viernes, 15 de mayo de 2015

Aprendiendo de los mejores, parte 8

 
Lao-Tsé

Considerado uno de los filósofos más relevantes de la civilización china. La tradición establece que vivió en el siglo VI a.C. Es autor del Tao Te Ching, un tratado místico que cubre muchas áreas de la filosofía, desde la espiritualidad individual hasta las técnicas de buen gobierno. Obra esencial del taoísmo, de acuerdo a este libro, el tao (“el camino”) puede verse como el cambio permanente y éste es la verdad universal. (161)

1. El que domina a otros es fuerte; el que se domina a sí mismo es poderoso.

La primera batalla que debemos librar es con nosotros mismos. No son los hechos los que nos alteran, sino nuestra interpretación sobre esos hechos. No son las personas las que nos alteran, sino nuestros juicios sobre esas personas. No siempre puedes controlar lo que ocurre, pero siempre puedes controlarte a ti mismo. Para ello, es necesario no estar continuamente etiquetándolo todo en bueno o malo. Cuando desaparece el juicio, la vida adquiere otra dimensión. Cuando te dominas a ti mismo nada te puede alterar: ni la adversidad, ni las personas, ni nada; por eso eres poderoso.

2. No sólo eres responsable de lo que haces, también eres responsable de lo que no haces.

No sólo generamos consecuencias con nuestras acciones, sino también con nuestras “no acciones”. No hacer nada también es hacer algo. Es un error pensar que el inmovilismo, el quedarse quieto y parado, no produce consecuencias.

3. De esta manera, existencia e inexistencia, lo difícil y lo fácil, lo largo y lo corto; lo alto y lo bajo permiten conocer lo uno y lo otro.

Es la integración de los opuestos, no su enfrentamiento. A menudo lo dividimos todo en contrarios (día y noche o bueno y malo), cuando en relidad todo esta en equilibrio. Esto permite conectar con esa parte beneficiosa de cualquier situación negativa. Cada final de una cosa es el comienzo de otra. Lao Tsé señala: “Aprende a confiar en lo que está ocurriendo. Si hay silencio, déjalo aumentar, algo surgirá. Si hay tormenta, déjala rugir, se calmará”.

4. Si eres flexible, te mantendrás recto.

La rigidez conduce a la infelicidad. La flexibilidad nos permite adaptarnos con calma y serenidad a cada una de las situaciones que surgen. La mayoría de las personas piensan que el mundo tiene que ser de cierta manera, y, cuando no encaja en esa idea preconcebida, se desconciertan y frustran. Se trata de fluir con el cambio. La escritora Maya Angelou decía cierta vez: “puedes descubrir mucho acerca de una persona si te fijas en como se enfrenta a estas tres cosas: perder el equipaje; un día de lluvia; y una serie enredada de luces de navidad“. Tres ejemplos que ponen a prueba nuestra flexibilidad.

5. La perfección del que imparte órdenes es ser pacífico; del que combate, carecer de cólera; del que quiere vencer, no luchar; del que se sirve de los hombres, ponerse por debajo de ellos.

Si el liderazgo es algo, es vocación de servicio. Algunos, sin embargo, confunden el liderazgo con popularidad, prestigio o glamour. Nada que ver con eso. La función del líder es estar a disposición de su gente porque es la gente la que hace que las cosas ocurran.

6. El hombre corriente, cuando emprende una cosa, la echa a perder por tener prisa en terminarla.

Toda gran marcha comienza con un primer paso. Y un paso, más otro y otro, acaban haciendo el camino si uno se da el tiempo suficiente. La mayoría de las personas se rinden pronto porque quieren éxitos rápidos. La virtud que más se echa en falta en los procesos de desarrollo personal es la paciencia. La naturaleza y la vida tienen sus tiempos. Saltarse estaciones intermedias no da resultado.

7. El que sabe atar no usa cuerdas ni nudos, y, sin embargo, nadie puede desatar lo que él ha unido.

Todo lo que se hacer desde el convencimiento, desde el bien y la ganancia mutua, suele perdurar con el paso de los años. Las cosas importantes de la vida (afecto, lealtad, compromiso) no se pueden comprar. Hay que ganárselas. Antes de pensar, sentimos. Liderar es movilizar emociones. Antonio Damasio lo expresa bien: “No somos máquinas pensantes que sienten; sino máquinas con sentimientos que piensan”. (164)

8. En el mundo no hay nada más sumiso y débil que el agua. Sin embargo, para atacar lo que es duro y fuerte, nada puede superarla. Lo débil y lo tierno vencen lo duro y lo fuerte.

El agua pulveriza las rocas. El humanista Brian Bowling afirmaba: “La diplomacia te saca de un problema en el que el tacto te hubiera evitado meterte”. La verticalidad a la hora de tratar con la gente no suele ser la mejor praxis. La dureza, a menudo, destruye; la suavidad, con frecuencia, esculpe. La mejor manera de plantar una idea en los demás es que sean ellos mismos los que crean que la han generado. Lao Tsé precisa: “Un líder es mejor cuando la gente apenas sabe que existe. Cuando su trabajo esté hecho y su objetivo cumplido, ellos dirán: nosotros mismos lo hicimos”

9. El que sabe contentarse con lo que tiene, siempre será feliz.

La satisfacción o insatisfacción de la vida comienza por la gratitud. La gratitud nos mantiene “conectados” con la vida. Si quieres saber si una persona es feliz, observa si es agradecida. A menudo somos “obscenamente” afortunados y no somos capaces de apreciarlo. Evidentemente, no se trata de renunciar a perseguir nuestras metas, sino de no tener que esperar a conseguirlas para disfrutar de todo lo bueno que ya se tiene.

10. Si das pescado a un hombre hambriento, le nutres durante una jornada. Si le enseñas a pescar, le nutrirás toda la vida.

Educar es ayudar a cada persona a ser independiente. Formar personas es ayudarlas a “buscarse la vida”. La auténtica educación no genera dependencias, sino libertad. Educar es, ante todo, ayudar a que cada persona crea en ella misma. (165)

 

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