martes, 15 de diciembre de 2015

Ejercicios de bioenergética, parte 18



Ejercicio 76. Un berrinche

Este ejercicio no debería hacerse sólo. Ni debería utilizarse en la clase, a no ser que los participantes hayan tenido una considerable experiencia en el trabajo bioenergético. Lo utilizamos en las sesiones de terapia, donde ayuda a que una persona se abandone. Es poderoso, tanto emocional como físicamente.
Lo incluimos aquí para dar al lector una idea del alcance de los ejercicios expresivos. No es un ejercicio peligroso, pero puede llevar al aturdimiento si te hayas tensamente controlado.

Yace sobre el colchón de la cama o sobre una colchoneta en el suelo. Dobla las rodillas de modo que los pies queden planos.
Comienza por golpear con cada pie sobre el colchón, alternativamente, con las rodillas dobladas.
Lleva las rodillas bien hacia atrás sobre el cuerpo, y conforme lo haces aporrea con los puños alternativamente sobre el colchón. Ahora estás utilizando tus brazos y tus piernas.

Repite el procedimiento de arriba, y deja que tu cabeza gire hacia izquierda y derecha con el movimiento del cuerpo.
En voz alta y sostenida grita o chilla “no quiero” mientras haces el ejercicio.
La clave de este ejercicio es la coordinación entre los movimientos de las piernas, brazos y cabeza. Cuando el ejercicio es ejecutado adecuadamente, el cuerpo se mueve como una unidad. La pierna izquierda y el brazo izquierdo se mueven juntos; esto es, ambos golpean el colchón al mismo tiempo. La cabeza gira hacia el lado del golpe. Si el brazo izquierdo es movido al tiempo que la pierna derecha, es como si la persona tuviese propósitos encontrados. Hecho correctamente, el cuerpo se mueve como una perinola. Es bello de observar. Extrañamente, no sentirás ningún aturdimiento si haces el ejercicio adecuadamente. El aturdimiento aparece cuando no sigues plena y libremente el movimiento; existe un inconsciente contenerse contra la expresión.

Ejercicio 77. Extensión hacia fuera con labios y brazos

Esta experiencia permite a una persona sentir el anhelo de un niño por su madre. Puede volverse muy emocional si se utiliza la palabra “mamá” y es evocado el anhelo.
Túmbate en el suelo con las rodillas dobladas y los pies planos. Respira con sencillez y profundidad en el vientre.
Extiende hacia arriba los brazos y hacia delante tus labios, como en la figura 39.
Dí “mamá”, y trata de ver cuanto sentimiento puedes poner en tu voz y en tus brazos.
  •  ¿Sentiste alguna contención del sentimiento?
  •  ¿Te sentiste desconcertado? ¿Te sentiste estúpido actuando como un niño? Recuerda que todos somos niños en el fondo, y que tuvimos dos padres a quienes siempre estaremos apegados en nuestros corazones.
  •  ¿Trajo el ejercicio consigo un sentimiento de tristeza? Si así es, ¿puedes llorar, o te sientes atragantado?
Ejercicio 78. Exigiendo

En vez de extenderte hacia fuera como en el ejercicio precedente, haz dos puños y elévalos enfrente de ti.
Agita ambos puños con fuerza. Dí “¿por qué?”, “¿por qué no estabas ahí?”, “¿por qué no te preocupaste?”. Puedes utilizar cualquier otra expresión que te parezca adecuada.
  •  ¿Pudiste poner emoción en la expresión? Si no pudiste quiere decir que te estás conteniendo, bien porque la situación no sea apropiada o bien porque estés inhibido.
Ejercicio 79. Expresando ira

Una persona debería ser lo bastante libre para poder expresar físicamente su ira cuando sea apropiado. La mayoría de la gente tiene demasiado miedo a la violencia para ser capaz de expresar la ira de un modo físico sin una provocación extrema. Existe en nuestra cultura el tabú en contra de dar golpes, lo que es desafortunado, pues ello opera mayormente haciendo que las personas inocentes se vuelvan desvalidas frente a los avasalladores.

De pie frente a la cama. Es mejor si la cama tiene un colchón de hule-espuma, de modo que no te dañes ni a ti ni a tu cama. Este es un ejercicio indispensable si sufres de tensión en la franja de los hombros, pues estas tensiones se relacionan mayormente con inhibiciones en el uso de los brazos para golpear. Hay distintas variaciones del ejercicio.

De pie con ambos pies separados unos 45 cm y las rodillas dobladas ligeramente.
Haz dos puños y elévalos por encima de tu cabeza.
Eleva los codos y échalos lo más hacia atrás que puedas.
Ahora golpea fuertemente la cama con ambos puños, pero de un modo relajado, sin forzar el movimiento.
Dí cualesquiera de las palabras que expresen un sentimiento de ira. Por ejemplo: “¡no!”, “¡no quiero!”, “¡déjeme en paz!”, “¡Te odio!”, etc.
  •  ¿Puedes sentir que tus golpes son efectivos, o los sientes impotentes?
  •  ¿Puedes sentir alguna emoción con el ejercicio? No es necesario tener un sentimiento fuerte para que este ejercicio cobre sentido.
  •  ¿Te atemoriza tu propio potencial para la violencia? En tal caso, un uso repetido del ejercicio reducirá tu ansiedad y te dará un mayor control sobre tu ira.


Ejercicio 80. Utilizando una raqueta para expresar la ira

El mismo ejercicio se puede hacer utilizando una raqueta de tenis en vez de los puños. La raqueta añade una sensación de poder, y ayuda a superar un sentimiento de impotencia.
Eleva la raqueta por encima de la cabeza, y da golpes repetidos con la superficie plana de la raqueta contra la cama.
Pronuncia palabras que expresen cualesquiera sentimiento que tengas. Recuerda que no estás dañando a nadie con este ejercicio.
  •  ¿Te proporcionaron tus golpes un sentimiento de satisfacción?
  •  ¿Te asustó el sonido del golpe? ¿Te pareció demasiado violento? ¿Tuviste miedo de que pudieras matar a alguien?. Si puedes aceptar y expresar este sentimiento (“te mataré”) mientras golpeas la cama, descargarás algo de tu rabia asesina y obtendrás control sobre el sentimiento. Habrá menos posibilidades, pues, de que descargues esa rabia en una situación de la vida real.

Ejercicio 81. Golpes rítmicos

Este es un ejercicio que hemos utilizado personalmente y que muchos pacientes usan regularmente. Es como el pataleo rítmico y sirve para fortalecer los brazos, desarrollar la coordinación de sus movimientos, y descargar las tensiones en la franja de los hombros.

Alza ambos puños, o la raqueta de tenis, y descarga veinte golpes sobre la cama.
Los golpes deberán ser rítmicos, ni demasiado lentos ni demasiado rápidos.
Inhala mientras tus brazos van hacia atrás, y luego exhala plenamente conforme descienden.
Estira los brazos plenamente detrás de tu cabeza con el fin de movilizar la máxima energía para el golpe. Advierte que una ley bien conocida de la acción del músculo es la de que cuanto más lo estires, más efectiva y poderosa será la contracción resultante. No tienes por qué golpear con dureza. El poder del golpe proviene del estiramiento y del ritmo. Piensa en cómo se dispara una flecha. Similarmente, no hay que empujar el golpe. Si haces un estiramiento pleno, el golpe se desarrollará espontáneamente conforme te abandonas. Una vez que puedas descargar veinte golpes sin esfuerzo, aumenta el número regularmente hasta que puedas dar cuarenta o cincuenta golpes.

Ejercicio 81-A. Variación


Puede golpearse la cama de un modo distinto haciéndolo con un brazo detrás del otro. Este ejercicio implica un estiramiento del cuerpo, utilizando músculos a los que no llegaba el ejercicio anterior. Una vez más, lo importante es:
Mantener suelto y plenamente estirado cada brazo antes del golpe.
Inhalar durante el estiramiento pleno y exhalar con la descarga.
Tratar de llevar cada puño hacia atrás por encima de la oreja del otro lado del cuerpo, a fin de conseguir la máxima tensión para el golpe.

Ejercicio 82. Agresión

La palabra en sí misma significa “moverse hacia”. La gente la utiliza como denotando “yendo a por lo que uno quiere”. una persona agresiva es alguien que se mueve hacia el cumplimiento de sus necesidades. La falta de agresión significa pasividad; aguardar en vez de ir por algo.

Un buen ejercicio para la agresión es el de retorcer una toalla. Toma una toalla turca de tamaño medio y enróllala. Luego retuércela lo más fuerte que puedas con ambas manos.
Conforme retuerces la toalla, dí, “dámelo”. sigue retorciendo la toalla diciendo
“dámelo”.
  •  ¿Llegaste al punto en que sentiste que podías obtener lo que necesitabas?
  •  ¿Aflojaste tu agarre tras cada demanda, o fuiste capaz de mantenerlo?
  •  ¿Tienes la impresión de que puedes obtener lo que quieres? ¿Acaso no sería agradable tener esa sensación?
Toda acción expresiva es un acto agresivo en el sentido de que es un “moverse hacia fuera”, hacia el mundo, con nuestros sentimientos o energía. No deberíamos pensar en la agresión sólo en los términos negativos de la ciencia política. Abrirse hacia fuera para amar o buscar amor es una acción agresiva. Decir “te amo” es tan agresivo como decir “te odio”. la agresión se encuentra en la acción de ir hacia fuera o hablar, no en el contenido de las palabras. Por otro lado, tener un sentimiento que no somos capaces de expresar es un signo de pasividad. Todo acto de autoexpresión supone algún grado de agresión.

Para ser plenamente auto expresivos, el cuerpo ha de verse libre de sus tensiones, y específicamente de las tensiones que bloquean nuestra agresividad natural. Dado que nuestra agresividad ha sido bloqueada desde la infancia, se requiere un considerable esfuerzo para liberarla. El uso repetido de estos ejercicios puede ser de considerable ayuda en este empeño.

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