martes, 26 de mayo de 2015

Aprendiendo de los mejores, parte10



Madre Teresa de Calcuta (1910-1997)

Monja católica de origen albanés. Fundó la congregación de las misioneras de la caridad en Calcuta en 1950. Obtuvo el Nobel de la Paz en 1979.

1. A veces creemos que lo que hemos logrado es sólo una gota en el océano, pero sin ella, el océano estaría incompleto.
Pequeñas decisiones en todos los ámbitos de nuestra vida ( en el consumo, en el trabajo, en las relaciones personales, etc.) van configurando de manera silenciosa el futuro de la sociedad. La misma Madre Teresa decía: “ no podemos hacer grandes cosas, pero si cosas pequeñas con un gran amor“. Existe un enorme poder colectivo del que no somos conscientes, y a menudo caemos en el “no hago nada porque es muy poco lo que puedo hacer”, lo cual provoca que las cosas no avancen o no vayan tan rápido como podrían.

2. No hay mayor pobreza que la soledad.
Víctor Hugo afirmaba: “El infierno está todo en esta palabra: soledad”. Estar en contacto con otras personas es una necesidad. No obstante, se puede estar rodeado de mucha gente y al mismo tiempo estar solo. La sociabilidad no tiene que ver con el número de personas que hay alrededor, sino con conectar emocionalmente con ellas. El aislamiento, salvo excepciones, va consumiendo a la persona y fomenta una visión más pesimista de la vida. La soledad continuada debilita. Estamos hachos para compartir. Compartiendo nuestros estados emocionales con otras personas nos sentimos más conectados a la vida. Los logros en solitario no saben tan bien; las penas en solitario pesan más.

3. La disciplina es el mejor amigo del hombre, porque lo lleva a realizar los anhelos más profundos de su corazón.
En la vida abundan las “personas gaseosas”: comienzan con mucha fuerza una actividad, pero en seguida se pierde y se llega a la rutina. La clave está en cultivar hábitos. En el momento en que dejas de practicar un buen hábito comienzas a instalarte en uno malo. Lo que abandonas, te abandona.

4. Nosotros predicamos un Dios bueno, comprensivo, generoso y compasivo. Pero ¿lo predicamos también a través de nuestras actitudes? Si queremos ser coherentes con lo que decimos, todos deben poder ver esa bondad, ese perdón y esa compresión en nosotros.
La vida sólo acepta un lema: hechos y no palabras. Los hechos son los que mueven al mundo y sirven de ejemplo. La gente siempre puede dudar de las palabras, pero jamás de los hechos. Lo que diferencia a unas personas de otras son los actos concretos. (175)

5. Las críticas no son otra cosa que orgullo disimulado. Un alma sincera nunca se rebajará a la crítica. La crítica es el cáncer del corazón. Si juzgo a una persona, no tengo tiempo de amarla.
Criticar casi siempre es una forma de verbalizar la envidia. Pero la envidia siempre es una derrota personal, una muestra de la insatisfacción con la propia vida. La persona que es feliz no tiene tiempo de criticar a los demás, está centrada en su felicidad y en sus objetivos.

6. La paz comienza con una sonrisa.
El teólogo Luís Cortéz afirmaba: “A veces sonreír es la mejor forma de contribuir a cambiar el mundo”. Una sonrisa no significa otra cosa que “me gusta usted” o “bienvenido a mi ámbito personal”. Tiene un gran poder de conexión emocional con las personas. La sonrisa no conoce fronteras, ni culturas ni razas, ni edades, ni estatus ni sexo. Su presencia genera “buena vibra” allí donde haga acto de presencia, y por tanto, crea un buen punto de partida para construir.

7. En la Tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no lo suficiente para satisfacer las necesidades de unos pocos.
El mundo es abundancia en todos los sentidos, pero esa abundancia no es suficiente para las ansias de poder de algunos. Con el sistema de agricultura actual, se estima que se podrían alimentas a 12 000 millones de seres humanos.  Somos cerca de 7 000 millones. Cada día mueren 100 000 personas por desnutrición. ¿Por qué ocurre esto? Jean Ziegler lo explica así: “ Las personas que mueren diariamente de hambre son “asesinadas” por la especulación criminal que de forma global se hace con los productos de primera necesidad. Siete grandes bancos dominan el comercio mundial de trigo, cereales, arroz y alimentos del mundo. La gente muere de hambre por culpa de las cotizaciones bursátiles“. (177)

8. La paciencia lo alcanza todo.
La paciencia siempre es cómplice del triunfo. En la sociedad del siglo XXI (la sociedad de la inmediatez) existe demasiada prisa por alcanzar resultados y eso es ir contra natura. Querer gratificaciones apresuradas es luchar contra la ley del sentido común. Eso no da resultado.

9. Si no se vive para los demás, la vida carece de sentido.
La felicidad está asociada al servicio. Desde el egoísmo es muy difícil estar satisfecho. El éxito es, sobre todo, estar bien con uno mismo. En su libro Todo es posible, Chistopher Reeve cuenta su experiencia después de que en mayo de 1995, quedase paralizado de cuello para abajo tras una caída de caballo. Allí relata: “Mi identidad y mi autoestima habían estado siempre basadas en el mundo físico. En un instante, la parálisis creo en mi un vacío indescriptible. Me angustiaba pensar que no era capaz de sentir la más mínima conexión con algún poder superior. Al final descubrí el sentido de mi espiritualidad en las palabras de Abraham Lincon: “Cuando hago el bien me siento bien; cuando hago el mal me siento mal. Ésa es mi religión”.

10. No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz.
La medida del éxito viene definida en buena parte por cuántas personas ven mejorar su vida gracias a tu existencia. Cada vez que lo consigues, sumas: te sientes bien y haces sentir bien a los demás. ¿animas o desanimas?, ¿criticas o elogias?, ¿construyes o destruyes? Hay personas que cargan de energía y hay otras que chupan energía. Las emociones son contagiosas, así que antes de abrir la boca conviene pensar bien lo que uno va a decir y cómo se va a dirigir a la otra persona. Si no se mejora el silencio, no está de más quedarse callado.

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