martes, 19 de diciembre de 2017

Psicología del Deporte. Integración Cuerpo-Mente, parte 9


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Comunicación: cómo aprender a decir lo que realmente pensamos o pensar realmente lo que decimos  
 
Quizá la capacidad de preparación más importante que necesita desarrollarse sea la de la comunicación efectiva. Esto significa establecer unas conductas y unos conocimientos comunicativos que puedan ser explicados y comprendidos claramente.
La comunicación es dinámica y debe contemplarse como un proceso de doble dirección, es decir, un procedimiento que implica enviar así como recibir e interpretar mensajes. Asimismo, cabe destacar que ciertos aspectos vinculados con la actuación atlética, tales como esperanzas respecto a objetivos y actuación, no son fáciles de comunicar.

Existe la necesidad de desarrollar capacidades de comunicación que van más allá del proceso de adquisición de conocimientos y estrategias. A menos que existan unas líneas abiertas de comunicación en las que cada persona transmita unos mensajes claros acerca de las esperanzas y los objetivos que cada uno abriga respecto al otro, no sólo la comunicación se hallará ausente sino que las relaciones y la motivación en el equipo se verán afectadas junto con la actuación a nivel de competición.

Cuatro líneas de comunicación necesitan considerarse: la que media entre el preparador y el equipo; seguida de la existente entre el preparador y el atleta; el atleta y el preparador; y entre miembros del equipo. Estas cuatro líneas de comunicación ejercen impacto sobre la actuación. Si se emiten señales o mensajes confusos, es probable que surjan problemas.

Si el entrenador ha de introducir un cambio importante en el grupo, ¿se discute con los atletas implicados? El tomarse el tiempo suficiente para asegurarse de que cada atleta ha comprendido la lógica en la decisión suavizará muchas situaciones en las que una  mala interpretación crean gran alboroto. La comunicación evitará muchos problemas que desequilibran la armonía y la actuación del equipo.

Los entrenadores deben crear un ambiente que venga a estimular a los atletas para iniciar la comunicación, pues, con frecuencia, éstos han considerado al entrenador como una figura autoritaria que no admite reproche alguno. Muchos  problemas pueden vincularse con atletas que necesitan ser estimulados para que discutan sus preocupaciones. Si tememos al fracaso o tenemos algún  compañero que constantemente ridiculiza nuestra actuación, conviene informar al preparador de tal circunstancia para resolver el problema.

Los atletas han de tener el convencimiento de que las líneas de comunicación están abiertas y a su disposición. Si no se procede de este modo, nos exponemos a que, cuando la temporada no se desarrolle con éxito, los conflictos en el equipo se hagan evidentes. En cuanto a los atletas, ellos han de ser estimulados a solucionar algunos de sus conflictos sin la intervención del entrenador, si ello es posible.

El proceso de comunicación implica enviar un mensaje a alguien o a un grupo, y después evaluar el efecto ejercido por el mismo. El propósito de la comunicación puede ser para: a) persuadir, como en una comunicación previa al comienzo del juego; b) evaluar, como en la valoración de la actuación de un atleta; c) informar, como al demostrar una nueva técnica; d) motivar, como en las recomendaciones durante el periodo de descanso; e) resolver problemas, como enfrentarse con conflictos de equipo.
La información que deseamos transmitir se inicia en forma de una idea, emoción o sentimiento y es entonces transformada en una estructura mental, que se transmite a través de un canal,  sea verbal o no verbal , o ambos. El mensaje se dirige al correspondiente atleta, el cual recibe e interpreta el mensaje de acuerdo con su capacidad y dentro del marco de comunicación previa.

La comunicación no se produce a menos que el receptor se vea afectado, en alguna forma, por el mensaje que ha sido transmitido. La comunicación funciona en dos sentidos y el impartirla no supone culminación del propósito hasta que no se produce una reacción por parte del receptor.
Los preparadores y los atletas necesitan aprender a leer las reacciones mutuas. También debe tenerse en cuenta, que las experiencias pretéritas en comunicación influirán sobre las esperanzas de comunicación presentes y futuras. Además, la comunicación ha de ser relevante y significativa si ha de establecerse la comunicación. La afirmación no puedo oír lo que usted dice debido a los demás mensajes que envía resulta apropiada en este punto, pues todas las señales necesitan ser compatibles y coordinadas, de forma que un mismo mensaje sea transmitido a través de todos los canales.

Cuando uno se comunica, deben considerarse dos aspectos. La intención y el contenido. El elemento emocional del proceso de comunicación incluye la forma en que se expresó el mensaje. ¿Qué calidad de voz se utilizó? ¿Se expresó el mensaje en forma intensa, rápida, brusca o suave? Las expresiones faciales y el lenguaje corporal o el movimiento también influyen en la forma en que se interpreta el mensaje.
Muchos atletas han sufrido las iras del entrenador que, durante una competición muy reñida, pone de manifiesto más elementos emocionales que contenido informativo en la comunicación. Como consecuencia de ello, muchos atletas experimentan dificultades para centrarse en la competición. Tanto contenido como emociones, resultan importantes y, por ello, es necesario un equilibrio  para lograr una comunicación efectiva.

Los entrenadores prestan mucha atención a las comunicaciones verbales tales como las instrucciones, los estímulos y la evaluación de resultados,  pero a veces no se percatan de las conductas que acompañan a las observaciones hechas a viva voz. El canal verbal sirve primariamente para transmitir contenido o información. El no verbal se utiliza para apoyar al verbal, así como para comunicar actitudes  interpersonales, las cuales se transmiten a través del aspecto, los gestos, el movimiento corporal, la expresión facial y las relaciones espaciales. Un encogimiento de hombros, un volverse de espaldas o apretar los puños representan conductas no verbales que ponen de manifiesto sentimientos o actitudes. En algunos casos, los preparadores o los atletas pueden estar expresando estímulo verbalmente mientras su lenguaje corporal anuncia derrota, falta de interés o contrariedad.
No existe un sistema, método o técnica de carácter único más efectivo o de mejor comunicación, ya que el mismo mensaje puede ser transmitido a través de muchos niveles diferentes. Por ejemplo, el estímulo puede ser verbalizado, así como demostrado, mediante movimientos faciales y corporales. También puede expresarse en forma similar la irritación.

Resulta importante que tanto los atletas como los entrenadores compartan un interés en la creación de una comunicación abierta, honrada y comprensible, lo cual lleva a una mejor actuación. 

INTERRUPCIÓN EN LA COMUNICACIÓN

En el ámbito atlético, los periodos primarios para la comunicación giran en torno al tiempo programado de adiestramiento, así como al de la competición. Durante estos periodos, el entrenador y los atletas necesitan contar con una comunicación eficaz y uniforme. Cada uno debe ser consciente de la forma en que la comunicación puede cambiar, según sea el nivel crítico de la situación, y hacer todos los esfuerzos para mantearen un intercambio uniforme.

La sobrecarga en la información crea también otro problema. Determinar cuánta información puede manejar un atleta en un periodo dado de tiempo o en una situación específica es importante para el nivel de rendimiento. En los descansos, suele dárseles tanta información en un periodo tan breve, que los atletas vuelven al terreno de juego con la impresión de haber sido bombardeados.

También puede producirse una interrupción en la comunicación si los mensajes transmitidos son siempre negativos. Lo que los atletas necesitan realmente es un apoyo positivo a sus esfuerzos y una información que sea relevante respecto a la situación y qué, además, contribuya a la corrección de errores. Aun cuando el atleta es el primero en darse cuenta de su error, los preparadores son los primeros en recordárselo. Conviene no olvidar que la comunicación positiva casi siempre producirá mejores resultados que los mensajes negativos y que una sobrecarga de éstos contribuye muy poco a corregir o a motivar al atleta.

Hacer que uno se sienta bien, contribuye a que el esfuerzo sea más intenso, y saber cómo apretar los botones adecuados y tirar de los hilos correctos a través de la comunicación inducirá a cualquiera a esforzarse para alcanzar mayores cimas. Otros momentos en los que es probable un fallo en la comunicación son aquellos en que los jugadores o los preparadores interpretan equivocadamente o no comprenden el mensaje. Esto es frecuente cuando se actúa bajo presión. Las comunicaciones no verbales son también objeto de mala interpretación. También es posible que un atleta intercepte un mensaje dirigido a otro compañero. Si el mensaje es negativo, el atleta puede mostrarse preocupado y perder concentración.

Una comunicación infrecuente o insuficiente por parte del entrenador también resulta disruptiva para el progreso del atleta. Debe tenerse en cuenta, que algunos atletas requieren más atención, mientras que otros no se encuentran tan abiertos, lo cual implica, que una misma técnica no da resultado en todos los casos.  Incluso se da la circunstancia de que algunos atletas se apartan del deporte cuando se les ignora constantemente.
Todos necesitamos un apoyo para mantener nuestros esfuerzos a través del tiempo. Asegurémonos pues, de que prestamos apoyo y refuerzo positivo a los demás con regularidad.
Algunos atletas se dan cuenta de que los entrenadores dedican toda su atención a las estrellas y muy poca a los restantes, seguramente los que más las necesitan. Asegurémonos, por tanto, de que todos los participantes consiguen cierto reconocimiento.

Los atletas necesitan saber en qué posición se encuentran y de que forma progresan, lo cual significa que necesitan una retroalimentación tangible. Cuando ésta no se produce, la motivación cesa y el atleta se siente descontento.
La comunicación resulta ineficaz cuando el centro de atención se halla en un punto que no es el de la labor que se está llevando a cabo. Cuando el atleta está preocupado con otros pensamientos, las instrucciones tienen escaso valor. Y  aprender la técnica de concentrarse y practicar cambios de canal ayudará a dominar este problema.

Las comunicaciones que sirven para amonestar a un atleta o corregir su actuación deben ser objeto de cuidadosa consideración y no expresarlas cuando todavía flota en el ambiente la presión derivada de la competición. Con excesiva frecuencia , los atletas y entrenadores reaccionan bajo el influjo del calor emocional propio del momento, y por ello deben tomarse tiempo para situar la cuestión en la debida perspectiva. Reaccionar con precipitación puede destruir la confianza y la credibilidad.
No es posible establecer líneas de comunicación abiertas cuando se adoptan actitudes negativas. Es decir, si se adopta una idea fija respecto a determinada situación, la comunicación será del todo inútil y el mensaje llegará a unos oídos sordos.

Cuando el atleta tiene un conjunto de objetivos y esperanzas y el entrenador tiene otro, surgen de inmediato problemas de comunicación y, por ello, la fijación de objetivos es una de las mejores formas de abrir canales de comunicación. Hasta que se establece un diálogo, puede que el atleta no sepa qué es lo que se espera de él. Una comunicación temprana entre el preparador y el atleta contribuirá a eliminar numerosos malos entendidos.

Todos necesitamos trabajar nuestras técnicas de comunicación. Necesitamos, por tanto, una percepción clara de nuestras señales verbales y no verbales y asegurarnos de que decimos lo que queremos decir y de que queremos decir lo que decimos. Una buena comunicación entre todos los implicados en el ámbito deportivo resulta esencial, pues de fallar, se verán afectadas la motivación, el compromiso y la actuación.

LA COMUNICACIÓN DURANTE LA ACTUACIÓN 

La comunicación en las sesiones de entrenamiento crea menor número de problemas que durante la competición, debido principalmente al ambiente emocionalmente cargado en que tiene lugar esta última. Obviamente, aún más difícil si no lo están haciendo bien o van perdiendo.
Cuando a los atletas se les han enseñado las técnicas y estrategias adecuadas, tanto mental como físicamente, es poco lo que debe comunicarse durante un partido. Dirigir desde la línea de banda no es lo más adecuado. Si al atleta se le ha enseñado a concentrarse y a mantener su atención en lo que está ocurriendo, las instrucciones desde la banca no merecerán atención. De hecho, resulta contraproducente para el atleta suspender su concentración. En realidad, se han producido miles de situaciones en los que el atleta queda sumido en profunda confusión debido a que el entrenador interfirió en la concentración al comenzar a gritarle instrucciones.

Los atletas no prestan gran atención a lo que se dice cuando están preocupados y se concentran en el partido que está teniendo lugar. Los atletas necesitan que se les enseñe la forma de centrar su atención y, también, como desviarla de un punto a otro y volver al inicial cuando la situación así lo exija. (véase capítulo sobre concentración).
Existen momentos durante un partido en que las instrucciones resultan oportunas y apropiadas, y que pueden darse en forma efectiva si a los atletas se les ha enseñado cuando y cómo seguirlas.
Es conveniente, para poder comunicarse durante los momentos críticos en una competición, que se desarrollen estrategias que deberán ser objeto de consideración y practicadas como parte de la necesaria preparación. Procede además subrayar que durante la competición todas las comunicaciones deben tener un carácter sucinto, claro y relevante para la situación.

ETAPAS PARA MEJORAR LAS ESTRUCTURAS DE COMUNICACIÓN

Mejorar las técnicas de comunicación constituye un proceso continuado que requiere atención y empeño constantes. Hay que hacer un esfuerzo para conseguir unas estructuras de comunicación que no sólo impliquen la transmisión de mensajes, sino también recibirlos y comprenderlos. A continuación se detallan varias etapas que ayudarán a mejorar las estructuras de comunicación.
  • Los atletas y los entrenadores deben mostrarse receptivos a toda retroalimentación. Como se ha hecho observar, la comunicación es un proceso de doble dirección, lo cual supone que los mensajes no se envían sin que exista además el intento de determinar su impacto, y que los comunicadores deban mostrarse sensibles a la forma en que reacciona el receptor de ellos. Aprendamos a observar al receptor para determinar si el mensaje ha sido o no comprendido.  
  • Deben desarrollarse líneas de comunicación abiertas, es decir, mostrarse receptivo a los comentarios constructivos. Con frecuencia, la línea de comunicación relativa a la conducta del entrenador no muy amplia. Los atletas y los entrenadores deben crear un ámbito de comunicación que haga posible el intercambio en ambas direcciones sin sentirse amenazado, inferior o en peligro.
  • Debe existir un esfuerzo consciente orientado a mejorar la comunicación tanto verbal como no verbal. Dado que todos reaccionamos diferente, existe la necesidad de determinar cuál es el método de comunicación más efectivo para cada persona. Deben tenerse en cuenta las comunicaciones no verbales, pues si los preparadores y atletas no se percatan de lo que su canal no verbal expresa, dichas comunicaciones pueden resultar confusas y contradictorias.
  • No debemos asumir que el comunicador y el receptor van a interpretar la información de una forma similar. Es importante asegurarse de que la información se presenta bajo una diversidad de formas, para que aquellos que no entendieron la primera presentación cuenten con otra oportunidad.
  • Los atletas no necesitan ser informados negativamente cuando han actuado mal. La mayor parte de las veces ya lo saben. Es cierto que los comentarios constructivos son importantes para mejorar la actuación, pero hay que escoger el mejor canal y el momento adecuado para hacerlo. La evaluación de la actuación debe ser tratada con cuidado, pues si no se han establecido los canales de comunicación apropiados, dicha evaluación resultará carente de efectividad o disruptiva.

  • Mostrémonos positivos cuando comuniquemos. Los entrenadores deben evitar gritar, insultar y humillar a los atletas. Si no dan muestras de control, los jugadores aprenden rápidamente que tampoco ellos están obligados a tenerlo. La comunicación efectiva no tiene porque hacer que los atletas se sientan inferiores; al contrario, facilita un entorno constructivo. Es importante que los entrenadores y atletas no reaccionen de un modo precipitado ante situaciones de elevada presión. De hecho, es durante estos momentos cuando unas buenas sugerencias resultan importantes. Algunos entrenadores confían en provocar sentimientos de culpabilidad, pero, de este modo ¿Qué clase de entorno positivo se ha creado?
  • Comuniquémonos en forma coherente y justa. Todos los atletas necesitan ser tratados igual, se encuentren o no en el grupo de cabecera. Las comunicaciones verbales tienen que ser consecuentes con las no verbales. ¡Seamos conscientes de todos los mensajes que enviamos a través de los canales de que disponemos para comunicarnos!
  • Antes de la competición, la atención prestada a diversos puntos puede mejorar la comunicación. El entrenador debe modelar su entusiasmo en el vestidor y en el banquillo. Saturar a los atletas con información e instrucciones de última hora debe evitarse, así como conversar y hacer referencia a conflictos interpersonales. En lugar de ello, procede comunicar información relevante y pensamientos vinculados a la labor de los atletas. Estimulémosles , pues, para que se refuercen mutua y positivamente al entrar en acción.

Las comunicaciones durante la competición deben reducirse a un mínimo para evitar interrumpir la concentración del atleta. Ello implica que los procedimientos para comunicarse en momentos críticos deberán desarrollarse, comentarse y practicarse con anterioridad y que el mensaje deberá ser claro, sucinto y relevante. Los intentos de dar instrucciones a los atletas en cada jugada resultan inefectivos, pues para poder concentrarse en la acción, no deben distraerse. Hay que mantener la comunicación al mínimo y enseñar a los atletas cómo deben seguir las instrucciones en los tiempos muertos y descansos de una jugada. 

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