martes, 12 de diciembre de 2017

Psicología del Deporte. Integración Cuerpo-Mente, parte 8


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Fijación de objetivos: regulación de la motivación

Los conceptos unitarios de motivación que tuvieron su origen en la psicología, tales como los instintos, los impulsos, el condicionamiento, etc., no logran explicar nuestra persistencia en el esfuerzo en el deporte y, por ello, han sido substituidos por otros enfoques. Entre éstos objeto, y con carácter modesto, se halla la fijación de objetivos en el adiestramiento deportivo.

EL CONCEPTO DE FIJACIÓN DE OBJETIVOS

La fijación de objetivos es simplemente identificar lo que tratamos de hacer o llevar a cabo; básicamente, es el propósito conseguido con una acción o una serie de ellas. Esto supone que el estímulo para nuestra conducta ha de tener carácter interno y cognoscitivo, es decir, que debemos determinar previamente nuestros objetivos para contar con la motivación necesaria. La fijación de objetivos se considera, ante todo, como un mecanismo para la motivación. No sólo se crea un centro de atención y de acción, sino que además proporciona un propósito a nuestros esfuerzos. Supone orientar un esfuerzo a lo largo de un periodo de tiempo.

El efecto positivo y beneficioso que la fijación de objetivos ejerce sobre la actuación viene explicado por cuatro mecanismos de motivación: dirigir la acción, movilizar el esfuerzo, persistir en él, y generar motivación a fin de desarrollar unas estrategias relevantes para alcanzar los objetivos.
Obviamente, necesitamos contar con la capacidad de alcanzar o acercarnos a la consecución de nuestros objetivos. Debemos contar asimismo con cierto control sobre el ritmo de actuación, el enfoque y los métodos utilizados si buscamos mantener la motivación. Los objetivos siempre deben basarse en nuestra propia capacidad y actuación.

EXPOSICIÓN RAZONADA PARA LA FIJACIÓN DE  OBJETIVOS

Si el deporte supone contribuir al desarrollo de valores sociales y de conducta, resulta evidente que deberemos conseguir el éxito sobre una base regular. Así pues, la fijación adecuada de objetivos y la evaluación regular de los avances facilitarán dicho propósito.
Conviene  que el atleta y el preparador compartan un centro de atención común. Sin una dirección apropiada, pueden desperdiciarse muchas horas.
Los objetivos pueden y deben ser considerados como los reguladores de nuestra motivación. Por consiguiente, no puede subestimarse la importancia tales objetivos. Si se fijan de un modo adecuado, pueden facilitar la consecución  del éxito.

Todos los esfuerzos deben contener un propósito positivo asociado con la consecución de un objetivo. Los atletas que expresan sus objetivos en términos negativos, tales como no perder, por ejemplo, deben replanteárselos, pues tienden a convertirse en profecías autorrealizadas.
Ante todo, debemos determinar el grado de esfuerzo que estamos dispuestos a desarrollar. ¿Cuánto tiempo puede dedicarse? ¿Cuán comprometidos estamos? Además, las oportunidades disponibles también deben ser objeto de evaluación. ¿existen limitaciones al tiempo de práctica, al uso de instalaciones, al apoyo financiero, al clima, etc?  El progreso individual también ha  de ser debidamente considerado, pues la actuación futura viene determinada por la experiencia pretérita.

CRITERIOS PARA LA SELECCIÓN DE OBJETIVOS

Una vez se haya identificado un objetivo, deberán establecerse criterios para su fijación, y a este fin es un aspecto importante el que resulte medible.
Los objetivos necesitan ser realistas, pero también han de suponer un reto. Quizás debemos ocasionalmente reprogramar objetivos. Si los resultados deseados no se materializan, no se abandona el programa, simplemente se reestructura.

Debe quedar claro, que el preparador no puede establecer nuestros objetivos, ni tampoco debemos nosotros intentar establecerlos sin considerar debidamente al preparador.
En muchos casos, los atletas quieren fijar un número demasiado elevado de objetivos y el resultado es que se dispersan las energías o se concentran en menor grado. Además conviene establecer un orden de prioridad para su consecución. Pueden establecerse objetivos respecto al adiestramiento, la práctica deportiva, la competición y las actuaciones en equipo. Sin embargo, si nos encontramos sobrecargados con un exceso de objetivos, puede derivarse de ello una frustración y un fracaso.

Cualquier objetivo que nos fijemos ha de ser único para nosotros, y no tratar de conseguir algo que alguien más haya conseguido. En otras palabras, los objetivos deben ser aquellos que deseamos alcanzar por nosotros mismos. De otro modo habrá una carencia de estímulo, así como de satisfacción, en el caso de que se alcancen. Es igualmente importante tener presente  que la consecución o no de un objetivo no tiene nada que ver con nuestra propia valía como seres humanos, pues permitir que ésta venga definida por el éxito nos sitúa en una posición de inutilidad si fracasamos.

Muchos atletas evitan fijarse objetivos porque consideran que ello eliminaría el interés de participar, o que podrían correr el riesgo de obsesionarse y perder la espontaneidad. No es éste el caso, podemos gozar de todo lo que se cruce en nuestro camino y seguir conservando una fuerte inclinación hacia lo que realmente queremos y el camino que deseamos seguir.
El consenso en la consecución de un propósito resulta esencial para un equipo. Con una comprensión y un compromiso mutuos, le resulta posible al equipo aceptar lo que se espera de él. Nos será posible comprender claramente cuál es nuestro papel específico en cada entrenamiento y en cada competición.

SUGERENCIAS ESPECÍFICAS PARA LA FORMALIZACIÓN DE OBJETIVOS

Cuando se establecen objetivos, asegurémonos de que éstos son los realmente perseguidos o los que nosotros y nuestro entrenador establecimos juntos. Debemos creer en ellos y comprometernos a seguir las etapas. Sin un compromiso previo, los objetivos no servirán de mucho.
Fijemos los objetivos por escrito. Esto tiende a reflejar un compromiso personal. Asimismo, significa que hemos meditado el proceso que debemos seguir.
Los objetivos han de ser un reto alcanzable, mesurable, realista y manejable. Los objetivos inalcanzables  crearán una situación frustrante.
Cuando se establecen dos o tres objetivos, los mismos deben ser compatibles. La consecución de un objetivo no ha de impedir que se alcance otro. Debemos contar con un tiempo para prácticas y preparación suficientes.
Los objetivos han de ser lo suficientemente flexibles como para permitir su revisión e introducir cambios si es necesario. Deben examinarse periódicamente los objetivos y proceder a efectuar revisiones si se detectan deficiencias.

Los objetivos deben contar con unos márgenes de tiempo o fechas límite debidamente estructurados. las fechas límite sirven como realimentación y proporcionan una evidencia tangible para los esfuerzos propios.
Deben estructurarse prioridades para los objetivos. Entre nosotros y el entrenador debemos determinar cuáles son los más importantes y cuáles los más inmediatos.
Todos los factores vinculados con la consecución de objetivos deben ser tomados en consideración. Esto puede implicar objetivos paralelos. Tengamos presentes las pertinentes etapas que quizá deban seguirse para alcanzar nuestro objetivo primario al establecer nuestro plan general.
Los objetivos deben fijarse de forma que permitan una evaluación del esfuerzo así como de la actuación. El éxito con relación al esfuerzo desplegado puede alcanzarse antes que el éxito en la  actuación. Esto proporcionará un refuerzo positivo, hasta llegar al momento en que se alcance el nivel deseado de actuación.
Los objetivos deben guardar relación con el propósito general de la actuación. Todos los objetivos deben estructurarse para mejorar la actuación o, en algunos casos, para mantenerla.

Cuanto más aprendamos acerca de cómo controlar y dominar nuestras reacciones, tanto mayor resulta nuestra confianza.

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