martes, 13 de junio de 2017

Cuenta Contigo, parte 7


7
La terapia de Teresa de Calcuta

Criticar es más fácil que imitar.

Anónimo 

Imitar es la forma más sincera de elogiar.

Anónimo

Hay personas con carisma, sabiduría, habilidades sociales y rapidez mental para tener una respuesta ingeniosa en cualquier momento, que son además bondadosas, cariñosas y risueñas, y que se esfuerzan, escuchan y son inteligentes, resilientes, pacientes y muchas buenas características más. Estas personas nos dejan huella. Anhelamos esas cualidades.
Las personas aspiramos a objetivos no solos profesionales. Nuestra forma de ser también es susceptible al cambio. Podemos comportarnos como deseemos, siempre y cuando no invadamos el territorio de los demás. Hay ciertos rasgos de nuestra personalidad que tienen unas raíces más biológicas, pero eso no significa que no podamos entrenar otras formas alternativas de conducta. (80)

En la receta del cambio necesitamos dos ingredientes importantes: la transformación, qué queremos ser, y un método de aprendizaje, cómo lo vamos a lograr. No vamos a entretenernos en borrar lo que ahora tienes, solo vamos a sustituirlo  por lo que te apetece tener. La trasformación la eliges tú, y el método te lo presto yo. Se llama “aprendizaje por imitación” . A los niños les fascina: copian lo que ven, oyen, sienten y prueban.
Deberás desarrollar la convicción, elegir tu objetivo, fomentar la observación, practicar la imitación y, para afianzar tu habilidad, poner en práctica la repetición.

Convicción

Fue Albert Bandura quien dio rigor científico al aprendizaje por imitación. Nuestro cerebro posee unas neuronas especiales llamadas neuronas espejo, que facilitan la empatía con lo que vemos y con lo que sienten los demás y nos permiten copiar y reproducir. Muchos deportistas perfeccionan sus habilidades técnicas observando a sus modelos favoritos. Lo que ven queda grabado en sus mentes, lo retienen y, luego en la cancha, lo visualizan y lo repiten.

Las neuronas espejo son maravillosas, nos permiten entender las emociones de los demás y, además, nos ayudan a copiar las acciones que realizan otros. Por supuesto, no lo copiamos todo. Solemos imitar lo que admiramos. Nadie imita un grito agresivo si no está dentro de su escala de valores comportarse con violencia. Pero, cuidado, no ocurre lo mismo con los niños y los adolescentes. Si les gritas, ellos aprenderán que es la forma de tener poder y razón, y lo imitarán.

Los experimentos con estas neuronas han concluido que las personas no solo podemos reproducir las acciones que vemos, sino también los sentimientos y las intenciones. Este aprendizaje permite predecir comportamientos de otras personas, una habilidad básica para relacionarnos.

¿Esto quiere decir que nos convertimos en meros repetidores y que no tenemos responsabilidad por lo que hacemos? La respuesta es no.  Nadie copia lo que no quiere ser. Imitamos lo que admiramos. Así que recuerda la importancia de educar con el ejemplo. No pidas a tus deportistas o a tus hijos que sean respetuosos con las personas si tú le faltas el respeto al árbitro.

Elige tu objetivo

Copiar por copiar no tiene sentido. Hay que hacer una selección. Y en ella te propongo que incluyas tu cambio. ¿Qué cualidades deseas tener? No puedes cambiarlo todo a la vez. Elige tu objetivo. Sigue un criterio; lo que más necesites. Gracias a la imitación podemos aprender todo lo que no es innato. Así que tú serás quien desees ser, ni más ni menos.

              Momento libreta…. 
1. Decido transformarme en … una persona más paciente. Y con ello creo que tendré los siguientes beneficios:
  • No me enfadaré en los entrenamientos cuando no salgan las cosas.
  • Reduciré mi nivel de ira cada vez que me equivoque.
  • La tranquilidad que me da ser más paciente permitirá que aprenda mejor. El estrés continuo me hace cometer más errores.
  • Mejoraré las relaciones con mi entrenador, con mis compañeros, con mi entorno. La impaciencia me ha llevado a estar de mal humor.
2. Decido transformarme en … una persona un poquito más dulce. Y con ello creo que tendré los siguientes beneficios:
  • Sonreiré más, creo que lo hago poco.
  • Seré menos agresivo en mi comunicación.
  • Creo que las personas a mi lado se sentirán mejor si me muestro más dulce.
  • Estaré más atento a las emociones de los otros.
  • Será más agradable estar conmigo.
Observación

Prestar atención supone focalizar lo que quieres copiar y desatender lo que no te interesa.
Una de las mayores demandas en consulta es poner solución a la falta de paciencia. La falta de paciencia condiciona tu vida y la de los que viven contigo o trabajan a tu lado. Muchos pacientes deciden cambiar, pero llevan tanto tiempo siendo de esta manera que piensan que el cambio no es posible. Y aquí es donde aparece mi querida Teresa de Calcuta. No imagino a esta mujer con un ápice de rabia, frustración o indignación.

Cuando alguien me habla de su propia impaciencia e impulsividad, les pregunto: ¿Qué alternativa se te ocurre? Y la respuesta es siempre la misma: Ni idea tengo, ni siquiera se han planteado que existen otras alternativas. Pero si les hago reflexionar y les digo: “Imagina esta situación. Ahora estás esperando en una larga cola del supermercado y Teresa de Calcuta está en la  misma fila delante de ti.¿Cómo crees que reaccionaría ella? La respuesta también suele ser siempre la misma: “Sonreiría a los de delante y a los de atrás, esperaría pacientemente. E incluso ayudaría a quien está siendo trampa en la cola. Y mi siguiente reflexión es: “¿Qué crees que estaría pensando? La respuesta es clara: Pobre mujer, está confusa, es mayor, voy a echarle una mano. En su pensamiento no hay hostilidad, ni prisa, ni juicio de valor. Y ella tampoco está consultando el reloj. Solo está presente, colaborando y siendo benevolente.

Luego le pregunto a mi paciente si sería capaz de imitar ese comportamiento. No le pido que sea creativo. Solo le pido que copie lo que sabe que sí funciona y que, además, admira. El hecho de copiar ya es un cambio.
La elección del personaje o la persona a imitar es algo que solo depende de ti. La única condición necesaria es que aglutine tu objetivo, que sea un buen ejemplo de lo que tú deseas ser y cambiar de ti. Cada forma de ser a la que aspiramos, tiene un representante en esta tierra, puede que incluso sea un personaje de ficción. Lo único que importa es que represente lo que tú buscas.

Imitación

Ahora que tenemos el objetivo y la persona a la que imitar, es fácil: imita. Visualiza los momentos en los que te comportas en la forma en que no te gusta, fantasea con ellos e imagina la alternativa desde el punto de vista del personaje que has escogido.

                                                    Momento libreta….   

Estás esperando turno en la frutería y alguien se cuela. Normalmente te hubieras callado e indignado por dentro y habrías pensado en la falta de civismo de la gente. Pero tu objetivo es ser más habilidoso y poder defender tus derechos.
Personaje elegido como modelo a imitar: mi amiga María. Tiene mucha gracia, es muy tranquila y es capaz de defenderse sin atacar.
¿Qué hubiera hecho ella? Hubiera levantado la mano con una sonrisa de oreja a oreja y hubiera dicho un simple: Perdón señora, estoy yo primera. Gracias. ¡Y se hubiera quedado tan fresca!

Repetición

No hay aprendizaje sin repetición. Lo más importante para aprender de manera significativa es la comprensión. Eso ya lo tienes. Ahora solo queda tu parte de entrenamiento. Cuando sepas que te expones a una situación en la que puedas ser vulnerable, anticípate y llegado el momento, imita, imita y no pares de imitar.
Y si cometes un error, no te rindas. Convertirte en lo que deseas necesita tiempo y paciencia. Pero piensa que cualquier pequeño cambio ya es ventaja. Las últimas investigaciones dicen que para que un cambio se convierta en un hábito, la media de tiempo que necesitas es de 66 días. Así que.. ¡Mucho ánimo y más optimismo!

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