martes, 19 de mayo de 2015

Aprendiendo de los mejores, parte 9

Louise Hay (1926)
Escritora y conferenciante estadounidense. Autora de varios libros sobre la relación mente-cuerpo. A partir de su experiencia personal de superación de un cáncer, explica como es posible sanar nuestro cuerpo y nuestro espíritu cambiando nuestras creencias limitadoras.

1. A veces preferimos morir a cambiar de hábito.

Si, suena fuerte, pero casi todos los cambios auténticos son producto de las crisis, de situaciones de catarsis: un accidente, una enfermedad grave, un despido, una quiebra, la muerte de alguien cercano. Pocas veces el ser humano cambia por iniciativa propia. La costumbre casi siempre tiene más poder sobre nuestras vidas que el deseo de mejorar. El doctor Valentín Fuster decía en una ocasión: “Lo mejor para dejar de fumar es un infarto”.

El impacto emocional es tan grande que suele dar lugar a una reacción positiva por parte del paciente que de otro modo no hubiese ocurrido.

2. Cada enfermedad es sólo un síntoma de una causa más profunda, algo de ti con lo que conectas, y que no aceptas.

La enfermedad es un discurso de nuestro cuerpo que no cesa de hablar buscando equilibrio. Es un conflicto entre quienes somos y la vida que llevamos. Las enfermedades son una tentativa de autocuración, una reacción biológica de sobrevivencia frente a un acontecimiento emocionalmente incontrolable. Dicho de otra manera, el estado de salud de una persona no es otra cosa que la manifestación exterior del mundo interior, de cómo de bien (o mal) gestiona su mundo emocional.

3. Todo el universo refleja lo que tu irradias. No atraes lo que quieres, atraes lo que eres.

Louise escribe: “Creamos situaciones y después renunciamos a nuestro poder culpando a otros de nuestras frustraciones. Nuestros pensamientos y sentimientos, que se traducen en palabras y comportamientos, producen una cadena de consecuencias del mismo tipo. También Hay dice: “Para cambiar tu vida por fuera debes cambiar tu por dentro. En el momento en que te dispones a cambiar, es asombroso cómo el universo comienza a ayudarte y te trae lo que necesitas“.

4. El universo no responde a tus palabras, pero éstas son un reflejo de tus sentimientos, que son energía vibratoria, ya sea de creación o destrucción.

La felicidad es un estado interior fuertemente relacionado con la gratitud. La gratitud es una emoción positiva que nos indica el grado de conexión o desconexión con la vida. La persona que despotrica de todo no está contenta consigo misma. Cada vez que permites que el descontento more en tu mente, eso es lo que estás alimentando. Para producir cambios positivos en tu vida, hay que empezar siendo agradecidos de manera explícita con todo lo bueno que ya se tiene. A la gente agradecida le van mejor las cosas.

5. La principal debilidad humana es que nos infravaloramos. El principal problema que aqueja a la gente es que cree que no son suficientemente buenos.

También Louise Hay dice: “”Sólo hay una cosa que sana todo el problema: amarse a uno mismo”. Tenemos el convencimiento de que nuestras carencias son algo estructural que no podemos cambiar, pero no es así. Quizás por eso el psicólogo Abraham Maslow dijo: “Lo que es necesario cambiar de una persona es su visión de sí misma”.

6. Todas las teorías del mundo son inútiles a menos que haya acción.

Los libros y la reflexión son necesarios porque dan pautas y guías de seguimiento, pero no pueden suplir a la experiencia y a la práctica. A vivir se aprende viviendo, exponiéndose a que ocurran cosas. Quién evita el dolor, no aprende, no crece. Se puede aprender algo sin experimentarlo, pero nunca pasará a formar parte de uno hasta que no se viva en carne propia.

7. La conciencia es el único camino hacia la sanación y la curación.

La conciencia es aquel estado que permite saber por qué ocurren las cosas. Es un estadio avanzado que permite entender el juego del universo. Por desgracia, el grado de conciencia social es muy bajo, en general, y por eso andamos desconectados. ¿Qué sentido tiene correr cuando estamos en la carretera equivocada? Ninguno. La consecuencia es clara: insatisfacción e infelicidad.

8. El perdón es la respuesta a casi todos los males.

Primero, hay que aprender a perdonarse a uno mismo. Es imprescindible reconciliarse con el pasado, pasar página y mirar hacia adelante. Todos cometemos errores. No seas demasiado duro contigo mismo. El desequilibrio emocional nace muchas veces de un pasado que no se ha sabido cicatrizar. Por otro lado, hay que aprender a perdonar a los demás. No hacerlo activa las ansias de revancha y causa mucha frustración. El resentimiento ocupa espacio en la cabeza y resta energía para construir. Walter Riso escribía: “El perdón es un descanso para el corazón”.

9. El enfado es un mecanismo de defensa. Si estás a la defensiva, es porque tienes miedo.

Cuando alguien te enfada (bloqueo emocional que te hace perder el control), es porque internamente estás diciendo: “Lo que tu piensas de mí me importa más que lo que yo pienso de mí mismo”. Te identificas con lo que te valoran (reconocimiento) y temes perderlo. Cuando has aparcado tu ego, nadie te puede hacer daño, porque lo que tu eres es independiente de valoraciones externas. Has alcanzado una serenidad de espíritu, y en la medida en que el ego se oculta, desaparece el miedo: no hay nada que temer, porque no hay nada que perder.

10. Una tragedia puede llegar a ser el mayor de nuestros bienes si nos la tomamos de una manera que nos permita crecer.

La adversidad no es un plato agradable para nadie, pero antes o después llama a la puerta de todas las casas. Es inevitable. Sin embargo, la diferencia entre unas personas y otras no reside tanto en los problemas que tenemos que afrontar, como en la forma en que respondemos a los mismos. Mientras que unas personas se hunden, otras salen fortalecidas. Hellen Keller dijo una vez: “El mundo está lleno de sufrimiento, pero rebosa de personas que lo han vencido y que, en su lucha, descubrieron algo valioso.

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