar dónde se encuentra localizado y cuál es su intensidad. Se ha desarrollado una nueva especialidad médica llamada orología (la ciencia del dolor), que cuenta ya con programas estructurados para enseñar a las personas cómo soportar y dominar el dolor crónico. Las estrategias de domino se valen del control mental y cómo desviar el centro de atención a otro punto. Los principios se basan en la integración total de la mente y el cuerpo. Son los empleados por los tragasables, o los que se acuestan sobre la cama de clavos. Los yoguis adquieren estos conocimientos y, con años de práctica, aprenden a controlar la mayoría de sus funciones fisiológicas.

Independientemente del nivel de control que consigamos, existe una sensibilidad normal al dolor cuando no estamos activando mentalmente los recursos requeridos para dominar la situación. Es evidente que se requiere contar con una preparación y una concentración en el centro de atención a fin de prepararse para resistir el dolor, y que una de las formas para comenzar a adquirir un control es aprender a centrarnos en nuestra respiración, dado que la misma siempre se haya presente. Practiquemos respirar a ritmo con el pulso siguiendo una relación de 1:6, y concentrándonos en dicho ritmo. A medida que respiramos, imaginemos que cada inspiración aporta energía para contrarrestar el dolor y con cada exhalación nos deshacemos de él. Repitamos este ejercicio varias veces con varios minutos de duración cada vez, terminando con una expulsión prolongada, lenta y relajada. Centrémonos en la actitud de dejar que ocurra.

Aquellos atletas que han sido adiestrados en técnicas de regulación psíquica pueden aplicar su preparación al control del dolor. Con la práctica un atleta puede lograr que aparezca un sentimiento de entumecimiento, de frialdad o de aumento en el ritmo de flujo sanguíneo, y elevar la temperatura de los dedos con cierta rapidez mediante la realimentación con un termómetro digital. Así, los atletas se aperciben del control que podrán conseguir con la práctica y se ven motivados.

EXPERIENCIA COLECTIVA 1

Con un termómetro digital para cada atleta, sujetémoslo con cinta adhesiva a la yema del dedo medio. Dejemos que transcurran unos minutos para estabilizar la temperatura. Entonces los atletas han de echarse sobre la espalda, en una posición cómoda y se les dirá que se relajen y que se concentren en incrementar el flujo sanguíneo de sus manos. Después de 15 minutos aproximadamente, los atletas han de verificar la temperatura de sus dedos para determinar si ha cambiado. Algunos atletas, que quizás tengan las manos calientes, habrán de concentrarse en reducir el flujo sanguíneo y enfriar sus manos. Obviamente, no pueden aumentarla si ya es de 36° C.

EXPERIENCIA COLECTIVA 2

Otra experiencia interesante es la del agua de hielo. Este experimento debe efectuarse después de haberse adiestrado en relajamiento, concentración e imaginación. Se proporciona a cada atleta un cubo con hielo flotando en agua hasta una altura de 15 cm. Hagamos que introduzcan un pie en el agua de hielo y lo mantengan ahí tanto como puedan. (max. 15 min.). Se anota el tiempo de resistencia.
Los que resisten más tiempo son aquellos que vienen preparados. Cada atleta desarrolla sus propias estrategias. Cuando el experimento haya terminado, preguntemos a cada uno cómo ha utilizado el relajamiento. Algunos quizás se hayan valido de la imaginación y se situaron en una playa abrasadora; otros quizás se hayan centrado en algo alejado como por ejemplo trabajar en un complicado problema matemático, o interpretar música mentalmente. El hecho importante es que las estrategias han sido aprendidas y practicadas con mucha anticipación. Esto, combinado con una actitud positiva y un sentido de confianza, asegurará mayor dominio.

AUTOHIPNOSIS

Los atletas describen como cimas las experiencias destacadas en deporte que se producen en forma espontánea. Algunos lo han descrito como estar en trance o sentir que son capaces de ejecutar cualquier cosa que deseen. Señalan sensaciones de contar con una energía excepcional, un gran sentimiento de alivio y de flujo de la actuación. Los atletas estiman que si pudieran reproducir estas experiencias según su voluntad, siempre alcanzarían el éxito. A tal fin se ha utilizado la hipnosis pues, si ha ocurrido antes, debería ser posible reproducirlas de nuevo. Sin embargo, conviene recordar que la hipnosis no es un fenómeno sobrenatural y bajo sus efectos no podemos hacer nada que no seamos capaces de efectuar fisiológicamente. Pero puede ayudar a romper una barrera mental,  a salvar un punto de atasco o una falta de confianza.

Si aprendemos la forma de desarrollar nuestro potencial con estrategias autorreguladoras, podemos aparecer ante los demás como si estuviéramos en trance. De hecho, las experiencias que los atletas han calificado como cimas pueden ser aquellas en que se hallaban tan concentrados que creyeron estar experimentando un estado de alteración.
       
Como ocurre muy a menudo, para encontrarnos a nosotros mismos salimos de nuestro cuerpo para obtener información acerca de lo que llevamos dentro y con ello somos culpables de ignorar nuestro potencial corporal. Está búsqueda puede llevarnos al consumo de drogas, así como a la hipnosis, pero ninguno de estos medios ha dado lugar a la cima que ha podido conseguirse reuniendo juntos todos nuestros recursos internos. De hecho, el llamado estado alterado puede ser el medio a través del cual se supone que funcionan, pero son tan pocos aquellos que logran descubrir sus propios recursos, que, si ello llega a ocurrir, creemos que se trata de un hecho excepcional. En la práctica , quizá podamos materializar dicho estado y subordinarlo a nuestro control. Quizá también, sea ésta la manera en que funcionan los seres humanos.

¿Cuál es la esencia de este estado alterado? Parece ser que se trata de una combinación de autoestima acentuada, mayor autoeficacia, elevado sentido de percepción del cuerpo y la capacidad de centrar e integrar la función en forma más ajustada, todo ello unido  a un acusado sentido de alivio y libertad. El ámbito deportivo puede ser, por tanto, el mejor centro de enseñanza para adquirir todos estos conocimientos, pues los jóvenes gozan con la práctica y se sienten motivados. Dado que parece que cabe ensañar todos los componentes de este estado alterado, el deporte supone el entorno ideal para llevarlo a cabo. Incluso en el caso de que los jóvenes no sigan para llegar a un elevado nivel de rendimiento, habrán adquirido conocimientos que podrán aplicar a las experiencias cotidianas durante el resto de sus vidas.
Los preparadores y profesores pueden ayudar a los jóvenes a desarrollar la integración de la mente y el cuerpo. Los atletas entenderán fácilmente en que forma la ansiedad afecta su actuación. Cuando la mente y el cuerpo se hayan totalmente absorbidos e integrados, la experiencia resulta altamente gratificante y agradable. Cuando las personas, atletas o no, aprendan a acudir a sus propios recursos y a regularlos, no existirá necesidad alguna de la hipnosis, pues cada uno podrá maximizar su  potencial.

Pensemos en cómo se podría contribuir al crecimiento y desarrollo humano, si estos conocimientos fuesen enseñados muy pronto a los jóvenes en sus prácticas deportivas. Requeriría tiempo y práctica, pero bien valdría la pena y los conocimientos adquiridos durarían más allá de la vida activa del atleta.

AMNESIA DEPORTIVA

En algunas ocasiones, los atletas parecen sufrir una amnesia selectiva e incluso total, sin poder recordar nada respecto a su actuación, aun cuando haya sido excepcionalmente buena. La explicación cabe hallarla en el hecho de que, debido a haber sido adiestrados en forma tan intensa y estar tan capacitados atléticamente, podrían ejecutar todos sus movimientos sin apenas prestar atención a lo que les ataba ocurriendo. Como es bien sabido, un conocimiento bien adquirido se convierte en automático. Es algo similar a lo que ocurre con aquellas personas que andan en sueños e incluso conducen un automóvil mientras duermen. Las tareas les son tan familiares que las llevan a cabo sin que exista un foco de atención.

Pero para maximizar nuestra actuación, la concentración durante la competición debe ser tal que nuestros pensamientos mantengan de continuo una forma clara y activa. Hemos de ser capaces de recordar nuestra actuación con todo detalle si estamos libres de preocupaciones y ansiedades y nuestro centro de atención se encuentra donde debe estar. Enseñar a los atletas a controlar su ansiedad dará lugar a unas actuaciones mucho más uniformes a través del tiempo.

PENSAMIENTOS DE LOS GANADORES EN CONTRAPOSICIÓN A LOS DE LOS PERDEDORES

El diálogo interior del ganador difiere considerablemente del diálogo del perdedor antes, durante y después de la competición. Nuestros pensamientos internos expresan diferentes percepciones y sentimientos que, a su vez, acostumbran a convertirse en profecías autorrealizadas. Conseguir una percepción de cada uno de ellos resulta esencial. Una vez que hemos aprendido a controlar nuestra ansiedad, nos resulta fácil dirigir nuestra atención al proceso mental que tiene lugar en forma continua.
Llevemos un diario privado de nuestros pensamientos antes de las sesiones de adiestramiento y de las competiciones. Esto nos ayudará a orientar nuestra atención hacia lo que pensamos. También nos ayudará a recuperar sentimientos y conductas que se hayan asociados con actuaciones superiores así como con otras de carácter mediocre. A medida que desarrollemos la costumbre de retener esos sentimientos y conductas antes de una competición y después relacionarlos con el grado de perfección con que hemos actuado, pronto observaremos que existe una pauta para determinados pensamientos, sentimientos y conductas conducentes a una actuación superior, mientras otras llevan a una actuación más pobre. Observaremos cuál es el tipo de preparación y de estado mental que da lugar a una actuación excepcional. Entonces, con el debido esfuerzo, cabe ordenar y dirigir estas condiciones como parte de la preparación regular.